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Mundo :: 13/03/2021

Elecciones en Perú: los distintos significados del cambio

Yair Cybel y Sergio Pascual
A escasas semanas de las elecciones presidenciales, Perú quiere un cambio y los candidatos lo saben. Analizamos el escenario electoral y las propuestas de transformación

Si América Latina viviera la política con el sabor a showbusiness de los estadounidenses, el 11 de abril se llamaría el Superdomingo. Y es que los ojos del mundo están ya sobre la segunda vuelta ecuatoriana entre los dos paradigmas enfrentados durante dos décadas: el neoliberalismo del banquero Lasso y el progresismo internacionalista de Andrés Arauz. En la misma jornada Chile elegirá a aquellos y aquellas que le harán (o no) dejar atrás el símbolo más vivo de su época más negra: la Constitución pinochetista. Finalmente, la votación en Perú es –a priori– la que menos certezas acarrea pero al mismo tiempo la que puede generar un mayor impacto en la correlación de fuerzas en favor de un giro progresista en la región.

Perú atraviesa una profunda crisis institucional que se remonta a varios años atrás. A la dictadura fujimorista le siguieron gobiernos que se caracterizaron de manera transversal por dos rasgos: todos sostuvieron un modelo económico neoliberal y absolutamente todos se vieron signados por grandes casos de corrupción. Toledo, Humala, Alan García, PPK y hasta el propio Vizcarra, recientemente afectado por el escándalo del VacunaGate. El país andino ostenta por derecho propio el podium de expresidentes recientes encarcelados o huidos de la Justicia. Por la derecha o por el centro, con discursos populistas o liberales, los últimos treinta años del Perú se caracterizaron por un crecimiento económico sin redistribución y la consecuente crisis de representación política.

La acumulación de descontento hace de esta elección un momento clave para la historia peruana, que celebra el 28 de julio el bicentenario de su independencia. Los peruanos aún no decidieron su voto del 11 de abril, pero saben lo que no quieren: seguir como hasta ahora. Esa es la razón por la que, hasta la fecha, ¡ningún candidato llega al 12 %!. Las adhesiones no transcienden a electorados de nicho o maquinarias de partido.

Pero en el ambiente se percibe que la que se avecina será una elección plebiscitaria. En diciembre de 2020 una encuesta de CELAG arrojaba que el 67 % de los peruanos opinaban que la crisis política la podría solventar una nueva Constitución. El 42 % afirmaba sin ambages querer una nueva Constitución y sólo 7,7 % se inclinaba por mantener intacta la Constitución fujimorista.

Todo apunta a que los peruanos quieren votar por un quiebre en su historia. No necesitan un nuevo o nueva presidenta sino un nuevo contrato social. En ausencia de esta oferta trascendental y definitoria, el electorado se instala en la desesperanza en las elecciones y escepticismo con los dirigentes. La abulia “empata” a todas las candidaturas y empuja a la abstención o la indefinición a la mayoría del voto.

No obstante, a poco más de un mes para los comicios, el escenario comienza a arrojar algunas pistas en una elección con 23 candidatos presidenciales: la última encuesta de IEP -publicada este domingo-, da cuenta de que la intención de voto está encabezada por Yonhy Lescano (11,3 %), seguido de cerca por Verónika Mendoza (8,9 %), quienes -aunque aún resta mucho tiempo- estarían entrando a una segunda vuelta. Son precisamente los dos candidatos más rupturistas, los que más han jugado con la idea de un cambio constitucional.

Más atrás los siguen el exarquero del equipo de fútbol Alianza Lima, George Fosyth, y Keiko Fujimori, la hija de Alberto, que va por su tercer intento presidencial tras dos derrotas en el balotaje en 2011 y 2016.

Existe un evidente estrechamiento de las opciones de centro en favor de propuestas más radicales (las que van a la raíz de los problemas). Por un lado, el tándem Lescano/Mendoza, hacia la izquierda, por el otro Keiko y el sorpresivo ascenso de López Aliaga, como expresión del fortalecimiento de una opción de derecha. ¿Qué tienen en común ambos polos? Un discurso impugnatorio de la realidad actual del país, un voto de rechazo al statu quo. En el medio (que no en el centro) y perdiendo posiciones, tanto George Forsyth como Julio Guzmán, representantes de una centro-derecha liberal, más asociada a una continuidad que a un cambio.

Lescano, el mejor posicionado en un escenario de bajísimas adhesiones, es un abogado puneño diputado nacional durante los últimos 18 años. Si bien su partido Acción Popular (AP) es el mismo del expresidente Merino -que se sostuvo en su cargo apenas unos días y debió salir tras una masiva movilización popular-, Lescano logró imponerse en las internas y encabezó un giro discursivo para despegarse del sector más conservador de AP. A sus 62 años se presenta como un caudillo de centro-izquierda conservador que logra amalgamar reivindicaciones populares, como la nueva Constitución o la nacionalización de sectores estratégicos, con una marcada oposición a la agenda de género. Al mismo tiempo, su histórico partido le aporta una base sólida de partida y la aureola de capacidad de gobierno que podría atraer a un electorado que busque “el mal menor”.

En el último mes Lescano ha crecido en las encuestas y ha logrado posicionarse como primera opción en un país que aún sostiene altísimos niveles de indefinición del voto (un 31 % de los peruanos no sabe a quién votará). Pese a la algarabía inicial, el primer lugar en las encuestas no es garantía de nada: desde 2006 a esta parte todos los candidatos que encabezaron las mediciones terminaron derrotados. Sin embargo, hay una realidad: Lescano ha logrado el objetivo complejo de construir una retórica antisistema desde un partido político tradicional, con posiciones más moderadas que las de Mendoza, pero con una agenda de cambio.

A Lescano lo sigue Verónika Mendoza, quien continúa siendo la más estable de las primeras opciones: con un crecimiento constante, Mendoza se ubica en segundo lugar y encabeza las preferencias de voto en jóvenes y en el Perú rural. Según publica IEP, su electorado tiene una mayoría de mujeres (51 %), de sectores populares (es la candidata más votada en el nivel socioeconómico E) y una fuerte presencia territorial en el Sur, donde se ubica segunda detrás de Lescano y concentra el 13 % de intención de voto.

Mendoza sigue en la palestra de favoritos desde el mes de noviembre, cuando logró conectar con las protestas callejeras y fortaleció su discurso impugnatorio proponiendo una “Segunda urna” a modo de referendum constitucional en las elecciones presidenciales. Para lograr su objetivo, Mendoza tiene por delante varios desafíos: 1) lograr que, efectivamente, los peruanos voten el 11 de abril en clave plebiscitaria, 2) concentrar el voto útil de izquierda sin ahuyentar al votante desideologizado (los candidatos Castillo y Humala acumulan un 4,8 % de intención de voto, que sería de nodal importancia para acceder a segunda vuelta) y 3) mejorar sus números en el territorio: por un lado el Sur, de tradición más combativa y donde disputa mano a mano con Lescano; por otro lado está Lima Metropolitana, el popular conurbano limeño. Con un discurso volcado a las mujeres, los sectores populares y los jóvenes, Mendoza propone una segunda reforma agraria, la provisión de internet como derecho humano y una nueva legislación para la minería, ejes que podrían ser clave para seducir a estos sectores.

Tercero y golpeado se ubica el mediático George Forsyth. En caída libre desde comienzo de año, hoy supera apenas los 8 puntos en intención de voto. Si bien sigue conservando una importante representación en jóvenes y en Lima Metropolitana, el desgaste de encabezar las encuestas se suma al proceso de exclusión que se le abrió por omitir declarar ingresos, un proceso que pone en riesgo su candidatura. Hace unas semanas, preocupado por la pérdida de votos por la derecha, asumió un discurso de “mano dura” que lo lleva a disputar ya claramente en el lado derecho del electorado, abandonando toda esperanza de presentarse como outsider atrapalotodo.

En último lugar del pelotón de los de arriba se ubica Keiko Fujimori. La hija del expresidente Alberto Fujimori que, lanzó una campaña centrada en la figura de su padre, cambió su característica K de Keiko por el apellido paterno, sacó un spot con el título “El Chino vuelve” y apuesta a la confrontación con Verónika Mendoza, la izquierda y el populismo para consolidar un electorado de derecha y garantizarse el pase a segunda vuelta. Una preocupación para ella: en las últimas semanas, Rafael López Aliaga, otro candidato ultraconservador, ha ganado espacio en medios y amenaza con robarle parte de su espacio de representación.

A poco más de un mes para que se defina el proceso electoral en Perú, podemos esbozar algunas conclusiones: en una elección donde todo parece indicar que habrá segunda vuelta, cuatro de los 23 candidatos pican en punta. Mientras el escenario se polariza al calor de los casos de corrupción, el futuro del país se define alrededor de quien logre ocupar mejor la idea de cambio de época (como Constituyente en la izquierda o como retorno a la mano dura de los tiempos de la dictadura en la derecha). Con una fuerte volatilidad del voto y una importante indefinición, la posibilidad de un balotaje con una candidata de izquierda parece cada vez más factible. Será cuestión de esperar a un 11 de abril para el infarto, donde el resultado de Perú puede aportar la sorpresa esperanzadora para la izquierda regional.

celag.org

 

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