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Medio Oriente, Països Catalans :: 09/11/2008

Kurdistán: Crónica desde las montañas de la guerrilla PKK

Karlos Zurutuza
El periodista logró burlar el bloqueo y ha llegado a las montañas del Kandil, retaguardia de la lucha armada del PKK. Entrevista con Bozan Tekin, comandante de la guerrilla

KURDISTÁN-. La aviación turca bombardea, la guerrilla se mueve y los civiles del Kandil se convierten en las víctimas colaterales del conflicto. Mientras tanto, el Gobierno kurdo de Irak bloquea el paso a los periodistas ante las presiones de Turquía y USA. Y es que las "operaciones transfronterizas" de Ankara son, ante todo, secretas.

"El bloqueo se puede evitar, os podemos traer hasta aquí arriba", afirmaba categórico por teléfono el responsable de prensa del PKK. El "bloqueo" al que se refería este hombre, que responde al nombre en clave de Roj, no es sino la red de puestos de control del Gobierno autónomo de Kurdistán Sur dispuesta lo largo de la carretera que sube al macizo del Kandil, "aquí arriba". El flujo continuo de periodistas hacia las plazas fuertes del PKK era más de lo que Ankara podía soportar así que ésta decidió presionar a los kurdos de Irak, con la ayuda del amigo americano. Desde el pasado diciembre apenas ningún medio ha podido dar voz al maquis kurdo, ni tampoco fe de lo que el Ejército turco está haciendo en territorio oficialmente iraquí.

Pero Roj estaba en lo cierto: El bloqueo se puede evitar. El viaje desde la sureña ciudad de Suleymania dura seis horas. A tres de nuestro destino final cambiamos de conductor antes del primer checkpoint, y de vehículo, tras el siguiente. Las cámaras, trípodes y demás enseres comprometedores comparten hueco con aperos de labranza, mucho más discretos, y en otra furgoneta, por supuesto.

El último puesto de control se salva a través de un camino de montaña imposible que pone a prueba la pericia de nuestro conductor y la paciencia de todos. Tras atravesar un río sin puente y un valle cuya ladera norte está controlada por el PDK de Barzani y la sur por el PUK de Talabani, nuestro chófer nos indica que estamos ya "en territorio de Apo (seudónimo con el que se conoce a Abdulah Ocalan)", o lo que es lo mismo, bajo control del PKK.

Un lugar en ninguna parte

"No vais a visitar ningún campo porque ya no los hay. La guerrilla está totalmente movilizada y en alerta máxima", nos indica Roj, ya en persona pero con la misma rotundidad de antes. Al parecer, aquellas imágenes de los guerrilleros kurdos ejercitándose en campamentos perfectamente abastecidos son ya sólo visibles a través de "Youtube".

"La situación ha cambiado mucho desde 2006 pero hemos sabido adaptarnos. La última operación en Hakkari (Kurdistán Norte) es buena muestra de ello", añade este hombre menudo en un inglés perfecto.

Es posible que la hospitalidad kurda aumente en proporción a la altura, ya que al poco de llegar somos invitados a comer por una familia local. Entre generosos platos de pollo con arroz y litros de dau, el yogur líquido local, el enlace de prensa del PKK nos pone al corriente de las medidas de seguridad a observar durante nuestra estancia. Entre otras, destaca la de no sacar fotos de la guerrilla que puedan indicar su situación; todas aquellas localizadas en un lugar fácilmente identificable.

"Los turcos lo bombardearían inmediatamente -asegura Roj-. No tenéis más que ver el estado en el que se encuentra esta aldea". Evidentemente, conviene también no mencionar el nombre del lugar donde nos encontramos. Y es que la guerrilla se mueve constantemente, pero los civiles que quedan prefieren no tener que abandonar sus casas. Abdula, nuestro anfitrión, ha sido testigo de los últimos bombardeos sobre esta pequeña aldea de apenas 30 casas.

"La mitad de las familias del pueblo ha huido tras perderlo todo. Otros lo han hecho simplemente por el temor a nuevos bombardeos", explica este lugareño, que se resiste a abandonar su casa de adobe y su rebaño de 100 cabras.

Mashir no tuvo tanta suerte como Abdula. Tras escapar milagrosamente de un bombardeo nocturno que redujo su casa a escombros, se refugia hoy junto a sus tres mujeres y sus 19 hijos en una improvisada cabaña a escasos 100 metros de su antigua vivienda. Han perdido casi todos sus objetos personales, pero también todo su dinero para pagar la prótesis de su hija Sozan. La joven perdió su pierna aquella noche.

"El invierno se acerca y no tenemos dónde ir. ¿Por qué se permite esto? ¿Dónde está el Gobierno kurdo de Irak? ¿Y Europa?", se queja Mashir amargamente, antes de invitarnos a comprobar el estado en el que se encuentra el hospital del pueblo. Un tabique blanco junto a un cráter en el que se aloja un proyectil aún sin estallar es todo lo que queda del hasta hace poco único centro de salud en muchos kilómetros a la redonda.

"Venía gente desde Zangasar y Qaladiza", recuerda Mashir. "Era pequeño pero el mejor equipado de toda la región". Según parece, el hospital fue puesto en marcha por Medya, una enfermera alemana que decidió unirse a la guerrilla kurda a finales de los noventa tras conocer que su propio Gobierno suministraba las armas con las que Ankara exterminaba a los kurdos.

Moral a prueba de bombas

Roj asegura que Medya sigue viva aunque desconozca por completo su paradero. La obligada discreción sobre su situación hace que la guerrilla descarte el uso de teléfonos por satélite ("muy peligrosos"). Las comunicaciones internas se realizan mediante walkie-talkies, y en ocasiones por teléfono móvil. La cobertura se recupera nada más acercarnos a cualquiera de las antenas parabólicas junto a las humildes casas de madera y adobe de las aldeas locales.

A simple vista, la relación entre guerrilla y lugareños parece cordial. La convivencia diaria hace que se intercambien saludos y alguna que otra taza de té, siempre y cuando la aviación turca lo permita. No obstante, la guerrilla evita en la medida de lo posible el contacto con los civiles para mayor seguridad de estos últimos.

Uno de los combatientes se ha acercado a la casa para llenar un termo de agua caliente. Se llama Bewar ("sin tierra" en kurdo) y nos invita a acompañarle por un sendero hasta el lugar donde se encuentran sus cinco compañeros, dos mujeres y tres hombres. A nuestra llegada, interrumpen el mantenimiento de sus fusiles kalashnikov y se incorporan para saludarnos con un apretón de manos. Todos visten el mismo uniforme, color verde oliva; un buzo de pantalones bombachos y un chaleco de bolsillos. No llevan insignias ni distintivos de rango , por lo que resultan aún más llamativos los cinturones del ejército iraquí de tres de ellos.

"Somos guerrilla, lo aprovechamos todo", se justifica Bewar con una sonrisa.

"Tengo 26 años y llevo cuatro en las montañas. Nací en Kobani, Siria", continúa el joven mientras prepara el té para todos. Se calcula que el 20% de los miembros del PKK procede de ese país. Sin duda, el más conocido entre ellos es Bahoz, el mismísimo líder del HPG (el aparato militar del PKK).

"Estamos convencidos de que la solución al problema kurdo ha de comenzar por Turquía, por eso estamos aquí", añade una compañera de Bewar llegada hace dos años, y que responde al nombre de Kurdistá. Al igual que el resto del grupo, no ha dormido en una cama desde que dejara atrás su Damasco natal.

Mehmet dice haberse acostumbrado a la dureza de la vida en las montañas. Llegó desde Diyarbakir pero nació en una pequeña aldea de Sirnak, uno de los miles de pueblos arrasados por el ejército turco durante los años ochenta y los noventa. Junto a él se sienta Rebwar, natural de Hakkari, donde, en sus propias palabras, "el número de Jandarmas y Komandos es casi equiparable al de las cabezas de ganado". La última en hablar es Azmin, una kurda de Dersim de apenas 20 años. A pesar de su sólido discurso ideológico, deja entrever que se enroló en la guerrilla a los 16 para huir de un matrimonio acordado por sus padres. No será la primera ni tampoco la última.

La conversación transcurre fluida entre tazas de té cargadas de abundante azúcar. Y es que, además de elemento socializador por antonomasia de Oriente Medio, la ubicua infusión constituye también el único aporte de glucosa, imprescindible para un guerrillero en constante movimiento. En las montañas no hay camas, pero tampoco pasteles.

A pesar de las dificultades, este pequeño grupo de guerrilleros asegura tener la moral alta. Celebran que hace escasos días derribaron un helicóptero Cobra y, un poco más tarde, un caza F16 con la ayuda de cañones antiaéreos Dotchka. No obstante, el PKK es una guerrilla al uso por lo que su arma más efectiva es la movilidad de sus unidades por un terreno que conocen a la perfección.

"Ankara acaba de prorrogar por un año más lo que llama operaciones transfronterizas pero saben que nunca podrán acabar con nosotros", asegura Bewar. "El Kandil es nuestra casa, conocemos al milímetro cada uno de sus rincones y sabemos dónde escondernos", subraya.

Paradójicamente, el joven guerrillero reconoce sentir lástima por muchos de los soldados turcos con los que se ve obligado a combatir. "Algunos no son más que reclutas sin ninguna experiencia, muchos de ellos kurdos como nosotros. Los traen en helicópteros Blackhawk y se quedan paralizados por el miedo nada más aterrizar. Pero esto es una guerra, o ellos o tú", sentencia Bewar, justo antes de ingerir su cuarta dosis de glucosa.


«Europa debe ver con sus ojos qué pasa en Kurdistán»

Entrevista con Bozan Tekin, Comandante en jefe de la guerrilla del PKK

El comandante Bozan Tekin nos saluda con una sonrisa y un amistoso apretón de manos a nuestra llegada a una de las humildes aldeas del Kandil. Se interesa por la operación que nos ha permitido superar el bloqueo informativo impuesto por el Gobierno autónomo kurdo de Kurdistán Sur, y nos invita después a sentarnos para cumplir con el ritual del té. En esta casa de adobe con techo de madera y paja, Tekin se confiesa admirador de los clásicos rusos, y sobre todo de George Orwell, del que dice haber leído toda su obra. Probablemente tuvo tiempo más que de sobra en los 20 años que pasó en las prisiones turcas.

Al poco enciende su portátil. Quiere darnos unas fotos sacadas por soldados turcos que ha conseguido recientemente. No especifica si se las ha hecho llegar un recluta kurdo, o si se las han arrebatado a un soldado turco, vivo o muerto. En ellas aparecen tanques y helicópteros en los cuarteles; jóvenes soldados posando con armamento pesado junto a la bandera turca o junto a cadáveres de guerrilleros del PKK a los que les han vaciado las tripas y cuyos intestinos se enredan en la maleza. «Que lo vea todo el mundo», nos pide Tekin. Pronto podrán ser visionadas en zinarala.blogspot.com).

Para la entrevista nos alejamos del pueblo y evitar así que éste sea identificado y, luego, bombardeado por la aviación turca. Nos acompañan dos guerrilleros, una kurda de Damasco y un kurdo de Sirt (Kurdistán Norte). Sacamos la cámara y el trípode, y ellos hacen lo propio de manera casi simultánea. Nosotros grabamos al comandante, y ellos a nosotros. Ése es el trato.

«Dicen que el internacionalismo murió con Che Guevara pero esta entrevista es buena prueba de que no es verdad», afirma Tekin, con una sonrisa que la prisión y la vida en las montañas no han podido borrar todavía.

El Ejército turco ha recrudecido los ataques sobre el Kandil en las últimas semanas. ¿Cuál cree usted que es la razón?

El AKP de Erdogan ha perdido su prestigio, por eso realizan estas operaciones. Han defraudado a los islamistas, a los turcos y a los kurdos que les votaron, y ahora quieren recabar apoyo entre los nacionalistas. Además, el PKK ha realizado numerosas operaciones con éxito y eso ha mermado la moral del Ejército turco. Por otra parte, estamos a pocos meses de las elecciones en Turquía, por lo que el partido en el poder se va a emplear a fondo para que no quede duda sobre la contundencia de su «lucha contra el terrorismo».

Pero ustedes dicen estar completamente movilizados y lejos de los campamentos.

Es cierto. La situación no nos ha afectado sino que nos hemos adaptado a ella. Hoy contamos con cerca de 10.000 hombres y nuestra capacidad de reacción es mayor que nunca. Ni Alejandro Magno ni Saddam Hussein pudieron controlar nunca esta región, y está claro que Erdogan y sus generales tampoco lo van a conseguir.

Además de la guerrilla, parece que la gente se ha movilizado también en las principales ciudades de Kurdistán Norte. ¿Estamos ante un nuevo levantamiento de los kurdos de Turquía?

Sin duda. La gente ha respondido en la calle a las torturas infligidas a nuestro líder, Abdula Ocalan. Ha sido torturado tanto física como sicológicamente, y ha dicho en repetidas ocasiones que prefiere morir a ser insultado. Lleva 10 años encerrado y privado de todos sus derechos. Pero nuestro pueblo le sigue apoyando y cada vez se moviliza más. Tras las últimas torturas, Erdogan viajó a Amed (Diyarbakir) y se encontró una ciudad paralizada por la huelga. La respuesta también ha sido masiva en Wan (Van), Colamerg (Hakkari), Mus... La gente ha dicho `basta' y ha salido a la calle. Todo kurdo que reaccione ahora es un guerrillero.

Sin embargo, Erdogan es copresidente de la «Alianza de Civilizaciones» junto a Rodríguez Zapatero. ¿Qué opinión le merece esto?

Resulta cuando menos irónico que alguien que denuncia la asimilación de los pueblos como una `aberración', ignore, prive de todo derecho y reprima a 20 millones de kurdos en su propio país. Zapatero es, por tanto, cómplice de la barbarie que sufre nuestro pueblo y eso debería hacerle reflexionar tanto a él como al resto de los líderes europeos. Zapatero y Erdogan lideran un proyecto falso con el que Turquía pretende, a su vez, engañar a la UE. Simplemente se pusieron de acuerdo para exterminar a los kurdos.

El PKK lleva décadas luchando. ¿Ha conseguido algo?

El PKK lleva luchando ideológicamente 35 años y 30 con las armas, bajo el liderazgo de Abdula Ocalan. Hemos tendido la mano hacia la paz en más de una ocasión, pero lejos de negociar, Turquía nos ha respondido con el estado de excepción. No hay ninguna diferencia entre los generales turcos y Franco o Salazar. Nosotros luchamos contra la imposición turca y es más que evidente que se ha producido un cambio significativo en la mentalidad de la gente. Los kurdos se sentían avergonzados de su cultura, de ser kurdos. Hasta nosotros aprendimos a ser `mejores turcos' en el colegio. Pero Apo (Ocalan) nos enseñó a sentirnos no sólo kurdos sino también personas. Nuestro pueblo ha tomando conciencia de su propia existencia y eso se lo debemos en gran medida a nuestro líder, Abdula Ocalan. Él abrió el camino y lo apoyaremos hasta el día de su muerte.

¿Sueñan ustedes con un Kurdistán independiente?

Nosotros perseguimos un confederalismo democrático. El PKK es un movimiento internacionalista y cuenta en sus filas con combatientes de muchas otras nacionalidades. Entre nosotros hay kurdos, pero también rusos, alemanes, armenios... e, incluso, turcos. No somos nacionalistas, no luchamos por un Estado propio sino por nuestros derechos y nuestra libertad. Luchamos contra el imperialismo y creemos en una democracia real basada en el socialismo y la convivencia entre los pueblos. Hemos vivido siempre junto a persas, turcos y árabes, y queremos pensar que podemos seguir haciéndolo pero de manera pacífica.

Pero los propios kurdos han luchado entre sí hasta hace poco y siguen aún divididos.

Es cierto. El PKK estuvo en guerra contra el PDK de Barzani, y éste, a su vez, con el PUK de Talabani. Nosotros hemos creado el KCK (Confederación Democrática de Kurdistán) para aunar a los kurdos de Turquía, Irak, Siria e Irán en un organismo único que impulse los ideales democráticos y socialistas. El PJAK en Kurdistán Este es uno de sus componentes y lucha por sustituir la teocracia de Teherán por un Gobierno federal que respete los derechos de todos los pueblos de Irán. También está el PYD, el partido más importante entre los kurdos de Siria, que comparte los ideales de Ocalan. Por otra parte, tanto Barzani como Talabani son conscientes del arraigo que están teniendo las ideas del KCK en Kurdistán Sur.

¿Cuál es el primer paso hacia una solución de este conflicto?

El Gobierno turco ha de retirarse o negociar la paz con nosotros. El PKK se volvió muy poderoso en la década de los 90 y hoy no es sólo la guerrilla sino la comunidad entera. Contamos con 22 diputados en el Parlamento de Ankara y, aún así, los turcos siguen empeñados en que no hay kurdos en Turquía. Las leyes no sirven de nada en Kurdistán porque el estado de guerra es continuo.

¿Un ingreso de Turquía en la UE mejoraría las cosas?

Si para ello Turquía tuviera que importar el modelo de democracia europeo, está claro que sí. Desgraciadamente, ningún gobierno europeo nos ha tendido la mano todavía. Turquía interesa a Europa y a Estados Unidos por el potencial de su mercado y, sobre todo, por su situación estratégica, que le confiere un papel preponderante en la OTAN. Sin ir más lejos, Ankara nos está bombardeando valiéndose de la información sobre nuestra situación que le ofrece Estados Unidos. Hasta que esto no cambie, seguiremos siendo víctimas de la desastrosa política occidental en Oriente Medio.

Por el momento, tanto la UE como Estados Unidos les considera «un grupo terrorista».

La Constitución turca no hace mención alguna a los kurdos. Se producen arrestos y torturas a diario. La represión de Ankara durante las últimas décadas se ha cobrado miles de pueblos arrasados y cuatro millones de desplazados. De entre la multitud de kurdos asesinados hay cerca de 5.000 muertos en `extrañas circunstancias' muchos de ellos víctimas de la guerra sucia de Ergenekon, orquestada por el propio Estado turco. Ustedes tuvieron Gernika; nosotros tenemos Diyarbakir, Mus, Sirnak, Wan...Y todavía siguen apareciendo los restos de los desaparecidos. Europa nos considera como «una organización terrorista» desde 2000, ya que el Gobierno turco controla los medios de información y occidente «bebe» de ellos después. La gente, los parlamentarios europeos, tendrían que venir aquí y ver lo está pasando con sus propios ojos.

Gara

 

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