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Cuba :: 26/10/2003

Cuba gana una batalla: De "Los disidentes" al "Camaján"

Antonio Maira
"Los disidentes", en realidad una parte de la historia real de Cuba, fortalecerá sin duda el repudio de la población cubana hacia esos mercenarios.

La coartada y las víctimas

La crisis de Irak ha demostrado, a todos los que necesitan demostraciones detalladas y meticulosas no ya para violentar sino simplemente para poner en duda los mandatos del Dios Todopoderoso, que no hay límite en las falsedades de que son capaces nuestros "líderes" políticos y mediáticos. De ellos puede esperarse cualquier canallada. Desde el: "Iraq lo niega pero tiene armas de destrucción masiva", hasta el: "Sadam Husein nos engañó haciéndonos creer que tenía armas de destrucción masiva", se mide el tamaño de nuestra imbecilidad colectiva. La distancia entre una afirmación y la otra indica también lo inmensa que es nuestra credulidad. Ese fantástico atrevimiento de decir dos cosas contrarias para justificar la misma acción explica también la absoluta eficacia manipuladora, y la subordinación al poder, de Falsimedia.

Pero no siempre la credulidad o la imbecilidad dan saltos tan espectaculares. No es necesario. El grueso de la opinión pública fue inducida a mantenerse en la primera afirmación: "Iraq tiene armas de destrucción masiva", o en una duda que se situaba a corta distancia de ella. Claro está que tal duda relativa servía para inculpar a Iraq no para exculparle. El titubeo inculpatorio fue sostenido y calificado de razonable cuando los hechos y las evidencias afirmaban la falsedad deliberada de la denuncia. Ahí, en la falsa duda para dejar correr la barbarie, se colocaron buena parte de los intelectuales que se autocalifican o se dejan calificar, muy ufanos, de progresistas. Y esa actitud de esconderse tras una "duda de refugio" mide en realidad la cobardía ante el poder. Porque desde hace muchos años es evidente que Iraq no tenía armas de destrucción masiva.

El caso es que entre la credulidad interesada y la duda de lavarse las manos se convirtió Iraq en un infierno. Sin escándalo alguno pudo realizarse un embargo que durante doce años causó varios centenares de miles de muertos entre la población más vulnerable: niños, ancianos y enfermos cuya salud dependía de una medicación que se volvió inalcanzable. Ahora, después de una guerra brutal, los mismos que negociaron su incredulidad ante una conciencia sumisa, los que alternaron entre ponerle alguna duda a la verdad o darle mucha credibilidad a la mentira, están dispuestos a que la ONU administre o simule administrar la ocupación del territorio. Al fin y al cabo, está bien lo que bien acaba.

Falsimedia y sus "intelectuales de izquierda"

A la vista de ese precedente inmediato sobre la feliz desfachatez con la que se miente, no es demasiado extraño que los mismos agentes de ese tremendo engaño masivo que condujo a la guerra contra Iraq sean capaces de dirigir y realizar campañas mediáticas igualmente falaces contra Cuba. Actúan como si su credibilidad no hubiese sufrido ningún daño.

Tampoco debe sorprendernos mucho la considerable cuadrilla de intelectuales que han seguido ese juego del Imperio. Al fin y al cabo son los mismos que han utilizado la duda como coartada para el silencio durante doce años de embargo genocida. Los mismos que mantienen un silencio cómplice, casi gozoso, ante el intento continuado de golpe fascista en Venezuela. Los que observan con desdén poco disimulado la respuesta popular al golpe y calibran escrupulosamente la "legalidad’ de la resistencia. En realidad, se dedican a levantar recelos contra un gobierno impecablemente democrático mientras esperan que una bien construida provocación mediática les permita firmar nuevas cartas abiertas, esta vez contra la "dictadura de Chávez".

Para aclarar un poco las cosas había que comenzar con una más precisa catalogación de la función cotidiana asumida por medios de comunicación y de su papel estratégico en las grandes batallas políticas. Los medios de comunicación son no sólo instrumentos permanentes de control político y social, sino también, en caso necesario, instrumentos de combate de las élites económicas contra los procesos que desarrollan una política popular como en Cuba y Venezuela. En todos los países en los que tienen lugar luchas de masas contra el neoliberalismo -como en estos momentos en Bolivia- aparecen y son denunciados los medios como un poderoso instrumento político, unitario y despiadado, de la oligarquía.

Habría también que comenzar por cuestionar determinadas fronteras y calificaciones que como dogmas ofrecen los medios de comunicación. Uno de ellos, altamente eficaz, es el que se refiere a la supuesta posición de los "intelectuales de izquierda" en las grandes batallas políticas contemporáneas. En los últimos meses el binomio mediático "El País-Encuentro" le está sacando un jugo extraordinario en su campaña desaforada contra Cuba.

El domingo 5 de octubre, El País -el periódico identificado hasta la infamia con el apoyo continuo al intento de golpe fascista en Venezuela, y también con el apoyo a través de la "paloma-Powell" a los Estados Unidos en la preparación de la guerra contra Iraq(1)- ofrece una muestra de ello. Frey Betto es acosado con una "pregunta" que en realidad no requiere respuesta: ¿Qué siente cuando destacados intelectuales europeos, no precisamente de derecha, critican a Lula por no aludir a las violaciones de derechos humanos en Cuba?

Lo cierto es que la mayoría de tales intelectuales nadan perezosamente en las tranquilas aguas del "pensamiento único". Entre ellos, los tiburones de la "progresía" de status reconocido y rentable saben perfectamente lo que hacen y para quién cuando atacan ferozmente a la revolución; los demás, las sardinas en el pantano de la corrección política, se limitan a poner su granito de infamia para que su banco se incorpore como una opinión de avalancha, irresponsable, gregaria y cínica, contra Cuba.

Es totalmente incierto que -como dicen a coro y a la orden los "profesionales" de la revista Encuentro y del País- los intelectuales de izquierda hayan abandonado a Cuba. Ningún intelectual de izquierdas ni tampoco ningún intelectual honrado puede asumir las posiciones de la "Carta Abierta contra la represión en Cuba". No son, de ninguna manera, intelectuales de izquierda los que han asumido la defensa de Elizardo Sánchez o de Oswaldo Payá, y de sus genitores y padrinos fuera de Cuba: Bush, Aznar, y la pléyade de organizaciones antirrevolucionarias de Miami.

Los "disidentes" en acción

En los últimos meses, en el territorio de la verdad, cerrado para que no pueda ser observado por los ciudadanos de occidente, Cuba ha ganado una batalla -y no es la primera- a los EEUU.

Cuando el día 9 de abril el canciller cubano, Felipe Pérez Roque, explicaba minuciosamente en rueda de prensa los motivos para los 75 juicios de "disidentes", acompañando la explicación con la entrega de documentos probatorios que demostraban cuáles eran los elementos organizativos, de dirección y de financiación de las minúsculas organizaciones que las vinculaban a la Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, buena parte de los periodistas extranjeros trataron una información tan importante como superflua. Los datos, documentos y razones que había ofrecido el canciller de Cuba rebotaban sin encajar ni dejar huella en unos "profesionales de la información" que no estaban dispuestos ni podían alterar su esquema inamovible sobre Cuba.

La "disidencia" ocupaba un papel fundamental en su "coyuntura política" de Cuba que resultaba incompatible con la información proporcionada por el gobierno.

Ninguno de ellos -con una "profesionalidad’ mucho menor que la que cortésmente les reconoció Pérez Roque- consideró oportuno verificar, con la simple lectura de la ley Helms-Burton-, que el plan general de actividades y la política concreta de sabotaje, bloqueo, hostigamiento, operaciones encubiertas, previstos en esa ley, se correspondían exactamente con las actividades que los "disidentes" realizaban de la mano de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba (SINA). Sólo hacía falta colocar los mandatos de la "Ley Libertad’ como directrices obligadas de las actividades del señor James Cason para tipificar la conducta criminal de los llamados "disidentes".

Las "relaciones intimas" y cotidianas estaban más que sobradamente demostradas por los documentos entregados por la cancillería de Cuba.

"Los disidentes", la caída de un mito mediático

La información recogida por una docena, al menos, de ciudadanos cubanos sobre el nacimiento, la organización, el funcionamiento, las actividades, la financiación y las relaciones con la Sección de Intereses de EEUU en Cuba de los grupos más conocidos de la disidencia cubana, que sirvió de base para la acusación en los tribunales de justicia y para la minuciosa información proporcionada por el gobierno cubano fue publicada en el libro "Los disidentes" de los excelentes periodistas cubanos Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez.

"Los disidentes", en realidad una parte de la historia real de Cuba, fortalecerá sin duda el repudio de la población cubana hacia esos mercenarios -codiciosos e indignos- a sueldo de los EEUU, y debería destruir también ese "mito exterior" de la disidencia interna que los políticos del "consenso de Washington" y los dueños y periodistas de Falsimedia han elaborado minuciosamente para establecer una referencia de "oposición independiente" y justificar un plan muy detallado de agresión a Cuba.

No sólo destruye el mito sino que golpea duramente a una "disidencia" mercenaria en lo ideológico, en lo político, y en lo económico, cuyas actividades están dirigidas por la Sección de Intereses y también -quien lo diría- minuciosamente controladas por la inteligencia cubana.

Lo primero que asombra en la lectura del libro es la enorme cantidad de "organizaciones disidentes" bautizadas, más que formadas, por un número mínimo de personas. Unos pocos individuos repiten en la dirección de varias organizaciones que nacen y permanecen en el papel y que, si ganan el favor de sus padrinos, trasladan su vida virtual a los medios de comunicación de las organizaciones mafiosas de Miami.

Partidos "liberales democráticos", "democráticos liberales", "liberales para la democracia" y "democráticos para la libertad’, de Cuba entera o de sus provincias por separado, comparten dirigentes con "Comités", "Movimientos", "Oficinas", "Agencias", "Comisiones", "Cooperativas", "Asesorías", "Fundaciones", "Grupos" y "Centros de Estudios", "pro", "para", "de", "por", "para la defensa", de los Derechos Humanos según el cortísimo repertorio de estos derechos que difunde Washington. Más que militantes, los partidos y organizaciones que comparten dirigentes escasos, recogen y disputan dólares y regalos canalizados por la AID y la USAID, y distribuidos por otro catálogo de organizaciones de Florida.

De catálogo a catálogo, de Miami a La Habana, la parte menor de los millones de dólares con los que el gobierno de EEUU engrasa a los lobbys cubano americanos y enriquece a algunas decenas de "disidentes" sin escrúpulos en Cuba.

Cuando los autores de "Los disidentes" le preguntan a Yamila Pérez Reyes -una de las cubanas y cubanos de a pie infiltrados en los pequeños grupos que le daban nombre y apariencia a las "organizaciones" contrarrevolucionarias- sobre lo excesivo de su apropiación de seis o siete "cargos": "¿No eran demasiados cargos para una sola persona?, ella responde tajantemente: "no en la disidencia".

La mitosis es el mecanismo de multiplicación de organizaciones cuyo éxito no se mide por la ampliación de su militancia sino por la atención conseguida en la Sección de Intereses de los EEUU en La Habana, en algunas embajadas y en las organizaciones anticastristas de Miami. En donde los segundos reciben migajas, las rupturas sucesivas son inevitables. La aceptación como disidentes importantes, como primeros de las filas virtuales de organizaciones "reconocidas", es vital para unos profesionales de la "oposición interna" cuyo sistema de evaluación, éxito y recompensa se inicia y termina en las agencias del gobierno de los EEUU o en las fundaciones gobernadas por la CIA. Los del exilio son intermediarios a los que los dólares se les pegan en las manos. El pueblo cubano no existe para Washington, ni para Miami, ni tampoco aparece en los grupos de "disidentes" en Cuba.

Treinta y cinco grupos fueron "inventados a punta de lápiz" para componer una altisonante "Alianza Cívica Cubana" que respondía, en competencia con otras "Uniones", a los afanes de unidad de los sucesivos jefes de la delegación de los EEUU en la Habana.

La autenticidad de doce voces

La autenticidad de la historia que sobre la "disidencia" componen las 12 voces de los "mercenarios que no lo eran" es indiscutible. Ninguno de los personajes implicados, desde los jefes sucesivos de la Sección de Intereses hasta los compañeros de mercenariato, pasando por los funcionarios más diligentes de algunas embajadas, se atrevería a debatir sobre ello. Las evidencias no pueden ser discutidas, sólo silenciadas. Y las evidencias generales son muchas.

En primer lugar por la enorme coherencia de sus historias personales, el encadenamiento múltiple del relato conjunto, y por la coincidencia plena que con los hechos tienen sus narraciones. No podemos olvidar que esos hechos son actividades de la "disidencia" y como tales fueron plenamente documentados y avalados por los enemigos de Cuba. ¿Quién le va a negar a Odilia Collazo que ella y los "mercenarios reales" que trabajaban bajo su dirección, inventaban y negociaban con los informes sobre violaciones de los derechos humanos en Cuba? ¿Quién puede discutirle al decano y máximo dirigente de la disidencia periodística, Nestor Baguer, innumerables veces encumbrado por Miami, sus informaciones sobre el negocio de los "periodistas independientes", y sobre la sistemática invención y publicación de falsedades sobre Cuba? ¿Quién a Pedro Luis Véliz que elaboró el informe del año 2002 sobre la violación de los derechos humanos en Cuba, que sirvió para la discusión en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra? ¿Quién podrá discutirle a Cuba el descrédito total de los sucesivos informes?

En segundo lugar la propia importancia que dentro de la estructura general de "organizaciones" y "lideres" tenían los "disidentes" que formaban parte de la inteligencia cubana. Esa importancia podría ser constatada por los corresponsales extranjeros y los diplomáticos que trabajan en Cuba, pero fundamentalmente puede ser consultada en archivos y hemerotecas.

Ellos eran en buena parte "la disidencia" que en su conjunto era coordinada desde la SINA. Sus métodos de trabajo: la denuncia falsa, la invención, la disputa feroz de prebendas, la fabricación y divulgación de una Cuba diseñada por la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, eran comunes. Ellos proporcionaron una parte importante de las denuncias e informes -falsos- con las que Radio Martí, la Voz del CID, Cubanísima, el Nuevo Herald y otros medios de comunicación contrarrevolucionarios fabricaban sus discursos contra Cuba. Los cubanos que en defensa de la revolución trabajaban en las organizaciones contrarrevolucionarias llegaron a dirigir una cantidad considerable de ellas, y algunos de ellos fueron "disidentes" muy reconocidos, "periodistas independientes" de primera línea, y visitantes siempre bien recibidos en la Sección de Intereses.

En tercer lugar porque todos estos hechos, incluida la dirección política de la SINA y la conexión con los grupos terroristas de Miami, están documentados. La dirección de los funcionarios norteamericanos era particularmente intensa para los llamados "periodistas independientes", las principales estrellas en la fabricación de la gran mentira sobre Cuba.

Los serviles

Ya hemos indicado cuales son algunas de las evidencias que hacen indiscutibles los cargos y las condenas de los 75 mercenarios que trabajaban para los EEUU el implacable enemigo y el impune y permanente agresor de Cuba.

En primer lugar el sistema de "tareas" de desestabilización definido en la Ley Helms-Burton y dirigido por los Estados Unidos, coincidía exactamente con los trabajos de la "disidencia". La incorporación a esas tareas que obviamente eran el manual operativo de James Cason está demostrada por la "convivencia intima" con la Sección de Intereses.

En segundo lugar los "disidentes" asumen plenamente una estructura de dependencia plena en el que la existencia de los grupos, su evaluación, su promoción, su dirección política y su financiamiento funciona en círculo cerrado que comienza y termina en la Sección de Intereses.

Finalmente su absoluta subordinación a las directrices del gobierno de los EEUU viene implicada por la aceptación del extremado cuadro injerencista definido en la misma ley Helms Burton. El Congreso de los EEUU es el que define las condiciones políticas y las medidas económicas obligatorias en un "gobierno de transición" aceptable para Washington. También es el poder legislativo de los Estados Unidos el que establece un marco rígido para la política que tiene que desarrollar un gobierno "plenamente democrático" en la nueva Cuba. Siguiendo el modelo histórico de la Enmienda Platt, los "disidentes" aceptan y trabajan en el marco de una cesión absoluta de la soberanía de Cuba. Al aceptar este marco neocolonial es completamente absurdo suponer que hayan puesto límites al control de Washington sobre sus actividades.

"La SINA orientaba sus actividades sin disimulo alguno". "Los periodistas independientes se plegaban a una censura de los EEUU".

Los corruptos

La corrupción está a la orden del día. Una de las imágenes más fuertes de "Los disidentes" es la del indigno trapicheo que supone la profesión de "vivir de la disidencia".

La "disidencia" es el camino rápido para conseguir una visa y una situación privilegiada en Florida. Los grupos cambian constantemente de "líderes" en la medida en que las visas permiten la emigración de los que ya han hecho méritos suficientes.

La amistad con la SINA y la importancia de las visas trae el negocio de los avales. La recepción de dinero, de material traficable (medicinas, material informático y fotográfico, equipos de radio, alimentos y medicinas) y la venta de avales par facilitar la concesión de visados, configuran el "negocio de la disidencia" del que disfrutan sus líderes. Se completa con la venta de información falsa o deformada a los medios de comunicación de Miami.

Otro instrumento para el control político de la "disidencia" es la fabricación de "personalidades" y la concesión de cuantiosos premios en metálico cocinados también en la SINA.

Los infames. Denuncias sobre DDHH, atentados contra los DDHH
La disidencia no es sólo dólar sino también infamia.
Algunas de las operaciones no sólo negocian con el descrédito de Cuba sino con la salud de sus habitantes aprovechando la situación creada por el bloqueo. Los supuestos defensores de los derechos humanos se implican en verdaderas violaciones de los derechos humanos.

La "Operación Liborio" organiza el suministro de medicamentos a los contrarrevolucionarios, y el contrabando y tráfico de los mismos en pleno período especial.

La misma estrategia de aprovechar las situaciones de precariedad creadas por el bloqueo e intentar subvertir el sistema de salud de Cuba se desarrolla con los proyectos de las "farmacias independientes", los "consultorios independientes" y algunos más puntuales como "despertando sonrisas". El objetivo es favorecer un mercado, políticamente manejable, de medicinas o de asistencia médica, establecido sobre la disponibilidad de medicamentos o equipos médicos garantizada por envíos canalizados por la Sección de Intereses de los EEUU.

A quien le pueda parecer esto poco menos que increíble por su ignominia, no tiene más que leer con atención la tantas veces mencionada ley Helms-Burton que regula minuciosamente los mecanismos para la promoción del negocio político de la asistencia humanitaria, y para su ejercicio como monopolio de los EEUU una vez comience el período de transición dirigido por Washington.

El Camaján

La evidencia pública sobre la naturaleza de la "disidencia" constituye el primer golpe que en esta batalla Cuba le ha dado a los Estados Unidos.

Con la "quema" de sus infiltrados y el procesamiento y condena de los 75 mercenarios, el gobierno cubano destroza la "credibilidad’ de los disidentes, pone en evidencia a Falsimedia, coloca a los intelectuales del consenso washingtoniano ante una prueba sobre los límites del servilismo, y deja sin padrinos a los cuadros medios de una "disidencia" cuya identidad, fidelidad e intenciones, se vuelven dudosos hasta para los Estados Unidos.

Sin embargo el segundo golpe, definitivo e imprevisto, llegaría mas tarde. El día 20 de agosto se publica en la red el libro "El Camaján" cuyo protagonista principal, Elizardo Sánchez Santa Cruz-Pacheco, es el mejor producto de Disidencia S.A.

Escrito por otros dos periodistas, Arleen Rodríguez y Lázaro Barredo -que parecen vengar así la sustitución deliberada de los 2175 periodistas cubanos honorables por unos cuantos bellacos presentados como los "periodistas independientes de Cuba"- es la historia detallada de uno de los mercenarios más encumbrados por la fábrica de la disidencia. Su historia, ejemplar, incluye varios años, los últimos hasta el momento de la publicación del libro, desde el 13 de diciembre del ya lejano 1997, de intensa colaboración con la inteligencia cubana.

En este caso se trata de una especie de acuerdo de "beneficios mutuos" en el que el Camaján no tiene inconveniente en informar sobre las actividades de la "oposición interna" y denunciar a sus compañeros de "disidencia" a cambio de algún favor que le permita encumbrarse sobre sus colegas, los "presidentes in voce" de la Segunda República Plattista de Cuba. Elizardo Sánchez cambia "moderación" por "preeminencia". El libro hace una enumeración de los encuentros con la seguridad cubana con el detalle de la información suministrada.

El Camaján es la historia de una doble infamia que retrata de nuevo, esta vez a través del principal de sus líderes, a esa "disidencia" codiciosa y servil, a la que el gobierno de los EEUU y de sus aliados, y los componentes de Falsimedia, habían transformado en la representación genuina del pueblo de Cuba.
La reacción ante la publicación del libro fue inmediata e histérica. Elizardo y todos sus conmilitones y padrinos en la batalla-negocio de la "disidencia", exigieron pruebas y proclamaron que el contenido era una patraña. Días después se haría evidente que el ilustrísimo "disidente" había calculado mal los rastros que habían dejado sus andanzas.

El día 11 de septiembre, los autores de "El Camaján" convocaron una rueda de prensa internacional en la Habana. Allí, los asombrados corresponsales extranjeros contemplaron un vídeo de más de 7 minutos en el que un Elizardo Sánchez indiscutible, de guayabera blanca y cigarro cubano, comentaba largamente su trabajo con varios oficiales del ministerio del interior de Cuba y recibía una condecoración de la División de Enfrentamiento a la Contrarrevolución por los servicios prestados en la lucha contra "el imperialismo yanqui". El Camaján negociaba alguna visita humanitaria a un contrarrevolucionario que iba a ser excarcelado, para ganar predicamento en la dura competencia con otros camajanes aparentemente menos habilidosos.

"Los disidentes" y "El Camaján" han retratado la vileza de los grupos que intentan mercadear el futuro de su país en la Sección de Intereses de los Estados Unidos. En Cuba los conocen bien y los identifican como traidores y aprovechados.

Ellos son creaciones de los Estados Unidos. Fantoches diseñados en la ley Helms-Burton y en los manuales operativos de la CIA, y promocionados por la Falsimedia al servicio del Imperio.

Han conspirado con los enemigos jurados de su país, con la superpotencia que ha bloqueado y causado enormes carencias y penalidades a todo el pueblo. Envalentonados por el poder militar inmenso de sus padrinos se atreven a amenazar a Cuba.

Identificados con sus patrones han olvidado una de las verdades que la revolución ha mostrado al mundo. Se la recuerda, indignada y asqueada por su prepotencia prestada, Odilia Collazo, la agente Tania:

"Los cubanos no comemos miedo".

Antonio Maira
Miembro Consejo Redacción
www.cadizrebelde.com


Notas:

*Escribo este artículo como pequeño homenaje a los 2.175 periodistas honorables a los que se refirió el canciller cubano en conferencia de prensa el día 9 de abril. Especialmente a Rosa Miriam Elizalde, Luis Báez, Arleen Rodríguez y Lázaro Barredo que han relatado esta batalla ganada a Falsimedia.

(1) El Editorial de "El País" del 6 de febrero: "Las razones de EE UU... y la soledad de Aznar", un día después de la intervención de Powell ante el Consejo de Seguridad, decía lo siguiente:

"Estados Unidos ha afianzado su caso contra Sadam Husein tras la extensa intervención de su secretario de Estado, Colin Powell...
"retahíla de indicios que refuerzan la presunción de que el dictador iraquí ha violado la unánime resolución 1441 a través del ocultamiento de armas químicas y biológicas."
"La exposición del jefe de la diplomacia estadounidense... ha venido a confirmar el diagnóstico de Hans Blix.. según el cual Bagdad nunca ha acabado de aceptar el desarme al que le conminó la ONU en noviembre, después de 12 años de incumplimiento."
"De los documentos que Washington ha decidido finalmente compartir con la comunidad internacional se desprende para un observador de buena fe que Bagdad se ha embarcado antes de la llegada de los inspectores en un plan de ocultamiento y traslado de agentes químicos y biológicos, que sigue fabricando en laboratorios móviles".

Después de ese absoluto respaldo a la trampa de Bush, El País se extendía en consideraciones sobre que Washington no debería "perder la razón que le asiste" con un ataque unilateral.
Ver texto más completo en
"Guerra: sí, pero no; no pero sí":
http://antoniomaira.iespana.es/

 

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