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Brasil :: 03/10/2010

"El MST no será rehén del próximo gobierno"

Gabriel Brito y Valéria Nader
Entrevista con Gilmar Mauro, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra

En vísperas del pleito presidencial más vacío de ideas desde tiempo inmemoriales, los movimientos sociales y la izquierda deben contrastarse con un nuevo período de sus luchas. Necesitan hacer una amplia reflexión sobre las derrotas acumuladas que, al contrario de lo que se esperaba, fueron profundizadas en el período Lula. Ese es el pensamiento de Gilmar Mauro, dirigente del MST. En la entrevista con Correio da Cidadania, explica la postura del movimiento en la elección y la polémica en torno de un posible apoyo velado de sus dirigentes a la candidatura petista.

Gilmar argumenta que el MST no declaró apoyo a candidato alguno para el primer turno por cuenta del debilitamiento político y social de la izquierda. De modo que el movimiento no es capaz de impedir que gran parte de sus bases opte por Dila, aunque el gobierno Lula no haya llegado ni cerca de la reforma agraria. Para él, la única diferencia de Lula con Serra es la menor intolerancia al diálogo con el movimiento social (lo que se aplica también en Sao Paulo, en la disputa entre Alckmin y Mercadante).

Para Gilmar, es justamente esa retracción de la izquierda, impuesta por fallas propias y también por la victoria del lulismo, que dejó al movimiento en una situación “complicada” para apoyar a candidatos más alineados al proyecto de reforma agraria defendido por el MST, como Plínio Arruda Sampaio (responsable por el plan de reforma agraria de Lula en 2003, posteriormente encajonado) y otros de la izquierda socialista. Además, recuerda que los sin tierra y la reforma agraria poseen apoyos en diversos partidos.

Hasta por la difícil posición en que se encuentra el movimiento en las elecciones de este año, Gilmar resalta que el principal debate a realizarse en la izquierda es al respecto de su propia reconstrucción, de forma unitaria, antes de que cualquier nuevo proyecto o programa a ser anunciado. Solo después de una extensa autocrítica y la conjunción de todos esos factores, concluye, las fuerzas no privilegiadas por el orden podrán volver a enfrentar al capital en todas sus variadas vertientes, inclusive para que un día se alcance la reforma agraria. Correio da Cidadania: ¿En el actual momento histórico de completa supremacía del agro-negocio en el campo, con sus lazos con grandes y poderosos sectores financieros, industriales y de la política, qué reforma agraria usted considera es posible y necesaria?

Gilmar Mauro: Yo creo que es preciso repensar la reforma agraria, y ella depende hoy de un amplio debate en la sociedad brasilera. Y la sociedad tendrá que discutir qué tipo de uso quiere darle al suelo, a los recursos naturales, al agua, biodiversidad y todo el subsuelo.

En segundo lugar, tenemos que discutir que tipo de comida vamos a querer de aquí para adelante. Si optamos por mantener el actual uso del suelo brasilero para producir commodities y exportarlos, utilizando agroquímicos en gran escala, realmente no precisamos de reforma agraria.

El tercer aspecto es el paradigma tecnológico que queremos para el futuro. Nadie está hablando de volver al pasado, al movimiento ludista de acabar con las máquinas, pero la tecnología precisa estar al servicio de la humanidad. Es evidente que debe haber producción para atender las demandas, sean de alimentación o de materia prima, pero con tecnologías de menor impacto ambiental que las actuales, ayudando a disminuir la penuria del trabajo, sobre lo cual nadie discrepa.

Evidentemente, vamos a continuar ocupando tierras, porque hay gente que quiere ser asentada y trabajar. En tanto, más allá del MST, tal debate precisa ser jugado en la sociedad, pues, si ella no discute y coloca su posición, no hay reforma agraria viable dentro del modelo que está siendo aplicado en el momento. Correio da Cidadania: ¿Lula llegó cerca de alcanzar algunos de esos objetivos en los moledes defendidos por el movimiento campesino?

Gilmar Mauro: No, en verdad, lo que tenemos hoy son políticas agrarias y de asentamientos. No podemos hablar de reforma agraria en el país. Existen asentamientos, fruto de la presión, regularizaciones fundiarias, pero desde el punto de vista de la concentración latifundista está todo intacto, o sea, el 1% de los propietarios detentan el 46% de las tierras. Y desde el punto de vista del modelo y la producción agrícola, la exportación de commodities, amplió el modelo históricamente construido en el país. Tenemos pequeñas mejorías en la agricultura familiar, alguna cosita en crédito, merienda escolar, que posibilitan a la pequeña agricultura algún tipo de ingreso, pero no podemos hablar de reforma agraria. Si quisiéramos hablar de reforma agraria de hecho, es preciso cambiar el modelo y la estructura latifundista brasilera, lo que no ocurrió hasta el día de hoy en la historia del país.

Correio da Cidadania: Dirigentes del movimiento pasaron los últimos años haciendo duras críticas al abandono a que el gobierno Lula relegó las políticas agrarias defendidas por el PT durante años. No obstante, recientemente, algunos líderes mostraron inclinación por la candidatura de Dilma en relación a la de Serra. ¿Cómo usted explica estos posicionamientos?

Gilmar Mauro: El MST, y prefiero hablar de aquello que fue decidido por la dirección adoptó una postura de no apoyo a ningún candidato, tanto a presidente como a gobernador y otros cargos. Eso entendiendo una serie de cuestiones que relacionamos desde el punto de vista de la reforma agraria y de un conjunto bastante amplio de partidos, que van desde la izquierda socialista, revolucionaria, hasta sectores, digamos, demócratas republicanos. Tenemos apoyo en la causa en sectores del PMDB, del PDT y así por delante.

Así, el MST optó por no tomar posición a favor de ningún candidato en esta primera vuelta de las elecciones. Hasta para preservar las alianzas que construimos históricamente y la perspectiva, inclusive, de reconstrucción de una izquierda progresista en el próximo período. Creo que, en este momento histórico, las condiciones no fueron propicias en términos de una unificación de las candidaturas de izquierda. Pero este es nuestro momento histórico y no podemos quedar llorando sobre la leche derramada. Tenemos que aprender de las lecciones de ese proceso en la izquierda brasilera y pensar en el próximo período. Los desafíos están puestos para que se piense en la reconstitución política de una izquierda en nuestro país.

Correio da Cidadania: ¿Esa postura de no declarar apoyo a ningún candidato iría al encuentro de la idea siempre frisada de mantener la autonomía del movimiento, incluso con esas demostraciones de simpatía relativas a una victoria petista?

Gilmar Mauro: Exactamente. Porque, independientemente de cualquier cosa, una reforma agraria que de hecho altere toda la estructura latifundista brasilera, pensando en nuevos paradigmas, de producción, tecnología y modelo, sólo se realizará en la medida que las fuerzas populares tengan un protagonismo mayor.

Y estamos en un momento de crisis, con debilitamiento de los sectores sociales, pérdida de fuerza política. Puedo hablar por el MST: creo que hubo una pérdida de fuerza política y social en el último período. Y lo mismo ha ocurrido en los movimientos urbanos, sindicales, estudiantiles, lo que no es una particularidad brasilera, sino una realidad mundial. Ese es el contexto que coloca a los sectores reformistas, no sólo a los revolucionarios, en una situación defensiva a escala internacional hoy en día.

Correio da Cidadania: En una entrevista que usted concedió en mayo, había una declaración de que la tendencia del movimiento sería quedarse al lado de los que apoyasen la reforma agraria "profunda y radical". ¿Cómo interpretar esa intención a la luz de lo que de hecho ocurre ahora en lo que se refiere al posicionamiento de dirigentes y militantes? ¿En su opinión, Dilma caminaría hacia esa reforma profunda e radical?

Gilmar Mauro: Creo que no. Creo que ningún gobierno haría ese camino. Podríamos elegir al más radical, Rui Costa Pimenta (Partido Causa Operaria), y no tendría las condiciones de hacerla. Esto, porque sin fuerza social y política organizada, no se consigue, la correlación de fuerzas no lo permite. El indicativo del MST, inclusive de acuerdo con lo que discutió la dirección del movimiento, es votar a los candidatos que defienden la reforma agraria, tanto para el parlamento como para la principal elección. Creo que la militancia ha hecho esto, apoyando las candidaturas que defienden la reforma agraria y tengan un compromiso histórico con ella.

Muchos militantes van a votar por Plinio. Otra parte vota por Ivan Pinheiro, también por Ze María, y una parte vota por Dilma. Creo que, la mayoría de las bases del movimiento vota por Dilma, aunque el gobierno Lula haya estado lejos de la reforma agraria. Hubo pequeños avances, algunos asentamientos, y una parte de nuestras bases entiende que votar por Dilma es una opción. Por cuenta de todo eso, el MST quedó en esa situación. No tomamos partido, como entidad, por ninguna candidatura, pero estimulamos el voto por quien apoya la reforma agraria.

Correio da Cidadania: ¿Habría, de hecho, diferencias sustanciales entre los gobiernos de Serra y Dilma en la consecución de la reforma agraria y en el relacionamiento con los movimientos sociales?

Gilmar Mauro: En ese caso sí. Con Serra, nosotros nunca conseguimos hacer una reunión. La única reunión que hicimos aquí fue con el jefe de la Casa Civil, Aloysio Nunes, y el rumor decía que no quería hablar con nosotros. Por otra lado, tuvimos varias desocupaciones violentas (en Cutrale, por ejemplo), en articulación entre el gobierno estadual y federal, Rede Globo y los hacendados de la región, buscando criminalizar al movimiento.

Las investidas de Serra contra los profesores, la Policía Civil, los pobladores del Jardim Pantanal, contra los sin tierra, son muestras de un proceso de dificultad de diálogo del gobierno Serra con el movimiento social. Algunos prefeitos (alcaldes) del PSDB que hemos contactado tienen mucha dificultad hasta para reunirse con Serra. Es muy grande la dificultad en relacionarse, no sólo con los movimientos sociales sino con otras personas.

No creo, del punto de vista del proyecto político, que exista tanta diferencia entre los dos. Pero, por el lado de los movimientos sociales, hay sí una diferencia entre Serra y Dilma, principalmente en el sentido de criminalizar a los movimientos y por la dificultad de ver al movimiento social como parte del proceso de construcción y de luchas. Correio da Cidadania: ¿Aunque existan estas diferencias entre eventuales gobiernos Dilma o Serra, el posicionamiento más favorable del movimiento en relación a una victoria petista no sería, de cualquier modo, un salvo-conducto a la permanencia de un cierto inmovilismo y pérdida de autonomía de los movimientos sociales, tan destacados por el propio MST a lo largo de los últimos años, en los cuáles Lula presidió Brasil?

Gilmar Mauro: No, por el contrario. Y otra, el Movimiento Sin Tierra tiene por principio su autonomía política. No creo y no tengo duda alguna, de que el movimiento no será rehén del próximo gobierno. Apuesto todas mis fichas en eso, porque el movimiento habrá de continuar luchando por la reforma agraria. Aunque la coyuntura sea adversa, la izquierda tenga poca fuerza, y el movimiento social igual, es tiempo de remar contra la marea. El MST va a continuar organizando su base. Pienso que dos cosas son fundamentales: primeramente, una organización que no coloca como defensa principal las necesidades de su base social, es una organización que no tiene sentido, por eso muchas dejaron de existir. Por tanto, el MST tiene que continuar dando respuestas a sus bases, con luchas, marchas, que son las necesidades corporativas de la base real del MST.

El segundo aspecto, es que quien no lo entiende tendrá dificultades para comprender la propia lucha de clases: las personas se organizan a partir de sus necesidades, sean económicas o físicas, sean ideológicas o espirituales. El sujeto va a la iglesia, porque tiene necesidad. Si la organización pierde de vista eso, pierde el sentido, se vuelve una casta. Y creo que el MST nunca será así. Otra, la marca del MST: el movimiento nunca fue conocido internacionalmente por un buen programa, por un buen discurso, bellas elaboraciones. Fue conocido internacionalmente por una cosa: planificaba y hacía. A veces con errores, y como movimiento social cometimos muchos, pero eso le dio moral al movimiento frente a las personas. Lo que proyectó a nuestro movimiento fue el planificar y ejecutar. Evidentemente, queremos avanzar desde el punto de vista teórico, de elaboración de programas, porque no sólo basta una práctica relevante. Es preciso tener una teoría conducente con el proceso y las ganas de luchar. Correio da Cidadania: ¿Incluso siendo bastante comprensible todo este escenario de dificultades en la izquierda y en el movimiento, no podría haber existido una posición más explícita respecto a la primera vuelta, a favor, por ejemplo, de la candidatura del PSOL, Plínio Arruda Sampaio, que sabidamente siempre se posicionó francamente a favor de la reforma agraria en los moldes defendidos por el MST, además de ser parte a lo largo de décadas, de las entidades que luchan por ese objetivo?

Gilmar Mauro: Creo que Plínio es una gran figura en esos aspectos, la mejor entre todos los candidatos. Siempre estuvo al lado de los trabajadores, de la reforma agraria, es un gran luchador y un ejemplo para nuestra militancia. A de la edad, continúa de pie. Ni siempre lo que consideramos lo más correcto da liga en el momento, como es el caso de la candidatura.

Creo que es un tiempo histórico de muchas dificultades. Tuvimos problemas en las esferas partidarias para lograr la unificación de una candidatura. El PSTU, PSOL, PCO, PCB no consiguieron unificarse. Es un tiempo de fragmentación, eso es real, objetivo. Es tiempo de dificultades, inclusive de articulación de los sectores de izquierda, del movimiento social, para juntarse en una candidatura que catalizara todo el descontento social. Yo diría que ese tiempo histórico explica más que cualquier cosa. Se mirásemos por la base del MST, caeríamos de cabeza en la candidatura de Dilma porque la base del MST hoy es lulista. Este es un fenómeno que precisamos entender. Exagerando, Lula parece generar más consenso que Jesús, 94% de las personas lo aprueban o dicen que su gobierno es regular. Es algo que no se podía imaginar.

Por tanto, se efectivamente hiciéramos una discusión con nuestras bases, tendríamos que haber apoyado a Dilma. Pero, la militancia reflexionó y se preguntó cómo iría a apoyar abiertamente a Dilma en estas elecciones, cuando el gobierno Lula se apoyó en el agro-negocio, en el gran capital financiero que ganó mucho dinero, mientras que la reforma agraria avanzó tan poco. No daba para salir en defensa de un gobierno Dilma.

De esa forma, optamos por no declarar apoyo a nadie en la primera vuelta. Apoyar a Plinio sería una postura más militante. Tomar posición a favor de Plinio mientras la base queda al lado de Dilma, crearía una situación muy difícil. Es complicado. Estoy siendo muy honesto sobre este punto. Siendo así, lo mejor fue adoptar la postura de no declarar apoyo a ningún candidato.

Correio da Cidadania: En entrevista al Correio este año, el sociólogo Ricardo Antunes criticó la falta de “organicidad” en nuestra izquierda, que, además de no conseguir unificarse en un período electoral, tampoco ha conseguido incorporar a los movimientos sociales en sus más diversas luchas ¿Usted vislumbra alguna forma de reorganización en la izquierda en el próximo período?

Gilmar Mauro: Es difícil hablar en tiempos, pero algunos ingredientes son premisas fundamentales si quisiéramos construir un proceso sustentable, para usar un verbo a la moda. Primeramente, precisamos hacer un balance político profundo, honesto y serio de las experiencias de la izquierda partidaria, del movimiento social y sindical. Es preciso decir: “nuestros instrumentos son importantes, fueron construidos por nosotros, es lo que tenemos, pero hoy no dan cuenta para organizar a la clase trabajadora”. Hay muchos sectores de la clase trabajadora que no están ni dispuestos para ningún tipo de organización”. En segundo lugar, fue perdida completamente perdida la referencia, hasta el sentido de clase, los lazos de solidaridad. Las personas no se identifican como clase trabajadora. La Nike, por ejemplo, no tiene ninguna fábrica, es un proceso todo tercerizado, fragmentado, atomizando a la clase. En Brasil, más concretamente, ¡son más de 600 mil las vendedoras de Avon! Si sumamos a Natura, Herbalife, son más de 1 millón de personas. Y si las llamamos de “clase trabajadora de Avon”, ellas van a decir “consultoras de venta”. Porque los instrumentos hasta ahora construidos no dan cuenta de esa dinámica y de la nueva realidad de la clase trabajadora. Se no hacemos una autocrítica, difícilmente vamos conseguir pensar en formas organizativas y proyectos para un nuevo período.

Otro aspecto es que debemos parar con ese asunto de quien es el dueño de la verdad. Cada uno tiene una parte de la verdad, y posibles razones en sus análisis, pero es apenas verdad entre todas las demás, de otros agrupamientos y sectores. Necesitamos la petulancia, la arrogancia intelectual, mirar nuestra fragmentación, nuestra débil fuerza social y política…Y la organización sin eso vale cero, mismo que se tenga el mejor programa del mundo. Si nos miramos entre todos, veremos que cada uno tiene su parcela de contribución; y juntando todo eso todavía somos un agrupamiento muy pequeño para enfrentar toda la lógica del capital impuesta a todo el país. Por lo pronto, para mí, esas son las condiciones analíticas fundamentales.

¿Es preciso reorganizar la izquierda? Es preciso un nuevo programa, una nueva estrategia? No tengo la menor duda. Pero no sirve juntar a media docena, decir, “la nueva estrategia es esta”, y salir a reclutar gente para mi corriente. No sirve. De tal manera, que es preciso el debate, la autocrítica, el análisis, de modo que se comprometa a la militancia y se piense al respecto, lo que necesita tiempo. Mas que salir con una propuesta de un nuevo partido para el año que viene, es preciso crear una metodología para el debate político, que nos permita, en el momento de crear nuevos instrumentos, tener la suficiente acumulación de fuerzas, evitando que sea un solo un agrupamiento más para disputar con los otros.

Infelizmente, la izquierda ve esa disputa por la hegemonía como una competencia entre instrumentos, y no como la posibilidad de fortalecimiento, una vez que, para hacer la revolución social, serán necesarias millones de personas conscientes. Está en el orden del día, si no hacemos el balance, los grupos van a creerse en el acierto por seguir intentando imponer su hegemonía sobre los demás. Mira, si no hacemos un balance crítico de estos tiempos, somos uno bobos. Así podemos hablar de cualquier cosa, menos de revolución.

Es un momento de extraer todas las lecciones, con mucha humildad, y a partir de allí pensar en un nuevo periodo. Junto a eso, un análisis muy profundo de la nueva realidad socio-económica mundial. ¿Qué es la clase trabajadora en el mundo de hoy? ¿Por qué si no tenemos claridad sobre tal cuestión, cómo vamos a saber qué instrumentos y programas son necesarios a esa nueva clase?

Las elecciones van a pasar, de modo que para mi ese es el debate central. Y en lo que creo y en lo que a mí respecta, entraremos con todas las fuerzas en ese debate político del próximo período.

Correio da Cidadania: Retornando finalmente a la realidad más inmediata ¿En el estado de Sao Paulo, como piensa sería una victoria de Alckmin? ¿Sería más fácil negociar con Mercadante?

Gilmar Mauro: No se, es una pregunta difícil. Con Alckmin también tuvimos una experiencia anterior: con él no conseguimos siquiera reunirnos. Después de la muerte de Mario Covas, todo lo relacionado a la agricultura, a la reforma agraria, fue completamente abandonado. El propios ITEPS (Instituto de Terras do Estado de São Paulo) fue saboteado; el trato con la Policía Civil, los profesores, con el movimiento social siempre fue criminalizado.

Espero que por su trayecto histórico dentro del PT, Mercadante no sea como Alckmin, espero que sea un poco mejor. Para ser honesto: precisamos definir a quien preferimos enfrentar, pues vamos a enfrentar cualquiera sea el que gane en el ámbito federal o estadual. Así, la pregunta para nosotros sería ¿es mejor enfrentar a quien? A mi modo de ver, es mejor enfrentar a Mercadante. No se si llegará a la segunda vuelta, hago fuerza para que sí, pues para el movimiento social es mejor encarar a Mercadante. Esa es mi impresión. Infelizmente, creo que aquí en Sao Paulo, nosotros tenemos una situación peor todavía, pues enfrentamos a los medios, Veja, Folha, Estado de Sao Paulo, Globo, en fin, o lo que hay de peor de las oligarquías y de medios de comunicación en mayor número. Y en cuanto a la izquierda algo muy parecido: hay mucha cosa buena, pero también existen vicios en grandes proporciones. Es una realidad bastante compleja. Los desafíos nos hacen crecer, Los desafíos nos hacen crecer, tenemos que actuar y repensar en este período, inclusive aquí en Sao Paulo.

Correio da Cidadania, 27-9-10 / Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa: germain5@chasque.net

 

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