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Europa :: 02/08/2022

Gestos humanitarios y bombardeos

Nahia Sanzo
Esta misma semana, la agencia AP informaba del retorno de población a zonas del frente ante las dificultades de la vida en el resto de Ucrania para los refugiados del Donbass

Cinco meses después del inicio de la intervención rusa en Ucrania, los acontecimientos se precipitan, aumenta el nivel de destrucción y se acumulan las bajas a ambos lados de una línea del frente que se extiende desde el sur entre Jerson y Nikolaev hasta el norte de la región de Járkov. Sin embargo, al contrario que en los primeros ocho años de esta guerra, no solo la población de las zonas del frente está viéndose afectadas. Además de los ataques con misiles con los que Rusia trata de destruir la industria militar ucraniana y los ataques con los que ambos bandos aspiran a hacer explotar los depósitos de munición y armas enemigas, los efectos económicos y sociales de la guerra se extienden por todo el territorio.

Sin embargo, como hasta febrero, los efectos más graves de la guerra para la población civil se viven en Donetsk y Lugansk. Pese a que Ucrania intenta desviar la atención política y militar centrándose en Jerson, obligando a Rusia a enviar a esa zona una parte importante de sus reservas, debilitando así las fuerzas de ataque de la batalla más importante para Moscú, Donbass sigue siendo el centro de esta guerra. Lo era al inicio de la operación militar especial y lo fue también hasta marzo, cuando la propuesta de paz rusa implicaba la retirada de los territorios capturados desde el 24 de febrero -entre ellos Jerson- en favor de una paz negociada y con la aceptación ucraniana de la pérdida de Crimea y Donbass. Rechazada esa propuesta y rotas las negociaciones, la solución militar ha quedado, por el momento, como la única vía para resolver la cuestión territorial. De ahí que una eventual retirada rusa de lugares como Jerson pueda ocurrir únicamente a causa de una derrota militar que, en ningún caso, podría presentarse como un gesto de buena voluntad.

A la espera del inicio real del tan anunciado contraataque ucraniano en Jerson, con el que esperan recuperar la ciudad antes de finalizar septiembre, las grandes batallas que afectan directamente a la población civil siguen produciéndose fundamentalmente en Donbass. El avance ruso desde Crimea fue rápido y no implicó, a excepción quizá de Berdyansk, grandes batallas urbanas comparables a lo vivido en Mariupol, Popasnaya o Severodonetsk. La destrucción de esta guerra se extiende por todo el frente y ha afectado a infraestructuras civiles y militares de gran parte de las regiones de Ucrania, pero nada es comparable a lo sufrido por Donbass.

Desde el momento en el que comenzó el avance ruso y republicano en Donbass, entonces especialmente en Lugansk, las autoridades llamaron a la evacuación. Días antes, la RPD y la RPL habían iniciado una evacuación de la población civil a Rusia que medios occidentales calificaron de deportación forzosa. Como una de las regiones más densamente pobladas de Ucrania, la posibilidad de batallas urbanas se convirtió en una certeza desde el momento en que, en los primeros días de la intervención rusa, pudieron verse cañones de artillería ucranianos en pleno centro de Severodonetsk, entre edificios residenciales. Como posteriormente admitiría en una declaración Mijailo Podoliak, asesor de la Oficina del Presidente, que implícitamente se refería a la estrategia de escudos humanos, las ciudades ofrecen una defensa que el campo abierto impide. Esa es la principal diferencia entre la batalla por Jerson y la batalla actual por la región de Donetsk.

Bajo control de la RPL todo el territorio de la antigua región de Lugansk, la batalla de Donbass se centra ya exclusivamente en la región de Donetsk. En el sur, en la zona menos poblada, las tropas de la RPD se enfrentan a las tropas ucranianas al norte de Volnovaja; en el norte, las tropas rusas, el ejército de la RPL y la compañía privada Wagner luchan por los alrededores de Seversk y Soledar y se aproximan a Arytomovsk para posteriormente avanzar hacia Slavyansk y Kramatorsk. Pero aunque la lucha por esa zona es considerada la clave de esta batalla, llegar a la frontera de la región de Donetsk implica avanzar aún más hacia Alexandrovka, una zona menos poblada y hasta ahora menos defendida, pero que ha sido reforzada en los últimos meses como siguiente línea de defensa.

La situación es igualmente dura en los alrededores de Donetsk, donde las tropas ucranianas aguantan aún, protegidas por las fortificaciones construidas a lo largo de ochos años en una zona donde el frente no se ha movido desde febrero de 2015. Pero incluso más allá de Peski y Avdeevka, llegar a la frontera de la región implica batallas por Kurajovo, Konstantinopol o el nudo de comunicaciones de Konstantinovka. En esa dirección, después de una primera fase de ataques de artillería sobre las posiciones ucranianas, ha comenzado una fase progresiva de asalto a esos fortines ucranianos. Peski y Avdeevka parecen, por el momento, los principales objetivos, para lo que es clave cortar las principales vías de suministro de las tropas ucranianas.

Amenazadas sus posiciones principales en la región de Donetsk, que desde el pasado 29 de mayo han permitido bombardear Donetsk de forma regular a indiscriminada tanto con artillería occidental como con artillería soviética y ucraniana, la respuesta de Kiev ha sido proseguir con los ataques contra Donetsk, en los que en los últimos días se ha unido una novedad. Por medio de los proyectiles disparados se han diseminado también cientos de minas antipersona conocidas como pétalos, artefactos de escaso tamaño y, por lo tanto, fáciles de pisar, cuya explosión posiblemente no fuera mortal, pero que pueden causar amputaciones. Un peligro más para la población civil de Donetsk, que todo el fin de semana ha visto en directo el trabajo de los zapadores marcando y desactivando esa munición en el mismo centro de la ciudad más poblada de la zona.

En este contexto de batalla lanzada, lento avance ruso, gran destrucción de las infraestructuras civiles y militares de la región y bombardeos ucranianos indiscriminados en zonas civiles de la principal ciudad de la región, el sábado la vice primera ministra de Ucrania Irina Vereschuk primero y el presidente Volodymyr Zelensky después anunciaron la evacuación forzosa de la población de la región de Donetsk, unas 200.000 personas, a las que Ucrania pretende “salvar de las tropas rusas”. Ucrania promete ayuda y financiación a los nuevos refugiados, pese a que la experiencia de la población de Donbass en otras regiones de Ucrania no ha sido positiva estos últimos cinco meses ni en los últimos ocho años. Los casos de discriminación, demostraciones de odio y dificultades a la hora de encontrar empleo han sido constantes desde 2014. Y esta misma semana, la agencia AP informaba del retorno de población a zonas del frente ante las dificultades de la vida en el resto del país.

Según afirmó Vereschuk, la motivación para la orden radica en la situación de la zona. Con las tuberías destruidas, será imposible calentar los pueblos y ciudades, una argumentación difícil de creer teniendo en cuenta la dejadez con la que el Estado ucraniano ha tratado a la población de Donbass, incluso a aquella bajo su control.

Con esta orden de evacuación, Ucrania admite, en primer lugar, que la guerra no acabará en los próximos meses tal y como exigía Zelensky. Hace solo unos días, el presiente ucraniano insistía de nuevo en la importancia de que la victoria ucraniana llegue antes del invierno. Consciente de que la crisis energética puede minar el apoyo occidental a Ucrania, el jefe de Estado de Ucrania intenta lograr más armas y más munición con el ingenuo objetivo de recuperar en cuatro meses lo perdido los últimos cinco.

El paso presagia también la continuación de una batalla similar a la que se ha vivido hasta ahora, con el uso de artillería en zonas urbanas y la destrucción que este tipo de guerra implica. Para la población civil, la evacuación forzada denota el intento de Ucrania de evitar escenas como las vividas en Lisichansk, donde en los últimos días de la batalla, los voluntarios ucranianos eran rechazados por la población que había optado por permanecer en la ciudad y esperaba la llegada de las tropas rusas.

Ante todo, la orden de evacuación forzosa, que solo puede evitarse con una declaración por escrito, supone el abandono definitivo de aquella población que no acepte la invitación a trasladarse al oeste de Ucrania. El Estado, que con esta actuación deja clara su incapacidad para crear unas condiciones de vida mínimamente aceptables para la población civil, anuncia, en realidad, su desinterés por Donbass. Aquella población que permanezca en la región de Donetsk contra la recomendación del Gobierno será utilizada como escudo humano en una operación que hace tiempo es solo de destrucción sin sentido de una zona que Ucrania utiliza únicamente como herramienta de castigo.

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