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Brasil :: 12/12/2018

Bolsonaro logró convencer con la idea de que es un candidato anti sistema

Mario Hernández
Entrevista con Ricardo Antunes, sociólogo marxista. "Cuando se trata de detener un movimiento de extrema derecha, la defensa es buscar el mal menor"

M.H.: Quisiera que analices el fenómeno Bolsonaro sucedido en Brasil.

R.A.: Es un proceso muy complejo, tenemos que estudiarlo en profundidad, pero se pueden mencionar algunos puntos fundamentales. Primero, aquél péndulo que estaba del lado del centro derecha o del lado del centro izquierda no funcionó en esta elección, hubo una pérdida de fuerza de los dos polos del centro, derecha e izquierda. Había muchos candidatos de centro derecha y algunos de centro izquierda, pero no funcionaron. En una coyuntura muy compleja, por ejemplo, Brasil tiene hoy algo así como 12 millones de desempleados, más 5 millones de desempleados por desaliento, suman casi 20 millones, otros 7/8 millones con trabajos casuales o temporarios; casi 30 millones de personas fuera del mercado de trabajo o con trabajo precario. Hay un descontento muy profundo.

Dos, las rebeliones de junio de 2013, el momento en que Brasil estaba en la Copa de las Confederaciones, un movimiento gigantesco en Brasil indicaba el profundo descontento de la población en general contra la institucionalidad, o sea, contra el Parlamento, la Cámara de Diputados, los legisladores, el Senado, contra el Ejecutivo, la presidencia de la República que en ese momento estaba Dilma Rousseff, contra el Poder Judicial. Las izquierdas no fueron capaces de comprender esta formulación. El PT hizo como si nada hubiera ocurrido y olvidó las manifestaciones. La izquierda más crítica, como el PSOL y otras tendencias a la izquierda, vivieron una situación muy complicada pero no pudieron percibir que había un movimiento que exigía una lucha más anti institucional.

Qué pasó en este momento, Bolsonaro es un hombre de extrema derecha que tiene 29 años como parlamentario, o sea es un viejo político porque hace tres décadas que él y su familia forman parte del sistema, pero siempre diciendo que no es político, que es militar. Era un candidato anti sistémico, contra el sistema y para muchos de la clase trabajadora el desencanto con el PT es muy grande porque especialmente en el período de Dilma Rousseff, durante los dos años finales, fueron muy malos, inclusive empezando a eliminar derechos del trabajo. Dilma en aquel momento había nombrado como Ministro de Economía a Levy que ahora es llamado por Bolsonaro para el Banco Central.

El tercer punto es que Bolsonaro logró convencer con la idea de que es un candidato anti sistema. El cuarto punto es que Bolsonaro en septiembre de este año sufrió un ataque mortal, lo acuchillaron en el estómago. Eso logró que dejara de debatir, lo que le jugó sumamente a favor porque no sabe debatir, no tiene respuesta alguna; entonces por la gravedad del atentado que sufrió pasó de los debates. Las noticias todos los días decían que su situación era grave, que había riesgo de muerte. Tal es así que inclusive recuperado no volvió a participar de los debates en la televisión. Se creó el mito de que es un hombre propenso a sufrir atentados porque quería defender a la población pobre y que se ubicaba en contra del sistema.

Por otro lado, y habrá que analizar muy en profundidad esto, especialmente en los últimos días del primer turno, el uso de internet fue intensamente utilizado para atacar al candidato del PT, Haddad, con todo tipo de mentiras. Hay que entender esto en profundidad porque es lo mismo que sucedió en EEUU cuando Trump ganó las elecciones derrotando a Hillary Clinton.

Por último, estamos en un momento que podría llamarse de las derechas: Trump en EEUU, Brexit en Europa, Orban en Hungría. Mucho xenófobo, lo mismo ocurre en Polonia, en Italia hay tendencia a un gobierno de derecha que recurre a prácticas fascistas en lo que concierne al tratamiento de los flujos migratorios, por ejemplo. Estos son para mí los puntos que nos permiten comprender el fenómeno de Bolsonaro. Consiguió que el odio contra el PT por la criminalización y la corrupción del PT, lo favorezca a él y aparecer como un candidato anti sistema, como el hombre que va a organizar y terminar con la corrupción. Que por cierto no es factible.

M.H.: ¿Qué papel cumplen en ese contexto que acabás de analizar los militares brasileños?

R.A.: Bolsonaro es un político, pero en su origen es un militar que se sublevó contra el Ejército, amenazó con colocar bombas en cuarteles, porque lideró una sublevación que luchó por más beneficios para los soldados de base. Es un hombre con una cabeza militar. Por otro lado, representa a los sectores de la extrema derecha del Ejército y al contrario de Argentina, Uruguay y Chile donde hubo un ajuste de cuentas con la tortura y las dictaduras, en Brasil no. Lo máximo que se hizo fue una Comisión de amnistía que reconoció que el Estado cometió crímenes pero ninguno de los responsables fue preso ni condenado.

Entonces, la situación hoy es que Bolsonaro representa un sector de la extrema derecha del Ejército, pero en las bases. El Vicepresidente es un General que probablemente represente a los sectores un poco más moderados. La duda es qué pasará en una situación de crisis profunda, porque la política económica del gobierno de Bolsonaro será de un extremado neoliberalismo, el neoliberalismo de la devastación, privatizar todo lo que hasta hoy se mantiene público, desregularizar todo, crear un sistema que va a perjudicar a los pobres y favorecer al sistema financiero. O sea, su economía tiene un alineamiento directo con los EEUU, contra China, contra Rusia. Es volver al esquema de la Guerra Fría.

Su ministro de Relaciones Exteriores es un hombre del Medioevo, él considera que la globalización es conducida por el marxismo cultural. ¡Por favor! La globalización es conducida por las grandes corporaciones globales. Para este pensamiento todos son comunistas, hasta Fernando Henrique Cardoso es considerado comunista. O Globo, la gran cadena televisiva, es comunista. Es como que a Clarín lo declararan el diario comunista argentino. Imagínese en qué situación estamos.

Bolsonaro encabezará un gobierno de tensiones de todo tipo

M.H.: De todas maneras Bolsonaro va a tener que arbitrar entre distintos intereses, la burguesía industrial de San Pablo, el sector agrario, las iglesias, los militares. En los últimos días estuve releyendo a Carlos Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, y en relación a esto te quiero preguntar: ¿Bolsonaro podrá ser un Napoleón Bonaparte o será un Pepe Botella?

R.A.: Un Napoleón Bonaparte no. Tal vez podamos decir que en el plano político Bolsonaro es una especie de semi Bonaparte, para recordar lo que señalaban Marx y Engels. O Gramsci cuando hablaba de un cesarismo conservador o un bonapartismo en el sentido que lo consideraba Gramsci. Bolsonaro es extremadamente conservador y recurre a prácticas fascistas contra el movimiento LGBT, las minorías, los negros, las mujeres, los socialistas y comunistas. Considera a Cardoso comunista, siendo un socialdemócrata de derecha ultra moderado, que en el pasado era un socialdemócrata académico y nunca tuvo relación con los movimientos sociales.

Entonces es importante combinar esta práctica política de un semi Bonaparte con trazos fascistizantes, con una política económica neoliberal que fue fundamental para que Bolsonaro pudiese conseguir el apoyo de las burguesías, industrial, del agro negocio, de los Bancos, el capital financiero, del comercio, o sea, todas las burguesías en sus núcleos mayoritarios  apoyaron a Bolsonaro por su ministro de economía Pablo Guedes que es la extrema derecha del neoliberalismo.

Claro que será un gobierno de tensiones de todo tipo, por las oposiciones y probablemente dentro del gobierno también, porque ellos no hablan la misma lengua. Ahora que no hay gobierno, que son solo planes de gobierno, cada día hay diferencias y desencuentros. O sea, el escenario que se aproxima en Brasil es imprevisible. Todas las posibilidades son posibles y todas son nefastas para la vida social, política, democrática y naturalmente para el conjunto de las izquierdas, desde el centro izquierda hasta los partidos más a la izquierda particularmente los movimientos sociales, porque hay mucho odio de las burguesías contra el MST, contra el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo y tantos otros movimientos.

Este es el escenario, imprevisible. El Supremo tribunal federal tiene la fuerza para decir que esto no puede ocurrir porque es anticonstitucional, es una esperanza que medidas anticonstitucionales no sean aplicadas. Por ejemplo, hay una tendencia de la extrema derecha a transformar la educación primaria y secundaria en escuelas religiosas. A eso llaman "escuelas sin partido" porque ellos quieren la escuela evangélica, tendrán la Biblia como libro único. El Estado es laico en Brasil, se aplica la clásica separación desde la revolución burguesa en Francia del Estado y la Religión, pero en este momento está en jaque. Quieren controlar todo y evitar que el Supremo Tribunal diga que esto es ilegal y anticonstitucional. La duda es si tendrá fuerza el Supremo Tribunal para detener estas embestidas.

¿Tendrán los movimientos sociales, de izquierda y la Universidad pública fuerzas para resistir? ¿El gobierno de Bolsonaro hará un ataque frontal y abierto o regulará? No lo sabemos. No sabemos qué sucederá a partir del 1º de enero de 2019 en Brasil, es una incógnita absoluta. Yo soy un crítico áspero del PT desde hace muchos años, décadas ya. Pero es evidente que cuando se trata de detener un movimiento de extrema derecha, la defensa es buscar el mal menor. Porque en Brasil no había una disputa entre un centroizquierda y un centroderecha, era un centroizquierda muy moderado contra una extrema derecha fascistizante que inclusive hizo varios atentados contra las Universidades. Este es el cuadro que vivimos hoy, impredecible.

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