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Mundo :: 17/02/2014

El Salvador: Votar en contra y votar a favor

Dagoberto Gutiérrez
Esta es la clave de las campañas electorales: cortar a la gente los caminos para todo razonamiento político que lo aproxime a las estructuras de poder reales

Votar es un acto simple, consiste en marcar una papeleta ya sea expresando preferencia por algún candidato o anulando ese voto, pero también se vota sin votar, es decir echando en blanco la papeleta a la urna. Entonces nos damos cuenta que el voto no es un instrumento tan simple por que admite formas diferentes de uso, y la sabiduría política consiste en establecer correctamente la forma más oportuna y conveniente de usar ese voto de manera electoral o de manera política.

Estamos hablando de que la persona a la que le llaman ciudadano usa el voto, lo hace su instrumento, hace de él una pieza de su conducta política, y con esto impide que la persona sea el instrumento de los dueños de esos votos, es decir los partidos políticos. Ya sabemos que cuando yo voto pago por hacerlo, que no voto gratuitamente, porque estoy ante una especie de privilegios y por eso pago. No es exactamente un derecho ante el cual no tendría que pagar nada, pero la deuda estatal establece que por cada voto recibido al partido se le da casi 5 dólares [en El Salvador], ese dinero sale del bolsillo del votante y es una razón más para aprender a usar lo que cuesta tanto.

Los matices de la relación entre lo político y lo electoral son abundantes, pero normalmente se confunden y hasta se llega a entender que una campaña electoral es al mismo tiempo política. Y algo de verdad hay en esa afirmación porque es una decisión política la que establece que una campaña electoral no debe abordar ningún problema político de importancia, es decir, que la decisión de anular lo político de una campaña es, precisamente, una decisión política, pero como estamos viendo lo electoral busca impedir que el votante se aproxime a lo político para que solo tenga ojos y cerebro para mirar y pensar a los candidatos y escuchar lo que estos dicen. Esta es la clave de las campañas electorales que en pocas palabras se resumen así: alejar al votante de la realidad, cortarle los caminos para todo razonamiento político que lo aproxime a las estructuras de poder reales, instalarle en la cabeza la idea que su deber ciudadano más importante es votar, en cualquier circunstancia.

Los sistemas políticos hablan, por eso, del derecho al voto y también del deber de votar, reservándose el uso de la compulsión para llevar al ciudadano ante la urna. Por eso insistimos en la necesidad de aprender a usar este instrumento político y esto implica aprender a pensar el voto como un instrumento, lo que significa, en realidad, una verdadera revolución en la cabeza de los seres humanos.

Un instrumento político es histórico por su propia naturaleza, es decir que está dentro del ciclo en el que aparece y también desaparece, en el que es útil y luego deja de serlo. Significa que los instrumentos suponen un uso determinado por las condiciones históricas reales, por eso mismo, las formas concretas en que yo puedo usar ese instrumento son hasta inimaginables y hay momentos reales en que yo puedo votar con la nariz tapada pero nunca con los ojos cerrados, y también puedo votar en contra sin estar, al mismo tiempo, votando a favor. Veamos esto más despacio.

En la actual coyuntura electoral se trata de votar en contra de la oligarquía tradicional, a sabiendas de que hay una oligarquía no tradicional pero burguesa que la sustituirá. Pero sabiendo que para el pueblo, para una parte del pueblo, oligarquía es la que todos conocemos, hasta con sus nombres y apellidos, que resulta ser la que perdió las elecciones el 2 de febrero. Esta es contra la que se ha luchado en el país década tras década, desde 1832 con Anastasio Aquino [líder indígena que encabezó un levantamiento campesino], pasando por la guerra de 20 años y llegando a este momento, en donde esa oligarquía ha perdido su infraestructura, en parte por la crisis planetaria del capitalismo y también ha perdido, parcialmente, el control sobre la súper estructura. Y es la fuerza que hay que golpear el 9 de marzo, porque todo mundo entiende de qué hablamos cuando hablamos de esta oligarquía, porque es contra la que se ha luchado históricamente, porque carece de argumentos históricos. Y todo esto pasa electoralmente por un voto en contra de ella, aun cuando está planteado el acuerdo entre esta oligarquía y la burguesía oligárquica que la sustituirá, porque la lucha política impone un avance paso a paso.

Ahora bien, hay que deslindar mediante un hilo fino de razonamiento el lindero, fino también, de razonamiento político sobre un voto a favor, veámoslo. La decisión de votar en contra de la oligarquía tradicional no parte de ningún compromiso con la burguesía oligárquica que la sustituirá, se trata de una decisión independiente que deja abierta la confrontación política con los nuevos dueños del aparato gubernamental.

Los sectores populares levantan, fuera de toda negociación, su propia agenda de lucha que no forma parte de ningún ideario o proyecto gubernamental, pero establece los temas o la agenda por los que el pueblo va a luchar durante un nuevo gobierno, y no supone ni la voluntad ni el acuerdo de ninguna fuerza política más que del movimiento popular. No se trata, en realidad, de una soledad porque el movimiento se construye sobre la base de amplitud de intereses y los acuerdos políticos sobre aspectos políticos del país. Es decir que estamos hablando de un movimiento político independiente de los partidos políticos, dueño de una agenda política que contiene acuerdos políticos de sectores ideológicamente diferentes, decisiones y acuerdos que ponen en el centro al país y la decisión de rescatar lo que queda de él y de construir uno nuevo sobre la base de nuevos acuerdos. Por supuesto que estos acuerdos dejan en pie desacuerdos porque estos, los desacuerdos, son la fuente de esos acuerdos.

El voto en contra de la oligarquía tradicional es parte de este proyecto y un eventual nuevo gobierno no aparece formando parte de este diseño. Los acontecimientos venideros del 2015 pueden cambiar la situación y este voto en contra de esta oligarquía también es parte de una dirección que pasa por el 2015.

Como podemos ver el uso del voto puede remontar a las urnas, a la campaña electoral, a los partidos políticos y al mismo momento electoral, este es uno de esos momentos.

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