En el Alto Parapetí boliviano: Esclavitud y lucha por la tierra
Humberto Fuentes Arena comenzó a trabajar en la hacienda cuando tenía 8 años. “Salíamos a las 4 de la mañana –recuerda– y volvíamos ya de noche. Pero ni casa teníamos. Solamente una sombrita en donde dormir un ratito hasta volver a trabajar”, explica en un receso de la asamblea de la comunidad de El Arenal (Alto Parapetí), en la que se discuten los avances y dificultades que se dan en el proceso de saneamiento de las tierras guaraníes en la zona.
Humberto repasa un pasado que todavía es presente para muchos: “La comida que nos daban no era comida. Era agua de zapallo que no alcanzaba para los 30 ó 40 peones que éramos allí. Algunos no comían en todo el día”. Él y su familia recibían “hartísimos” castigos físicos en forma de chicotazos (latigazos), y si algún día no iban a trabajar, los tres patrones –Demócrito, Manuel y Manuelito, nombres que nunca olvidará– “venían montados a caballo haciendo tiros al aire”.