Bergoglio es el nuevo Papa: Aviso para navegantes

Anoche me acosté con la bella imagen de los anarquistas españoles Félix Padin, Antonio Amate y Aurora Tejerina, cuyas experiencias escuché en un acto organizado por la CNT en el Ateneo de Madrid. El proceso contra los crímenes del franquismo iniciado en Argentina era una ventana abierta a la esperanza para la recuperación de la memoria histórica vilmente traicionada durante la transición.

El despertar no podía haber sido peor. El nombramiento de un papa argentino, profundamente gorila, colaborador de la dictadura militar, es la guinda que nos faltaba en esta época oscura. Con el cadáver de Chávez todavía caliente, el continente europeo en manos de la ultraderecha, el Estado español en manos del nacional catolicismo y unos sistemas de represión e información nunca vistos, los tentáculos imperialistas y golpistas se extienden sobre Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay, Cuba y Venezuela, ahora de la mano del Vaticano.

Sin embargo, todavía hay alguno que cree que Bergoglio puede ser un defensor de los desposeídos. En esta línea está el artículo "No es la peor noticia", firmado por Francisco Bosh, un estudiante de teología en El Salvador, que pone en duda su colaboración con la dictadura y destaca la sensibilidad (demagógica y oportunista) mostrada con las víctimas de Cromañón (el Madrid Arena argentino):

"Nos queda todavía confirmar el nivel de complicidad del actual Papa en la persecución de militantes cristianos (en este caso dos sacerdotes), comprometidos en el cambio social. De lo que estamos seguros, es que pudiendo cuidarlos, “les soltó la mano” (como decimos en Argentina).

abrazar en el dolor, de lo que soy testigo visual en la misa del primer aniversario de la tragedia de Cromañón (un incendio en un concierto de Rock donde murieron 200 jóvenes), y exigir justicia con toda la fuerza de las víctimas."

Este debate sobre la bondad o la maldad de Bergoglio puede dar lugar a profundas disquisiciones entre militantes internacionalistas que, como en el caso de Gadaffi, se suelen posicionar vehementemente sobre lo que sucede en otros países.

Convengamos que Gadaffi no es Bergoglio. De Gadaffi nos separaba todo: idioma, cultura, un proceso político muy particular. De Bergoglio nos separa poco: la misma religión hegemónica, el mismo idioma, la experiencia fascista parecida. Aún así, nos encontramos con el discurso de este estudiante de teología de aparentemente buena voluntad, que cree que este papa puede ser una buena cosa para los pueblos del mundo.

El caso es que las mujeres lo tendremos aún peor. Si el derecho al aborto ni siquiera está en los programas de los gobiernos populares latinoamericanos ¿qué podemos esperar ahora? Una vuelta de tuerca en el control de nuestros cuerpos y nuestra sexualidad, el fortalecimiento de la doble explotación y la doble jornada, etc. Adiós muy buenas a la demanda de prestación de paternidad y maternidad igualitaria e intransferible, bienvenida la custodia compartida obligatoria y la instalación del SAP (síndrome de alineación parental) en la base de todas las decisiones judiciales que afecten a las parejas heterosexuales con hijos. Todo esto, como siempre, con la lucha en dos frentes: el capitalista y el patriarcal. ¿Podremos con todo?

La Haine