Brasil: una crisis política y la desorientación de la izquierda

La “izquierda” del PT, Articulación de Izquierda (AE) acompañó la mise en scène. Dilma Roussef, hasta la víspera de la primera elección de Lula, “militaba” en el PDT (partido burgués de pasado nacionalista).

Existe entre los distintos partidos que se presentan a las elecciones un acuerdo de no tocar los centros neurálgicos de las políticas capitalistas de Lula. Lula concedió más de 150 mil millones de dólares (10% del PBI) al gran capital en concepto de exenciones impositivas, subsidios y otras regalías (en especial, a las grandes plantas automotrices), además de la renegociación de las deudas de latifundistas y grandes deudores de la previsión social. El costo estimado de la crisis mundial en Brasil, medido en términos de reducción de la producción y desvalorización del capital, ha sido, en el último trimestre de 2008 y todo 2009, de 120 mil millones de dólares. La fuga de capitales, en octubre-diciembre de 2008, fue una advertencia de que Brasil podría enfrentarse a un default a la griega.

Aprobada la candidatura de Dilma, los sondeos inmediatamente aumentaron su porcentaje de votos a 28%, casi emparejando con la intención de voto del candidato derechista del PSDB, José Serra, que cayó al 32%. Si a Dilma-Lula se le suman los 12% de Ciro Gomes (PSB) y el 8% de Marina Silva, candidata presidencial del Partido Verde, tendríamos un “frente progre” con casi 50% de la intencion de voto. ¿Fin de la crisis política?

El PMDB, partido que suministra la base parlamentaria de apoyo a Lula, anunció su intención de que el vicepresidente de Dilma fuese Milton Tener, jefe del partido. Lula declaró su inmediata oposición, por lo que la cuestión del vice puede desatar una crisis en el “frente progre”. El PMDB preside la Cámara de Diputados y el Senado, además es el partido con mayor control de alcaldías (más de 1200, contra 550 del PT). Con la vicepresidencia del país, pasaría a controlar las palancas decisivas del poder político. En cuanto al poder económico, el PMDB controla seis ministerios (con un presupuesto de 150 mil millones de dólares), incluido el de Minas y Energía, lo que le permitió controlar un porcentaje mayor que el PT de la parte estatal de Petrobras.

Este “gran aliado” del PT ha hegemonizado la CPI (Comisión Parlamentaria de Investigación de Petrobras), comisión tildada de “antipatriótica” por Lula, y que el PMDB usa como una espada de Damocles sobre el gobierno del ex metalúrgico. Una investigación periodística reveló que la Petrobras gastó, sin licitación pública, R$ 47 mil millones (37% de sus gastos) en los últimos seis años. En diez años, Brasil entregó más de 500 bloques de explotación a 72 grupos – la mitad de ellos, extranjeros. El PMDB tiene la mira puesta en el manantial de “recursos” de la gran petro-vaca lechera del Brasil.

Un punto de la demagogia preelectoral es la reactivación de la Telebrás, otra estatal trucha, para ofrecer al público servicios de banda ancha a R$ 10 mensuales. Las telecomunicaciones fueron privatizadas bajo el gobierno de Fernando Henrique Cardozo; Telebrás, sin embargo, continuó cotizada en Bolsa y acumuló una milagrosa valorización de sus acciones del 35.000%. La red que le permitiría “universalizar” la banda ancha serían 16.000 kilómetros de cables de fibra óptica, en poder de la quebrada empresa Eletronet. El esquema (valorización artificial de acciones y desvío de fondos públicos) apunta hacia el financiamiento ilegal de la campaña de Dilma Roussef. La oposición derechista ya inició el pedido de CPI para Telebrás. Todo el proceso electoral amenaza con transformarse en un gigantesco caso policial, que puede llevar a una crisis institucional.

La izquierda

Esa crisis debería llevar al fortalecimiento de la izquierda, pero sucede todo lo contrario. Heloísa Helena (PSOL) renunció a la corrida presidencial para garantizar su elección como senadora en Alagoas. También declaró su apoyo a la candidatura de Marina Silva (Partido Verde), 100% burguesa por su programa y base social, sin contar su función de línea auxiliar de apoyo a Dilma Roussef.

Frente a esta crisis, el PSTU lanzó la candidatura de Zé Maria (metalúrgico, ex dirigente de la CUT y actual coordinador del agrupamiento sindical Conlutas) como “pre-candidatura obrera independiente”. Al mismo tiempo propone, sin embargo, la reactivación del Frente de Izquierda con el PSOL y el PCB, cuya candidata presidencial debería ser Heloísa Helena. La confusión política es completa.

Frente a la crisis y los despidos se ha producido un repunte de las luchas obreras, incluso en sectores estratégicos, pero aún lejos de una ofensiva de clase. Metalúrgicos, bancarios, petroleros (por primera vez en huelga en 14 años), obreros de la construcción y carteros ganaron las calles en defensa de sus salarios y reivindicaciones. Los agrupamientos Conlutas e Intersindical (independientes de la CUT y de las seis centrales sindicales burocráticas y progubernamentales) han sido los más activos en esas luchas y convocan, para junio, a un Congreso Nacional de la Clase Trabajadora (Conclat) para crear una central sindical y popular clasista (incluyendo movimientos barriales, estudiantiles y campesinos).

La tendencia del PSOL y PSTU será substraer la cuestión político-electoral de los debates de la central sindical, lo que significaría someter nuevamente a los trabajadores a maniobras político-burocráticas a sus espaldas, en momentos en los que se configura una crisis política profunda.

La experiencia de gobierno del PT refleja la tendencia de la pequeña burguesía de centroizquierda y de la burocracia sindical a convertirse en los agentes ‘progres’ del imperialismo.

Prensa Obrera