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Argentina, Anti Patriarcado :: 01/01/2019

Debates cruzados

Celina Rodriguez Molina
Tantos debates cruzados, tanta intensidad, tantas construcciones feministas de poderes populares

Con Celina Ester Molina escribimos estas lineas para sumar a debates, sistematizaciones posteriores y síntesis que necesariamente deben ser colectivos.

“A las victimas se les pide que usen guantes blancos” (1)

Estuvimos pensando en esta frase que, sin ser textual, expresa las sensaciones que nos atraviesan a las feministas, desde hace muchos años, pero muy particularmente desde que Thelma Fardin hiciera pública su denuncia por una violación perpetrada por el actor Juan Darthes. Rápidamente recordamos los ataques realizados en distintos momentos históricos por las clases dominantes, a través de sus divulgadores de prensa, a los movimientos populares. La fachada de sus discursos se repite. Comienza con el cuestionamiento a la militancia y activismo haciendo énfasis en metodologías y herramientas de lucha especialmente por no ser una voz individual y suelta, sino producto de un proceso de construcción colectiva como es el caso de Actrices Argentinas.

Muchas veces los ataques son tomados y replicados por sectores medios no organizados que los vuelven “lugares comunes” que se repiten sin pensar, criticar y mucho menos fundamentar.

En los últimos tiempos fueron “los choriplaneros” antes y siempre “los que no les gusta trabajar”, “los cabecitas negras”. Pocas veces se pone énfasis en la falta de trabajo, al Estado como responsable y mucho menos a los patrones que prefieren cíclicamente en la historia meterse en bicicletas financieras varias antes que disminuir un poco las ganancias con las que se benefician achicando el mercado de trabajo a su favor.

Las puebladas del 19 y 20 de diciembre 2001 colocaron en primer plano al sector más dinámico de la confrontación con el sistema entonces: los piqueteros. Claro que con la imposición del Estado de sitio por el gobierno de la Alianza presidida por Fernando de la Rúa, fueron más sectores que salieron a reclamar y la movilización se masificó y quizás podemos seguir debatiendo los aciertos y errores de esos momentos. Lo que no caben dudas es que basta recorrer las placas conmemorativas de esas jornadas para destacar que en su inmensa mayoría eran jóvenes, desocupados o precarizados, algunos que con sus motos salían a ganarse el mango. Esos motoqueros -que quedarán en la memoria como la caballería del pueblo- que ante las avanzadas de la policía con balas de goma y plomo, hacía retroceder y organizaba avances y repliegues para que esas municiones no alcancen a las cientos de miles de personas que por mas de 24 hs dimos batalla y resistencia. No viene al caso debatir este tema.

Sí recordar que las instituciones gubernamentales de entonces no estuvieron a la altura de las circunstancias y por eso el “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” se esparcía especialmente en los conglomerados urbanos del país con centro en la Ciudad de Buenos Aires.

Tanto antes como después de estas jornadas el “piquetero” (y “piqueteras”) fue sistemáticamente criticado sin dudas por su pertenencia a las clases populares. Nuevamente los voceros del poder: “¿que para que se tapan la cara?”, “¿por qué van con palos?”, “porque no tienen algún referente para hablar”. Otra vez, intentando crear un “sentido común” que desmontara cierta aprobación de esos movimientos que demostraban ser más que caras tapadas y palos. A esta altura del texto cabe recordar que 7 de cada 10 integrantes de esas organizaciones eran doñas, mujeres de los barrios, muchas jefas de hogar (es decir, madres de un progenitor que no se hizo cargo de su función) con hijos e hijas, muchísimos/as jóvenes que no podían acceder a un empleo y los “viejos/as”, esos que despedidos de sus laburos no podían reingresar a un trabajo por la edad o acceder a una jubilación.

En otros momentos históricos, no tan lejanos, hay frases que han aparecido como calcadas. El “por algo será que los desaparecieron”, “hubiera cuidado a su hijo” y tantos otros dichos esparcidos durante la dictadura genocida del 76 al 83 y años posteriores, se dirigían tambien a las Madres de Plaza de Mayo tildadas de “locas”, como a las feministas en muchos momentos.

Luego se machacó, una vez más, con culpabilizar a las víctimas. Esta vez, el blanco serìan los y las sobrevivientes de los campos de concentración. La sospecha sobre ellos y ellas: “¿Por algo será que los/as largaron? Con que milico se habrán acostado? ¿Por qué ella y no mi hija/o le dieron la libertad? ¿A cuantos habrán cantado? ¿Como van a ver juicio y castigo, si no hubo testigos? ¿Por qué hay que creerles? No es posible meterlos presos sin pruebas. Y algunas, más horrorosas, posteriores al fortalecimiento de Madres, Abuelas o Hijos, familiares e hijos de detenidos/as- desaparecidos/as, “familiares de terroristas” que sólo querían sacar beneficios económicos del estado. Los escraches que en momentos de impunidades construidas por varios años con el punto final, la obediencia debida y la amnistia al puñado de genocidas condenados, fueron impugnados por radicales, porque no respetan a la justicia y gobiernos, que inclinaban la cancha siempre en beneficio de los victimarios.

¿Hay algunas frases que les resultan conocidas?

En estas coyunturas de alza de los feminismos, de paros internacionales de mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis y trans, de mareas verdes en todos los lugares que también se han hecho internacionalistas y plurinacionales, se denuncia en voz alta a violaciones y todo tipo de abusos, en redes, con tweets, por face, de artistas famosas y mujeres adultas y adolescentes, desconocidas por el gran publico.

Esto que se dice aquí y ahora, remueve memorias, historias y abusos infantiles/adolescentes que, en muchos casos, ni se les había podido poner palabras. Y se refuerzan denuncias contra los curas (tapados, escondidos por la institución iglesia que hipócritamente grita en defensa de las dos vidas) y maestros, docentes pedófilos, de familiares directos, y acá también la manada varonil que pregunta son sorna: ¿pero todas fueron abusadas, atacadas? Y si…

¿Sabes por qué? Corta la bocha… y lo decidimos como consigna: porque existe un sistema capitalista, patriarcal, colonialista, heteronomativo.

La alegría de los cantos de luchas

Las consignas, los cantos de luchas, los 'hashtags', dan cuenta de diversos momentos históricos donde las resistencias pudieron sintetizarse, frente a tantos prejuicios, estereotipos, de tantas maldades. Y esas resistencia fueron tomando formas de pararse de mano, de encontrar formas colectivas de gritar contra las impunidades, de hilar genealogías, historias.

Estas son algunas

– Como a los nazis les va a pasar
– Juicio y castigo/ No hubo errores no hubo excesos.
– Si no hay justicia hay escrache
– Aparición con vida de los detenidos-desaparecidos/as
– Somos el hambre de la ciudad/ Piqueteras carajo
– Unidad de los y las trabajadores/as, y al que no le gusta se jode, se jode.
– Oh, oh, Unidad y organización. Poder Popular
– Soy lesbiana, porque me gusta y me da las ganas
– alerta, alerta, la lucha feminista por America Latina.
– Orgullos callejeros.
– El estado es responsable.
– Ahora que si nos ven, luchar con la compañera le gusta a ud.
– Se va a caer, el patriarcado/ arriba el feminismo que va a vencer.
– las pibas no nos callamos mas.
– aborto legal en el hospital/ en cualquier lugar. Será ley
– Mira como nos ponemos.
– Defendamos la ESI en nuestras escuelas.

En un domingo de sol

En un patio con verde, con colibríes, y mariposas; junto con amigues de diversas edades, lugares de procedencia, experiencias locales e internacionales, pudimos charlar, con la tranquilidad que da la falta de urgencia de sacar un comunicado, opinar en una reunión, atajar los palos de la realidad macrista, bolsonarista, de gobiernos horribles centro americanos, de que nos duela un poco menos las injusticias as contra el lonko facundo Jones Huala, de las muertes de Santiago y Rafita, de las tantas pibas victimas de femicidios y de las tratas.

Le dimos una vuelta de tantos logros que tuvimos este año, tantas movilizaciones externas e internas, tantos encuentros en Trelew, tantas campañas en todo el país, tantos idiomas recuperando luchas verdes/violetas/multicolores, tanto internacionalismo, tanto sentirnos juntas, tantas reuniones para fundamentar cambios para que sea plurinacional el próximo, tantas estocadas patriarcales a las que les estamos pudiendo dar batallas.

En esos lugares, como en tantos, los debates son profundos, fuertes, caóticos por momentos. Ya lo venimos procesando todo el año, retomando historias cercanas y lejanas, experiencias que hemos ido construyendo con la claridad que estamos en alza, que las mareas feministas verdes multicolores no se han dormido sobre los laureles, sino que siempre vamos por mas…

Porque queremos cambiarlo todo, y tenemos ese deseo. Y cuando hay deseos, no nos contentamos con formas de hacer políticas viejas y tradicionales, sino que vamos por mas… Porque esas genealogías, esos recorridos, esas luchas, como dice el libro de la Bolten (2) ya son nuestras propias políticas. Claro, sabemos, que lo viejo no ha muerto, pero lo nuevo no para, esta en alza…

Y como todo movimiento de masas, como fueron las coordinadoras fabriles de la década del 70, las luchas de los derechos humanos en la recuperación de la democracia, los movimientos piqueteros y territoriales de los 2000; por mencionar a algunos; son bien heterogéneos, con contradicciones, de visiones diversas.

En ese domingo aparecen nombres de “personajes, académicas feministas que tienen diversas opiniones y no nos asusta que el pensamiento crítico y pedagógico feminista que construimos incluya opiniones diferentes con respecto a la justicia, al punitivismo o no, a las necesarias gradaciones de los diversos tipos de abusos incluidas violaciones que nuestros cuerpos feminizados sufrimos a lo largo de los siglos. Lo que sí nos indigna, es que algunos medios de comunicación, algunos varones progres, usen esas diversas opiniones para justificarse, para hablar de “linchamientos”(3), cazas de brujas” que cuestionen una herramienta popular como el escrache, o las movilizaciones, que se paren en nuestros debates, abiertos, enriquecidos para frenarlos, poniéndoles la tapa al debate diciendo si tal, que es una académica grosa que se pasa en los medios de comunicación, lo dice seguro que es asi… Estas prácticas, a veces, si asustan, porque desde que leímos “el Cuento de la Criada”(4) estamos más alertas a las reacciones machistas y de derechas convencidas que es a los privilegios y a la reproducción de esos discursos del poder que hay que combatir y no a las víctimas.

Pero como decimos con claridad todas las opiniones valen para el debate de lo que está sucediendo en el mundo, no para justificaciones machistas.

Estas palabras recogen una mínima expresión de recorridos de feministas e intenta apenas sumar un granito de arena a los momentos que nos atraviesan. Cada una de nosotras, de nosotres que devela una violencia sexual vuelve a vivirla cada vez. A la justicia misógina y machista la confrontamos organizadas y estamos seguras que iremos sistematizando las diversas situaciones que vivimos, desde la construcción colectiva, organizativa y popular que nos parió y seguimos defendiendo.

Construcción colectiva de Celina Rodríguez Molina (Cátedra Libre “Virginia Bolten/ UNLP) / Adriana Pascielli “la Tana”

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Notas:

(1) “ Las Boludas de Dalmiro Sáenz/ 1987

(2)Movidas por el deseo. Genealogías, recorridos y luchas en torno al 8 M. Publicado por la Cátedra Libre Virginia Bolten. 2018

(3) El verbo linchar significa, según Diccionario de la Real Academia Española: “ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo’. (…) Según esa definición, es incorrecto usar el verbo linchar cuando se hace referencia a un grupo o muchedumbre exaltada que propina una paliza o golpea brutalmente a alguien que no resulta muerto.”
En este sentido es sumamente grave equiparar el escrache con un hecho que culmina en muerte (linchamiento).

(4) El cuento de la criada (título en inglés: The Handmaid’s Tale), publicada en 1985, es una narración de ciencia ficción distópica y una de las obras más importantes de la escritora canadiense Margaret Atwood. En ella destaca la crítica social y el tratamiento de la mujer, temas frecuentes en sus obras.

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