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Asia, EE.UU., Europa :: 22/03/2023

Crucial encuentro Putin-Xi Jinping

Carlos Fazio
La estrategia general de las dos potencias anglosajones es aplastar a Rusia a cualquier costo y 'tercermundializar' Europa. Ucrania hoy, Taiwán mañana

La simbólica visita de tres días del presidente chino Xi Jinping a Rusia, a partir de este 20 de marzo, podría fortalecer la alianza económico-militar estratégica entre ambos países, así como los principios de un mundo multipolar y la democratización de las relaciones internacionales, y catalizar la mediación de Pekín en la crisis de Ucrania.

Para conservar su declinante hegemonía mundial, las élites plutocráticas de EEUU y Gran Bretaña −con la OTAN como instrumento militar del Occidente colectivo−, impulsan una guerra híbrida contra China y Rusia de resultado incierto. La estrategia general de las dos potencias anglosajones es aplastar a Rusia a cualquier costo y tercermundializar Europa. Y si EEUU/Gran Bretaña/OTAN logran derrotar a Rusia, la próxima víctima será Irán, mientras buscan aislar a China mediante una otanización de la región Asia-Pacífico.

Sometida a una guerra híbrida industrial-comercial-militar-cultural-sicológica por delegación (o proxy) en Ucrania, el futuro de Rusia dependerá del resultado de la intervención lanzada por el Kremlin en febrero de 2022. En forma paralela, como vía para involucrar a Rusia en una guerra fratricida y desgastarla, el objetivo de los servicios secretos anglosajones (CIA, MI-6) es fomentar una revolución de color en su territorio, es decir, provocar actos de desobediencia civil y armada de cara a los comicios rusos de 2024.

El agotamiento y descomposición del sistema económico-financiero de Bretton Woods liderado por EEUU no tiene que ver con la guerra en Ucrania. La inflación galopante en EEUU y la subida de precios de la energía provocada por las coercitivas sanciones antirrusas no son más que un detonante del colapso de las burbujas financieras previamente infladas por sus políticas expansionistas. Según el ministro de Planificación y Macroeconomía ruso, Sergey Glazyev, aunque EEUU y sus satélites confiscaron un billón de dólares tanto de dinero público como privado de cuentas rusas en el extranjero, no podrán salvar el colapso de su sistema financiero; sólo lo han retrasado gracias a las reservas monetarias rusas. Su rusofobia fue un disparo en el pie, que ha despojado al dólar, la libra esterlina y el euro de su papel como divisas mundiales.

Rusia ha venido impulsando la creación de una coalición de países que busca es­tablecer una nueva moneda de pago internacional (basada en el oro y las materias primas) que sustituya al dólar como moneda de reserva del FMI, lo que llevaría a la destrucción del sistema público y privado de EEUU, fuente del monopolio directo en la emisión de dinero y del imperio del dólar que le permiten ser una superpotencia.

En ese proceso el Kremlin ha venido impulsando el aumento del comercio bilateral en monedas propias (como los casos de Rusia-China, Irán-India, Rusia-Irán, China-Irán, Emiratos Árabes Unidos-India) y una alternativa al sistema internacional SWIFT (la plataforma de transferencias interbancarias global, utilizada por del Departamento del Tesoro de EEUU como herramienta punitiva no militar contra países enemigos, de la que los bancos rusos han sido desconectados en la coyuntura).

La tendencia hacia la conformación de dos bloques económico-financieros parece inevitable: la zona dolarizada, con la eurozona incorporada, frente a la mayoría del sur global, con un nuevo sistema financiero y una nueva moneda de intercambio para el comercio internacional que sustituya al dólar. Frente a la gran sorpresa de la resiliencia rusa a la guerra híbrida de EEUU/OTAN/UE, Washington no puede ceder la primacía del dólar, porque sería el último paso en el inexorable declive imperial estadounidense; por lo que se ve tentado a promover una peligrosa escalada en Ucrania contra Rusia, y baraja entre otros escenarios una guerra en Crimea.

A su vez, la estrategia de China consiste en garantizar la seguridad económica de un capitalismo descentrado, mediante la consecución de su autosuficiencia financiera, la acumulación de reservas estratégicas, la soberanía tecnológica y la creación de una amplia periferia económica por medio del proyecto La Franja y la Ruta de la Seda, regida por acuerdos de beneficio mutuo mediante una combinación de ventajas competitivas mediante inversión conjunta y el respeto por la soberanía nacional y el derecho internacional.

Coincidiendo con su reelección para un tercer periodo, el presidente Xi señaló que la guerra híbrida contra su país es una operación estadounidense; anunció la intención de crear el mejor ejército del mundo y llamó a acelerar el desarrollo de la ciencia y la tecnología para blindar a China ante el cerco sin precedentes que aplica EEUU. Es la primera vez que Xi critica públicamente por su nombre a EEUU, que, dijo, ha impuesto a China una contención, un asedio y una represión totales, que suponen retos graves y sin precedentes para el desarrollo de su país.

En una tácita redición de la guerra fría contra el comunismo soviético, Trump y Biden intensificaron su ofensiva contra el desarrollo de alta tecnología en el coloso asiático (la llamada guerra de los chips); en 2021 el presidente demócrata aceleró el proceso de la otanización de la región del Indo-Pacífico mediante la alianza trilateral AUKUS (contracción de Australia, Reino Unido y EEUU, en inglés), que contempla una mayor coordinación militar nuclear de los tres países en el océano Pacífico, y ha tenido un comportamiento provocador al utilizar a Taiwán −una de las líneas rojas de Pekín con base en el principio de una sola China, cuya fusión EEUU y Japón pretenden evitar− como pivote desestabilizador hacia China. EEUU manipula la opinión pública internacional promocionando una especie de Ucrania hoy, Taiwán mañana.

El pasado 24 de febrero China formuló 12 planteamientos clave para la solución política de la crisis de Ucrania, a saber: respetar la soberanía de todos los países; abandonar la mentalidad de la guerra fría; cesar las hostilidades; reanudar las conversaciones por la paz; resolver la crisis humanitaria; proteger a los civiles y prisioneros de guerra; mantener la seguridad de las centrales nucleares; reducir los riesgos estratégicos; facilitar las exportaciones de cereales; poner fin a las sanciones unilaterales; mantener estables las cadenas industriales y de suministro, y promover la reconstrucción posconflicto. Lo que EEUU no acepta. Con esos antecedentes, sin duda el encuentro entre Putin y Xi será crucial.

Al camarada Payán

La Jornada

 

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