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Mundo :: 05/02/2010

El infierno

Diego Torres
El capitalismo ha tenido y tendrá el efecto de un terremoto permanente sobre Haití, mientras dure nada se construirá y nada se cosechará

I

Noches durmiendo entre cadáveres, gritos y lamentos a todas horas, estar enfermo, herido, mutilado o pariendo en plena calle. Los trabajos, las casas, la ciudad, las vidas y el entorno de los haitianos se han vuelto escombros. Conseguir alimento es cuestión para muchos de matar con una tabla o un ladrillo a un hambriento contrincante para resolver quien consumirá un paquete de ayuda lanzado desde un helicóptero. Esto es apenas un resumen muy pálido de lo que captamos por los medios, muy bien pudiéramos usar la imagen de un infierno para describir lo que viven los haitianos.

Lo mismo que se conmueven la tierra y las edificaciones con cada réplica del terremoto, las conciencias de la humanidad se conmueven. Las toneladas de olvido amontonadas sobre el pueblo de Haití colapsan y en su caída lastiman dolorosamente a la sensibilidad humana. Sin duda en su mayoría son mujeres y hombres de buena voluntad las que se han volcado en la medida de sus posibilidades a la solidaridad.

Y mientras el mundo lanza agua, alimentos, ropa, medicina y doctores, el ejército de los Estados Unidos ocupa Haití con 15,000 marines “al largo plazo” para “sofocar cualquier estallido social”. Y mientras distintos pueblos empobrecidos se desprenden de algún bien para aliviar la situación, la policía haitiana dispara y mata a “saqueadores”, apalea y deja ensangrentado a un niño que intenta sacar comida de entre los escombros -Foto Ap 22 Enero 2010. Debemos entender lo que esa paliza, esas balas y la ocupación significan. El estado Haitiano y los poderes imperialistas han hablado muy claro con ello. Aún cuando 80% de los habitantes hayan quedado sin casas, aún cuando ahora se hallen 11 de cada 15 haitianos sin trabajo, aún cuando las remesas no lleguen, aún con 10 días sin que llegue ayuda, aún con el 75% de Puerto príncipe en ruinas, se defenderá la propiedad privada.

El argumento (llamémoslo así…) es que la desgracia fue absolutamente fortuita y que cualquier reconstrucción y reorganización de la sociedad haitiana pasa por asegurar la propiedad privada. Nosotros; siguiendo al comandante Fidel, lucharemos contra estas ideas y esta política para poner fin a la tragedia sin límite que sufren un gran número de naciones como Haití.

Es cierto que el terremoto se trató de un fenómeno natural y que no es racionalmente posible culpar a nadie por el. Pero la magnitud del desastre no es una función que dependa exclusivamente de la magnitud del terremoto, o del fenómeno de la naturaleza que se trate.

Un terremoto de magnitud 6.6 en la escala de Richter azotó la ciudad iraní de Bam y mató más de 40,000 personas, mientras que el terremoto de 7.1 que golpeó a San Francisco en 1989 mató a 62 personas. Existe la tecnología para alertar oportunamente la ocurrencia de un sismo, los edificios pueden dotarse de mayor capacidad para resistirlos, pero esta capacidad no está a la mano de todos los pueblos. En general el grado de desarrollo de las fuerzas productivas expresan nuestra capacidad para transformar a la naturaleza. De aquí se desprende que el grado en que estén desarrolladas las mismas guarda relación con su fragilidad. Unas fuerzas productivas poco desarrolladas son más fácilmente destruidas que otras más elevadas, y su destrucción desorganiza a la sociedad misma y la reduce a la barbarie.

Y Haití sin duda alguna es un país donde el desarrollo es mínimo. Aún antes del terremoto se trataba de un desastre. Haití antes del terremoto ya era el país número 147 de 177 en desarrollo humano de acuerdo a la ONU, el país más pobre de todo el hemisferio occidental, la mayoría de la población vive con menos de 1.80 dólares al día, el analfabetismo rebasa al 50% de la población, la tasa de mortalidad infantil es la más elevada del continente, la esperanza de vida es de apenas 51 años, solo el 10% de la población tiene acceso a la electricidad, el desempleo llega por lo ordinario al 50%, su PIB por capita es 12 veces inferior al de Venezuela y la deuda externa llega a más del billón y medio de dólares. Esto es lo que se pretende “reconstruir”.

II

¿Por qué es tan pobre Haití? El viejo argumento maltusiano de que se halla sobrepoblado es insuficiente. Como bien señalaba Galeano, Haití se halla tan sobrepoblado (habitantes por kilómetros cuadrados) como Alemania. Tampoco está por geografía condenado a la miseria. Haití alguna vez fue conocida como la “Joya de las antillas”, durante la década de 1750 esta islita aportaba por si sola el 50% del producto interno bruto de Francia. Fortunas increíbles se amasaron en la extracción de azúcar, cacao, tabaco, algodón, índigo y otros productos. Que Haití sea tan miserable es una vergüenza para la humanidad y constituye un crimen cuya responsabilidad recae por completo en el capitalismo.

Un breve recuento debería comenzar por subrayar el hecho de que las riquezas producidas en Haití fueron apropiadas exclusivamente por los amos coloniales franceses. La base para la acumulación de este capital significó para los propios haitianos el sistema de esclavitud más brutal de todo el Caribe, muy pocos esclavos podían aspirar a sobrevivir más de 3 años en el trabajo. Cuando los amotinamientos de esclavos presionaban a sus amos estos optaban por liberar a unos cuantos “por su trabajo excepcional”, el resultado era que perdiendo a unos pocos reforzaban su control y obtenían un trabajo intensificado. Finalmente las contradicciones fueron insalvables y los esclavos en todo Haití rompieron sus cadenas. Costándole una tercera parte de sus hijos, Haití logró alzar su cabeza y proclamar a toda la tierra su independencia. Pero a pesar de la grandiosa heroicidad parece que no logró su autodeterminación definitiva. Desde la colonia y pasando por sus 206 años de vida independiente el capitalismo le ha asignado un papel subordinado en el mercado mundial. El nuevo país fue bloqueado y atacado hasta que se comprometió a pagar una deuda de 150 millones de francos a Francia. El pago de esta deuda y sus siempre crecientes intereses en condiciones de bloqueo le succionó la mayor parte de sus recursos durante más de 80 años, desde su reconocimiento en 1838 hasta su pago definitivo en 1922. Los agentes del imperialismo constantemente se han disputado el derecho a sangrar Haití, a veces apoyando golpes de estado y en ocasiones interviniendo con la presencia directa de sus tropas. Los Estados Unidos ocuparon Haití desde 1915 hasta 1934. Y “para controlar estallidos sociales” lo han vuelto a ocupar en 1946, 1986, 2004 y 2010. Hoy los franceses y el FMI cancelan “graciosamente” la deuda y sus intereses…por 5 años.

Desde la colonia y pasando por sus 206 años de vida independiente las clases poseedoras, la élite Haitiana se ha encargado de reproducir el papel asignado a Haití por el mercado mundial. Se trata de la pequeña capa, compuesta en una mitad de esclavos liberados y otra mitad de mulatos, que tuvo acceso desde la colonia a cierta preparación intelectual y sobre todo que pudo hacerse con alguna pequeña propiedad. Al obtener la independencia, esta capa se hizo con el poder para mantener y desarrollar su posición privilegiada y sus propiedades. No conociendo forma más lucrativa de extraer riquezas que las relaciones de esclavitud se aprestaron a reproducirlas. Constantemente los dos grupos han luchado por hegemonizar el poder, en sus poco más de 200 años de existencia Haití ha presenciado 32 golpes de estado.

Actualmente un 3% de la población de Haití puede considerarse dentro de la categoría de clase poseedora, esta élite se divide en dos grupos. Un grupo se halla ligado al capital agrícola, son en su mayoría los dueños de las 1,162,630 hectáreas de tierra que puede cultivarse en Haití (Un promedio de 645 hectáreas cada uno mientras que el 63% de los campesinos cultiva menos de una hectárea). Los intereses del otro grupo, mayoritariamente mulato, se concentran en el comercio y las maquilas de la capital.

Ninguno de los dos grupos puede, sin embargo, optar por alguna vía de desarrollo que rompa con el imperialismo. En la época actual el imperialismo se caracteriza por un elevado grado de interdependencia de todos los capitales, sin embargo Haití es excepcional en cuanto es totalmente dependiente del capital externo. Ningún gobierno emanado de esta élite puede alejarse de los dictados del FMI, del Club de París o de los Estados Unidos, pues depende por completo de las fuerzas extranjeras para mantener el orden estatal y de una capacidad de endeudamiento permanente. En Haití el imperialismo, en su fase más decadente, paga por apenas “mantener” viva a la población dentro de un orden afín.

El pueblo de Haití, sin embargo, escribió memorables hojas en su lucha por la autodeterminación. Entre los cafetales y cañaverales en fuego los esclavos insurrectos lograron vencer a las mejores tropas de Napoleón Bonaparte. Siendo así, es difícil imaginar que el pueblo Haitiano haya aceptado pasivamente someterse a este orden que los tritura.

Efectivamente, el pueblo de Haití constantemente se alza. Y es en esos momentos cuando los dos grupos de la élite haitiana, y los poderes imperialistas; de manera destacada Francia y los Estados Unidos, hacen a un lado sus diferencias y actúan en bloque para preservar su posición. Es en esos momentos que el capital en su conjunto reacciona instaurando, según convenga, una dictadura o procediendo a una ocupación militar, en ambos casos desata el terror, la matanza, los arrestos ilegales y el exilio.

Grandes masas del pueblo Haitiano optan por escapar de la violencia y la opresión que se desata, pagando por ello el precio de vivir por debajo de los niveles de subsistencia en las regiones montañosas de Haití. Por más de dos siglos la tierra que trabajan se ha dividido de generación en generación, ahora la cantidad que le toca a cada campesino en esta situación es mínima y la tierra es prácticamente improductiva. Completamente sumidos en la miseria, el conocimiento que ha generado la humanidad les ha sido negado en gran parte. Condenados a utilizar métodos arcaicos luchan por arrancarle un fruto a una tierra cada vez más erosionada.

También de generación en generación, campesinos desposeídos emigran a la ciudad con la esperanza de hallar alguna ocupación, generando una pequeña pero significativa capa de proletarios, que ya ha intentado erigir una organización de clase.

Hay que destacar que el capital ha enfocado sus baterías en aniquilar al destacamento de vanguardia, a la fuerza que puede conducir al pueblo haitiano a darle cima a su proceso revolucionario, a los comunistas. Más de mil héroes comunistas cayeron masacrados en tres décadas de lucha de clases, entre ellos recordamos a Jacques Stephen Alexis, Lucien Daumec, Jean Jacques Dessaline Ambroise, Mario Rameau, Gérald Brisson, Raymond Jean François, Jacqueline Volel Brisson, Adrien Sansarik, Jacques Jeannot, Alix Lamauthe, Roger Méhu, Guy Lominy, Joel Liautaud, Jérémie Eleazer, Eddy Petit, Bob Désir, Fred Baptiste, Anthony Lespès.

Y en medio de estas contradicciones, azotó el terremoto…

III

Ahora se plantea el problema de la reconstrucción de Haití, pero este problema lleva de inmediato a la cuestión del carácter que tiene la sociedad que se piensa construir. Hasta ahora el imperialismo determina la agenda, y las clases poseedoras haitianas aceptan casi sin regañadientes su tutelaje.

Preservar la propiedad privada sobre los medios de producción significa preservar y reforzar la posición subordinada de Haití en el mercado mundial. De seguirse ese camino veremos que las condiciones de los nuevos préstamos apretarán la tuerca de la dominación imperialista y con ello el atraso se acentuará. Veremos que los salarios caerán aún más debido a la presión ejercida por el aumento de la reserva industrial. Veremos que mayor cantidad de esta reserva cae de plano al lumpen, sin ninguna oportunidad o futuro, luchando a muerte por preservar su existencia. Veremos el clímax de las contradicciones en el régimen de propiedad sobre la tierra llevar a alturas insospechadas la hambruna. Veremos a la maquinaria militar más poderosa del capital abrir fuego de nueva cuenta sobre el pueblo más humilde de nuestro continente.

Para romper decididamente con el imperialismo sería condición necesaria la reorganización del destacamento de vanguardia. Un partido comunista es el único que podría dirigir al conjunto de su clase y con ella arrastrar al resto de las clases oprimidas; sobre todo al campesinado empobrecido, para acabar con el régimen de la propiedad privada e iniciar la construcción de una sociedad que aproveche racionalmente los potenciales de su país.

Varios fenómenos concurren en auxilio de un proceso de reorganización en estos momentos. Una es la gran crisis que atraviesa al sistema capitalista en su conjunto. Otro es el activo interés que muestra la solidaridad internacional por Haití. Mientras este interés perdure, difícilmente podrá el imperialismo agredir la lucha del pueblo haitiano sin despertar indignación en todo el mundo y crear con ello una reserva internacional de la revolución. Un tercer fenómeno nuevo es, con la ecualización de las condiciones de vida impuesta por el colapso económico que supuso el terremoto, el surgimiento espontáneo de formas de autoorganización del pueblo (milicias populares, comités barriales de consumo, la vinculación entre estos comités, comités de campamentos, la participación política de los mismos rechazando la presencia de los marines, etc.). Pese a que la presencia de las fuerzas de ocupación es considerable, difícilmente podrá aumentar debido a la apertura de nuevos frentes en medio oriente y África. El estado es una pálida sombra, con habilidad el partido puede fortalecerse relativamente sin límites.

En resumen, el capitalismo ha tenido y tendrá el efecto de un terremoto permanente sobre Haití, mientras dure nada se construirá y nada se cosechará. Para el pueblo haitiano la decisión está entre el socialismo o la muerte. La dialéctica enseña que al final la vida triunfa.

***

El grado de desarrollo de las fuerzas productivas guarda relación con su “fragilidad”. La trabazón al desarrollo de las fuerzas productivas en Haití viene determinada por su posición en el mercado mundial. Haití constituye una de las excepcionales economías totalmente dependientes y colonizadas en la actualidad. Cualquier organización de la sociedad haitiana que descanse sobre la propiedad privada de los medios de producción reproducirá esa posición. Esta organización y su consiguiente posición en el mercado mundial vienen dadas a su vez por la conjunción de los poderes imperialistas como por la élite que gobierna en lo interno. La élite no puede romper con los poderes imperialistas pues depende de ellos para mantener su situación de clase privilegiada. Solo la conjunción de una organización consciente de los de abajo y la continuación de la solidaridad internacional pueden salvar la situación.

* Integrante del Secretariado de la Juventud Comunista de México


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