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Medio Oriente, EE.UU. :: 11/07/2025

El León versus La Promesa

Ángel García
Análisis político-militar de la guerra imperialista contra Irán, el más reciente en una serie de conflictos globales, sintomáticos de lo viejo que se resiste a morir y lo nuevo que puja por nacer

«La Guerra de los Doce Días» es como será recordada en los libros de historia la confrontación del imperialismo colectivo contra la República Islámica de Irán. Poco a poco, la neblina del enfrentamiento militar se levanta y se evidencian algunas conclusiones.

Esta guerra obedeció a los derroteros estratégicos de dos órdenes mundiales en disputa: primero, el viejo orden mundial imperialista, que recurre a aventuras bélicas para sostenerse a cualquier precio, hasta el extremo de arriesgarse a un nuevo Chernóbil; y, segundo, el nuevo ordenamiento emergente -multipolar y multinodal- con el eje Rusia-China-Irán como centro de gravedad, que lucha con intensidad por consolidarse y asume, con claridad meridiana, que la voluntad política por sí sola es insuficiente sin el poder militar que la acompañe.

La Guerra de los Doce Días ha sido el más reciente en una serie de conflictos globales, sintomáticos de lo viejo que se resiste a morir y lo nuevo que puja por nacer. Sus antecedentes inmediatos son la guerra entre la OTAN y Rusia en Ucrania (2022-presente), la guerra de exterminio de Israel contra el pueblo palestino (2023-presente), la guerra del sionismo contra el Líbano (2024), e incluso la breve confrontación entre Paquistán y la India (abril del 2025).

Podríamos hablar de que esta es la segunda guerra contra los BRICS+; siendo el derrocamiento del gobierno de Siria, en noviembre del 2024, la primera. En aquella, un miembro de los BRICS -Turquía-, se alineó con los EEUU e Israel contra el gobierno sirio, el cual tenía una alianza estratégica con Irán y Rusia, miembros claves de los BRICS.

La Guerra de los Doce Días se enfoca en el derrocamiento de un Estado que forma parte del eje vital de los BRICS, de la triada Rusia-China-Irán. La derrota de Irán hubiese significado un golpe contra la seguridad energética de China -ya que compra el 90 % del petróleo iraní-, y contra el Estado que ha sido el corazón latiente del Eje de la Resistencia desde 2011 -cuando inició la guerra occidental de cambio de régimen contra Siria-. Irán es la nación que ha sostenido la resistencia palestina, libanesa y yemení desde hace mucho y, en especial, desde el 7 de octubre de 2023. La derrota de la República Islámica era una pieza vital en la colonización total de Palestina, pasando por el exterminio de su pueblo.

El imperialismo intentó colocar a Irán en una disyuntiva sin salida: la claudicación absoluta ante las demandas imperiales o someterse a la total destrucción de su país y su revolución. Irán escogió un tercer camino: la resistencia.

Asia occidental en el centro de la tormenta

Los vectores de guerra de la disputa geopolítica global confluyen nuevamente en Asia occidental, tal como sucedió en noviembre de 2024 con la caída de Siria.

En la madrugada del 13 de junio del 2025 (en el calendario gregoriano) y 23 (Khordad 1404 en el calendario persa), Israel lanzó la «Operación León Naciente», un ataque sorpresa contra Irán. Esa misma noche, la República Islámica de Irán lanzó el contrataque con la «Operación Promesa Verdadera 3».

El sábado 21 de junio, EEUU bombardeó tres instalaciones nucleares de Fordow, Isfahan y Natanz, en clara violación de la Carta de las Naciones Unidas.

La guerra contra Irán marca un antes y un después. El eje sionista (Israel-EEUU-Gran Bretaña-Francia-Jordania-Alemania) se configuró para lanzar una campaña militar contra Irán, cuyo objetivo no era acabar con el programa nuclear de la nación persa, sino acabar con la Revolución islámica mediante una operación de cambio de régimen; como se logró en Afganistán en 2001, Iraq en 2003 y Libia en 2011.

Recordemos que,

luego del 11 de septiembre de 2001, el general retirado del Pentágono, Wesley Clark, elaboró la hoja de ruta de cinco años para lograr cambios de régimen en siete países islámicos; comenzando con Iraq, continuando con Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán y, la joya de la corona, Irán.

La operación del 13 de junio, donde se infiltraron cientos de drones y se activaron células del Mossad dentro de Irán, fue una operación conjunta del MI6, la CIA y el Mossad. De hecho, se llevó a cabo con el mismo modo operativo de la «Operación Telaraña», de Ucrania, realizada el 1ro. de junio del 2025 contra las bases rusas de bombarderos estratégicos TU-95. Se especula que el Mossad colaboró con el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) en esa megaoperación contra Rusia.

Los paralelos tácticos entre la «Operación Telaraña» del SBU y las acciones con drones del Mossad no son pocos. Según filtraciones de ambas agencias, las operaciones se planificaron a largo plazo, implicaban el contrabando de drones explosivos en territorio enemigo, el funcionamiento de un taller encubierto con participación israelí en los dominios del enemigo para ensamblarlos y desplegarlos, y la realización de un ataque sorpresa y sincronizado contra objetivos de seguridad clave.

Los sionistas lanzaron un ciberataque la madrugada del viernes 13 de junio, que inutilizó parcialmente el sistema de defensa aérea iraní durante 10 horas, dándole a Israel en parte el control de los cielos persas. Afortunadamente, en poco tiempo, el sistema de vigilancia fue reestablecido e Irán pudo reactivar sus defensas.

Los primeros misiles alcanzaron objetivos civiles, en una operación de decapitación del alto mando iraní. En cuestión de minutos, las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) consiguieron alcanzar las viviendas de varios altos mandos del Cuerpo de Guardia Revolucionaria de Irán (CGRI) y de científicos, centrales nucleares diseminadas por todo el país, bases militares, puestos de defensa aérea y de respuesta rápida.

Algunas de las figuras más destacadas e importantes de Irán que fueron martirizadas son Hossein Salami, jefe del Estado Mayor del CGRI; el general Gholam-Ali Rashid; los investigadores Tehranchi y Fereydoon Abbasi; y el general de división Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas.

Israel utilizó bases en Iraq para llevar a cabo el ataque, disponiendo también del espacio aéreo sirio y jordano para sus operaciones. Centenares de drones partieron de Azerbaiyán, país ubicado justamente entre Rusia e Irán. Antes, el gobierno de Assad disponía de sistemas de defensa antiaérea y de alerta temprana y operaba en coordinación con Irán. Tras la caída de Bashar Al Assad, Israel destruyó todo equipamiento militar del depuesto Gobierno sirio.

El diseño sionista-imperial era simple: con el ataque sorpresa de la madrugada del 13 de junio, el asesinato de líderes militares y científicos, el caos causado por los cochebombas y otros actos de terrorismo, y el llamado a la sublevación popular por parte de Reza Palhaví, hijo del último Sha de Irán y títere del imperialismo (casi desconocido en Irán), se conseguiría el cambio de régimen que el Occidente Global ha anhelado durante más de cuatro décadas.

La negociación como extensión de la guerra

Ahora bien, ¿por qué Israel logró tomar por sorpresa a Irán? Simplemente, porque Irán se confió en las negociaciones con los EEUU por un nuevo acuerdo nuclear que se estaban llevando a cabo en Omán. Las negociaciones solo fueron una artimaña para que Irán bajara la guardia. Trump montó un teatro, declarándose en contra de una guerra con Irán, fingiendo contradicciones fuertes entre él y Netanyahu.

El imperialismo empleó la misma artimaña con Putin, pues cuando atacaron las bases aéreas el 1ro. de junio, Rusia estaba en negociaciones con los EEUU para poner fin a la guerra de Ucrania.

En ambos casos, tanto las negociaciones con Rusia como con Irán, fueron distractores para preparar y lanzar operaciones militares ofensivas. Ahí se demuestra, una vez más, que para el imperialismo y los poderes hegemónicos (incluyendo al gobierno de Colombia en sus negociaciones con la guerrilla del ELN) las negociaciones no son más que una extensión de la guerra.

El teatro y la artimaña funcionó, pues de lo contrario, los jefes militares y científicos iraníes martirizados no hubieran estado durmiendo tranquilos en sus casas ese viernes de madrugada, sino protegidos en un búnker bajo tierra.

Entra la Promesa: la Revolución islámica se repone para la contraofensiva

Irán repuso rápidamente a su alto mando militar, que se activó para la contraofensiva. Esta consistió en 22 olas cada vez más potentes de contrataques combinados de misiles balísticos, drones y misiles hipersónicos desde el mismo 13 de junio.

En los primeros días la cantidad de misiles y drones fue mayor que en los siguientes. Se lanzaron aparatos más antiguos (algunos misiles balísticos ya tenían 10 años), pues el propósito fue saturar y agotar las defensas antiaéreas de los sionistas de la Cúpula de Hierro, preparando las condiciones para los ataques sucesivos. Los días posteriores, se lanzó un menor número de misiles y drones, pero ya de las nuevas generaciones y con mayor precisión y destrucción. Por ejemplo, se estrenó el misil hipersónico Hajj Qassem (nombrado así en honor al general Qassem Soleimani), que viaja a 15 veces la velocidad del sonido.

Irán logró golpes directos en las instalaciones del puerto de Haifa, incluyendo la refinería y la central eléctrica; múltiples golpes en Tel Aviv; la sede de la central de Inteligencia del Mossad; las bases militares aéreas Hatzerim, Nevatim y Tel Nof, en el desierto Negev; el complejo militar-industrial de Rafael (que se especializa en misiles, drones, ciberguerra y componentes de la Cúpula de Hierro); el Instituto Weizmann de investigación científica (clave en el desarrollo militar sionista); y la bolsa de valores en Tel Aviv, entre otros.

Israel no esperaba que la respuesta iraní fuera de esa magnitud, subestimó su capacidad militar, y por ello sus defensas antiaéreas colapsaron y la economía está sangrando. La única forma de sobrevivir a esta confrontación era convencer al bloque imperialista en su conjunto de que asumiera la guerra contra Irán como propia, formando una gran coalición internacional, tal como hicieron con Afganistán en 2001 e Iraq en 2003.

Irán cuenta con decenas de miles de misiles y municiones, suficientes para sostener una larga guerra de años; Israel no. Irán tiene más profundidad estratégica, por contar con un territorio 27 veces más vasto que Israel. Esto les ha permitido mover sus misiles y material estratégico hacia el oriente del país, cerca de la frontera con Paquistán. En cambio, Israel es un país muy pequeño, con ninguna profundidad estratégica: todos los objetivos militares, políticos, de Inteligencia y económicos están a fácil alcance de cualquier misil hipersónico iraní.

La disputa entre doctrinas de guerra

El imperialismo aplicó la doctrina del «choque y pavor», la misma que aplicó en Afganistán e Iraq. Esta doctrina, también conocida como Dominio Rápido, se define así: «... afectar la voluntad, percepción y entendimiento del adversario para luchar o responder a nuestros fines políticos estratégicos a través de la imposición de un régimen de Shock y Pavor».

En el caso de Irán, el choque y pavor no funcionó, pues Irán no es ni Iraq ni Libia. El país persa es un Estado fuerte, consolidado y resiliente, con un pueblo que aprueba a su gobierno, que lleva más de veinte años preparándose para esta guerra. Fue capaz de soportar los golpes y las bajas de altos mandos, y lanzar la contraofensiva que abrumó a las defensas sionistas.

Militarmente, el CGRI transitó de su doctrina de la «paciencia estratégica» -que los ha caracterizado hasta ahora-, a la «disuasión estratégica» y a la «ofensiva estratégica», ya que son ellos -y no los sionistas-, quienes tienen «dominio de la escalada».

En contraste con la doctrina imperialista de «choque y pavor», Irán se mantiene fiel a los principios de la guerra asimétrica, optando por la «muerte por mil cortes», manteniéndose en el camino del desangramiento lento de la entidad sionista.

Irán dijo que, hasta ahora, la respuesta de ellos se mantuvo en el campo de la disuasión, con la intención de obligar a Israel a frenar sus ataques. No obstante, advirtieron que, si la disuasión no funcionaba, pasarían a la fase «punitiva» de la guerra. Para ello tienen escondido mucho armamento de nueva generación que aún no han utilizado, más letal y más preciso.

El fin del mito sionista

Con independencia del desenlace estratégico de esta guerra, el mito sionista quedó herido a muerte. Israel se ha sostenido sobre el imaginario de la prosperidad, la seguridad y la invencibilidad militar. Estos tres pilares han sido reventados por los misiles hipersónicos persas.

La economía está en hemorragia, las empresas en quiebra[1], los puertos de Eilat (por los misiles yemeníes) y Haifa también quebrados, negocios y fábricas cerradas; mientras, los israelitas emprendieron un nuevo éxodo bíblico, esta vez en reversa. Decenas de miles de colonos hacen cola para salir del país. Israel, quizá, ya no podrá garantizar prosperidad ni seguridad para sus ciudadanos.

La Cúpula de Hierro, promocionada como el sistema de defensa antiaérea más sofisticado del mundo, ha colapsado.

En cuanto a su invencibilidad militar, Irán ha demostrado que supera Israel en su capacidad de absorber los golpes recibidos y de proporcionarlos al enemigo sionista.

En veinte meses de guerra, el sionismo, con toda su superioridad militar, no ha sido capaz de derrotar a la resistencia palestina, que mantiene sus capacidades militares en condiciones completamente desiguales.

Hoy, el régimen de Netanyahu sobrevive por la respiración artificial que le proporciona los EEUU y el resto del Occidente Colectivo.

La hegemonía del imperialismo norteamericano en Asia occidental ha dependido de la supremacía de Israel en la región, y eso se está desmoronando.

La disyuntiva del imperialismo norteamericano

El imperialismo norteamericano no entró en la guerra el 22 de junio con el bombardeo a las instalaciones nucleares; ha estado directamente involucrado desde el inicio.

Días antes del ataque sionista, EEUU estuvo enviando secretamente a Israel al menos 300 misiles «Hellfire» (AGM-114 misil aire-tierra, guiado con láser). Además, EEUU ha apoyado en la selección de objetivos con tecnología de punta de IMR (Inteligencia Monitoreo y Reconocimiento), con armamento y logística, suministrando aviones, bombas, reabastecimiento en pleno vuelo e, incluso, codesarrollando y financiando los sistemas de defensa antimisiles e intentando interceptar activamente misiles y drones iraníes.

El bombardeo de las tres instalaciones nucleares iraníes produjo daños superficiales que no afectaron el enriquecimiento de uranio. El Centro Nacional del Sistema de Seguridad Nuclear ha afirmado que no se detectaron indicios de contaminación radiactiva ni fugas durante las inspecciones de emergencia en las instalaciones afectadas. El Organismo Internacional de Energía Atómica indicó posteriormente que no se había reportado un aumento en los niveles de radiación en Fordow, Natanz e Isfahán.

En realidad,

todo indica que el ataque imperialista fue más un teatro político diseñado para forzar un cese de fuego (algo que Netanyahu venía solicitando secretamente desde la segunda semana de esta guerra).

La respuesta iraní no se dejó esperar: el 23 de junio atacaron a la base militar Al-Udeid, en Catar, la principal base imperialista en Asia occidental y sede del CENTCOM en la región. Es decir, la guerra ya se amplió al Golfo Pérsico y puede ampliarse más al resto de Asia occidental, ya que los EEUU cuentan con bases militares en Iraq, Siria, Kuwait, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.

Si el sionismo-imperialismo tiene la capacidad de sostener una guerra larga, o si es de su conveniencia estratégica hacerlo, son las preguntas claves para este momento geopolítico.

Los objetivos estratégicos de una guerra son siempre políticos, no militares. La guerra ya se expandió al resto del Golfo Pérsico y el sionismo-imperialismo no ha logrado sus objetivos declarados: 1) impedir el programa nuclear de Irán, 2) generar un cambio de régimen y 3) obtener una rendición incondicional.

Un cese de fuego tóxico

Inmediatamente después de los ataques de Irán contra la base militar norteamericana en Catar, se anunció un cese de fuego que ya fue violado por Israel.

Los ceses de fuego son «trampas de desgaste» o de atrición. Una forma de encerrar a uno de los adversarios mientras el otro mantiene sus ataques. Así ocurrió con el cese de fuego entre Rusia y Ucrania (2025), entre el sionismo y Hamás y Hezboláh (2024) o entre el gobierno colombiano y el ELN (2023).

Es lógico esperar que este cese de fuego no sea distinto: una táctica para atarle a Irán una mano detrás de la espalda, mientras el sionismo-imperialismo se reorganiza para mantener la ofensiva.

Una guerra contra el emergente orden multipolar

Irán, un eslabón clave en la arquitectura multipolar mundial, que cuenta con pactos estratégicos con Rusia y China, recibe la concentración de fuego de un imperio decadente dispuesto a incinerar el planeta antes que ceder su puesto de supremacía global.

Irán, que conecta Asia oriental con Asia occidental y Europa, es una pieza clave para la arquitectura de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) de China. El 29 de mayo del 2025, apenas dos semanas antes del inicio de los ataques sionistas-norteamericanos el 13 de junio, fue inaugurado el Corredor Ferroviario China-Irán, en abierto desafío a las sanciones que el imperialismo le ha impuesto al país persa.

Irán también es miembro de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), es miembro clave de los BRICS+, hace parte del Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur (CTINS) -una ruta multimodal que conecta el Océano Índico y el Golfo Pérsico con el Mar Caspio a través de Irán y, desde allí, al norte de Europa a través de Rusia-. China importa el 90 % del petróleo iraní.

La guerra larga

Los objetivos geopolíticos del imperialismo implican una guerra de larga duración, donde los conflictos bélicos de Asia occidental -Palestina, Líbano, Siria e Irán- han jugado la parte central en estos últimos tres años.

La operación de cambio de régimen en Iraq empezó con la Operación Tormenta del Desierto, en 1990 y culminó con el derrocamiento del presidente Saddam Hussein en 2003: tomó un total de trece años. La operación de cambio de régimen en Siria inició en 2011 y se logró en 2024: otros trece años. Es decir, estos son planes de largo plazo, y no se debería esperar nada distinto para Irán.

La mirada imperial es de largo alcance, se concentra en contener la influencia de sus dos grandes competidores: China y Rusia. Por ello, debemos comprender que los propósitos estratégicos de esta reciente guerra con Irán son:

- Mantener la hegemonía de los EEUU en el Oriente Medio.

- Prevenir que Irán desarrolle capacidades nucleares.

- Acabar con el Gobierno revolucionario de Irán.

- Destruir al Eje de la Resistencia, haciendo posible la completa colonización de Palestina.

- Desestabilizar y debilitar al BRICS, siendo que Irán es uno de sus miembros más poderosos.

- Dividir y debilitar al Sur Global.

- Romper la alianza estratégica Irán-Rusia-China.

- Aislar a China de sus aliados para poder concentrar los esfuerzos contra la primera amenaza al imperialismo norteamericano.

El ejemplo de Irán para el Sur Global rebelde

El imperialismo intentó colocar a Irán en una disyuntiva sin salida: claudicación absoluta ante las demandas imperiales o someterse a la destrucción total de su país y su revolución.

Irán escogió un tercer camino: la resistencia.

Irán se enfrentó a la «primera superpotencia mundial» y a su proxy más peligroso. A pesar de sufrir algunos golpes dolorosos, Irán se defendió con ferocidad. El humo y las ruinas de Tel Aviv y Haifa (las fotos no se distinguían de las de Gaza) son prueba de ello.

Israel no logró destruir a la República Islámica ni a su programa nuclear. La agresión del régimen de Netanyahu ha consolidado a la sociedad iraní más que en ningún otro momento desde la década de 1980.

El Sur Global expresó su solidaridad con Irán, no con Israel y los EEUU.

Esta lucha dista de haber terminado, pero los iraníes tienen hoy muchos motivos para sentirse orgullosos de su país.

Esta resistencia debe servir como lección para todo el Sur Global rebelde, ya que toda negociación con el bloque imperialista está destinada a fracasar.

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Nota: [1] Se estima que el costo para el régimen sionista de los doce días de guerra con Irán supera los 20 mil millones de dólares. https://www.middleeasteye.net/opinion/iran-dismantles-israels-war-economy-trump-cashes-in

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