lahaine.org
Bolivia :: 14/01/2011

Evo Morales tenía un mal cálculo político que rectificó y acertó

Emilio Marín
El presidente boliviano vio cómo se rebelaban sus bases sociales, afectadas por el alza del precio de combustibles y su impacto inflacionario.

Desde que en enero de 2006 empezó su primer mandato, Evo Morales venía ganando todas las elecciones nacionales. Por eso quisieron darle un golpe de Estado los terratenientes, sojeros y exportadores de Santa Cruz, Pando y Beni. El pico de esos planes desestabilizadores se produjo en setiembre de 2008, cuando los presidentes de Unasur debieron reunirse de urgencia en Chile para respaldarlo.

Desde entonces esa derecha separatista empezó a retroceder. Algunos de sus líderes, como el santacruceño Branco Marincovich, se exiliaron en Estados Unidos. Y otros, como el ex prefecto de Beni, Leopoldo Fernández, están presos luego de la masacre contra seguidores del presidente.

La última victoria electoral de Evo, inaugurando el cargo según la Constitución Política del Estado plurinacional, fue en 2009 con el 63 por ciento de los votos. Sus medidas y planes de gobierno contactaron con las necesidades básicas irresueltas de buena parte de los bolivianos, sin que esto suponga todo es jauja.

La pobreza muestra porcentajes que hablan por sí solos de los logros y de todo lo que resta para resolverla. El ministro de Economía, Luis Arce, basándose en estudios de la CEPAL, indicó la semana pasada que la pobreza era en el 2000 del 51 por ciento y en 2009 había descendido al 35. En esto influyeron el bono “Juana Azurduy” (materno-infantil), el bono “Juancito Pinto” (para los escolares) y la “Renta Dignidad” (adultos mayores). El consumo de agua y energía eléctrica también subieron en 2010, en una mejor calidad de vida.

La imagen del aymará presidente creció también a nivel internacional, con sus intervenciones en las Naciones Unidas y en las Cumbres Climáticas de Copenhague, Cochabamba y Cancún.

Incluso en asuntos donde había entrado en choque frontal con Estados Unidos, caso de la lucha contra el narcotráfico, los resultados fueron óptimos. Evo expulsó a la DEA de su territorio y junto con ésta al embajador “gringo”, por lo que George Bush sancionó al país quitándole algunos beneficios comerciales y financieros. Y resulta que el país sudamericano cerró 2010 con un nuevo récord de captura de droga: 29 toneladas de cocaína. Así lo informaron ayer el ministro de Gobierno, Sacha Llorenti y el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN), coronel Gonzalo Quezada.

“Se le escapó la tortuga”

Quizás un poco mareado por tantos éxitos, a Evo “se le escapó la tortuga”, para decirlo en términos maradonianos, al adoptar una medida políticamente equivocada. Por medio de su vicepresidente Alvaro García Linera, informó a la población el pasado 26 de diciembre que cesaban los subsidios estatales a los combustibles y que el precio de éstos subía hasta un 83 por ciento.

La fundamentación de la novedad fue financiera, pero con un sentido político supuestamente popular: el fisco gastaba al año casi 400 millones de dólares en subsidiar combustibles comprados en el exterior, que se vendían en el mercado interno a precios inferiores. Y para colmo, comentó el vicepresidente, una parte de ese diésel y esas naftas se contrabandeaban a países limítrofes, lo que suponía un robo al Estado.

Hasta allí una explicación económica. El oficialismo del MAS prometía que de los millones de dólares ahorrados, 100 millones irían a los departamentos y sus centenares de municipios, con más obras de riego y luz eléctrica. Otros 20 millones engrosarían el presupuesto de las universidades públicas.

Tales planes a futuro no fueron considerados como positivos por la población que desde el mismo día del infeliz anuncio debió pagar a los transportistas el doble por cada viaje. En forma instantánea, los negocios pasaron a cobrar por el azúcar y el arroz un precio superior cercano al 100 por ciento. Empezó el desabastecimiento y ocultamiento de la mercadería. Etc.

Los principales perjudicados por ese brutal cambio de las reglas de juego fueron los trabajadores y los sectores más vulnerables de la población. Se trata de quienes más esperanzas pusieron en el gobierno de Morales, quien les había prometido que mandaría “obedeciendo al pueblo”, una frase tomada prestada del zapatista subcomandante Marcos.

Y resulta que el presidente mandaba al vice a informar de ese paquete por medio del decreto 748, sin una ley consensuada o al menos discutida en el parlamento.

Como era de esperar, desde el 26 de diciembre hasta el 31 hubo muchísimas protestas en casi todos los departamentos. El Alto, vecino a La Paz, baluarte del MAS, vio partir en manifestación a miles de indignadas personas que reclamaban la anulación del “gasolinazo”, como se bautizó lo sucedido.

Solamente la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb) decidió apoyar al gobierno. La Confederación Obrera Boliviana y la mayoría de las organizaciones sociales y populares reclamaron la anulación de la medida.

En dos conferencias de prensa el mandatario intentó mantener el decreto, mejorando un 20 por ciento el salario mínimo, aumentando en ese porcentaje los salarios de maestros, empleados públicos y policías, y subiendo 50 por ciento el bono “Juancito Pinto”. Fue en vano. La macana ya estaba hecha.

La derecha festejaba

Sobre el filo del inicio del nuevo año, el presidente informó que había resuelto anular el 748, aún creyendo en las bondades de la política económica que el mismo resumía como ahorro fiscal e inversión en objetivos sociales. Evo dijo haber escuchado la voz del pueblo y pidió que tras la citada anulación todos los precios volvieran al estado anterior.

Su ministro de Gobierno, lamiéndose las heridas, remarcó el rol violento jugado por la oposición en las protestas, caso del Movimiento Sin Miedo del ex alcalde de La Paz, Juan del Granado.

El vicepresidente, por su parte, apuntó los cañones contra el ex candidato presidencial de Unidad Nacional, de derecha, el empresario cementero Samuel Doria. En un programa de TV éste dijo que era inminente que el peso boliviano se revalorizara frente al dólar, lo que motivó que depósitos por 200 millones de dólares fueran retirados al día siguiente de los bancos. García Linera lo acusó de hacer “terrorismo financiero”.

Era obvio que la derecha boliviana, asociada históricamente a los golpes de Estado, la dependencia y la entrega del país, iba a aprovechar este mal paso del gobierno progresista del MAS. Los gurúes financieros de La Paz afirmaron que la reciente crisis demostraba el fracaso de la nacionalización de hidrocarburos de Evo.

Esta última es una mentira monumental. No puede ser mal negocio para el Estado que -en vez de quedarse con el 18 por ciento de esa renta, con el 82 para los privados, como era antes-, sea suyo el 82 por ciento y el 18 para los otros.

Al fisco le ingresan 1.600 millones de dólares anuales por aquel concepto. Y no quería gastar 400 millones en subsidios, objetivo que tiene su lógica, pero que lamentablemente el gobierno no discutió donde debía hacerlo y sobre todo no ganó a la población para que lo hiciera suyo.

La derecha neoliberal está desbocada también en Buenos Aires, donde Carlos Pagni escribió ayer en “Gaceta Ganadera”: “no es un dato aleatorio que los representantes de la paleoizquierda hayan llegado al poder cuando sus países -Venezuela, Argentina, Bolivia- eran agitados por crisis sociales. Chávez, Morales, los Kirchner han gobernado con un sentimiento de pánico. En Caracas, en La Paz, en Buenos Aires, comienza a advertirse que la sonrisa permanente esconde un truco; comienza a romperse el hechizo de la fantasía demagógica”.

Ese columnista emplea el término “paleoizquierda” para referirse a Chávez, Evo y Cristina. Debe ser una pequeña revancha contra Horacio Verbitsky, que la utiliza para denostar a un sector de la izquierda argentina.

Pagni oculta que el decreto 748 se complementaba con aumentos salariales y subsidios a parte de los afectados. Tampoco reconoce los avances sociales desde 2006 a la fecha. Ni repara en que esta vez no hubo decenas de muertos como con gobiernos anteriores. Y sobre todo, omite que Morales escuchó los reclamos y dio marcha atrás, lo que supone grandeza luego de un error. Así proceden los “bolivarianos” que tan mal le caen a la “tribuna de doctrina” oligárquica que hoy, 4 de enero, cumple 141 años y tiene columnistas como Pagni, acusado de “coimero” en un video pasado por Canal 7 en octubre de 2009.

www.laarena.com.ar

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal