Israel está dirigiendo el camino hacia otra guerra en Gaza este Ramadán

El pasado mes de mayo, el mundo vio cómo el régimen de Israel iniciaba lo que se convertiría en una guerra de 11 días contra la Franja de Gaza, tras una importante escalada durante el mes sagrado del Ramadán. Este Ramadán parece seguir un esquema muy similar y los resultados podrían ser mortales.

Tras un mes de constantes enfrentamientos en la ciudad vieja de Al-Quds ocupada y sus alrededores, los palestinos se levantaron en una revuelta masiva que no se había visto en años. Lo que más tarde se convertiría en una guerra entre las fuerzas de ocupación israelíes y la resistencia armada de Gaza fue en el fondo el estallido de la indignación popular de los palestinos de toda la Palestina histórica. Los ciudadanos palestinos de los territorios ocupados del 48 salieron en un número sin precedentes a defender la mezquita de Al-Aqsa tras las crecientes tensiones entre sus comunidades y las fuerzas policiales israelíes. Las calles de Lydd, Umm Al-Fahm, Haifa, Yafa y otros lugares se llenaron de palestinos que se enfrentaron a los colonos israelíes de línea dura y a la policía armada.

La guerra de 11 días costó la vida a unos 270 palestinos, así como a 13 israelíes, pero representó una victoria histórica para la resistencia palestina -en todas sus manifestaciones- que dio lugar a celebraciones masivas en todo Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza en el momento de la aplicación del alto el fuego. La "Sala Conjunta" palestina, que incluía a las facciones de la resistencia armada de los partidos palestinos de todo el espectro político, participó en lo que se denominó Batalla de Seif Al-Quds (Espada de Jerusalén). Lo que desencadenó este escenario de pesadilla, en el que los palestinos de los territorios ocupados en 1948, así como de Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este, e incluso de Jordania, Siria y Líbano, salieron a las calles y a las fronteras para enfrentarse a las fuerzas israelíes, fue el asalto israelí a la mezquita de Al-Aqsa. 

No sólo los palestinos, sino el mundo entero, vieron cómo las fuerzas israelíes atacaban violentamente a los fieles palestinos en el recinto de Al-Aqsa día tras día, antes y durante el Eid Al-Fitr. Esto hizo que Abu Obeida, el portavoz de las brigadas Al-Qassam de Hamás, diera a Israel hasta las 6 de la tarde del 10 de mayo para impedir que se celebrara una marcha de colonos extremistas en la Ciudad Vieja. Hamás cumplió su promesa y lanzó una andanada de cohetes contra los asentamientos israelíes que rodean Jerusalén.

Debido a la carnicería que se produjo durante la guerra de 11 días, el secretario general de Hezbolá libanés, Sayyed Hassan Nasrallah, anunció una nueva ecuación en caso de que Jerusalén volviera a sufrir este tipo de ataques: "guerra regional". El Hezbolá libanés, Ansar Allah de Yemen y las facciones armadas de Irak, relacionadas con las Unidades de Movilización Popular, se han comprometido a participar en una confrontación regional de este tipo con Israel. Esto se suma al posible estallido de una revuelta masiva palestina contra Israel, con las facciones armadas de Gaza abriendo también una confrontación militar. Esta amenaza es grave, pero Israel parece estar en el negocio de jugar con fuego.

Desde el comienzo del Ramadán, las fuerzas de ocupación israelíes han acampado alrededor de la zona de Bab Al-Amoud (Puerta de Damasco) en la Ciudad Vieja de Al-Quds, atacando y deteniendo a los palestinos. Yair Lapid, ministro de Asuntos Exteriores israelí, también decidió asaltar la zona rodeada de fuerzas armadas israelíes. El miércoles, Benjamín Netanyahu, jefe de la oposición israelí, también participó en una marcha de colonos de extrema derecha en la ocupada Al-Quds, para protestar por la incapacidad del régimen israelí de impedir los actos de resistencia palestina, como las tres operaciones realizadas el mes pasado. La razón por la que la participación del ex primer ministro israelí Netanyahu en estas protestas es tan significativa es que sus provocaciones -si decide intentar entrar en la Ciudad Vieja- podrían tomarse como una repetición del asalto de Ariel Sharon a la mezquita de Al-Aqsa que desencadenó la segunda Intifada en 2000.

Netanyahu está intentando presionar a la actual administración israelí, dirigida por Naftali Bennett, para que disuelva su coalición de poder compartido. Esto podría significar que el ex primer ministro israelí, que ahora se enfrenta a cargos de corrupción, se arriesgue a otra guerra contra Gaza si eso significa que puede volver a competir por el poder. El pasado mes de mayo, Netanyahu se negó a impedir que las bandas de colonos extremistas salieran a las calles de la ocupada Al-Quds y atacaran a los palestinos, asaltando la Ciudad Vieja y encendiendo las tensiones en el barrio de Sheikh Jarrah. Es posible que estas decisiones hayan terminado por costarle mucho políticamente. Dicho esto, sólo es más probable que se arriesgue a que sus enemigos tengan que enfrentarse a una situación así, que podría acabar fácilmente con la actual coalición israelí.

Mientras los palestinos ayunan y celebran el mes sagrado del Ramadán, también se preparan para otra embestida israelí, aunque esta vez podría ser muy diferente y hacer que el mayo del año pasado parezca un paseo por el parque. Los habitantes de Cisjordania se lanzan a la lucha armada a un ritmo cada vez mayor e incluso los ciudadanos palestinos de los 48 territorios ocupados están ahora en un punto de ebullición. Parece que es sólo cuestión de tiempo que algo desencadene el próximo levantamiento contra la ocupación israelí, y el régimen sionista no está siguiendo una vía diplomática para evitarlo.

Al Mayadeen