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Mundo :: 07/06/2004

Guadalajara: Violencia popular, efecto de la violencia institucional

La Haine - México
Más que discutir aquí si estuvieron bien o estuvieron mal las acciones violentas que llevaron a cabo los "antiimperialistas" o "altermundistas" al confrontar a la policía jaliscience, lo menos que podemos decir es que quienes llevaron a cabo estas duras y sorprendentes acciones tuvieron muchas agallas para enfrentarse con los guardias antimotines que custodiaban al puñado de ricos capitalistas reunidos en su cumbre.

Siendo respetuosos de todas las formas de lucha y resistencia popular, desde quienes creen aún en la participación electoral hasta quienes crean fórmulas autónomas de gobierno o se levantan en armas, etcétera, hay que decir que los llamados globalifóbicos, que vienen haciendo presencia en los foros y reuniones que organizan los ricos imperialistas, constituyen la radicalización de una sociedad que se sabe desrepresentada y fuera de lugar por los actuales mecanismos y estilos de gobernar en medio del libre mercado y la globalización capitalistas.

Sabemos que acciones de confrontación con los cuerpos policiacos como las que ocurrieron en Guadalajara deben ser conocidas, consensuadas y respaldadas previamente por los sectores sociales, a fin de darle al movimiento una mayor representatividad y un mayor peso político, sin que dichas acciones sean descalificadas y desprestigiadas irresponsable e hipócritamente por los dueños del dinero y los voceros de la rica burguesía nacional. Pero también creemos que el actuar de los antiimperialistas y globalifóbicos en Guadalajara, por ejemplo, simbolizó la disconformidad enérgica de un pueblo que repudia las medidas neoliberales impuestas por el gobierno mexicano por encargo de los organismos financieros internacionales.

Lo que es un hecho es que los brotes de violencia social o popular son el efecto o consecuencia de la violencia institucional, es decir, gubernamental, es decir, del Estado. Ante el fraude electoral, las mentiras insólitas de la clase política, los descomunales casos de corrupción y delincuencia organizada en la cúpula del gobierno, las acciones represivas contra la ciudadanía y la imposición de un sistema económico que atenta contra la soberanía del país y los intereses de todos los mexicanos, resurge más ampliado y rebelde el descontento social en sus diversas manifestaciones.

Las protestas de los anticapitalistas y altermundistas en Guadalajara, entre ellos un amplio sector del movimiento anarquista y socialista, estuvieron plenamente justificadas, porque había que hacer presencia y denunciar como fuera posible en qué consistía realmente esta cumbre mundial.

La declaración final de esta cumbre de jefes de Estado de países de América Latina, el Caribe y la Unión Europea demostró una vez más la intrascendencia de estos encuentros continentales, pues no tocaron acuerdos sustanciales que ofrecieran alternativas de fondo a las crudas problemáticas que viven nuestras naciones.

Importantes asuntos como la democratización de la ONU, la condena al bloqueo económico estadounidense contra Cuba, los abominables crímenes de guerra y las torturas en Irak por parte de las tropas estadounidenses, así como la disminución de los subsidios a la agricultura en los países desarrollados, entre otros, pasaron de largo. Los representantes de Estados Unidos y Europa hicieron fuerza para que las propuestas de los latinoamericanos fueran soslayadas, con el apoyo encubierto y lacayuno de un sinnúmero de gobiernos latinos y caribeños.

 

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