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Cuba :: 28/04/2009

El continente de lo posible: el difícil arte de pensar

María del Pilar Díaz Castañón
Nuevo libro de Julio César Guanche :: En los textos subsiste la voz siempre contestataria del autor que se niega, con empeño y tesón, a pensar abstractamente

Guanche, J.C. "El continente de lo posible. Un examen sobre la condición revolucionaria". Ruth Casa Editorial-Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. Ciudad de La Habana, 2008.

Pensar parece simple. Doce años de enseñanza pre-universitaria insisten en que una buena memoria, alguna información y una envidiable habilidad de generar compartimientos estancos para enfrentar exámenes de materias disímiles con un día de diferencia, son suficientes como entrenamiento para pensar la realidad en sus variopintas aristas, contando siempre, claro está, con el inevitable ejercicio de autoridad: el estudiante repetirá lo que el profesor quiera que diga. Después de todo, se quiere graduar.

Hegel consideraba el asunto de otra manera. Para él, todo aquel que se limitaba a enfocar un asunto desde un solo ángulo, ciñéndolo a la muy definida visión que tiene un caballo con anteojeras, pensaba, pero abstractamente. Vale decir, no era capaz de establecer relaciones y se limitaba al dato puro y simple, al que convertía en encarnación de la totalidad. Así, un asesino conducido al cadalso era, para la multitud, nada más que eso, un asesino; si la futura víctima era hermoso, joven o jorobado, poco importaba: su cualidad de asesino, y el espectáculo del cual iba a ser protagonista era todo lo que interesaba. Durante el reino del Terror en Francia, el inglés Arthur Young cuenta que entre los primeros en acudir a la Plaza de la Revolución estaba un ciego, ansioso de presenciar la acción de la guillotina. Interpelado ante su insistencia en asistir a un espectáculo para él invisible, la respuesta fue: “Ah, a mí lo que me gusta es oír el trac cuando la cuchilla cae”. Para él, que la cabeza cortada fuera la de María Antonieta o la de Robespierre, era igual. Libertad, Igualdad, Fraternidad.

De modo que pensar abstractamente es harto común, pero pensar, ese aventurero y difícil oficio de establecer relaciones, debatir y extraer inferencias, y lo que es más, reflexionar sobre ellas, ya no es tan profuso. Y eso es lo que distingue a los textos de Julio César Guanche presentados en el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello el 20 de marzo del corriente, bajo el asertivo título de El continente de lo posible. Un examen sobre la condición revolucionaria.

Reuniendo ensayos publicados entre 2002 y 2008, el autor se ve, claro está, obligado a contar acontecimientos para muchos ignorados y para otros objeto de leyenda susurrada. Pero lo interesante no es que los narre. Después de todo, los documentos están ahí: ya Graziella Pogolotti se encargó de compilar los textos más representativos de las polémicas culturales de los 60, y la editorial Letras Cubanas de reeditarlos, en escaso número, verdad es, pero algo es algo. Lo interesante es la reflexión que sobre ellos realiza y el uso que de ellos hace.

Pues el autor logra algo hermenéuticamente espinoso: establecer el diálogo con una audiencia que no fue la suya y a la vez, relacionar a sus contemporáneos con el problema, que él muy sintéticamente define como “las relaciones entre política y cultura en Cuba en el contexto de una Revolución”. No, de esta revolución. Ahí es donde radica el inconveniente.

Cada generación tiene, sean tirios o troyanos, explicaciones muy propias para sus avatares, que a su juicio nadie más puede entender por falta de ambience. Y qué ambience. Hay que ver PM –que se exhibió hace algunos lustros en el Museo de Bellas Artes, con la sola presencia de quien suscribe y sus cinco alumnos congelados en la sala- y que por demás se pasó en su época por televisión –Telerevolución, claro- para preguntarse por qué semejante bodrio pudo servir de pretexto para la definición cultural que marcó toda una época.

Julio César Guanche explora esta y otras cuestiones en el ensayo “El camino de las definiciones. Los intelectuales y la política en Cuba ,1959-1971”, respecto al cual declara que “hoy lo escribiría de otro modo” y que “le generó debates intensos”. No es para menos. Yo también podría decirle más de cuatro cosas, pero la cuestión es que puedo hacerlo y disentir o abundar porque él ha sido tan amable de escribirlo. De hecho, quizá por deformación profesional – o dicho con menos elegancia, por los años que llevo estudiando la época- es el texto que más me gusta de todo el libro, y ya se lo recomendé a mis estudiantes. De primer año de Filosofía, nótese. Acá tendremos otra audiencia…

De Julio Antonio Mella a Walter Benjamín, hasta la cabeza cortada – otra más- de Lavoisier y el curioso dossier que sobre Cuba publicara la revista mexicana Nexos, pasando por las Reflexiones sobre la Revolución Francesa del muy obstinado Edmund Burke para llegar a la autogestión del futuro y el marxismo del Che en el siglo XX, pasando por el juicio de Marquitos y la microfracción, Julio César Guanche indaga, relaciona, pregunta, cae en la trampa de la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789 -todo el mundo ha caído antes que él: la cuestión es la propiedad, jurista- y, sobre todo, explora, defiende y auspicia la imagen de una Cuba batalladora y plural, inquiridora y difícil.

Porque eso sí, la imagen que brota –e insisto en la imagen, pues de ello se trata- del libro que nos convoca a la reflexión es, lejos de ser una simple respuesta binaria, proteica y versátil. Lejos, pero bien lejos queda la idea de que “los cubanos de allá somos así, los cubanos de acá somos asá”. Aquí se discute, se oyen argumentos y se despliegan problemas. Quizá, el único escollo con que tropieza el lector es la pluralidad de temas abordados, pero usted queda advertido desde el inicio: se trata de ensayos publicados a través de un lustro, en el que amén de los inevitables dilemas subsiste, loud and clear, la voz siempre contestataria del autor que se niega, con empeño y tesón, a pensar abstractamente. Pensar, después de todo, es difícil. Bienvenido al gremio.

Marzo de 2009
* Facultad de Filosofía e Historia. Universidad de La Habana

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