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EE.UU. :: 08/09/2009

¿Por qué no se sanciona a Israel?

Paul Craig Roberts
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] EE.UU. siempre estará al lado de Israel, con independencia de los crímenes de guerra cometidos

En Israel, un país expoliado a los palestinos, los fanáticos controlan el Gobierno. Y uno de esos fanáticos es el primer ministro, Benjamin Netanyahu quien la semana pasada pedía “sanciones devastadoras” contra Irán.

El bloqueo que Netanyahu propone se puede considerar un acto de guerra. Israel lleva mucho tiempo amenazando con atacar Irán por sí mismo, si bien prefiere que el ataque lo lleven a cabo EE.UU. y la OTAN.

¿Por qué Israel quiere iniciar una guerra entre Estados Unidos e Irán?

¿Acaso Irán está atacando a otros países, bombardeando a civiles y destruyendo infraestructuras civiles? No, esos crímenes los han cometido Israel y EE.UU.

¿Está Irán expulsando a gentes de unas tierras que les han pertenecido durante siglos, y recluyéndolas en guetos? No, es precisamente lo que Israel ha venido haciendo con los palestinos durante 60 años.

¿Qué es lo que hace Irán? Irán desarrolla energía nuclear, a lo que tiene derecho como firmante del Tratado de No Proliferación. El programa iraní de energía nuclear está sujeto a las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica [IAEA, en sus siglas inglesas], que revelan fehacientemente en sus informes la inexistencia de actividades de enriquecimiento de uranio para un programa armamentístico.

La postura adoptada por Israel, y por sus marionetas en Washington, es que no se debe permitir a Irán ejercitar los derechos que le corresponden como signatario del Tratado de No Proliferación y que tiene cualquier otro firmante del mismo, porque Irán podría ocultar uranio enriquecido para la fabricación de armas.

En otras palabras, Israel y EE.UU. reclaman el derecho a impedir a Irán el suyo a desarrollar energía nuclear. La posición israelí-estadounidense no se basa en el derecho internacional ni en nada que no sea la arrogancia de ambos.

La hipocresía es extrema ya que Israel no ha firmado el Tratado de No Proliferación y ha desarrollado ilegalmente sus armas nucleares en secreto con, hasta donde sabemos, la ayuda estadounidense.

Habida cuenta de que Israel posee ilegalmente armas nucleares y tiene un fanático gobierno capaz de usarlas, se le deberían aplicar sanciones devastadoras para obligarle a desarmarse.

Israel se merece esas sanciones por otra razón: es un Estado que practica el apartheid, tal como el ex presidente Jimmy Carter ha demostrado en su libro Palestine: Peace Not Apartheid.

La imposición de sanciones contra Sudáfrica, liderada por Estados Unidos, se debió a las prácticas de segregación del país. Las sanciones obligaron al gobierno blanco a la cesión del poder político a la población negra. Israel lleva a cabo una forma mucho peor de apartheid que la del gobierno sudafricano de entonces, pero mantiene que criticar a Israel por practicar lo que el mundo considera abominable es “antisemita”.

Lo que queda de la Cisjordania palestina no expoliada por Israel son unos guetos aislados. Los palestinos no tienen acceso a los hospitales, escuelas, explotaciones agrarias y están incomunicados unos con otros. No pueden desplazarse de un gueto a otro sin permiso de los israelíes que lo imponen en los puestos de control.

Las excusas del gobierno israelí para sus graves violaciones de los derechos humanos constituyen una de las mayores colecciones de mentiras en la historia mundial. Nadie, con la salvedad de los “cristianos sionistas” estadounidenses, se cree una sóla palabra de ellas.

También Estados Unidos merece ese tipo de sanciones. Es más, tiene una extraordinaria puntuación para ello. Basándose en mentiras y en el deliberado engaño al Congreso estadounidense y a la opinión pública, a la ONU y a la OTAN, el gobierno estadounidense invadió Afganistán e Iraq y se ha servido de la “guerra contra el terrorismo”, orquestada por Washington, para atacar las libertades civiles estadounidenses arraigadas en su Constitución. Un millón de iraquíes han pagado con sus vidas los crímenes de EE.UU. y cuatro millones se han visto desplazados. Iraq y sus infraestructuras están en ruinas, y las elites profesionales iraquíes, imprescindibles en una sociedad moderna, han sido asesinadas o se han exiliado. El gobierno estadounidense ha cometido un crimen de guerra a gran escala y si Irán merece sanciones, EE.UU. las merece mil veces más.

Nadie sabe cuántas mujeres, niños y ancianos ha asesinado EE.UU. en Afganistán, no obstante lo cual la guerra de agresión estadounidense contra el pueblo afgano está ya en su noveno año. Y según el ejército estadounidenses, la victoria está todavía muy lejos de conseguirse. El almirante Michael Mullen, Jefe del Estado Mayor conjunto, declaraba en agosto que la situación militar en Afganistán es “grave y se está deteriorando”.

Los más viejos de los estadounidenses pueden esperar que la guerra continúe durante el resto de sus vidas, mientras sus derechos a una Seguridad Social y Atención médica se han visto reducidos para destinar financiación a la industria de armamento del país.

¿Qué se pretende con la guerra de agresión contra Afganistán? Poco después de su toma de posesión, el presidente Obama prometió dar respuesta a ello, pero no lo ha hecho sino que por el contrario ha intensificado la guerra en Afganistán y ha desencadenado otra en Pakistán, que ha ocasionado ya dos millones de desplazados paquistaníes. Obama ha enviado 21.000 soldados más a Afganistán y el general Stanley McChrystal, ya está pidiendo otros 20.000 más.

Obama está intensificando la guerra estadounidense de agresión contra el pueblo afgano a pesar de las tres encuestas de opinión que indican que la opinión pública estadounidense se opone firmemente a la guerra contra Afganistán.

Por desgracia, el acuerdo blindado entre Israel y Washington para luchar contra los pueblos musulmanes es mucho más fuerte que los vínculos entre el pueblo estadounidense y su gobierno. En una cena de despedida del agregado militar israelí en Washington, que vuelve a Israel para convertirse en el subjefe del Estado Mayor del ejército israelí, celebrada el jueves pasado, el almirante Muller, jefe del Estado Mayor conjunto, la subsecretaria de Defensa, Michèle Flournoy, y Dan Shapiro, responsable de asuntos de Oriente Próximo en el Consejo Nacional de Seguridad, acudieron a la cena para presentarle sus respetos. El almirante Muller declaró que EE.UU. siempre estaría al lado de Israel, con independencia de los crímenes de guerra cometidos. No importa cuántas mujeres y niños asesine Israel. Ni cuántos palestinos Israel expulse de sus hogares, aldeas y tierras. Si se pudiera decir la verdad, el verdadero eje del mal lo constituyen Estados Unidos e Israel.

Millones de estadounidenses están sin hogar debido a las ejecuciones hipotecarias. Millones más han perdido sus empleos, e incluso muchos millones más no tienen acceso a la asistencia médica. Sin embargo, el gobierno estadounidense continúa despilfarrando centenares de miles de millones de dólares en guerras que no son útiles a los intereses del país. El presidente Obama y el general McChrystal han adoptado una postura que ellos saben bien va en contra del pueblo estadounidense.

Resulta más que evidente que el presidente de Estados Unidos y los militares estadounidenses no tienen respeto alguno hacia la democracia, los derechos humanos y el derecho internacional. Ésta es otra de las razones para aplicar sanciones demoledoras contra Washington, que con Bush y Obama se ha convertido en un Estado de camisas pardas que se basa en mentiras, asesinatos, crímenes de guerra y engaños.

Muchos gobiernos son cómplices de los crímenes de guerra estadounidenses. Con el presupuesto de Obama en números rojos, las guerras de agresión de Washington dependen de la financiación de los chinos, japoneses, rusos, saudíes, coreanos del Sur indios, canadienses y europeos. En el momento en que cesara esta financiación extranjera de los crímenes de guerra de Estados Unidos, las guerras de agresión estadounidenses contra los musulmanes terminarían.

Estados Unidos ya no es una “superpotencia” que pueda ignorar indefinidamente sus propias leyes y el derecho internacional. Estados Unidos se desmoronará debido a su orgullo desmesurado, arrogancia y excesos imperiales. Y cuando el imperio estadounidense se desplome, ¿serán llevados sus responsables ante el tribunal acusados de crímenes de guerra?


Paul Craig Robert fue subsecretario de Hacienda en el gobierno Reagan. Es coautor de The Tyranny of Good Intentions. Su dirección de e-mail es: PaulCraigRoberts@yahoo.com

"www.counterpunch.org/roberts09012009.html" target="_blank">Counterpunch, 1 de septiembre de 2009

 

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