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Asia :: 11/05/2014

La cara más oscura de India (y IV)

Txente Rekondo
Se empiezan a construir zonas de apartamentos basadas en el sistema de castas, y los "matrimonios convenidos" por casta han aumentado en los últimos años

La mayor parte de los análisis en torno a India coinciden en señalar el auge de este gigante asiático, que juntó a otras potencias emergentes configuran el llamado BRICS, y que disputan a EEUU el actual dominio global. Sin embargo, son muchos los informes que a la hora de situar a India en esta nueva coyuntura, coinciden en señalar las importantes carencias de este país.

La fotografía actual nos muestra un aumento del número de multimillonarios, cifras que podrían doblarse para el 2023, junto al auge de los millonarios, en un 66% dentro de cuatro años. Y juntó a ello, observamos cómo tan sólo el 32% de la población rural dispone de baño, de hecho la mitad de la población mundial que a día de hoy hace sus "defecaciones al aire libre", reside en India.

A ello también hay que unir todo un abanico de importantes carencias sanitarias y a la presencia de un 56% de la población que carece de los medios necesarios para lograr asegurar sus necesidades básicas. 680 millones de personas experimentan la privación de sus necesidades básicas, con cientos de millones viviendo por debajo de las líneas oficiales de la pobreza.

Esta cara oscura trae aparejada una ligazón directa con el sistema de castas, que a su vez sustenta también toda una serie de realidades discriminatorias para sectores femeninos, religiosos o étnicos.

El proceso de construcción de la India moderna tiene unas importantes carencias que han lastrado su posterior configuración. A pesar de los intentos de las élites políticas por aglutinar en torno a la idea de "India" a la población, ésta sigue más ligada a realidades e identidades marcadas por diferencias regionales, de casta o lingüísticas. Los representantes de esas élites se han valido del "nacionalismo indio" para asentar sus propios intereses.

Tanto el Partido del Congreso como el BJP [Bharatiya Janata Party, nacionalista conservador], representan modelos elitistas y no muestran ningún interés en hablar del sistema de castas que continúa protagonizando buena parte de la vida del país.

A pesar de los argumentos de las citadas élites, que repiten una y otra vez la desaparición del sistema de castas (el gobierno prohibió la "intocabilidad"), la realidad es muy diferente. La discriminación basada en el sistema de castas es el soporte de buena parte del sistema de injusticias actual y sobre todo de la discriminación de género y el feudalismo clasista que impera en India.

La situación en las zonas rurales del país es un claro ejemplo. Los altos índices de pobreza (98% de los llamados intocables o 'dalits' viven en la pobreza) aumentan año tras año "gracias" a un sistema de castas que perpetúa la pobreza en sí misma e impide el acceso a nuevas oportunidades a los estratos más bajos del sistema.

Pero esta realidad no se limita al campo indio. También en el ámbito urbano ha logrado mantener sus influencias en el día a día. Así, en los últimos tiempos, en ciudades como Mumbai o Gujarat, se han construido zonas de apartamentos basadas en el sistema de castas, y algunos analistas locales denuncian que el acceso a la vivienda, en algunos lugares, se está "caracterizando por la pertenencia a una religión, un grupo étnico o una casta determinada".

Otro síntoma evidente se refleja en los anuncios de matrimonio. En India, el sistema de "matrimonios convenidos" ha aumentado en los últimos años, y sus anuncios en la prensa local también ha experimentado un importante auge. Según esas mismas fuentes, hasta cerca del 75% de los citados anuncios traen una mención explícita a la casta.

Racismo, deficiencias sanitarias, problemas de salud y medioambiente, son otros aspectos que a día de hoy guardan relación directa con este sistema de castas que algunos siguen defendiendo que "oficialmente" ha desaparecido.

En la actualidad en India confluyen los intereses de importantes y poderosos sectores que apuestan claramente por un sistema de casta y religión que permite acentuar las tensiones y las desigualdades sociales y económicas.

En torno a ello algunos han creado un círculo perverso. Minorías musulmanas o miembros de las castas más bajas hindúes sufren las consecuencias del sistema, y tienden a ofrecer las tasas más altas de pobreza, marginación, exclusión social y desempleo.

En ocasiones los sectores más jóvenes de esos colectivos, ante la carencia de oportunidades, acaban organizándose en bandas, que a su vez son el objetivo de una prensa controlada por las clases altas, y de operaciones policiales donde las víctimas civiles e inocentes suelen ser elevadas.

La corrupción que afecta a importantes sectores de las fuerzas de seguridad también se une a ese complejo escenario, juntó a la cada vez más extendida política de "tirar a matar" de la policía.

Con más de ochenta millones de desempleados y 250 millones de jóvenes subempleados, el descontento y los enfrentamientos entre los sectores juveniles y empobrecidos de la sociedad y el estado están también aumentando.

Las desigualdades de género y la violencia contra las mujeres también caracterizan la situación actual del país. La "mayor democracia" del mundo apenas cuenta con algo más de un diez por ciento de mujeres en el Parlamento, muy por debajo del promedio mundial (21,8%). Las tasas de alfabetización de la mujer es de 66%, frente al 80% de los hombres.

Las alteraciones impuestas por el sistema colonial y la introducción de la producción capitalista también ha contribuido al deterioro de la situación de la mujer en India. El papel femenino se ha querido ir limitando en amplias capas de la sociedad india a la esfera doméstica, y con una función reproductora encaminada a incrementar la producción en un sistema dominado y controlado por los hombres.

La mano de obra femenina se concentra en el sector primario y en los trabajos no cualificados y marginales, buena parte de los mismos se concentran en zonas rurales.

Pero la discriminación de las zonas rurales también se hace evidente en el ámbito urbano. A pesar de que las mujeres son las mayores contribuidoras en términos de producción económica, su contribución permanece invisible, en parte por la desigual distribución del ingreso en los diferentes tipos de empleos.

Servicio doméstico, producción del tradicional cigarro indio beedi, y fábricas textiles, ocupan buena parte de esa enorme fuerza de trabajo femenina, cuya contribución pasa desapercibida intencionadamente. A ello también se une la ocultación del trabajo doméstico y no pagado de esas trabajadoras, que habitualmente se presenta como labor de las "esposas".

La violencia contra las mujeres también caracteriza la actual situación de dominio en el país. Si hace unos meses el ataque sexual contra una joven en Delhi saltó a los medios locales e internacionales, la gravedad de la situación supera con creces ese caso.

La violencia sexual contra la mujer se ha convertido en una cruel y salvaje realidad diaria para importantes sectores femeninos del país. Y aquí también los sectores femeninos más empobrecidos son los que más sufren esa realidad, y la mayor parte de las veces bajo el cómplice silencio de las élites sociales, religiosas o mediáticas.

El sistema político, social y religioso que sustenta esas desigualdades difícilmente puede solventarse a través de las reformas que preconizan algunas de las dirigencias políticas del país. Por eso, son cada vez más las voces que reclaman una profunda revolución para cambiar el rumbo de la India actual.

* Analista internacional
La Haine

 

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