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Mundo :: 22/11/2007

El cambio climático y la psicología de la pérdida

Joe Brewer
Toda vez que se pone en relación al cambio climático con el contexto de pérdida económica, el cerebro tiene a reforzar con mayor fuerza la relación entre ambos. Y la consecuencia es que la gente pierde de vista la verdad crucial: proteger al medio ambiente es esencial para fortalecer nuestra economía

El Washington Post publicó hace unos días un artículo con una estrategia muy clara: recurrir al miedo para inhibir la acción. Juliet Eilperin declara audazmente que el problema climático es un riesgo serio” ("climate is a risky issue"). “¡Seamos cuidadosos!”, dice, “porque vamos en camino de perder algo valioso.” Luego, la autora se encarga de agrupar todos los esfuerzos para hacer frente a la crisis climática bajo el “marco” de cosas “costosas”, aunque al mismo tiempo ignora todos los riesgos sociales serios que conllevaría la inacción.

Parece que el buen periodismo consistiera en instalar el miedo en la población. Pero esto es malo, y más aún si lo que intentamos es informar a los ciudadanos sobre las amenazas serias que enfrentamos como nación.

El artículo está repleto de referencias a esas posibles pérdidas. He contado más de quince. Los ejemplos incluyen que “costaría miles de millones de dólares”, “se cuadruplicaría el costo del carbón”, “limitar las emisiones tendría costos inmensos”. Parece que Eilperin entiende bien la importancia que tiene la repetición como modo de reforzar las asociaciones neuronales en el cerebro.

Toda vez que se pone en relación al cambio climático con el contexto de pérdida económica, el cerebro tiene a reforzar con mayor fuerza la relación entre ambos. Y la consecuencia es que la gente pierde de vista la verdad crucial: proteger al medio ambiente es esencial para fortalecer nuestra economía.

Es muy importante que, en las grandes decisiones, el miedo esté ubicado en el lugar correcto; porque el miedo y la incertidumbre son fuerzas motivacionales muy intensas. Los psicólogos tienen un nombre para este fenómeno: “aversión al riesgo” ( risk aversion). Para decirlo de manera sencilla, tenemos una tendencia mucho más fuerte a evitar las pérdidas que a buscar las ganancias. Nuestras motivaciones para cambiar las cosas tienden a caer en picada cuando los resultados son inciertos o desconocidos.

Es por eso que las personas no logran salir de las relaciones abusivas. Los males son bien conocidos pero, ¿qué pasará si decidimos salirnos? Se abre un gran signo de interrogación –y una inmensa ansiedad- que nos anima a reconsiderar. Vale más un diablo conocido que uno desconocido.

Este modo de pensar conduce a mayores abusos, y también conlleva males mayores de cara a la crisis producida por el cambio climático. El miedo a perder lo que tenemos nos lleva a temer aún más las pérdidas. Y todo ello -de manera imprudente- no hace otra cosa que colocarnos a todos en riesgo de enfrentarnos con consecuencias inaceptables.

Entonces, ¿Qué podemos hacer frente a esta amenaza inminente? En primer lugar, no ubicar el problema dentro de un marco que engañe a las personas sobre el lugar en el que se encuentran las pérdidas. Los costos de la energía ya están subiendo. La seguridad laborar ya se ha convertido en un chiste sin final, a medida que la manufactura se traslada al extranjero y las expectativas de ganancias obligan a los ricos ejecutivos a cortar beneficios. De modo que las pérdidas que conlleva el cambio climático ya acechan nuestras puertas, pero no hacemos nada para enfrentar el calentamiento global.

En lugar de ello, es importante aclarar cuáles son los costos reales de la inacción ante la crisis climática. Nuestros niños tienen asma antes de entrar al jardín de infantes. Pagamos más visitas médicas. Nuestras ciudades son azoladas por tormentas de gran intensidad y cada día más frecuencia –inundaciones, sequías, tornados y huracanes- . Pagamos para volver a construir luego de los desastres. Los virus que trasmiten los mosquitos –que ahora habitan alturas más altas y durante gran parte del año- ponen en riesgo nuestra salud. Y lo pagamos con nuestra vida.

He aquí el cuadro de situación. El mundo entero sufrirá mayores riesgos. Riesgos crecientes de pérdidas de cosechas, a medida en que cambian los regimenes pluviales. Riesgos crecientes de migraciones masivas a causa del aumento de los niveles del mar. Riegos crecientes de conflictos regionales, en la medida en que los recursos naturales se hacen más escasos.

Eilperin lo confunde. Porque el “verdadero riesgo” es permanecer inactivo y no hacer nada: seguir arruinando el aire e ignorando los males que ya nos aquejan.


Joe Brewer es un investigador del Rockridge Institute, dirigido por George Lakoff, un centro científico de activismo político antineocon.

e Institute, 7 noviembre 2007. Traducción para sinpermiso.info: María Julia Bertomeu

 

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