El poder de la clase obrera organizada en Sudáfrica

Edward Webster es profesor emérito en el Instituto Sociedad, Trabajo y Desarrollo (SWOP), de la Universidad de Witwatersrand. Recientemente ha sido nombrado director de la Fundación Chris Hani (CHI) en Cosatu House. Su objetivo es desarrollar en el CHI un 'think tank' independiente de izquierda. 'Amandla!', revista de la izquierda alternativa sudafricana, se entrevistó con él en la conferencia de la Confederación Sudafricana de Sindicatos (Cosatu), que tuvo lugar el 12 de octubre de 2012.
Amandla!: ¿Cuáles son sus impresiones sobre la reciente conferencia electiva de Cosatu?
Eddie Webster (EW): En muchos aspectos, fue un despliegue impresionante del poder de la clase obrera organizada en Sudáfrica. Sin embargo, creo que detrás de esta muestra de unidad hay desafíos que no se han abordado adecuadamente.
Los trabajadores se encuentran en una encrucijada mundial y local. El cambio hacia empleos con flexibilidad creciente, temporales, precarios y el trabajo informal están transformado las condiciones en las que los trabajadores históricamente han basado su poder.
Por lo tanto, el reto para los trabajadores es desarrollar nuevas formas de organización, nuevas fuentes de energía, y sobre todo una alternativa al régimen dominante de acumulación neoliberal.
A pesar de los intentos de Zwelinzima Vavi (Secretario general de COSATU) de orientar la conferencia en este sentido, tengo la impresión de que el debate sobre estos desafíos centrales se ha aplazado.
A!:¿Qué entiende usted por "estos desafíos centrales”? ¿Qué es exactamente lo que se ha aplazado?
EW: Creo que hay tres desafíos centrales. El primero es volver a conectar con las preocupaciones del día a día de los trabajadores en el lugar de trabajo. Cosatu mantiene un fuerte compromiso con la organización en las empresas, pero en ciertos sectores esa fuerte conexión se ha deteriorado. El ejemplo más dramático fue poco antes del Congreso, en el conflicto de las minas de platino que culminó en la masacre Marikana.
El segundo desafío es el desarrollo de nuevas alianzas y coaliciones con movimientos que han surgido en las comunidades obreras en torno a la lucha de la clase obrera por el agua, electricidad, saneamiento y servicios básicos.
Se ha abierto una brecha entre los trabajadores organizados y lo que podríamos llamar las clases precarias que conduce a lo que veo como el tercer desafío, y sin duda más difícil, que es reducir el déficit de representación entre los trabajadores organizados y el número cada vez mayor de trabajadores marginados. Esto incluye no sólo a los trabajadores agrícolas y domésticos, sino también el cada vez más numeroso sector de servicios con bajos salarios.
El desafío es la construcción de organización entre estos trabajadores, y aquí se incluyen los que trabajan en lo que se ha llamado la economía informal por cuenta propia, los vendedores ambulantes, el proletariado que trabaja por cuenta propia, por ejemplo, en talleres clandestinos de ropa en sus casas, en los barrios miseria y los centros urbanos degradados. Ellos son lo que Guy Standing ha llamado el 'precariado': los trabajadores sin prestaciones sociales ni seguridad en el empleo, que trabajan largas horas con salarios bajos.
Este número cada vez mayor de trabajadores se encuentra fuera tanto del marco normativo del Estado como de las estructuras de la organización del movimiento obrero. A menos que estos trabajadores encuentren su voz dentro del movimiento obrero, los sindicatos cada vez más se limitaran a representar a las capas más pudientes y socialmente móviles de la fuerza de trabajo.
A!:¿Podría explicar qué quiere decir cuando se refiere al “régimen dominante de acumulación neoliberal”?
EW: Me refiero a la globalización impulsada por las finanzas, que ha aumentado la desigualdad, y cada vez más a los dirigentes sindicales les resulta difícil estar a la altura de las expectativas de los trabajadores, que incluyen no sólo un salario digno, sino también el coste básico de la reproducción social: las expectativas de acceso al agua potable, vivienda segura, la electricidad, la educación y la sanidad.
Los trabajadores emigrantes, por ejemplo, sufren una doble carga como trabajadores: por un lado tratan de mantener a una familia rural, y por otro mantener a otra en los asentamientos informales.
Esa crisis de reproducción social estaba en el centro de los conflictos en el cinturón de platino y la incapacidad de los sindicatos para responder a las demandas de los trabajadores en Marikana.
En otros países también - en Argentina, Rusia, China y la India, todos los países que han experimentado una rápida exposición de sus economías, antes protegidas, a la competencia mundial y la globalización - gran parte de la acción colectiva es espontánea, y los trabajadores están respondiendo fuera del sistema de negociación colectiva.
En lugar de canalizar sus quejas a través de las instituciones existentes, se lanzan a las calles, bloqueando las carreteras.
Lo que estamos viendo surgir en el contexto de la globalización neoliberal es la auto-actividad de los trabajadores y las dificultades que ello plantea a los sindicatos y la negociación colectiva.
Las acciones que han tenido lugar en Rustenburg a largo de este año no han sido lideradas por los sindicatos, sino por líderes de los trabajadores informales que articulan las reivindicaciones de sus compañeros de trabajo.
A!: ¿Los sindicatos están en crisis?
EW: Tenemos una crisis de un determinado tipo de sindicalismo, no de la idea de los sindicatos. A lo que nos enfrentamos es a una situación en la que las nociones tradicionales de organización sindical no son una respuesta adecuada a una fuerza de trabajo que ha cambiado dramáticamente.
La idea, históricamente, de solidaridad entre un grupo homogéneo de trabajadores que comparten un origen similar, color y género, ya no es apropiada para el lugar de trabajo moderno. Cada vez más estamos frente a la diversidad. Por ejemplo, el creciente número de mujeres que trabajan en las minas de oro, el creciente número de trabajadores que trabajan en sus casas. No se puede asumir como punto de partida la existencia de una fuerza de trabajo con un interés común que surge a partir de la homogeneidad.
Lo que se necesita es el reconocimiento de la diferencia y de la necesidad de construir un tipo diferente de solidaridad. Las cuestiones de orientación sexual e identidad sexual también han pasado a primer plano. En Sao Paulo, Brasil, hay una marcha anual de 300.000 trabajadores - liderada por los sindicatos - de todo el movimiento de gays y lesbianas.
Lo que estoy sugiriendo es la necesidad de construir un tipo diferente de solidaridad en el lugar de trabajo en la era del neoliberalismo.
A!: ¿Ha llegado el momento de nuestra “primavera árabe”?
EW: Tuvimos nuestra primavera árabe en 1973, con la acción colectiva espontánea en el corazón de un régimen autoritario. Lo que ha sucedido en Sudáfrica, entre 1973 y Marikana, es algo que es universal en los sindicatos y las organizaciones y es la tendencia a la burocratización, cuando los dirigentes se distancian de los trabajadores ordinarios.
Hace un siglo, el sociólogo alemán Robert Michels llamó a esta tendencia la “ley de hierro de la oligarquía”. Yo no creo que sea una ley de hierro, pero es una tendencia. Y hay que compensarla con otras tendencias que vienen de abajo, de los miembros, cuando las promesas de los sindicatos no se están cumpliendo.
Eso es lo que está pasando aquí, en Sudáfrica. Es una exigencia a las organizaciones para que respondan a las necesidades básicas de sus miembros.
A!: Zwelinzima Vavi presentó un informe político muy crítico, honesto y franco a la Conferencia.
EW: Creo que es un documento notable y un gran mérito de Cosatu que sea capaz de reflexionar públicamente sobre sus propias debilidades. Este nivel de transparencia es raro. Creo que sacó las contradicciones implícitas en la alianza de la confederación con el partido gobernante. Sin embargo, desde su nacimiento, en Cosatu ha habido debates y esos debates han sido en torno a su relación con el Congreso Nacional Africano.
Lo que posiblemente es más interesante es que sus miembros quieren con toda claridad mantener el tipo de independencia crítica que articula Vavi y que no quieren ser la correa de transmisión del partido de gobierno o de cualquier otro partido político.
En ese sentido Cosatu sigue siendo un caso único en el África poscolonial, como organización independiente, con su propia financiación, su propia cultura política y rendición de cuentas, y su liderazgo independiente. Es difícil de predecir si esta relación contradictoria podrá mantenerse.
Mi sensación es que la fuerza de Cosatu reside todavía en sus miembros y en cierto modo lo más importante del Congreso fue el apoyo renovado a un dirigente obrero independiente como es Vavi.
A!:¿Cuál es el futuro de Vavi, dada la oposición de algunos afiliados?
EW: Hay divisiones dentro de Cosatu, como las hay en cualquier organización. El diario 'Mail & Guardian' sugirió después de la conferencia que Vavi ahora era un líder disminuido. Pero me sorprendería si no gana más amplio apoyo para su gestión, ya que vivimos un momento en el que los sindicatos se han puesto a la defensiva y claramente tienen que dar prioridad a volver a lo básico. Y los miembros han dejado claro que el futuro de Cosatu depende de eso.
Así que aunque haya diferencias sobre la alianza con el ANC, creo que Cosatu se mantendrá unida y Vavi va a ganar apoyo para hacerlo.
A!: Vimos en la encuesta hecha a los trabajadores que estos tienen la impresión de que la violencia es a menudo la única manera de que la patronal escuche sus reivindicaciones?¿Cuál es su opinión sobre este tema?
EW: Creo que la violencia durante las huelgas fue una característica de la época del apartheid. Lo que me intriga es su persistencia a pesar del hecho de que tenemos derecho de huelga y piquetes.
La respuesta a ese enigma radica en el hecho de que ni las instituciones del mercado de trabajo, ni las estructuras de los gobiernos locales están respondiendo adecuadamente a las necesidades básicas de los trabajadores. El resultado es que se creen que el único lenguaje que entienden el gobierno y la patronal es la violencia.
Pero es evidente que la tradición de los trabajadores como fuerza social es no-violenta. Una huelga es una acción no violenta, un piquete es una apelación moral a los compañeros de trabajo para mantenerse unidos. Por lo tanto, donde encontramos ese patrón de violencia es contrario a los valores del movimiento obrero y apunta hacia la necesidad de revisar nuestras instituciones del mercado de trabajo.
A!: ¿Cuál es el camino a seguir? ¿Es usted optimista de que Cosatu seguirá siendo la voz de los trabajadores?
EW: Si nos fijamos en la historia, verás que cada vez que ha habido huelgas importantes, han dado lugar a una reconfiguración de la política.
La huelga de los mineros blancos de 1922 condujo a una alianza entre nacionalistas afrikaner y trabajadores blancos. La huelga de los mineros de 1946 llevó a una reorganización de la relación entre la ANC y los trabajadores negros. Las huelgas de 1973 dieron lugar a la aparición de un movimiento obrero independiente.
Creo que Marikana es otra encrucijada política para Sudáfrica. Creo que va a abrir un proceso de realineamiento político. ¿En qué dirección y cuanto tardará? La respuesta tendremos que dejarla para otra ocasión.
www.amandla.org.za - Traducción para sinpermiso.info: Gustavo Buster