La Idea-Chicago
La jornada en que el trabajador hace sus propias leyes y tiene el poder de ejecutarlas… El Primero de Mayo no es ninguna “fiesta del trabajo”, como nos hizo creer la liturgia del movimiento obrero reformista o la misma Iglesia con su San José Obrero o, incluso, ciertos partidos de la izquierda anacrónica. Difícilmente se logre con una fiesta reivindicaciones o reformas profundas. ¿Fiesta del Trabajo? ¿Con fuegos de artificio, casetas, lucha de gallos, desfiles de bomberos y cucañas con salchichones en la punta? Como decía el anarquista francés Émil Pouget se trataría de una fiesta muy peculiar, un banquete refrigerante, un festejo “de vientres vacíos ante el buffet más vacío aún”, un “el que baila come”.