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Europa :: 06/11/2007

El éxodo de rumanos de Italia

Marina Minicuci
[Traducido para La Haine por Xiomara Rodríguez] De la estación internacional de autobuses de Roma, están partiendo desde hace unos días, uno tras otro, autobuses con destino a Rumanía.

Repletos de gente que ha recogido sus pocos trapos juntados durante su miserable permanencia en Italia, y escapan aterrorizados de este país que ya no los quiere, y los persigue. Desde hace unos días hay una cacería de rumanos. Ayer, una banda de fascistas encapuchados agredió y dio una paliza a un grupo.

El gobierno de Prodi ha aprobado un decreto urgente que permite la expulsión de ciudadanos extranjeros que cometieron delitos. Así el alcalde de Roma y nuevo líder del Partido Democrático, Walter Veltroni, ha podido decidir la repatriación de éstos por centenas, y ordenar la evacuación de un campo de nómadas rumanos. Llegó la policía y en pocas horas destrozó las miserables casas de chapa. Veltroni ha hecho un discurso para la televisión rumana, el ministro del exterior rumano ha venido a Italia, los periódicos italianos no hablan de otra cosa y muchos periodistas confunden rumanos con gitanos, demostrando así no saber siquiera de lo que hablan. Pero a esto ya estamos habituados.

La locura xenófoba del gobierno de centro-izquierda (la de la derecha ya la conocemos) ha explotado por el siguiente hecho: un rumano ha torturado y matado a una señora de Roma.

Los homicidios están a la orden del día, obra de italianos y extranjeros. En la escalada son los maridos los que matan a las mujeres (y viceversa de vez en cuando), los hijos que matan a los padres, los padres que matan a los hijos, los amantes que matan a los amantes. Los locos que matan después de cometer estupro o por el sólo gusto de tomarse una pequeña revancha contra el mundo, o aquellos que te hacen rebanadas y te meten en el congelador. Los ladrones que matan joyeros, estanqueros, los que matan viejitas por robarles la pensión. Y después están las mafias made in Italy. Sólo en Nápoles, en el barrio español, aparecen muertas cerca de 200 personas al año, son mafiosos que se matan entre ellos. Y esto sólo por parte de la camorra (mafia napolitana), pero está también la notable mafia siciliana, y la otra menos notable, pero ahora más feroz mafia calabresa (n'andrangheda). Entre las mafias exóticas, está la china, que no interesa a nadie porque los chinos tienen el buen gusto de matarse entre ellos y hacerlo de modo discreto, sin turbar nuestra sensibilidad. Después está la albanesa y finalmente la rumana.

Nos ha dicho Veltroni, para justificar la purga fascista, que el 75% de la criminalidad organizada está en manos de los rumanos. No tengo elementos para contrastar la cifra. Pero me parece un cálculo muy poco verosímil. A menos que quisiese decir que entre los extranjeros que delinquen en Italia, la mayor parte son rumanos. Pero esto es matemático, dado que los rumanos son la comunidad extranjera más numerosa en Italia y están también entre los que viven en las peores condiciones, en esas chabolas que ayer el alcalde de Roma ha mandado destrozar.

Así descubrimos que la responsabilidad ya no es individual, sino colectiva. No se trata de un señor rumano que ha matado a una señora italiana, sino de un pueblo entero que viene a considerarse responsable de la acción individual de uno de sus ciudadanos. Esto abarca las mujeres rumanas que curan a nuestros viejos y limpian nuestras casas, sus hijos inocentes, los trabajadores, limpiacasas, electricistas, fontaneros que viven en barracas como bestias para poder mandar dinero a casa o ahorrar algún euro para poder construirse un día, tal vez, una casita en su país. ¿Qué tienen que ver ellos?

Italia es un país que está retomando, a grandes pasos, su tradición no democrática, y la responsabilidad de esto ha de imputarse en buena parte al hecho de que la izquierda está en este gobierno.

El desastre del país es total. Los servicios son del tercer mundo. El costo de la vida está entre los más altos de Europa y los salarios son los más bajos de la Unión Europea, si se exceptúan los nuevos miembros, como Rumanía por ejemplo. Tenemos casi mil parlamentarios (la flota más vasta y mejor pagada de Europa ¡quince mil euros al mes!) Y lo que es peor: no tenemos más una derecha berlusconiana a la que combatir. Ahora en el gobierno están las izquierdas, están los Comunistas Italianos, está Refundación con sus facciones más a la izquierda como los compañeros de "l'Ernesto", de "Ser Comunistas", los troskistas, está "Izquierda Democrática", están los "Verdes". Y no tenemos más nada que combatir ni esperar.

Por otra parte, hace tiempo nos había amonestado Rossana Rossanda: “En la izquierda hemos dejado de sorprendernos y amargarnos por las medidas tomadas por el gobierno de centroizquierda. Una cosa es buscar modificar las opciones, y otra pensar que pueda funcionar de otra forma” Ya, paramos. Todavía me pregunto ¿qué sentido tiene “buscar modificar las opciones del gobierno” si no se puede razonablemente pensar que podrán ser modificadas? Estar en este gobierno hace muy mal a la izquierda que está perdiendo piezas todos los días, y fortalece y hace prosperar a la derecha que hace decenios no era tan fuerte en Italia. Pero si ahora la izquierda saliera de este gobierno en el que está empantanada hasta el cuello, resultaría evidente que no debía tampoco haber entrado en el gobierno. Resultaría evidente que no se ha entrado en este gobierno con la convicción, y tal vez ni siquiera con la esperanza, de cambiar un poco las connotaciones. Resultaría evidente que los compromisos o se aceptan o no se aceptan. Que la lucha es radical, o no es.

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