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Colombia :: 10/09/2012

Colombia: El ABC de los diálogos de la paz

Camilo Romero
Importancia de conocer de manera pormenorizada su ABC para descubrir las trampas y oscuras intenciones de J.M. Santos, el creador de los falsos positivos

Sigue su curso el proceso de diálogos para negociar la paz. Hay un protocolo general para el desempeño de los actores involucrados en el conflicto: gobierno conservador y guerrillas revolucionarias.

Tenemos el ABC de la paz.

Aunque el gobierno del señor J.M. Santos, heredero nítido del “ochenio” de terror uribista, en el que fue, como Ministro de Defensa, artífice de los infames “falsos positivos”, dice estar muy fuerte y sólido, su apertura de los diálogos ocurre cuando se da una caída en picada de su popularidad y de pérdida de su legitimidad política en todos los campos. Además, en una coyuntura económica muy complicada por los efectos de la crisis financiera global que obliga una restructuración radical del gasto fiscal militar, oneroso a todas luces para el presupuesto central del gobierno.

Adicionalmente, en condiciones en que la opinión pública exige los acercamientos con los rebeldes campesinos representados por las Farc porque el mito del embrujo del señor de las sombras (Uribe) se quebró en el inevitable destape de todas sus vagabunderías, bien conocidas por todos.

Falsa la tesis de que el señor Santos llega pleno de vigor a la Mesa de Negociaciones con las Farc. Mentirosa la especulación de una guerrilla diezmada y acorralada, que mendiga la rendición, la entrega y se plantea el olvido de sus banderas históricas de cambio revolucionario del sistema oligárquico de dominio político que originó y alimenta la violencia contra el pueblo

Santos, y la vetusta oligarquía que representa, quiere una paz a la Salvadoreña, una paz neoliberal, sin soluciones de fondo a los problemas que apalancan la rebelión campesina y popular. Su frase de cajón sobre los errores del pasado lo único que pretende es encubrir la incapacidad para leer los vientos transformadores de la época. Más bien debería pensar en leer los potenciales erros del futuro que ya está proyectando y sacar las conclusiones correspondientes. Me refiero a su maniobra para utilizar la paz con fines reeleccionistas y al espacio otorgado al señor Cesar Gaviria para que adelante sus juegos con el fin de recomponer la hegemonía liberal, del viejo y reaccionario Partido Liberal, al nombrarle a sus testaferros en la Presidencia de la Comisión negociadora y al frente del Ministerio del Interior, para orquestar desde allí escenarios artificiales que faciliten la mutación de las maquinarias politiqueras, a la manera como acaba de suceder con el PRI de México. Más que aprender del pasado estos señores deberían aprender del futuro equivocado que proyectan.

Como el proceso de paz de La Habana adquiere unas velocidades sorprendentes conviene ordenar el “estado del arte” del mismo en cada tramo que su ontología produce.

En los días que han transcurrido ya podemos perfilar su ABC. Desglosémoslo y adelantemos apreciaciones para aportar al trabajo de la delegación revolucionaria.

Primero. La Agenda incluye cinco temas centrales. Los mismos son: a) Acceso y uso de la tierra para concretar una reforma agraria que atienda las necesidades de 14 millones de colombianos que viven en el campo y han sido despojados por el latifundio paramilitar; b) la participación política con garantías a los movimientos y grupos que surjan en los próximos meses e identificados con el cambio de la sociedad.

Por ahora se ha insinuado que Marcha Patriótica canalizaría la movilización campesina y popular comprometida con la superación del conflicto, sin embargo dicha corriente presenta peligrosos síntomas de degradación pues está siendo infiltrada por los vicios de la politiquería clientelista liberal que encarna la defensora de los derechos humanos Piedad Córdoba, quien mediante sobornos con pasajes aéreos, servicios hoteleros de lujo y otras migajas, condiciona el comportamiento de los dirigentes de Marcha (jóvenes universitarios, ingenuos líderes agrarios, teatreros y despistados académicos) en horizontes contrarios a los del cambio verdadero para insertarlos en las estrategias de directorio gamonalicio.

Pues tal es la función de la denominada Izquierda Liberal en Marcha, microempresa electoral de creación artificial, que aglutina la resaca de viejas estructuras de caciques corruptos y autoritarios como Julio Cesar Guerra Tulena en Sucre, (marioneta de La Gata y del paramilitarismo de O8); Cesar Pérez en Medellín y Antioquia; Ancizar López (Q.E.P.D) en el Eje Cafetero; Ferney Tapasco (autor del asesinato del periodista Orlando Restrepo) en Manizales; Juan Carlos Martínez (narco político en prisión) en el Valle; Marco Tulio Gutiérrez, el samperista ladrón de Bogotá; Santofimio en el Tolima; Verano de la Rosa en barranquilla; Serpa y Moreno Galvis en Bucaramanga; y Escruceria Manzi en Tumaco.

Marcha Patriótica debe, según Córdoba y D. Angulo (su jefe de escoltas), supeditarse a sus ambiciones dada la supuesta valentía de su acción y la situación de la pérdida de su investidura, queriendo así igualar el martirio de la Unión Patriótica, víctima del peor exterminio paramilitar, y los sacrificios de las Farc en su resistencia heroica, con los ademanes y desplantes de vociferante cacique clientelar en trance de Jefe Único endiosado por la Marcha.

La renuncia presentada hoy por ex magistrado Jaime Araujo Rentería a la Marcha Patriótica es un reflejo de esta situación anómala, que se origina, además, en la manera descarada como Córdoba mueve millonarias cifras de dinero (de origen bien oscuro) para condicionar el desempeño de dicha fuerza política que nació con grandes potenciales pero que hoy registra el más peligroso desvío y desinfle. Ojala todo esto se corrija a tiempo y prevalezca el liderazgo colectivo y renovado.

C) Fin del conflicto. D) Solución al problema de las drogas ilícitas. E) Victimas. F) Implementación, verificación y refrendación.

Como puede verse se trata de un repertorio bien acotado a los intereses de la clase dominante que representa Santos y su modelo extractivista minero, petrolero y agroexportador. Dicha Agenda se deberá ampliar y aterrizar con los problemas concretos que hoy gravitan en la situación de las clases populares y son la base de huelgas, protestas, movilizaciones y bloqueos. No puede el señor Santos Pretender bloquear la movilización de masas exigiendo atención a sus demandas o supeditar la misma a lo que diga un Ministro oportunista como el señor Lucho Garzón, dizque encargado de coordinar a la sociedad civil para la paz, cuando su descredito es total dada la ineptitud mostrada en los cargos que ha desempeñado, como la ruinosa alcaldía de Bogotá que presidió hace algunos años.

Segundo. Los tiempos. El señor Santos quiere una paz muy rápida, de meses. Enfoque bien errado a la luz de la experiencia internacional, de lo prolongado del conflicto y de la complejidad de sus causas. Su afán reeleccionista lo coloca en una premura que no corresponde a la realidad. Con el pasar de los días se verá claro para el país que de las carreras nada queda, que la precipitud en nada favorece las soluciones verdaderas del problema de la violencia en Colombia. Es ilusoria y nada realista la presionada velocidad santista para el proceso de paz, alimentada por ciertos oportunistas con ropaje de “izquierda” que apremian a la delegación revolucionaria en La Habana. Una perfecta canallada con todas las características de una traición a la rebelión campesina, aprovechándose, como lo hace cierta Senadora, de sus títulos para acceder a privilegios otorgados por R. Barreras, el Presidente del Parlamento, quien pesca en río revuelto para sus ambiciones familiares.

Tercero. La Comisión oficial de negociadores gubernamentales, fiel reflejo del mundo Santista y de su estrategia continuista. Comisión que ha recibido el beneplácito de Uribe Vélez, no obstante cuestionar por pura vanidad personal el esquema de diálogo.

En dicha Comisión esta “Coca” Naranjo, el ex general de la policía que maneja las redes actuales del narcotráfico y las mafias vigentes, lo que hace a través de los comandantes regionales y municipales de la policía. Las decapitaciones y descuartizamientos que están ocurriendo en Tuluá (Valle del Cauca) son obra de sus subalternos, perfectamente integrados con los Rastrojos, Machos y otras Bacrim en las actividades criminales. Es igual en Cúcuta, en Barranquilla, en Cartagena, en Medellín y en Pasto. “Coca” Naranjo (como agente de ka DEA y la CIA) estará en la Mesa de Diálogos para cuidar sus negocios al momento de discutir el asunto de drogas ilícitas. A eso se vino de México donde supuestamente estaba asesorando a Peña Nieto, el fraudulento triunfador del PRI.

Esta el general Mora Rangel, el autor del asesinato del periodista y humorista de Jaime Garzón acribillado en Bogotá por los sicarios de dicho oficial que coordina la mano negra del neo paramilitarismo.

Esta Luis Carlos Villegas, el narcoempresario estrella del capitalismo neoliberal gavirista.

Humberto de la Calle, el contratista perpetuo del presupuesto público, ficha de Cesar Gaviria, va a coordinar los voceros santistas. Individuo poco serio y polítiquero antojadizo que servirá la estrategia de recomposición liberal.

Los otros son fichas personales del señor Santos, seudointelectuales y economistas neoliberales que se empeñaran en sacar adelante el modelo extractivista de las Locomotoras del Plan de Desarrollo.

No están allí representados los terratenientes ni los parapolíticos. A los primeros los contentara Santos con otro Capítulo de Agroingreso Seguro y a los segundos los empujará más hacia su jefe, que en cualquier momento será extraditado a USA para que le haga compañía a su escolta Santoyo, en una cárcel de Virginia.

Cuarto. La no suspensión de hostilidades, es una posición terca de Santos y los expertos en conflicto que lo asesoran. Se trata de un juego doble que quiere obligar una rendición de la insurgencia. Calculo errado. Esta conducta ambigua del gobierno es absurda.

En ese sentido preocupan, y mucho, las afirmaciones del mindefensa Juan Carlos Pinzón, pocas horas después del anuncio oficial. Dijo el funcionario: “Los asuntos de paz corresponden únicamente al presidente, y a nadie más. Es el Gobierno quien tomará determinaciones y las decisiones respectivas. La instrucción que tenemos para el Ministro de Defensa, las Fuerzas Armadas y la Policía es trabajar sin descanso para seguir golpeando, derrotando y afectando a todas las amenazas terroristas”.

No es explicable imponer una especie de división del trabajo esquizoide -para llamarla blandamente- según la cual el presidente habla de paz y el ministro de Defensa hace sonar los tambores de la guerra. Que se trata de tranquilizar a los sectores más duros de las fuerzas Armadas, no es argumento. Si, antes de sus anuncios, el presidente Santos no había logrado que su política fuera aceptada por sectores significativos de las instituciones armadas, el proceso llevaría las semillas de su autoliquidación. No puede volver a montarse aquel teatro del absurdo, cuando Belisario (1984) hablaba de la paz con la respectiva Comisión y su ministro de guerra general Landazábal Reyes pronunciaba discursos energúmenos en banquetes organizados en su honor por los enemigos, por cierto nada “agazapados” de las negociaciones con las FARC.

Si la política del señor Santos se proyecta como política de Estado, ella compromete a todo el Estado y a todos sus funcionarios. Ha corrido mucha agua bajo los puentes en los procesos de paz ensayados en Colombia como para volver a jugar con astucias de corto vuelo y a mantener ambigüedades que no pueden remplazar al ejercicio inteligente y serio de la política.

Es evidente que la Mesa de Negociación es un escenario claramente favorable a los cambios en Colombia. Por eso la importancia de conocer de manera pormenorizada su ABC para descubrir las trampas y oscuras intenciones de J.M. Santos, el creador de los falsos positivos y el exterminio de miles de campesinos. Eso no lo podemos olvidar.

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