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EE.UU. :: 19/04/2007

Estados Unidos y la insepulta guerra fría: doctrina y política

Jorge Hernández Martínez
Estados Unidos disponía en 1950 de la primera arma de destrucción: la bomba atómica. Y la primera arma de reconstrucción: tal riqueza como ninguna nación había poseído hasta entonces

El término de guerra fría es de frecuente uso y referencia. Tanto en los escritos periodísticos como en los textos históricos y discursos políticos aparece con frecuencia, y es muy común la frase que señala como "fin" de la guerra fría el momento en que se desploma el socialismo en Europa del Este y se desintegra la Unión Soviética, al comenzar la última década del siglo XX. Así, para muchos, la etapa actual que vive la humanidad se identifica bajo el concepto de "postguerra fría". Y, si bien es cierto que, como se dice, cada maestro tiene su librito, no es el capricho ni la ignorancia lo que justifica las preferencias por las designaciones semánticas. Las definiciones conceptuales responden a criterios que se diferencian de los de la vida cotidiana. Convendría examinar el asunto, a la luz de hoy, teniendo en cuenta que en el presente año se conmemoran sesenta años del nacimiento de la guerra fría.

El concepto de guerra fría

Es un juicio generalizado y establecido en los análisis históricos que la guerra fría se inicia en los primeros meses de 1947, y que con ella el clima internacional se impregna de un discurso y de acciones que recrean (como la misma denominación lo denota) una suerte de nuevo belicismo. Desde el punto de vista conceptual, se trata de una forma de conflicto peculiar en que no se llega a la guerra --en el sentido de confrontación general y mundial--, pero que se desarrolla bajo agudas tensiones que excluyen verdaderas relaciones pacíficas. En suma, una situación ni de paz ni guerra.

Dada la concurrencia en el presente año 2007 de fechas y circunstancias que mantienen hoy latentes - cuando no manifiestas -, tendencias de ayer, no resultaría ociosa una mirada retrospectiva a lo acontecido hace seis decenios. Y es que las conmemoraciones históricas, como se sabe, brindan la oportunidad de reconsiderar acontecimientos pasados a la luz del presente y en especial, tomando en cuenta su significación para el futuro.

De ahí la pertinencia de reflexionar sobre la guerra fría, al conmemorarse el sexagésimo aniversario de un proceso trascendente que deja huellas indelebles en el sistema internacional, con una renovada e inquietante expresión. Vale la pena asomarse al marco en que ella emerge y examinar el contexto de una política insepulta, cuya vigencia no se reduce a una mera aparición fantasmagórica. Bastaría lanzar una ojeada al tristemente célebre discurso del presidente Truman, pronunciado el 12 de marzo de 1947, y contrastarlo --por ejemplo-- con las palabras de Bush sobre el estado de la nación, el 23 de enero de 2007. No habría dudas. Se constataría con sorpresa y preocupación la coincidencia del tono exagerado y del enfoque apocalíptico con que se trata de justificar una política exterior intervencionista y militarista, en el mejor estilo de la guerra fría.

Como síntesis de un proceso histórico que cristaliza luego de concluida la segunda guerra mundial, la guerra fría inaugura una etapa de tensión en las relaciones internacionales cuyo origen se ubica sesenta años atrás. Entre 1946 y 1947, en medio del entrelazamiento de retóricas y acontecimientos, de discursos y decursos, la política confrontacional que los Estados Unidos impulsan, bajo un enfoque geopolítico de naturaleza bipolar, bajo el supuesto de "contener" la expansión del comunismo soviético, satura la atmósfera mundial durante cuatro décadas. Así, se formaliza y extiende, tanto a nivel doctrinal como práctico, una política exterior que mezcla presiones diplomáticas, lenguaje agresivo, amenazas militares y empleo de la fuerza ideológica y material, entronizando la lógica de "amigos y enemigos", "aliados y rivales", entre dos mundos contrapuestos: "Oriente" y "Occidente"; el "Este" y el "Oeste"; el "mundo libre" y el de la "cortina de hierro"; el capitalismo y el socialismo.

Más que un simple término o una sencilla combinación de palabras, guerra fría constituye un concepto, que encierra una precisión categorial.

Para algunos autores que han incursionado con rigor en el tema, es posible distinguir etapas en el desarrollo de la guerra fría: la primera guerra fría, o guerra fría clásica, que termina con la crisis de octubre, la guerra de Vietnam y con la administración Johnson, en la segunda mitad de los años de 1960; una etapa ulterior, que como regla se asume como una suerte de paréntesis o intermedio histórico, conocido como etapa distensiva, donde prevalece la negociación, asociada al gobierno de Nixon; y una "nueva" o "segunda" guerra fría, identificada con la agresividad de la política exterior de la administración Reagan, a inicios de los años de 1980.

Desde un punto de vista estricto, el criterio que prevalece es el de que la guerra fría designa, como concepto, la atmósfera que se afianza en el sistema de relaciones internacionales que se establece después de la segunda guerra mundial, durante los dos primeros años de la etapa postbélica, que se prolonga a lo largo de unos cuarenta años. Bautizada por el célebre publicista Walter Lippmann a finales de 1947, y entendida habitualmente como "una situación de ni paz ni guerra, de tenso enfrentamiento entre dos coaliciones de Estados dirigidos por efectivas superpotencias (los Estados Unidos y la Unión Soviética), a la sombra del armamento más terrible que la humanidad había conocido hasta entonces: las armas coheteriles-nucleares".

Surgimiento y etapas de la guerra fría

Del mismo modo que ocurre en el tratamiento de otros fenómenos históricos, se ha hecho bastante común situar, en el caso de la guerra fría, el citado discurso del entonces presidente norteamericano como el punto de inflexión en el origen de esa etapa tan decisiva en el clima mundial. Así, el esbozo de la llamada "doctrina Truman", como compendio de las formulaciones expresadas el 12 de marzo de 1947 se asume casi convencionalmente como la fecha que marca el comienzo de la guerra fría. Pero como se sabe, fenómenos como éste son difíciles de atrapar con fechas o momentos tan definidos, que no hacen más que ofrecer visiones engañosas o conducir a que se pierdan de vista las coyunturas reales que intervienen en un proceso histórico.

En rigor, podría decirse que tras la inmediatez del lógico impasse estratégico que sigue a la terminación de la segunda guerra mundial, en el transcurso de los dos primeros años es que cuajan las circunstancias objetivas y subjetivas, nacionales e internacionales, que llevan a los Estados Unidos a estructurar la política exterior que cristaliza con la definición de la primera etapa en el desarrollo de las relaciones internacionales de la postguerra: la de la guerra fría. Inclusive, algunos historiadores suelen señalar el período que se extiende entre 1945-47 como el origen de la guerra fría, en realidad las semillas del conflicto habían sido sembradas durante los años de la guerra.

Sin desconocer el peso que tuvieron los últimos años y momentos de la segunda guerra mundial, y en particular, determinados acontecimientos, como el impacto militar, político y psicológico de los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki, lo cierto es que entre los dos primeros años de postguerra es posible advertir una suerte de espiral ideológica, que va aportando la armazón al pensamiento político-estratégico que culmina con el mencionado discurso de Truman. En este sentido, los nutrientes ideológicos o reflexiones que a nivel teórico articulan el enfoque embrionario sobre la "amenaza" comunista (es decir, las percepciones acerca del presunto y nuevo enemigo de la paz mundial, de los valores occidentales y, sobre todo, de los intereses hegemónicos estadounidenses) se hallan nítidamente ubicados entre 1946 y 1947, a partir del telegrama de las ocho mil palabras enviado por George Kennan, el 22 de febrero de 1946; de la intervención de Winston Churchill en Fulton, Missouri, el 5 de marzo del mismo años; pasando por el discurso del presidente Truman, el 12 de marzo de 1947, la exposición del entonces secretario de Estado, George Marshall, en la Universidad de Harvard, el 5 de junio del mismo año, e incluso del texto del memorandum 68 del Consejo de Seguridad Nacional, del 7 de abril de 1950.

Desde este ángulo, podría distinguirse entre una primera secuencia que argumenta la guerra fría a nivel doctrinal inicial, a una escala político-militar, si se quiere, limitada; y una segunda secuencia, que refuerza lo anterior, tomando como referencia los traumas que para las pretensiones estadounidenses representan los años de 1949-1950: el triunfo de la revolución popular socialista en China, la posesión del arma atómica por la Unión Soviética y la guerra de Corea. Con ella se consolida la plataforma doctrinal de la guerra fría, la cual alcanza una escala político-militar global.

Los componentes centrales y la permanencia de la guerra fría: de ayer a hoy

El hecho más sobresaliente que habría que subrayar es la condición que adquieren los Estados Unidos, al constituirse en la potencia hegemónica mundial indiscutible, que asume el liderazgo del sistema capitalista mundial, exhibiendo una superioridad destacada e inigualable en su poderío económico, tecnológico, político y militar. La doctrina Truman aportaba el componente básico de la guerra fría, al retomar el viejo mesianismo, el papel de los Estados Unidos como salvaguarda y paladín mundial en la lucha por lal ibertad y la democracia.

Según coincide la casi totalidad de los especialistas, la etapa en que en verdad puede hablarse de la hegemonía norteamericana absoluta es la que comprende el primer decenio que sigue a la segunda guerra mundial. Los Estados Unidos disponían en 1950 de la primera arma de destrucción: la bomba atómica. Y la primera arma de reconstrucción: tal riqueza como ninguna nación había poseído hasta entonces. Ahí se enlazan los otros dos componentes centrales de la guerra fría: la política de contención y el plan Marshall.

Esa vigencia de las concepciones y acciones conformadas desde los primeros años de la segunda postguerra, e implementadas con poca distancia temporal entre su gestación e implementación, es de las razones que aconsejan, como se indicaba al comienzo de este breve ensayo, examinar la guerra fría, su período germinal, nutrientes ideológicos y presupuestos teóricos. Aunque tal vez ejemplos mucho más recientes y actuales constituyan mejores muestras, de esa renovada y peligrosa presencia, que lamentablemente no se reduce a mera retórica. Acúdase, en este sentido, al discurso del presidente George W. Bush sobre el estado de la nación, pronunciado el 23 de enero del presente año 2007, cuando analiza la continuidad de la guerra en Iraq. Y como de seguro ya se percató el lector, ello tiene lugar, justamente, 60 años después de que surgieron los primeros indicios de lo que sería apenas en pocos años una doctrina y una política estructurada:

"En el sexto año desde que nuestra nación fue atacada, me gustaría poder informarles que el peligro ha pasado. Pero no es así. Por eso este gobierno mantiene la política de usar todos los instrumentos legales apropiados de inteligencia, diplomacia, orden público y acciones militares para cumplir con nuestro deber, encontrar a estos enemigos y proteger al pueblo estadounidense. (...) Esta guerra es más que un conflicto; es una lucha ideológica decisiva, y la seguridad de nuestra nación está en juego. Estados Unidos no debe fracasar en Iraq (...) Una epidemia de violencia se desbordaría por el país, y con el tiempo, podría arrastrar al conflicto a toda la región. Para Estados Unidos, esto sería la peor pesadilla. Para el enemigo, éste es el objetivo. El caos es su mejor aliado en esta lucha. Y del caos en Iraq, surgiría un enemigo envalentonado con nuevos refugios, nuevos reclutas, nuevos recursos e incluso más decidido a causarle daño a Estados Unidos. Permitir que esto suceda sería ignorar las lecciones del 11 de septiembre y arriesgarse a una tragedia (...) nada es más importante en este momento de nuestra historia que el éxito de Estados Unidos en el Oriente Medio: la victoria en Iraq y evitarle este peligro al pueblo estadounidense".

Cubarte

 

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