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Argentina :: 19/10/2023

El 17 de octubre, una rebelión obrera que en Argentina cambió la historia del siglo XX

Guillermo Cieza
En 2023 el peronismo propone una gestión “seria” del capitalismo salvaje, frente a la posibilidad de un capitalismo salvaje manejado por un loco

En artículos anteriores he mencionado el carácter inesperado de la rebelión del 17 de octubre de 1945. Juan Domingo Perón estaba detenido, Evita se sentía derrotada, la CGT acordó un paro general para el día 18 con muchas dudas y ocurrió lo imprevisto, cuando masas obreras salieron desde Berisso y Avellaneda [zonas obreras de Buenos Aires] a ocupar la Plaza de Mayo.

Quisiera detenerme ahora en comentar cómo la lucha de clases alteró la política argentina, empezando por el propio proyecto de Perón.

El proyecto político del coronel Perón, uno de los ideólogos y principales impulsores del golpe militar de 1943, era la emergencia de la Argentina como un país potencia, liberada de los lazos neocoloniales que la amarraban al imperio británico. Ese proyecto incluía a los trabajadores, al ejército, pero también a la totalidad de la burguesía nativa, con excepción de los sectores oligárquicos estrechamente vinculados al imperialismo inglés.

Perón se proponía conseguir mejoras para la clase trabajadora, chantajeando a la burguesía nativa, muy atemorizada por la Revolución Rusa, tal como expresó con mucha claridad en el famoso discurso de la Bolsa de Comercio el 25 de agosto de 1944. Proponía un proyecto antiimperialista, con fuerte incidencia estatal, dirigido desde arriba por los militares y un puñado de empresarios y políticos nacionalistas.

Pero la conspiración oligárquico-británica arruinó sus planes. Fue depuesto como Vicepresidente y de su cargo en el Ministerio de Trabajo y terminó detenido en la Isla Martín García. Los trabajadores salieron a defender la ventana en el Estado que significaba la presencia de Perón para avanzar en sus derechos.

La movilización obrera del 17 de octubre garantizó la libertad de Perón y su continuidad como actor político, pero produjo importantes alteraciones en el proyecto político del movimiento emergente.

Las y los trabajadores adquirieron un importante protagonismo que lxs sacó de su carácter de beneficiarixs pasivxs de la justicia social, para convertirse en una fuerza que empezó a tener peso en las decisiones políticas y que nutrió listas de diputados, intendentes y concejales con activistas obrerxs. Lo que no consiguieron en la negociación, lo impusieron con una importante ola de conflictos obreros que se desarrolló entre 1946 y 1948.

La burguesía nativa, salvo honrosas excepciones como Miguel de Miranda, futuro ministro de economía, huyó espantada ante la participación efectiva de los trabajadores en el nuevo proyecto político. En su movilización fundante, no faltaron gestos clasistas como las pedradas al diario “El Dia “, al Jockey Club o a la Sociedad Rural.

Eva Perón que, en lo político, asumió la defensa de intereses populares, creció en representatividad y se convirtió en una figura inconveniente para militares y empresarios.

Perón, un político tan astuto como pragmático, advirtió que el escenario había cambiado y que su única posibilidad era encabezar un proyecto mucho más radical que el que había imaginado. Y se hizo cargo de ese liderazgo, tratando de recortar progresivamente la autonomía obrera y de atenuar la profundidad de los reclamos. Así sucedió, por ejemplo, que el proyecto de una profunda reforma agraria, con importantes expropiaciones, quedó varada en senadores, con la compensación de la nueva Ley de Alquileres Rurales. También sucedió que en el segundo gobierno, todos los proyectos de ley impulsados por el bloque oficialista provinieron del poder ejecutivo, y que la central sindical CGT empezó a convertirse en una representante del gobierno ante los trabajadores.

Desde lo simbólico, la rebelión de los descamisados, o de los cabecitas negras, comenzó a ser conmemorado como el Día de la Lealtad (a Perón). Y el primero de mayo como un día de fiesta.

La historia del peronismo empezó el 17 de octubre de 1945, y la mejor síntesis de su desarrollo posterior ha sido que sus tiempos de mayor potencia y radicalidad se expresaron cuando por distintas circunstancias (la cárcel, el exilio de Perón) sus bases obreras aumentaron sus posibilidades de independencia de las conducciones políticas partidarias. Y que por el contrario, sus mayores fracasos se produjeron cuando se asentó en el control subordinador de las dirigencias.

En el último período histórico, las consecuencias de la subordinación a estrategias desmovilizadoras, siempre pendiente de las órdenes supuestamente geniales de la cúpula, tienen un correlato esperable con la candidatura de Sergio Massa. En esa deriva, mantenerse en la gestión estatal se ha ido convirtiendo en más importante que realizar un programa de reformas, aún dentro del capitalismo.

Así fue que el peronismo ha ido degradando sus propuestas. En 2007 era quien impulsaría un “capitalismo serio” frente al capitalismo salvaje. En 2023 propone una gestión “seria” del capitalismo salvaje, frente a la posibilidad de un capitalismo salvaje manejado por un loco.

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