El torbellino de la integración

Las negociaciones de integración regional están precipitando vertiginosos cambios en los alineamientos de América Latina. Para disuadir la concurrencia europea Estados Unidos ensaya una reconstrucción parcial del ALCA, a través de los convenios bilaterales suscriptos con los países centroamericanos y andinos.
El MERCOSUR oscila entre la crisis provocada por la construcción de las papeleras en Uruguay y un relanzamiento auspiciado por Argentina y Brasil. Con la incorporación de Venezuela se amplían negocios capitalistas de esa asociación que socavan el proyecto igualitarista del ALBA. El Banco del Sur se perfila como un ente de refinanciación de la deuda pública. La ampliación del MERCOSUR apunta a neutralizar la radicalización política del proceso bolivariano y busca reducir su proyección continental.
La suscripción del TCP se inscribe en la perspectiva del ALBA y confronta con la política de balcanización comercial norteamericana que desmembró al CAN.
La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia marca una significativa ruptura con las privatizaciones de los 90. Pero el alcance de esta medida es aún incierto y su futuro dependerá del destino asignado a la nueva renta estatal. La decisión adoptada en el Altiplano contrasta con la continuidad de las concesiones petroleras en Argentina. La nacionalización integral de la energía en toda la región es indispensable para un proyecto de integración popular.