¿Hay vida después de las elecciones? Dos votos fuera de urna y un mandato inapelable


¿Qué festeja el gobierno?
Un proyecto de país sin claras vías de financiación y con varias facturas que tendrán que pagar al FMI por sus "favores" para llegar a las elecciones de octubre sin la economía estallada. También saben de la endeble adhesión popular a su proyecto, ya que el módico porcentaje obtenido entre la población en condiciones de votar -aun quedando como primera fuerza en la Ciudad de Buenos Aires- y la resistencia en las calles de sectores del pueblo hartos, no garantiza que tienen la vaca atada.
Son conscientes de la volatilidad del apoyo que recibieron y por esa razón, no perdieron tiempo tras las elecciones en salir a prohibir las huelgas, cerrar la UTI (Unidad de tareas de investigación) que debía investigar a Milei por el libragate (la estafa presidencial con la criptomoneda libra), recrudecer la represión hacia quienes se movilizan y el ataque y persecución a los y las periodistas que trabajan para mostrar la trágica realidad que está atravesando nuestro pueblo. La ensañada represión hacia los y las jubiladas cuya resistencia, miércoles tras miércoles ante la pasividad de todo el arco político que solo atina a hacer declaraciones sobre tan grave situación, viene conmoviendo a cada vez más sectores de la población y ellos saben, porque conocen a nuestro pueblo, que es cuestión de tiempo para que esto traiga cola.
Lo que festejan es haber ganado la conducción de las fuerzas de derecha y el derrumbe de las aspiraciones macristas al liderazgo. Su crecimiento se hizo a expensas de los votos del PRO que hizo su peor elección en 20 años. Es claro, nadie vota la copia teniendo el original a mano. Máxime si ese original les garantiza un dólar barato para salir de paseo y de compras al exterior, cómo hicieron casi 5 millones de turistas argentinos, gran parte de los cuales provienen de las comunas de la zona norte de la ciudad, en donde se impuso Adorni.
Las derechas en su conjunto perdieron unos 300 mil votos en Buenos Aires, en comparación a los recibidos en la elección a cargos legislativos de la ciudad del 2023, sin que ello vaya en desmedro de que la derecha siga hegemonizando la capital. Votos perdidos que, mayoritariamente, fueron de los sectores más pobres, que engrosaron el inédito 47% de la población que dio sus espaldas a las urnas.
El resultado de Adorni resulta aún más módico si se considera que para la campaña contó no sólo con su militancia (escasa al punto que debieron pagarles a muchos de los asistentes al acto de cierre), sino con la cancha inclinada a su favor gracias al empresariado, al FMI -que llamó explícitamente a votarlo-, a la justicia -que ignoró las medidas inconstitucionales y la corrupción de los hermanos Milei-, así como el favor de los principales medios de Comunicación.
Que la derecha se haya presentado en Buenos Aires dividida entre por lo menos seis listas no supone su fragmentación y debilitamiento. Las elecciones funcionaron como unas primarias para medir sus fuerzas. El programa común ya lo tienen y es el que está aplicando Milei con su apoyo: aplastar toda lucha y organización popular, acabar con los restos de las conquistas obtenidas por el pueblo en el último siglo, liquidar la industria considerada "ineficiente", reorganizar la economía alrededor de la exportación de materias primas (gas, petróleo, litio, minerales y cereales), abrirle la puerta a los narcos y sus dólares, avanzar en la sumisión colonial hacia los EEUU y sumirnos en la idea de que somos un pueblo derrotado.
Todo lo que no se ajuste a esta política de fondo es catalogado de "zurdo". Sobre estas coincidencias de objetivos, puede decirse cualquier barbaridad sin que la sangre llegue al río. Basta recordar lo que se decían Milei y Patricia Bullrich para las elecciones del 2023.
Abstención electoral, un terreno en disputa más allá de lo electoral
Lo más importante de la elección en Buenos Aires, corroborando lo sucedido en las elecciones provinciales anteriores, fue la alta abstención. Hay que ser cautos con este porcentaje. En toda elección hay alrededor de entre un 20 y un 25% que no vota. Sea por desinterés, sea por motivos ocasionales como enfermedades, viajes u otros factores. Pero en esta ocasión, hubo además otro 20% que decidió pegar el faltazo, sin interés en votar.
¿Degradación de una supuesta conciencia cívica, o agobio ante la penosa situación económico-social, un sobre-empleo que se calcula en el 28,4% de la población trabajadora y una carencia total de perspectivas de cambio? ¿Qué motivaría a concurrir a las urnas para elegir candidatos que, se siente, nada tiene que ver ni con los problemas del pueblo ni con las soluciones a los mismos y no estarán obligados por ningún mandato popular, en una democracia con la que, ya se sabe, "no se come, no se educa ni se cura"?
Esta actitud no tiene valor político por sí mismo -ni a izquierda ni a derecha-, sino que abre un campo de disputa. La derecha interviene alentando la antipolítica, para que la política sea atendida sólo por sus dueños, el poder económico. El progresismo, incapaz de concebir otro régimen político que dé respuesta a la insatisfacción creciente, cae en responsabilizar a la gente por su falta de participación.
Para las izquierdas, se abre la posibilidad de valorar el núcleo de verdad encerrado en la ajenidad de la política respecto al pueblo, para trazar una otra política posible -cotidiana, en todos los terrenos, que no escinda lo político de lo social ni se despliegue sólo ni principalmente en lo electoral- e irreductible a las instituciones políticas del sistema, a las que habrá que reemplazar so pena de perder los derechos democráticos más elementales. En la que el comer, curarse y educarse sean una realidad, potenciando las iniciativas y la organización colectiva, desde los valores solidarios y democráticos del pueblo, que ni este ni otros gobiernos lograron destruir.
De no intervenir en esta disputa abierta, la abstención se consolidará como funcional a las derechas.
El peronismo en su laberinto
El peronismo mantuvo aproximadamente su caudal electoral. Sus perspectivas no se basaron en la conquista de nuevos sectores del electorado sino en la especulación de que el PRO no pierda tantos votos a manos de LLA. Para conquistar nuevos sectores hubiera sido necesario tener propuestas, de las que el peronismo -dado el agotamiento económico, político y social del progresismo neodesarrollista que encabezaron los Kirchner-, carece por completo. Permanece encerrado en el laberinto de un utópico capitalismo con rostro humano, imposible en tiempos en que el capital global muestra su rostro más bestial y avanza hacia la destrucción de la vida en el planeta.
Tras el escrutinio, su candidato Leandro Santoro afirmó que "si la crueldad se puso de moda, no cuenten conmigo". Tal vez no considera cruel el genocidio que está perpetrando el régimen de Israel sobre el pueblo palestino ya que decidió formar parte del "Grupo parlamentario de "amistad (GPA) con el Estado de Israel".
Hace ya muchos años, mucha agua corrió bajo el puente desde los tiempos en que la mayoría de los trabajadores sintetizaba su conciencia de clase en su condición de peronista. Hoy día, miles de compañeros y compañeras del pueblo trabajador están condenados a ir tras un empleado de fondos buitres como Sergio Massa o a un alfonsinista devenido albertista como Santoro, por nombrar sólo a algunos. No se trata de invitarlos a ser parte de otros armados políticos, así sean de izquierda, sino a ser protagonistas de una nueva alternativa del pueblo trabajador, en nuevas síntesis populares contra el capitalismo patriarcal y colonial.
Los resultados de la izquierda
El FITu (trotskista) ganó un legislador, aunque perdió una de las dos bancas que puso en juego y obtuvo casi 40 mil votos menos que en el 2023. Si bien no puede dejarse de lado la invisibilización que hacen de la misma los medios de comunicación y la diferencia abismal que hay entre el gasto en publicidad que pueden hacer los partidos del sistema, no puede obviarse que el resultado no se condice con la valía de los y las compañeras de esta alianza de izquierda ni con las posibilidades que, a pesar de las dificultades, existen en la actual situación.
Hay por lo menos dos cuestiones que ameritan un debate. En tiempos de desencanto y falta de perspectivas, haber puesto el eje de la campaña en "pegale a Milei y a Macri con la izquierda" resulta limitado. Quien sólo quería pegarles, recurrió al voto a Santoro. Pero lo más importante, ya es hora de poner en el debate público alternativas por la positiva, por izquierda y desde el pueblo trabajador, que se contrapongan a la única que en boca de Milei se plantea una y otra vez: enriquecer al poder económico como alternativa nacional, en una batalla cultural que viene librando casi sin contrincantes.
La otra cuestión no es menos importante, en tanto hace a quiénes pueden dar esa batalla. Una semana antes de las elecciones su candidata Myriam Bregman presentó su libro "Zurda" en la feria del libro. Las instalaciones preparadas para recibir a mil asistentes quedaron chicas, con varios cientos que quedaron fuera. Más allá de la valía de lo que representa la figura de Myriam, es destacable que, entre los presentes, no descolló la militancia partidaria, sino una cantidad de importante de de colectivos feministas, de DDHH, de trabajadores, de la cultura, artistas e intelectuales de diversas tradiciones de las izquierdas, que dijeron presentes asumiéndose anticapitalistas y "zurdos". Sin embargo, para la batalla electoral, los únicos actores considerados válidos son los cuatro partidos de la alianza. ¿No sería hora de ampliar la izquierda reconociendo esa multiplicidad de actores, así como de ampliar los horizontes, en las urnas, en la batalla cultural, en las peleas político-sociales cotidianas y en las calles?
Unos votos con mandato inapelable
Apenas dos días después de las elecciones en Buenos Aires, el presidente, junto a la mayor parte de su gabinete y de la dirigencia de la "oposición", así como gobernadores y CEOS de las principales empresas, participaron de la Convención anual de AMCHAM, cámara que nuclea a las empresas de los EEUU en Argentina. Allí Facundo Gómez Minujin, banquero del JP Morgan y presidente de AMCHAM, junto a Abigail Dressel, la encargada de negocios de la Embajada de los EEUU, fueron quienes emitieron un voto inapelable respecto al rumbo del gobierno. No señalaron cómo prevenir nuevas inundaciones o incendios, ni cómo garantizar la comida para la población, ni cómo vivir con un sólo trabajo, ni como acceder a un techo, a la salud y la educación de calidad, sino ordenaron avanzar con las reformas laboral, previsional y tributaria. Lo mismo que ordenó el FMI y que fiscalizará que se cumpla.
Su voto es lo que vale y Milei, como buen "gatito mimoso del poder económico", obedece.
Se torna cada vez más urgente y necesario contraponer construcciones de poder popular al poder que ejercen quienes nos despojan de nuestros derechos e intentan destruir nuestros sueños y deseos de un mundo sin miseria, sin pobreza, sin explotación, sin saqueos, sin opresión ni patriarcado.
Warren Buffet, dueño de una de las mayores fortunas del mundo, en un ataque de sinceridad afirmó: "claro que hay lucha de clases, pero mi clase, la de los ricos, es la que está ganando".
Desde las peleas cotidianas, desde la organización popular, desde la convicción de que "nadie se salva sólo", desde el acompañamiento a la pelea de los y las jubiladas, desde la defensa de los derechos democráticos amenazados, ganando las calles del lado de los y las que sufren, contra toda forma de injusticia contra nuestro pueblo, podemos dar vuelta la tortilla y ganar esta guerra, para que la riqueza que producimos socialmente, en vez de engrosar las cuentas de los millonarios, sea del pueblo trabajador. Y la humanidad y la vida en el planeta, se salven de la extinción y la barbarie.
huelladelsur.ar