lahaine.org
Mundo :: 24/01/2010

El sitio de Haití

Rachel Cohen y Alan Maass
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] El mensaje es el siguiente: Quedaos ahí y sufrid porque no sois bienvenidos en la ?tierra de la libertad?

El cerco de grandes buques de guerra de la costa de Puerto Príncipe es un duro símbolo de las verdaderas intenciones del gobierno estadounidense con su “humanitaria” misión tras el devastador terremoto de Haití.

La Armada y los guardacostas no están allí con alimentos, agua o equipos de rescate. Están para vigilar que los haitianos no escapen del desastre e intenten llegar a Estados Unidos.

Semana y media después del terremoto- con centenares (sic) de miles de muertos y al menos 3 millones de gentes sin hogar- incluso los principales noticiarios admiten que el despliegue de ayuda, organizado por el ejército estadounidense no proporciona ni agua ni comida a mucha gente.

En el aeropuerto de Puerto Príncipe, ahora bajo control del mando estadounidense, los vuelos militares tienen prioridad sobre los demás- incluidos aviones cargados de ayuda humanitaria que se desvían a la República Dominicana. Trabajadores de la cooperación internacional afirman que el personal estadounidense no permite a los convoyes dejar el aeropuerto sin una escolta militar armada hasta los dientes.

Y en las aguas de las costas haitianas, los buques de la Armada están preparados para detener a los haitianos si tratan de huir, en cualquier clase de barco que puedan encontrar, en un viaje desesperado hacia EE.UU. a centenares de millas de distancia.

El mensaje del gobierno estadounidense a los haitianos es el siguiente: Quedaos ahí y sufrid porque no sois bienvenidos en la “tierra de la libertad”.

Para dejar claro el asunto, un avión de transporte de la fuerza aérea se pasa horas diariamente sobrevolando Haití, no para transportar agua y alimentos sino para emitir una declaración por radio del embajador de Haití en EE.UU., Raymond Joseph: “Voy a ser sincero con ustedes- dice Joseph, según una transcripción de la página web del departamento de Estado- “si creen que llegarán a Estados Unidos y se les abrirán todas las puertas, están totalmente equivocados. Les interceptarán en el mar y los devolverán al lugar de partida ”.

Gordon Duguid, ayudante del portavoz del departamento de Estado, ha tenido la desfachatez de decir que el mensaje radiado es una “parte de los esfuerzos estadounidenses para mantener a los haitianos a salvo”. La realidad es que constituye una amenaza para reforzar la política del gobierno estadounidense con los refugiados provenientes de Haití.

Ya ha habido antes oleadas de barcos llenos de gente que escapaba de la represión política o de la exclusión económica o de ambas a la vez, y el gobierno de Estados Unidos no ahorró esfuerzo alguno para acorralarlos, meterlos en la cárcel y devolverlos a Haití. En esta ocasión, Estados Unidos confía en que su presencia militar en “misión humanitaria” detenga a los haitianos antes de que se pongan en marcha. Mandos militares estadounidenses afirman que no han detenido ningún barco que partiera de Haití, pero un reportaje del periódico británico Sun describe un intento frustrado de escapar. Cuando se extendió el rumor de que un ferry anclado en la costa estaba a punto de zarpar, una serie de barquitos lo rodearon, y los supervivientes intentaron subir a bordo. El ferry no pudo salir: “No tenemos combustible”, dijeron sus propietarios.

Pero EE.UU. sabe que los haitianos seguirán intentándolo. Altos responsables del departamento de Seguridad Nacional dijeron a los periodistas que habían trasladado a 200 inmigrantes indocumentados desde el Krome Service Processing Center -cárcel federal de inmigrantes en Miami- para dejar espacio a una eventual afluencia de haitianos.

La actitud hacia los haitianos que intentan escapar del desastre desmiente las afirmaciones del gobierno Obama y de otros funcionarios estadounidenses que afirman estar preocupados por ayudar a las víctimas del terremoto.

Según el New York Times, desde el martes los funcionariso de aduanas de Estados Unidos habían permitido la entrada en el país a “un total de 23 haitianos por razones humanitarias de asistencia médica”.

El Dr. William O’Neill, decano de la facultad de medicina de la Universidad de Miami- que ha montado un hospital de campaña en Haití cerca del aeropuerto- ha declarado que el departamento de Estado ha negado visados a muchos heridos graves para que fueran trasladados a Miami, operados y seguir un tratamiento médico. “ Es algo más que una locura”, dijo O’Neill al Times, “ es la peor de las burocracias”.

Al inicio de la crisis, Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Nacional anunció la prórroga temporal para los inmigrantes haitianos que se encuentran actualmente en el país, lo que supone una prórroga de 18 meses de su “estatuto provisional protegido”.

Eso supondría el retraso del proceso de deportación que afecta a unos 30.000 haitianos, la mayoría de ellos retenidos en centros de detención de inmigrantes dispersos por todo el país. Para otros, el 21 de enero es el día fijado para empezar los trámites para el cambio temporal de estatuto. Los funcionarios de inmigración esperan entre 100.000 y 200.000 solicitudes, a pesar de que las tasas suponen 470 dólares hasta finalizar el proceso.

Sin embargo, para los haitianos que esperan escapar del desastre actual, Napolitano explícitamente descartó la acogida en EE.UU. “En estos trágicos momentos para Haití”, declaró en conferencia de prensa, “para la gente que sufre las consecuencias de un terremoto es una tentación buscar refugio donde sea, pero intentar marcharse de Haití ahora sólo ocasionará más dificultades al pueblo haitiano y a su país”.

En un primera impresión, parecía que para la despiadada e insensible actitud de Napolitano sólo había una excepción: los niños huérfanos. La CNN informaba el miércoles entusiasmada que “ más de 50 niños haitianos, rescatados de un orfanato destruido por el terremoto la semana pasada, llegaban a Pennsylvania, y que la mayoría irían eventualmente a hogares de acogida”.

Pero la prohibición del gobierno Obama de que los haitianos entren en EE.UU. se aplica incluso a niños cuyos padres murieron durante el terremoto.

Los niños haitianos ya adoptados por estadounidenses antes del terremoto, según Napolitano, tendrán un rápido proceso, y aquellos que reunían las condiciones requeridas para la adopción internacional antes del 12 de enero tendrán “un permiso temporal por razones humanitarias”.

Pero a los niños cuyos padres murieron durante el terremoto se les deniega explícitamente esa salida del Puerto Príncipe ocupado por Estados Unidos.

La actitud del gobierno Obama hacia los haitianos que huyen de la pobreza y de la represión repite el vergonzoso modelo que se remonta a décadas pasadas.

El gobierno estadounidense trató con guante de terciopelo a los dos dictadores que gobernaron Haití durante treinta años, desde mediados de los años 1950: François Duvalier y su hijo Jean Claude, conocidos como Papa Doc y Baby Doc.

En particular, Baby Doc Duvalier fue un instrumento para los interese empresariales de Estados Unidos. En los años 1970, su gobierno redujo las tasas a la importación, dando a las compañías agrícolas- subvencionadas por el gobierno estadounidense- la oportunidad de inundar el país de arroz y azúcar- la primera materia de las exportaciones haitianas- a unos precios con los que no podían competir los cultivadores locales, lo que produjo que el sector agrícola haitiano desapareciera, y la desesperada población rural se desplazara a barrios de chabolas de Puerto Príncipe y de otras ciudades, donde algunos encontraron trabajo con salarios de hambre en fábricas instaladas por las corporaciones estadounidenses que explotaban a los obreros en colaboración con la dictadura.

De manera que la pobreza de la que escapaban en barcos rudimentarios y balsas, con la esperanza de llegar a Estados Unidos, fue una consecuencia directa de los planteamientos de las grandes empresas estadounidenses.

En 1986, una revuelta popular echó del poder a Baby Doc y los haitianos eligieron a Jean-Bertrand Aristide, radical ex cura católico, en las primeras elecciones democráticas celebradas en Haití. Sólo nueve meses después de que asumiera la presidencia, un golpe patrocinado por la CIA en septiembre de 1991 echó a Aristide. El régimen golpista llevo a cabo una represión brutal contra las gentes que habían derrocado la dictadura de Duvalier, lo que provocó el éxodo hacia Estados Unidos.

Helen Scott lo explicaba así en la International Socialist Review:

Aunque Estados Unidos orquestara en gran medida el golpe, negó tajantemente cualquier responsabilidad en los sufrimientos ocasionados. Durante el reinado del terror establecido por los golpistas en 1991, 38.000 haitianos escaparon buscando refugio en EE.UU. De ellos, sólo se concedió asilo al 5 por ciento mientras que el resto fueron repatriados o retenidos en campos de prisioneros en la bahía de Guantánamo.

De forma más criminal, las agencias estadounidenses facilitaron los nombres y direcciones los cabecillas de los grupos que habían tratado de escapar, lo que les supuso la detención, torturas y la ejecución de un número desconocido de ellos.

Durante la campaña presidencial de 1982, el candidato demócrata Bill Clinton criticó a George Bush padre por expulsar de EE.UU. a los refugiados haitianos, pero tras su llegada a la Casa Blanca, Clinton mantuvo la misma política de “mantener el ilegal campo de detención” para haitianos en Guantánamo, tal como el periodista de investigación James Ridgeway ha dejado claro. Las condiciones fueron especialmente penosas para uno grupo de 150 refugiados infectados de SIDA.

En 1994, una nueva oleada de oposición masiva al régimen golpista, unida a las continuadas migraciones de los haitianos que escapaban a los enfrentamientos, llevó a Clinton a enviar 20.000 soldados a Haití para reponer en su cargo a Aristide. La “Operación restaurar la Democracia” se enmascaró como intervención “humanitaria”. Pero sus efectos no fueron humanitarios, ni fueron “para restaurar la democracia” ya que, para recuperar la presidencia, Aristide aceptó adoptar reformas para favorecer el libre mercado que agudizaron la pobreza y desigualdad en Haití.

Durante la invasión, la prisión de la bahía de Guantánamo se llenó con decenas de miles de refugiados haitianos- que llegó a un total de 45.000 personas en 1995 y 1996, antes de que se los deportara a una país que supuestamente se había estabilizado.

Una década después, Haití de nuevo se convirtió en objetivo del gobierno de George Bush hijo. En 2004, la ultraderecha del país organizó un golpe contra Aristide con la colaboración del ejército norteamericano, que retuvo al presidente depuesto y le trasladó al exilio en una avión estadounidense. Siguiendo las pautas de actuación tras los golpes apoyados por Estados Unidos, Bush mantuvo durante su presidencia la negativa a conceder “el estatus protegido temporal” a los haitianos.

El trato de los inmigrantes haitianos indocumentados ha sido espantoso. Edwige Danticat, famosa novelista haitiana, contaba a Amy Goodman de Democracy Now lo sucedido con su tío, quien había intentado emigrar a EE.UU. en 2004:

Llegó a Miami, donde vivo, y pidió asilo temporal. Fue detenido y encarcelado en el Krome Detention Center. Tenía 83 años, y había superado un cáncer que le obligaba a hablar con la laringe. Su medicación le fue retirada y murió pocos días después, bajo la custodia del servicio de inmigración.

Las muestras de preocupación y solidaridad de los ciudadanos estadounidenses y de todo el mundo tras el terremoto de Haití, contrasta con la despiadada actitud del gobierno de Estados Unidos hacia los haitianos que quieren escapar de la desesperada situación económica y política que EE.UU. ha contribuido a orginar.

Los haitianos merecen algo más que acogida en EE.UU. Cuando menos, a quienes quieren viajar a EE.UU. se les debería garantizar la inmunidad total. Pero además, el gobierno estadounidense les debe enormes compensaciones por las últimas décadas de saqueo imperialista.

Sólo el pueblo haitiano tiene derecho a decidir cómo recuperarse de esta catástrofe natural. Se merece también el derecho a decidir el curso de su recuperación tras generaciones de sufrir el imperialismo.

Socialist Worker, 22 de enero de 2010

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal