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Medio Oriente :: 03/08/2025

Israel y la guerra de las drogas en Siria

Vijay Prashad
No son las drogas ni los drusos lo que preocupa a Israel, sino que el terrorista Al-Sharaa no haya entregado la historia pro palestina de Siria a los pies del régimen israelí

Las tensiones aumentaron en el sur de Siria cuando aviones de combate israelíes bombardearon el Ministerio de Defensa en Damasco, zonas alrededor del palacio presidencial y aldeas en As-Suwayda el 16 de julio de 2025, matando al menos a doscientos cincuenta sirios en estos ataques aéreos. El régimen de transición sirio, liderado por el antiguo terrorista jefe de Al Qaeda Ahmed al-Sharaa, condenaron los ataques, que Israel justificó como necesarios para detener los combates entre las fuerzas sirias, las Quwwat al-Badu (o Fuerzas Beduinas), organizadas apresuradamente, y los drusos Harakat Rijal al-Karama (Hombres de Dignidad).

En diciembre de 2024, los Hombres de la Dignidad, las Fuerzas Sheikh al-Karama y la Liwa al-Jabal (Brigada de la Montaña) unieron sus fuerzas en la zona de As-Suwayda para crear el grupo Ghurfat 'Amaliyyat al-Janub (Operaciones del Sur) con el fin de defender la región de las incursiones de los israelíes y del nuevo régimen sirio. Sin embargo, el grupo se dividió a principios de este año, lo que mermó su capacidad para contener la incursión de los sionistas más allá de su anterior ocupación de los Altos del Golán sirios, ocupados desde 1967. Desde entonces, Israel ha ampliado su control de los Altos del Golán hacia la zona de As-Suwayda y ha sido acusado por las fuerzas locales de interferir en las disputas locales para justificar una mayor invasión militar.

Desde 2012, la autoridad central del Estado sirio se ha visto debilitada, extendiéndose desde el borde de los Altos del Golán, pasando por la ciudad de Daraa, hasta las aldeas de As-Suwayda, formando un cinturón a lo largo del extremo sur de Siria y a lo largo de la frontera con Jordania. Las fuerzas militares sirias permanecieron en esta zona, pero su legitimidad se encontraba en un mínimo histórico, lo que provocó la aparición de varias fuerzas militares en este vacío. En 2013, la comunidad drusa de la zona, liderada por el jeque Wahid al-Bal'ous, formó el Harakat Rijal al-Karama (Hombres de la Dignidad), mientras que al año siguiente una alianza de diversos combatientes liderada por Murhij Hussein al-Jarmani (alias Abu Ghaith) formó la Liwa al-Jabal (Brigada de la Montaña).

Estos grupos se crearon para defender a la comunidad drusa de los ataques de la banda yihadista Jabhat al-Nusra (Frente de la Victoria), que había comenzado a desplazarse hacia el sur desde las montañas de Qalamoun y estaba recibiendo ayuda de los servicios de inteligencia y las fuerzas militares israelíes. El declive del papel del ejército sirio en esta zona provocó un aumento del papel político y de seguridad tanto de los Hombres de la Dignidad como de la Brigada de la Montaña, que lucharon contra las bandas de Al Qaeda, los posteriores ataques del ISIS y los ataques del régimen israelí.

LA RED DEL FENTANILO EN EL SUR DE SIRIA

En 2012, cuando me encontré por primera vez con el ejército sirio en la carretera junto a las montañas de Qalamoun, ya estaba claro que su moral oscilaba entre la confianza extrema y el agotamiento debido a la naturaleza pírrica de la guerra. Sin el apoyo aéreo de los EEUU o Israel, las diversas bandas extremistas -las más entusiastas eran las fuerzas de Al Qaeda- no habrían podido imponerse, lo que garantizaba al Ejército Árabe Sirio que podría contenerlos.

Sin embargo, cada vez que el ejército sirio avanzaba, tenía que hacerlo sufriendo enormes bombardeos y violencia occidental que afectaba a objetivos civiles, reducían su sentido de superioridad moral y destruían la base de la economía siria. El colapso de la economía y el lento deterioro del aparato estatal minaron la moral del ejército sirio. En 2013, todas las partes en conflicto mantuvieron su espíritu combativo no por motivos políticos o ideológicos, sino gracias a la afluencia de grandes cantidades de anfetaminas, conocidas en Siria por sus nombres comerciales, Captagon y Tramadol, o como las llamaban los terroristas, las «pastillas blancas de la muerte».

Cerca de la frontera con Jordania, en la zona de As-Suwayda, estuve donde comenzó la producción a gran escala de estas pastillas. Los exmilitares que dirigían estas granjas se habían asociado con sindicatos internacionales de la droga (bajo el paraguas protector de Israel). Hace una década circulaban rumores sobre el papel del general de brigada Wafiq Nasser (defenestrado por el presidente Assad) en el establecimiento de la red de producción y distribución de drogas a través de una serie de pequeñas aldeas de la región de As-Suwayda.

Nasser colaboró con Abu Yassin Ahmad Jaafar y Jamil al-Balaas para construir el sistema de granjas desde las aldeas de Busra al-Sham hasta al-Qurayya, a unos veinte kilómetros de Jordania. Estos hombres, junto con Marei al-Ramthan y Raji Falhout, aprovecharon el colapso del sistema estatal sirio, establecieron vínculos con funcionarios jordanos y libaneses mediante sobornos y comenzaron a dominar el comercio de producción y venta de anfetaminas en toda la región (incluido Israel, principalmente para uso recreativo).

Las tensiones aumentaron entre las unidades de autodefensa (principalmente los Hombres de la Dignidad drusos) y las bandas de narcotraficantes, ya que las primeras intentaban impedir que las segundas vendieran anfetaminas a la población de la zona. En 2015, un coche bomba en As-Suwayda mató a Wahid al-Bal'ous, líder de los Hombres de la Dignidad. Corrieron rumores de que había sido asesinado por el Gobierno sirio y, posteriormente, por Al Qaeda (tras la detención de un hombre llamado Wafi Abu Trabi). Pero, bajo la superficie, estaba claro que al-Bal'ous era una víctima de la guerra contra las drogas.

Tres años después de este asesinato, los Hombres de la Dignidad capturaron a Abu Yassin Ahmad Jaafar, quien les confesó ante las cámaras que había participado en el asesinato de al-Bal'ous y que era uno de los principales capos de la droga de la zona. Más tarde fue ajusticiado por los Hombres de la Dignidad.

En su confesión en vídeo, Jaafar mencionó que Marei al-Ramthan había organizado un grupo de jóvenes beduinos para pasar la droga de contrabando a Jordania. Al-Ramthan, que era pastor antes de entrar en el negocio de la droga en 2006, fue capaz de absorber la producción mucho mayor que comenzó después de 2012 y se convirtió en el mayor transportista de droga del Levante. Los tribunales jordanos lo habían condenado a prisión en varias ocasiones, pero nunca fue detenido.

LA GUERRA DE LAS DROGAS

El lento colapso del Estado sirio dio lugar al auge de las autoridades locales como amos independientes del tráfico de drogas. En 2018, el general de división Kifah al-Mulhim sustituyó a Nasser. Al principio, el nombramiento de Al-Mulhim despertó la esperanza de que se presionara a las redes de narcotráfico. A continuación se produjo una serie de acontecimientos. En 2021, el Estado detuvo a Raji Falhout, pero horas más tarde lo puso en libertad. Luego, en julio de 2022, los funcionarios estatales, junto con los Hombres de la Dignidad, irrumpieron en la granja de Falhout y encontraron un laboratorio de Captagon. Más tarde ese mismo año, en diciembre, la policía detuvo a al-Ramthan, pero luego lo puso en libertad. Ese mismo año, el ejército sirio, junto con la milicia paramilitar Liwa al-Jabal (la Brigada de la Montaña), combatió a los grupos armados de Falhout cerca de la frontera con Jordania y eliminó a varios de ellos.

Entre enero y marzo de 2024, la fuerza aérea jordana atacó muchas de estas granjas de Captagon en la zona rural de As-Suwayda. Estos ataques causaron la muerte de civiles, lo que llevó al movimiento Hombres de la Dignidad a pedir a Jordania que los detuviera. El ejército sirio guardó silencio en público. O bien al-Mulhim formaba parte de la vasta red de narcotráfico que iba desde As-Suwayda hasta Damasco y otros lugares, o bien no tenía autoridad para llevar a cabo una limpieza adecuada en la región. Hacia los últimos días del Gobierno de Assad, al que no se le informaba de estas actividades, al-Mulhim fue llamado a Bagdad para ocupar el cargo de director de la Oficina de Seguridad Nacional Siria. Los EEUU había impuesto sanciones personales a al-Mulhim por su papel en el Estado sirio. Tras la caída de Assad, estas sanciones personales fueron levantadas.

La caída del Gobierno de Assad en diciembre de 2024 se produjo por varias razones: la guerra de Israel contra el Líbano (que debilitó a Hezbolá), los ataques aéreos occidentales contra posiciones militares sirias y una ofensiva relámpago coordinada de las antiguas bandas de Al Qaeda desde la ciudad norteña de Idlib hasta Damasco. Israel, aprovechando la situación, se retiró de los Altos del Golán, ocupados ilegalmente, y se adentró en la región cercana a As-Suwayda. Los israelíes argumentaron que se trataba de una nueva barrera de seguridad no solo para Israel, sino también para la comunidad minoritaria drusa. Pero esto no era más que una excusa.

Aprovechando los combates por las plantaciones de drogas en julio de 2025, los israelíes atacaron varios objetivos, incluidos los edificios gubernamentales de Damasco, pero no las plantaciones de drogas, alegando una vez más que lo hacían para proteger a los drusos. Sin embargo, varios líderes drusos, entre ellos el jeque Sami Abi al-Muna, afirmaron que no necesitaban la protección de Israel y que el genocidio de Israel contra los palestinos invalidaba su pretensión de humanitarismo. En realidad, los ataques israelíes tenían como objetivo presionar al antiguo líder de Al Qaeda Ahmed al-Sharaa, ahora "presidente de transición" de Siria (que tenía sanciones estadounidenses en su contra, que fueron oficialmente levantadas el 30 de junio de 2025).

El terrorista Al-Sharaa aún no ha hecho lo que Israel espera de Siria, que es reconocer a Israel. Ha expulsado a los líderes del Frente Popular para la Liberación de Palestina y de Hamás, y ha detenido a líderes de la Yihad Islámica, pero eso no es suficiente. Israel seguirá utilizando cualquier excusa para golpear a Siria y salirse con la suya. No son las drogas ni los drusos lo que preocupa a Israel, sino que Al-Sharaa no haya entregado la historia pro palestina de Siria a los pies del régimen israelí.

Globetrotter y No Cold War

 

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