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Europa :: 04/09/2025

Escaladas en la retaguardia

Slavyangrad / La Haine
La realidad actual de la guerra es de desgaste en Donbass y de ataque a infraestructuras en el Oeste, con crecientes avances rusos y pérdidas importantes de personal ucraniano

"Los rusos atacan Ucrania con drones Shahed. La defensa aérea opera en Kiev. No hay objetivos militares: Rusia está atacando la ciudad durante horas de trabajo, cuando mucha gente está en las calles", escribió ayer Andriy Ermak (mano derecha del presidente/dictador ucraniano). "Los ataques con misiles contra edificios de apartamentos se han convertido en un distintivo de la tecnología de guerra rusa", había escrito días antes Mijailo Podolyak pese a que ese tipo de incidentes han sido relativamente escasos en esta guerra (especialmente comparados con la de Israel en Gaza, que Ucrania apoya). "Intentan hacer insoportable la vida en las ciudades ucranianas, sembrar el miedo y el pánico, y obligar a los civiles a presionar al gobierno para que capitule", añadió el asesor de Andriy Ermak.

La dinámica de acusar a Rusia de atacar únicamente objetivos civiles -aunque posteriormente quede constatados impactos en bases militares o industrias vinculadas a la producción militar- se ha convertido en el principal argumento con el que Ucrania y sus aliados europeos exigen más apoyo a Kiev y, en la práctica, la continuación del statu quo que permite que la guerra sea la principal vía para lograr la paz. "El único que quiere esta guerra es Rusia", ha afirmado Zelensky en uno de sus vídeos diarios de comunicación con la nación. La retórica de paz es necesaria, ya que aparentar esos deseos es un prerrequisito importante para mantener el apoyo de Trump.

Todas las partes quieren paz, pero la ansían solo si se produce en sus términos, algo que ha quedado claro en el caso de los países europeos, que admiran la guerra en la distancia, sin que sus ciudades estén expuestas a los misiles rusos y sin que sus soldados tengan que acudir al frente a matar y morir. Esa opción también es compartida por el régimen ucraniano, dispuesto a continuar la guerra como hasta ahora en busca de su versión de paz. "Por eso la presión sobre Rusia debe continuar", prosiguió Zelensky, insistiendo en la receta de aumento de uso de la fuerza tanto militar como económica para lograr su objetivo.

Ucrania predica con el ejemplo y no teme que sus actos sean comparados con los de Rusia, ya que en estos once años desde que comenzó la guerra de Donbass ha podido comprobar que el escrutinio de la prensa es diferente dependiendo de quién dispara los drones o misiles. "Dada la precisión del enemigo al atacar las instalaciones energéticas de Ucrania, es imposible hablar de errores de puntería", escribió Podolyak en referencia a los ataques contra viviendas de la población civil.

Los comentarios de Ermak y Podolyak ponen de manifiesto la capacidad ucraniana de colocar su mensaje y no recibir preguntas incómodas. Ayer mismo, los medios rusos mostraban las imágenes de dos impactos directos de drones ucranianos en edificios residenciales de la ciudad de Rostov, que provocaron sendos incendios en los pisos superiores. La misma lógica que aplica Podolyak -al argumentar que, si Rusia tiene una puntería tan afilada al atacar infraestructuras energéticas, también ha de considerarse que apunta directamente contra las viviendas de la población-, puede atribuirse a Ucrania. Pero los ataques ucranianos a civiles en Rusia no salen en los medios.

"Hay razones emocionales para esto", añadió Podolyak en referencia a los ataques contra viviendas civiles que trata de presentar como deliberados y continuados, "los rusos odian a los ucranianos con furia animal por su resistencia. Y hay razones racionales: debido a la estática línea del frente, han desplazado la presión hacia la retaguardia". También este aspecto puede utilizarse para describir la actuación ucraniana. La guerra de desgaste mantenía el frente relativamente estático, con pequeñas ganancias territoriales que, en ocasiones, eran difíciles de mantener. Ayer, Ucrania afirmó haber recuperado dos minialdeas de Donetsk, mientras que Rusia confirmó haber capturado casi todo el importante nudo defensivo de Pokrovsk, lo cual le da vía libre hacia la retaguardia ucraniana.

Cada paso adelante en Donetsk o Lugansk, donde las tropas rusas ahora atacan en dirección a Seversk, localidad a la que han mantenido bajo asedio durante tres años y medio de guerra, es largo y se produce a costa de fuertes bajas ucranianas. Con la línea del frente moviéndose hacia el oeste -desde hace meses a favor de Rusia, con riesgo de que se produzca un colapso-, Ucrania ha apostado por los ataques a civiles en la retaguardia. Pero desde la cumbre de Alaska, la guerra aérea rusa se ha intensificado, tratando de dañar al máximo las infraestructuras militares e industriales rivales para conseguir minar la logística de su enemigo y posiblemente una retirada del frente ante la posibilidad del inicio de unas negociaciones que busquen determinar cuáles serán las fronteras de facto que resulten de esta guerra.

Desde hace semanas, Ucrania ataca activa y diariamente, aunque sin éxito, las refinerías rusas de petróleo fuertemente defendidzas. "Los ucranianos llevan más de un año atacando refinerías rusas con drones, pero recientemente, el misil de crucero Neptune, con un alcance de casi mil kilómetros, parece haber dado un nuevo impulso a esta misión", escribía recientemente la analista militar Patricia Marins en referencia a los ataques a las infraestructuras energéticas, aspecto que la prensa critica únicamente cuando es Rusia quien bombardea esas instalaciones. Curiosamente, pese a las quejas de Podolyak, Moscú no está actualmente atacando ese tipo de objetivos, sino que se centra en la industria militar ucraniana. Sin embargo, la realidad objetiva es tan solo un detalle y el discurso puede permitirse proyectar en Rusia aquello que Ucrania está haciendo sin temor a críticas o preguntas de los medios.

Los motivos por los que Rusia y Ucrania están centrándose actualmente en esos blancos son claros y responden a las necesidades del presente en el caso de Ucrania y del futuro en el de Rusia. Mientras Kiev trata de minar la logística para ralentizar el suministro al ejército ruso y las capacidades rusas en el frente, Moscú no solo trata de evitar un aumento de la producción militar para ser enviada actualmente al frente, sino dificultar la reconstrucción de la industria militar en vistas al proyecto de militarización del país que preparan Ucrania y sus aliados extranjeros.

Destruir al máximo esas infraestructuras es lo que actualmente hace Rusia para tratar de lograr su objetivo de desmilitarización o reducción de las capacidades militares de Ucrania. Este aspecto es importante ahora, ya que comienzan a aparecer informaciones que admiten algo que ya era un secreto a voces: la colaboración de empresas occidentales en la producción sobre el terreno en Ucrania. Es el caso, por ejemplo, de la alemana Quantum Systems, productora de drones, que según Politico afirma que "todo el desarrollo de la industria de los drones está ocurriendo en el Donbass, no en Silicon Valley" y que espera que otros fabricantes de drones sigan su ejemplo.

A lo largo de las últimas semanas, Kiev y sus aliados se han jactado del (inexistente) éxito ucraniano en la destrucción de refinerías, infraestructuras imprescindibles para el funcionamiento civil y militar de Rusia que, al contrario que Ucrania, cubre autónomamente y sin envíos de sus aliados sus necesidades de combustible. Como incluso medios ucranianos han admitido esta semana, Ucrania se surte de diésel exportado por India, petróleo ruso refinado en el país.

En referencia a esos ataques y a las cifras de destrucción que están dándose en la prensa occidental, Patricia Marins insiste en que, aunque Ucrania y sus aliados europeos "aún sueñan con destruir estas refinerías, lo cierto es que solo se interrumpen unas horas para reparaciones. Pero los ataques son cada vez más frecuentes sin afectar la producción rusa. Las refinerías abarcan decenas de miles de kilómetros cuadrados, por lo que los ataques tendrían que ser mucho mayores que los actuales. Sin embargo, la frecuencia de los ataques está aumentando, y con Neptuno, la carga explosiva también ha aumentado", algo difícil de paliar teniendo en cuenta la vasta extensión de la Federación Rusa.

Minar la logística rusa y obligar a Moscú a utilizar sus defensas para proteger estas infraestructuras exponiendo otros lugares es el objetivo claro de Ucrania, una táctica que requiere de constantes ataques que son más viables en caso de un mayor apoyo de sus socios occidentales, aunque sus tecnologías sean inferiores a las rusas, algo a lo que también apunta Marins.

La realidad actual de la guerra es de desgaste en Donbass, con crecientes avances rusos que no siempre pueden sostenerse, pérdidas importantes de personal ucraniano al quedar expuestos a los drones enemigos, y una guerra aérea que no solo no va a detenerse, sino que continuará escalando hasta que se llegue a las dos vías por las que se puede conseguir el final: la derrota total o una negociación.

Por el momento, continuarán, con evidente apoyo occidental, los ataques ucranianos contra las infraestructuras energéticas rusas y los edificios residenciales, lo que reforzará la insistencia rusa en bombardear localizaciones en las que se producen esas armas. Ese es el ciclo de la guerra que no puede detenerse sin una verdadera negociación que vaya más allá de las acusaciones en las redes sociales o la proyección occidental de los pecados propios en el bando contrario.

 

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