lahaine.org
Medio Oriente :: 10/06/2009

Elecciones legislativas en el Líbano: Hizbulá prefirió perder

Mónica G. Prieto
"Hizbulá no quiere gobernar, quiere participar en la toma de decisiones", ante la certeza de que se repetiría una situación como la de Gaza, con ataques occidentales

Hace dos semanas, la victoria de los aliados de Hizbulá en las elecciones legislativas del Líbano se daba por hecha. Las encuestas les otorgaban una ventaja de entre dos y tres escaños, los analistas especulaban con las consecuencias internas y externas de la coalición compuesta por cristianos y chiíes —hace unas décadas sin representación política en el país del cedro— y la mayoría parlamentaria, que el domingo confirmó su permanencia, cerraba filas tras el discurso del miedo para evitar la derrota.

"Si gana el 8 de Marzo, el Líbano estará dirigido por Irán y Siria", fue la consigna más escuchada. "Si vencen, nuevos frentes se abrirán para la resistencia", bramaba el líder de las Fuerzas Libanesas, Samir Geagea. "El Líbano se transformará en una república bananera", añadía en otro de sus mítines.

Hay que entender que en el Líbano coexisten dos mundos, tan complejos como alejados entre sí: los partidarios de la coalición de suníes y cristianos respaldada por EEUU y la Unión Europea —apodada el 14 de Marzo— y los seguidores de la coalición de chiíes y cristianos respaldada por Irán y Siria, conocida como el 8 de Marzo. Y en el primer campo, profundamente antisirio, el discurso del miedo ha calado tanto que muchos estaban convencidos de que una victoria del 8 de Marzo implicaría la imposición de un régimen islámico.

El voto del miedo parece haber sido determinante en la elección vivida el domingo en el Líbano, y que ha permitido a la coalición prooccidental renovar su mandato por otros cuatro años. La campaña de Hizbulá ha sido inusitadamente agresiva. A diferencia de la táctica de Hamas en Gaza, cuando antes de las elecciones de 2006 dudaba razonablemente de la victoria, Hizbulá ha dado por hecho que arrasaría en las urnas, una estrategia destinada, según algunos observadores, a perder para evitar un posible bloqueo internacional como ocurrió con la franja palestina y un ataque israelí que desde Tel Aviv se planteaba inevitable.

'Hizbulá no quiere gobernar'

"Hizbulá no quiere gobernar, quiere participar en la toma de decisiones", explicaba a elmundo.es un analista europeo destinado desde hace ocho años en el país del cedro. En ese contexto inscribía el periodista estadounidense Nicholas Noe, director de la web Mideastwire.com, el discurso pronunciado por Hasan Nasrala a principios de mayo, en plena campaña, cuando se refirió a los combates de 2008 en los que el Partido de Dios tomó el Beirut musulmán por las armas para obligar a la mayoría a retirar una de sus decisiones gubernamentales como "una jornada gloriosa". "No tiene ningún sentido hace esa declaración si se pretende atraer el voto de todos los libaneses", apuntaba Noe.

Las repercusiones que podría conllevar un Gobierno de Hizbulá —aislamiento occidental, recorte de ayudas exteriores como ya adelantó Washington, o la posibilidad de un ataque israelí— han condicionado el voto de los libaneses, que han preferido la continuidad y la relativa protección [interesada] de EEUU y la UE a verse catalogados como país miembro del 'eje del mal' que George W. Bush concibió en 2001.

Los observadores atribuyen el fracaso de sus predicciones a varios factores: el alto porcentaje de error de las encuestas electorales en Líbano, la incógnita del voto de los expatriados —masivo pero imposible de ser sondeado con antelación, dado que este electorado llegó horas antes de los comicios— y la compra de votos.

Aceptar los resultados

"Aceptamos estos resultados (...) de forma democrática y aceptamos que la formación gobernante ha ganado la mayoría parlamentaria", dijo Nasrallah en un discurso emitido por televisión, un día después de la victoria sorpresa de la coalición pro-EE.UU.

Durante la campaña, el 14 de Marzo [pro-EE.UU.] y en especial su máximo responsable, el líder suní Saad Hariri, rechazó semejante posibilidad, pero el domingo su socio de coalición Walid Jumblatt sí admitió que la fórmula de la cohabitación es la más razonable para un país profundamente polarizado.

Todos los analistas coinciden en que un Ejecutivo de coalición —"el primer gobierno americano-iraní de la Historia", como lo describe el politólogo Ramy Khouri— es el más deseable para impedir un bloqueo de las instituciones, que ya mantuvo al país sin presidente y con el Parlamento cerrado durante dos años. En Hariri recae la última palabra.

Pero tampoco podrá hacerlo a espaldas del 8 de Marzo, dado que mantienen 58 escaños en un nuevo Parlamento que se enfrenta a diferentes desafíos en esta legislatura, como mejorar las relaciones con Siria —con quien el Líbano retomó relaciones diplomáticas hace solo unos meses, rotas por presión de EE.UU.—, el desarrollo de la investigación del Tribunal Internacional que investiga los crímenes políticos en el Líbano y el debate sobre las armas de Hizbulá, que los chiíes no están dispuestos a entregar.

El Mundo / La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal