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Medio Oriente :: 25/09/2019

Israel: el centro-derecha ha ganado y la ideología ha muerto

Gideon Levy
Uniformidad, vacío ideológico, y falta de voluntad de cambio: el régimen de Israel está unida en su deseo de seguir ignorando sus problemas

Los resultados de las elecciones del martes demostraron más allá de toda duda que Israel es un gran centro-derecha, con muchas menos diferencias de opinión de lo que uno podría pensar.

Somos todos una nación: No una sociedad polarizada, ni rota ni dividida, cómo la gente lamenta aquí día y noche, sino un gran consenso, mucho más amplio y profundo que lo que pensábamos. Y eso no es una buena noticia en absoluto.

Oculta detrás de esta aparente unidad está la uniformidad, el vacío ideológico y la falta de coraje para adoptar posiciones claras, por no hablar de luchar por ellas. No hay guerra civil en espera, sino más bien una melodía triste: “Todos somos una sola nación”, un réquiem por cualquier nueva idea, cantada por el coro nacional para adormecer cualquier cambio.

La extrema derecha ha sido totalmente derrotada, y no hubo nunca una izquierda radical. Así que nos quedamos con un ensordecedor y clamoroso unísono nacional en la mayoría de los temas.

El centro-derecha ganó de nuevo el martes, y es quizás su mayor victoria. Las diferencias entre los dos bloques son minúsculas, apenas visibles a simple vista. Yamina salió maltrecha de nuevo y Otzmá Yehudit fue eliminado, como merecía. La "izquierda" sionista se salvó por los pelos, después de haber sido bien diluida, Meretz por Ehud Barak y Stav Shaffir, y el Laborismo por Orli-Levi Abekasis. Todo converge hacia el centro-derecha.

Se podría pensar que hay un abismo ideológico entre el primer ministro Benjamin Netanyahu y el líder de Kahol Lavan, Benny Gantz. Hemos tenido dos oportunidades de oro en los últimos días para conocer que no es el caso. Netanyahu propuso la anexión de partes estratégicas de Cisjordania, y Gantz dijo que Netanyahu no cumpliría su promesa, mientras que él, Gantz, permanecería en el valle del Jordán para siempre.

¿Cual es la diferencia? No hay diferencia. Gantz, que quiere un gobierno “laico”, fue a poner una nota en el Muro de las Lamentaciones, al igual que Netanyahu. En eso consiste la laicidad israelí.

Los resultados demostraron el martes que los israelíes no quieren algo diferente, no la extrema derecha y, por supuesto, tampoco la extrema izquierda, sólo el centro-derecha. Una parte llama a su mitad del centro-derecha “Likud” y la otra “Kahol Lavan”. Sólo la figura de Netanyahu divide a los dos campos. Y esa, por supuesto, no es una diferencia ideológica real.

El martes también se demostró que no hay muchos compradores de un racismo flagrante. Los israelíes quieren racismo, pero en pequeñas dosis, y por debajo de la mesa, no de frente y de cara. Después del martes, es imposible afirmar que Israel giró a la derecha. Pero desde luego no se fue a la izquierda. Se fue a dormir.

Una sociedad así se merece un gobierno de unidad nacional, la receta más segura para continuar en estado de coma. Cuando no hay radicalismo ni innovación en ninguno de bandos no puede haber debate, y cuando no hay debate sólo puede haber más de lo mismo, eso mismo que ha convertido a Israel en una sociedad represiva, una sociedad en permanente estado de negación, que se esconde de sus problemas reales y favorece las trivialidades del escapismo.

Las elecciones demostraron una vez más que los que proponen el cambio no tienen ninguna posibilidad en Israel. A excepción de un referéndum para ensalzar o condenar, reelegir o cesar a Netanyahu, los israelíes no quieren ningún cambio. Son felices con lo que tienen, y sobre todo de lo que están huyendo. Les basta con sus vacaciones y sus centros comerciales.

La clase de ejecutivo que surgirá de estas elecciones carece casi de importancia. Ningún cambio real surgirá de ninguna posible coalición. Por eso la idea de un gobierno de unidad nacional es tan popular en Israel: garantiza la siesta más larga por las tardes. Después del martes, estamos muy cerca de que se forme un gobierno de unidad nacional, lo que garantiza unas cuantas temporadas más de hibernación.

¿Qué más podrían desear los israelíes?

Haaretz. Traducción: Enrique García para Sinpermiso. Extractado por La Haine.

 

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