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Venezuela :: 25/12/2015

Esperando a San Nicolás

Guillermo Cieza
Nicolás Madurop tiene que tomar las medidas necesarias para salvar a su gobierno y salvar a la Revolución bolivariana. Insisto, por separado no se salvan

En el mes de julio, en ocasión de la FILVEM (Feria del libro) en Caracas me encontré con un veterano militante que siempre me sorprende con sus contundentes comentarios.

Me dijo en esa oportunidad: “Han decidido sacrificar la revolución para salvar al régimen”. El compañero exageraba, pero con lucidez planteaba alternativas que se recortaban en el horizonte.

El pronóstico del compañero no se ha cumplido, pero el 6 D vuelve a barajar las cartas y nos proporciona una alternativa inesperada. Más de dos millones de venezolanos que se abstuvieron y otros cientos de miles que ejercieron el voto castigo, han colocado al país en una situación picante, donde la suerte de la revolución y el gobierno quedan fuertemente atadas. Ninguno se salva solo. El escenario de un gobierno como el de Syriza en Grecia, que termina por ejecutar la agenda de la derecha resulta ilusorio.

Si el Imperio y la derecha pueden torcer la política de gobierno irán por todo y tendrán cuentas pendientes que ajustar con todos aquellos que fueron parte del chavismo. Peor aún, su política será la revancha y el escarmiento

Planteado esa perspectiva corresponde comenzar un diagnóstico reafirmando que lo que sucede en Venezuela no es fruto de la casualidad. Buena parte de la inteligencia del Imperio está puesta en desestabilizar al gobierno. En America Latina es el objetivo central.

También es necesario valorar que la derecha encontró su mejor arma para desestabilizar al gobierno bolivariano en la guerra económica.

Este diagnostico preocupa porque después de derrotar al gobierno el 6 D y controlando la Asamblea Nacional, la derecha bien podría pensar que su mejor estrategia es no provocar al chavismo de base con medidas que pudieran provocar un contragolpe. Puede elegir seguir desgastando el gobierno con el desabastecimiento y el aumento artificial de precios, con el propósito de conseguir un triunfo contundente en el revocatorio y después hacerse del ejecutivo.

Ese es un posible mapa de ruta hacia el poder, que además abona a una derrota estratégica, apuntalando la conciencia de que el socialismo es un fracaso.

La existencia de una guerra económica, una guerra exitosa en limar la base de apoyo popular del chavismo, esta fuera de discusión. Pero también esta fuera de discusión que el gobierno ha tenido enormes dificultades para enfrentar esa guerra por desconocimiento, ineficacia y también por intereses creados anidados en sus propias filas.

Esto no lo decimos solo nosotros. Lo dice el pueblo cada vez que se expresa, en las colas, en las reuniones familiares, en las asambleas. Y lo confirmo una parte del pueblo no concurriendo a votar el 6D, o votando en contra.

Es ampliamente conocido de que en tiempos de emergencia alguien sugirió la tesis de que en el corto plazo se podía golpear a la burguesía local con políticas importadoras. El problema es que el remiendo se convirtió en vestido y la picardía se convirtió en verdad económica. La burocracia siempre ha tenido la capacidad de reverenciar lo fatuo y fue así como la importación empezó a tener virtudes anticapitalistas. Las filiales locales de las multinacionales asentadas en Brasil y Argentina, se convirtieron en esfuerzos productivos de la Patria Grande y un puñado de gestores se montaron en el negocio. No hace falta nombrarlos, son ministros y altos funcionarios que todos conocen. La fiesta de las importaciones y de las comisiones se aguó cuando bajaron los precios de petróleo, escasearon los dólares y el país se encontró sin dinero para importar, y con una escasa producción nacional de reemplazo.

No se necesita ser economista para advertir que es muy difícil conducir un país en guerra económica si no se controla el comercio exterior y la banca, dos elementos fundamentales para manejar el tipo de cambio.

La reducción de ingresos por la baja de los precios petroleros torna aún más insostenible la estructura impositiva regresiva y que se continue subsidiando el consumo de combustible de automóviles de alta cilindrada, y uso suntuario.

Desplazar a quienes por intereses creados se montaron en el negocio de la importación y tomar las medidas económicas planteadas son coherentes con el Plan de la Patria, con avanzar con la Revolución, pero después del 6 D, también garantizan la supervivencia del gobierno.

Lo que ocurre con la economía, ocurre con los organismos de decisiones políticas.

La consigna de “Comunas o Nada” que fue el último gran llamamiento de Chávez, un llamamiento lúcido y desesperado, fue metabolizada, rebajada y reducida a una mínima expresión en los últimos años de gobierno. Gobernadores, alcaldes y mediocres funcionarios y dirigentes del Partido vieron a las Comunas como un recorte de su poder y una amenaza a su autoridad.

A partir de 2014 los comuneros fueron perdiendo poder y se replegaron a sus territorios, de los que solo los rescató la convocatoria a conformar el Consejo Presidencial de Comunas.

Después del 6 D, y retomando la linea del Golpe de Timon, la iniciativa de constituir un Parlamento Comunal puede convertirse en una magnífica herramienta para enfrentar a una Asamblea Legislativa controlada por la derecha. Si no se la devalúa será una lúcida decisión para profundizar la Revolución y para salvar al gobierno.

Que un hombre blanco de larga barba, con un pesado abrigo rojo llegue en trineo para traer los regalos de navidad en un país tropical es una clara ilustración del colonialismo cultural que padecemos desde hace siglos.

Este personaje tiene distintos nombres en los distintos países americanos. En algunos lugares se llama Santa Claus, en otros Papa Noel. En Venezuela se llama San Nicolás.

La llegada de San Nicolás es esperada con muchas expectativas por los niños venezolanos.

En esta encrucijada histórica se apoyan en las espaldas de Nicolás Maduro una responsabilidad inmensa. Tomar las medidas necesarias para salvar a su gobierno y salvar a la Revolución bolivariana. Insisto, por separado no se salvan.

El pueblo le ha brindado su apoyo después del 6 D. Con mucha sabiduría se aferró a su liderazgo, que era el único posible en esas circunstancias. Pronto sabremos si Nicolás Maduro pudo ser San Nicolás y fue capaz de estar a la altura de los desafíos.

Y si no puede, será el pueblo, el gran estratega, quien deberá decidir como afronta esos desafíos.

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