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Mundo, Medio Oriente :: 27/03/2011

El objetivo militar es forzar a Libia a negociar a la baja

Dabid Lazkanoiturburu
Tan alto y claro como sus bombardeos. El objetivo de París y Londres es permitir que los rebeldes recuperen posiciones y debilitar las del Gobierno

Para forzarle a negociar a la baja, a ser posible sin Gadafi. Los líderes francés y británico, Sarkozy y Cameron hicieron este anuncio en un intento de torpedear las conversaciones auspiciadas por la Unión Africana y que buscan forzar a un alto el fuego inmediato para negociar una transición política en el país.

El presidente francés y principal impulsor de la intervención militar en Libia, Nicolas Sarkozy, anunció una iniciativa franco-británica para buscar una solución política y militar.

En una comparecencia en el marco de la cumbre de la UE, el inquilino de El Elíseo concretó que, antes de la reunión de Londres en la que la llamada Coalición de Voluntarios debatirá «las próximas etapas de la operación militar», el primer ministro británico, David «Cameron y yo mismo presentaremos una propuesta común que mostrará que la solución no puede ser sólo militar, sino que será forzosamente política y diplomática».

El jefe de Estado francés hizo este anuncio mientras la Unión Africana patrocinaba en Addis Abeba una reunión con el régimen libio para buscar una salida negociada a la crisis.

En la reunión en la capital etíope participaron representantes de la ONU, de la UE, Liga Árabe y de la Conferencia de Pases Islámicos, China y Rusia. Los anfitriones africanos, concretamente los jefes de Estado de Sudáfrica, Congo, Mauritania, Mali y Uganda -todos ellos opuestos a la intervención militar en Libia- exigen un alto el fuego inmediato y la apertura de un diálogo que lleve a un proceso de transición.

Participaba en el encuentro una importante delegación del régimen libio, presidida por el secretario general del Congreso del Pueblo, Mohamed Abu el-Kassim, acompañado por cuatro ministros. Ningún representante de la rebelión libia estaba presente. Occidente acusa a la UA de alinearse a favor de Gadafi, uno de los principales valedores económicos de la organización panafricana y su mentor espiritual, no en vano nació en 1999 con la declaración de Sirte, villa natal del líder libio.

Occidente, más en concreto Sarkozy, sí que es un protagonista de parte y confirmó que «no veo inconveniente» para invitar a la cumbre de Londres del próximo martes al Consejo Nacional de Transición de Bengasi (ejecutivo rebelde). Una oposición a la que el Estado francés es el único que ha reconocido oficialmente, en palabras de Sarkozy «para provocar un shock. La comunidad internacional no será consciente de que faltaban pocas horas para que Bengasi fuera víctima de una masacre».

Lo dice quien colidera unos bombardeos que, según denuncia el régimen libio, están cobrándose su precio en víctimas civiles y cuando el jefe militar de la coalición, el general estadounidense Carter Ham, señaló que «no estoy seguro de que no haya habido ninguna víctima civil». Ham dirige el operativo desde la sede de Africom (mando militar estadounidense para África) en Stuttgart.

El jefe del Estado Mayor francés, Edouard Guillaud, que las operaciones militares contra Libia se prolongarán semanas, «esperemos que no más».

Objetivo: Ajdabiya

En la madrugada de ayer, aviones de combate británicos Tornado lanzaron misiles contra blindados del régimen libio que «amenazaban a los civiles» en la localidad de Ajdabiya.

No se sabe de qué civiles hablaba el mando británico, cuando la localidad, situada a 160 kilómetros al sur de Bengasi, seguía entonces en manos del Ejército libio y los guerrilleros rebeldes trataban de culminar el asalto sobre el enclave.

Los propios rebeldes señalaron que los Tornado bombardearon el acceso oeste a Ajdabiya, por lo que mostraban su esperanza de recuperar el control de la estratégica localidad «entre hoy y mañana (por hoy)».

Convertida la misión en un soporte aéreo para que los rebeldes recuperen posiciones y se debilite la de Gadafi, no es extraño que Sarkozy, quien invitó abiertamente a su hijo Saif al-Islam a que se desligue de su padre, insista en que no sea la OTAN la que lidere el operativo.

Turquía, aliado estratégico de la alianza militar en el mundo musulmán, insiste en no dar luz verde a una campaña de bombardeos contra objetivos terrestres que va, lógicamente, mucho más allá del establecimiento de una zona de exclusión aérea.

Gara

 

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