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Medio Oriente :: 29/11/2007

Aumenta el apoyo a la campaña de boicot a Israel

Emma Clancy
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] Los recientes apoyos al boicot a Israel desatan una campaña de rechazo entre las universidades estadounidenses y abren un debate público en Israel entre dos de las más destacadas personalidades de la lucha contra la ocupación: Uri Avnery e Ilan Pappe

a Israel por medio del boicot, la retirada de inversiones y las sanciones (BDS, en sus siglas inglesas) ha dado significativos pasos adelante en los últimos meses, cuando los principales sindicatos británicos, irlandeses, sudafricanos y canadienses han resuelto apoyar un boicot internacional.

Desde que en 2004 una coalición de más de 59 organizaciones palestinas de la sociedad civil hizo público un “llamamiento para el boicot”, promovido por la PACBI (Palestinian Campaign for the Academic and Cultural Boicott of Israel), el movimiento para la promoción del boicot, la retirada de inversiones y las sanciones ha cobrado fuerza. El 27 de mayo, la PACBI explicaba en una declaración que la campaña del boicot “se basa en los mismos principios morales aplicados en la campaña que la sociedad civil internacional llevó a cabo contra el régimen del apartheid en Sudáfrica: que la gente comprometida debe ponerse firme contra la opresión y servirse de todos los medios disponibles de la resistencia civil para acabar con la opresión.”

En la sesión inaugural de su congreso de mayo, la UCU (University and Colleges Union), sindicato que representa a 120.000 profesores universitarios y académicos británicos, aprobó una resolución por clara mayoría, pidiendo un debate con todas las secciones del sindicato sobre el boicot académico basado en el llamamiento de la PACBI. La moción, además, animaba a los miembros de la UCU a “reflexionar sobre las implicaciones morales” de las relaciones con las instituciones académicas israelíes.

En junio, UNISON, el mayor sindicato británico, que representa a 1.300.000 empleados del sector público, aprobó en su congreso nacional una amplia resolución a favor de “un boicot, económico, cultural, académico y deportivo”, y de apoyo al derecho al retorno de los refugiados palestinos [víctimas] de la creación del Estado de Israel en 1948. A primeros de julio, el congreso del sindicato de la Union de Trabajadores del Transporte (The Transport and General Worker’s Union), con 80.000 afiliados, votó para que sus asociados organicen un boicot económico y cultural a los productos israelíes y a los acontecimientos deportivos.

El 6 de julio, el Congreso de los Sindicatos Irlandeses (ICTU, en sus siglas inglesas), que representa a los sindicatos y consejos de trabajadores en el norte y sur de Irlanda, aprobó mociones en las que se condenaba la política de entreguismo de la Unión Europea frente a los “crímenes contra la humanidad” israelíes, y se exigía que la UE impusiera sanciones a Israel. Las mociones del ICTU, asimismo, se comprometían a promover “activa y firmemente” una campaña de retirada de inversiones de las compañías israelíes y el boicot a los bienes y servicios de Israel.

Una nota de prensa del sindicato Friends of Palestine [Amigos de Palestina] del ICTU, de 6 de julio, afirmaba: “Hay que recalcar que no hubo oposición alguna a las mociones a pesar de que sin duda representan las posturas más enérgicas adoptadas por ningún congreso sindical del mundo”.

A primeros de julio, también, el gobierno holandés advirtió a una empresa con sede en Rótterdam que dejara de trabajar en la construcción del muro de separación en Cisjordania, de 700 km de longitud, (al que los palestinos denominan “Muro del apartheid”) ya que su construcción fue declarada ilegal por el Tribunal Internacional de Justicia en 2004.

El Sindicato Nacional de Periodistas británicos (NUJ, en sus siglas inglesas) en su reunión anual de abril, aprobó una moción de apoyo de la campaña a favor del boicot, aunque con posterioridad la decisión fue anulada por el consejo ejecutivo nacional del organismo.

Libertad académica

Las mociones de los sindicatos han provocado el previsible contraataque del gobierno israelí, de algunas instituciones públicas y de los políticos y académicos sionistas de Gran Bretaña y Estados Unidos.

Alguna de las reacciones más furibundas se han producido en Estados Unidos, y gran parte del debate público se ha centrado en la propuesta de boicot académico y en su impacto sobre la “libertad académica”. El Congreso estadounidense aprobó por unanimidad una resolución en la que se califica la moción de la UCU de “antisemita”.

A pesar de que el ex primer ministro Tony Blair llevó a cabo unos nerviosos intentos para asegurar al gobierno israelí que la resolución de la UCU no “era representativa de la opinión pública [británica]”, la federación de trabajadores israelíes, Histradut, está cortando las relaciones con varios sindicatos implicados en el boicot, y algunos políticos israelíes exigen contra-boicots a los países implicados.

Las presiones han sido mucho mayores para la dirección del sindicato nacional de periodistas (NUJ) que a toda prisa revocó la decisión de sus miembros. Tras la campaña contra el boicot, dirigida por periodistas pro-israelíes de la BBC y del periódico londinense The Guardian, el consejo ejecutivo nacional decidió no tomar más medidas sobre el boicot dado que el Consejo Británico de Sindicatos había rechazado el llamamiento. En 2005, una moción precedente de la UCU sobre el boicot fue revocada igualmente en una reunión urgente de sus dirigentes.

Alan Deshorwitz, destacado académico sionista y profesor de derecho en Harvard, ha calificado también de antisemitas las resoluciones del sindicato británico. Según el Guardian del 14 de julio, Dershowitz ha reunido un equipo de abogados para “aplastar y arruinar” a quienes intenten boicotear a Israel, amparándose en la protección de la libertad académica. En junio, Dershowitz lideró una campaña con gran éxito para que la universidad De Paul negara la cátedra al sociólogo Norman Finkelstein, basándose en las críticas de Finkelstein a Israel.

Quienes más han alzado la voz protestando contra el atentado a la libertad académica y el debate público, como es el caso de Dershowitz, han sido los que han liderado la campaña para silenciar la disidencia académica y política contra las políticas israelíes. El 25 de julio, en un artículo para The Electronic Intifada, Margaret Aziza Pappano(1), subrayaba la hipocresía de aquellos que reclaman la libertad académica para los profesores israelíes mientras no la exigen para los palestinos: “No cabe duda de que si los rectores de universidad se han levantado en armas en relación con la propuesta de boicot a los académicos israelíes, deberían también tener algo que decir sobre el cierre de las universidades, la detención y disparos contra estudiantes y profesores, contra las actuaciones diarias que impiden a estudiantes y profesores llegar a sus aulas, contra la negativa de conceder permiso a los estudiantes para acudir a las universidades, y contra la cancelación de visados a investigadores y profesores visitantes que caracterizan la vida académica en Palestina. Si el boicot a las instituciones académicas se considera injusto, ¿cómo se debe calificar la metódica destrucción de todo un sistema educativo?”

Tom Hickey, miembro de la ejecutiva de la UCU y líder de la propuesta de boicot académico, ha señalado que las universidades israelíes no son instituciones neutrales sino que por el contrario son cómplices activos de la perpetuación de la ocupación. “Ninguna universidad ni escuela universitaria ha condenado públicamente en nombre de todos los ciudadanos israelíes lo que se está haciendo en los territorios ocupados. Algunas instituciones educativas israelíes han establecido campus para los colonos en tierras ilegalmente confiscadas; otras dirigen excavaciones arqueológicas en tierras de las que los campesinos palestinos han sido expulsados”.

La estrategia del boicot

Más allá de las protestas de antisemitismo y del debate sobre la libertad académica, se ha abierto un debate en serio en el seno del movimiento pacifista israelí sobre la eficacia de la estrategia del boicot- y sobre la legitimidad de sus objetivos- a través de la controversia pública entre Uri Avnery(2), líder de Gush Salom y el Dr. Ilan Pappe(3). Este debate sobre la estrategia del boicot está relacionado con las diversas soluciones propuestas para la cuestión de la autodeterminación palestina.

Avnery aduce que la única solución es la creación de un Estado palestino al lado de Israel y que un boicot general dirigido a destruir el Estado israelí fracasaría y llevaría a que sus ciudadanos cayeran en brazos de la extrema derecha.

Sin embargo, con cada día que se prolonga la ocupación, se expanden las colonias y la red de puestos de control, y el Muro del Apartheid se anexiona más tierras palestinas, resulta menos viable la existencia de un Estado palestino independiente. Pappe argumenta que un estado democrático único, que garantice el derecho al regreso a los refugiados palestinos, es la única solución justa y factible y que la campaña a favor del bloqueo, la retirada de inversiones y las sanciones, es un elemento fundamental para conseguirlo.

En respuesta a las afirmaciones de Avnery de que un boicot mundial no haría que la población israelí se replanteara las premisas básicas del sionismo, Pappe responde que un boicot “ no va cambiar esa postura en un día pero mandaría un mensaje claro a esa opinión pública en el sentido de que esas actitudes son racistas e inaceptables en el siglo XXI... Ellos tendrían que elegir.”


Notas

1. N.T.: Existe traducción al español en: http://www.lahaine.org/index.php?blog=3&p=24136

2. N.T.: Hay traducción española en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=50281

3. N.T.: Véase traducción española en: http://www.zmag.org/Spanish/0607pappe.htm

ZNet, 11 de agosto de 2007

 

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