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Mundo, Argentina :: 24/06/2011

Crisis del capitalismo financiero

Ezequiel Espinosa
Todo ese delirio de “capitalismo posindustrial” y el “adiós al proletariado” se nos está mostrando como lo que en verdad era: el puro reino de la especulación

“Pero eso es precisamente lo que el capital financiero origina: un juego de entidades monetarias que no necesitan ni la producción (...) ni el consumo (...): que, como el ciberespacio puede vivir en grado sumo de su propio metabolismo interno y circular sin referencia alguna a un tipo anterior de contenido”
F. Jameson

Al menos eso parecía hasta este año. El defecto de Jameson es que por momentos parecía él mismo creer en tal mistificación, pero sin dudas que su análisis sobre la relación entre el circulo de la acumulación financiera y “la lógica cultural del capitalismo tardío” es una herramienta imprescindible para comprender el mundo que estaría “derrumbándose” como una burbuja (¡¿?!). O al menos así lo entiende la señora Cristina de Kirchner. Tal vez Zizek sea, por otro lado, quien ha rescatado mejor a Jameson de su propio naufragio virtual en el ciberespacio. Y aquí no sirve de mucho ponerse a polemizar respecto de la afección del esloveno por “la nada creadora” materialista.

Nuevamente revolvía mis sucios pañales sensorialistas y evocaba los febriles intentos de comprender el espectáculo de la economía neoliberal, o la economía del espectáculo en que nos vimos envueltos al comenzar “la critica”. En aquel entonces hablábamos sobre la significación que había tenido en ese sentido la crisis del 2001 de Argentina y llegamos a comprenderla, siempre en este plano, como el momento en que la “imagen de la economía” había chocado con “el desierto de lo real”, o, en todo caso, cuando el proceso de crecimiento de la riqueza virtual se vio asaltada por pedradones materialistas que le recordaban a los banqueros los limites metabólicos o fisiológicos de la economía. La riqueza virtual se movía sobre la contradicción de un suelo regado de pobreza real, desocupación masiva, sin techos, sin tierras, etc y los neoliberales hubieron de reconocer que no solo de circo vive el hombre. Ahora, esa recuerdo materialista, este irónico retorno de “la determinación en última instancia” aparece cuál Godzilla en la capital del capitalismo.

Todo ese delirio de “capitalismo posindustrial” celebrado también en un “adiós al proletariado” se nos está mostrando en toda su dimensión como lo que en verdad era, como el puro reino de la especulación. Tanto en términos económicos como en términos teórico-ideológicos. Todo parece indicar que el fetichismo monetario ha agotado sus posibilidades y que habrá que ponerse a trabajar. En nuestro continente, el capitalismo industrial se viste ahora de negrero progresista y el Estado como capataz revolucionario. Hay que abandonar la bolsa para volver a la fábrica, producir valor antes que continuar persiguiendo “espectros de valor”. El capital busca(rá) recuperar su “geografía productiva” y el dinero un soporte material cierto. El capital que siempre puja por sacarse de encima su lastre proletario no puede subsistir ni desarrollarse sin el. Los conflictos y los límites de tales “retornos” dependerán en mucho de los procesos de lucha de clases, como ya vemos. La imagen burbujeante de la economía revienta al estrellarse con el prosaico mundo material. La especulación del espectáculo llega a su fin. La redundancia espectral del espectáculo mercantil llevada hasta el paroxismo de lo sublime demuestra entonces su limitación esencial, no se trataba de la máquina de Dios, sino que era humana, pero demasiado poco humana.

Si todo este rizomatico modo de acumular riqueza tiene que volver a echar raíces, su modo de disfrute parece no sera demasiado sacudido por la crisis. Sufrirá recortes, sí, severos ajustes, también. Pero no parece que asistiremos a un renacer de la “crítica de la economía política”. La forma culto, el espiritualismo del materialismo sórdido no precisa de cultivadores. ¡Es la economía imbécil!.

Esta nueva crisis capitalista ha despertado el llanto gregoriano de muchos viejos gurúes noventosos y llenado de vanidad carnavalesca a estadistas “no posmodernos”. La economía sostenida en base a “una vasta y descarnada fantasmagoría mundial” debe tocar tierra en forzoso aterrizaje y dar paso a la economía real y tangible, hacia la riqueza palpable. El fin de la historia ahora, dicen, que viene travestido con traje de capitalista serio, productivo, sustentable y hasta con rostro humano, tal vez con un humano “rostro de color”.

Pero si asistiremos a cierto recambio de personal para la administración global en la medida en que los economistas serán eclipsados por los estadistas, “¿por quién doblan las campanas?”. La verdadera crisis, la crisis más atroz y profunda no es tanto la crisis capitalista, sino la crisis del anticapitalismo, por una lado, y del socialismo por el otro. Lxs indignadxs nos demuestran que los movimientos antiglobalización han tocado límite por su desprecio al desarrollo de las fuerzas productivas, y carecen de cualquier tipo de alternativa real que oponer al régimen burgués de producción*. En ésta parte del mundo, “el comercio justo”, “el desarrollo sustentable”, “los clubes de trueque”, etc., se demuestran actualmente como lo que siempre han sido; economía de subsistencia vegetativa -si no es que, acaso, también, como formas progres de asistencia social alentadas por el banco mundial de una u otra manera-. De todas maneras esa economía de escala artesanal y bucólico horizonte no representa de ningún modo una antítesis política a la economía burguesa, y esto mas allá de lo acertado que puedan ser sus críticas ideológicas a la misma. Aún esta “reservado a la Economía política del trabajo el alcanzar un triunfo (...) completo (...) sobre la Economía política de la propiedad”.

La profunda crisis del movimiento socialista es, por tanto, la más urgente. El desarrollo de la fuerza productiva humana, es decir, la organización de la clase obrera en clase para sí, siempre fue el gran “problema económico” a resolver en los últimos siglos. Las crisis económicas de todo tipo bajo el régimen capitalista, más allá de los elementos coyunturales, son, fundamentalmente, crisis en el desarrollo cuantitativo de las fuerzas productivas, pero acrecentando, en cada caso, el carácter destructivo del modo de desarrollo de las mismas: “de lo que se trataba era de decidir la gran disputa entre la dominación ciega ejercida por las leyes de la oferta y la demanda, contenido de la Economía política burguesa, y la producción social controlada por la previsión social, contenido de la Economía política de la clase obrera”. No es el mercado, ni la administración, es la crisis permanente de la planificación. ¡Es la política, imbécil!.


* De cualquier manera, el movimiento de lxs indignadxs ha lanzado al mundo una consigna en verdad reveladora. “¡¡Democracia real Ya!!”, o democracia verdadera, da igual. Entiendo que tal consigna no representa una conciencia clara, pero me parece que en ella se expresa en forma brillante la intuición crítica del mundo de las fantasmagorías cívicas del Estado de Derecho. En éste sentido, no es casualidad que este movimiento no se haya expresado en las recientes elecciones españolas. ¿Quién sabe?, quizás tras la lucha por la “democracia verdadera” se encuentre implícita la lucha por una verdadera democracia, tal y como era entendida por Aristóteles, como “la soberanía de los pobres con exclusión de los ricos”. ¿Quién sabe?.

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