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Mundo :: 05/07/2023

La división de las fuerzas para la transformación revolucionaria del Perú en la década del '60

Jan Lust
Una unidad política y práctica entre el FIR, el MIR y el ELN podría haber cambiado el destino del país

[En la foto, Guillermo Lobatón y Máximo Velando, líderes del frente guerrillero Túpac Amaru del MIR, asesinados el 7 de enero de 1966 por el ejército.]

En la izquierda peruana siempre se habla sobre la necesidad de la unidad, sobre todo después del drama de la pérdida de las elecciones presidenciales de 1980. Con anterioridad al evento electoral de hace 40 años, también se habló sobre la unidad. La unidad que se buscaba en la década de sesenta era una unidad práctica y revolucionaria. Se hablaba sobre la unidad en la acción y la unidad de las fuerzas revolucionarias.

La falta de unidad de hoy, especialmente programática, la falta de unidad de hace 40 años, practica-política, y la falta de la unidad revolucionaria después de la Revolución Cubana, nos parece mostrar algo estructural. ¿La izquierda es incapaz de unirse? ¿Las diferencias programáticas son tan grandes o los intereses personales son tan mezquinos que impiden la unidad de la izquierda en general y de la unidad de las fuerzas revolucionarias en particular?

En la década del sesenta el Frente de Izquierda Revolucionario (FIR), el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se declararon a favor de la unidad. Los tres estaban a favor de un proceso que conllevaría a la creación del partido de la revolución peruana. Se consideraron sus organizaciones como gérmenes de este partido.
¿Pero quién dirigiría este partido o qué corriente política representaría este partido? ¿Trotskismo, Castrismo, Guevarismo, Maoísmo? ¿Todos estos corrientes se podrían unir en un partido de tipo leninista?

En la práctica, el ELN buscaba una cierta unidad con el movimiento campesino que lideraba Hubo Blanco del FIR en el Cusco. El primer intento del ELN de formar unidades guerrilleras estaba enfocado en levantar estas unidades en el centro del Perú y en el Cusco. Este intento fracasó porque la vanguardia del ELN fue detectada en Puerto Maldonado (1963), causando la muerte de la poeta revolucionaria, Javier Heraud (Lust, 2022).

Anterior a este intento de unificación había el acercamiento del líder del MIR, Luis de la Puente, a Hugo Blanco. Es decir, en 1962 De la Puente viajó a Cuzco por invitación de la Federación de Campesinos de La Convención y Lares para hablar en un mitin organizado por la misma Federación en la capital de la provincia de La Convención, Quillabamba.

La invitación a Luis de la Puente no era extraña porque era un experto en el campo agrícola. Por otra parte, el exdiputado del anterior APRA Rebelde, Carlos Malpica, había presentado en octubre de 1961, en la cámara de diputados un amplio proyecto de ley sobre reformas agrarias. En el mitin, que tuvo lugar el 13 o 14 de octubre, participaron 10.000 personas. En su discurso, Luis de la Puente explicó que la lucha campesina era un pilar avanzado de la revolución agraria. Bajo aplausos desbordantes, manifestó que era comunista. Si el comunismo significa que se tiene que crear sindicatos para defender los derechos de los trabajadores y que se debe poner fin a las condiciones de esclavitud en el campo, a la miseria, al hambre y a la ignorancia, entonces él se consideraba comunista (MIR, 1962).

Luego del mitin, Luis de la Puente visitó algunos sindicatos y el 17 de octubre tuvo una reunión con Hugo Blanco en el pueblito de Sullucuyoc. El contenido

de la conversación entre De la Puente y Blanco nunca fue publicado.
La fundación del ELN en septiembre de 1962 fue producto de las diferencias entre los lideres del MIR y de los revolucionarios independientes, como Héctor Béjar, Abraham Lama y Alaín Elías, para crear una organización en conjunto. Fue durante los entrenamientos guerrilleros en el periodo 1962-1963 que los cubanos plantearon la unidad de los revolucionarios independientes y del MIR en Cuba. Fue imposible por diferencias de estrategia y de liderazgo.

La falta de unidad en Cuba empezó a compensarse con el proceso de coordinación que se inició en el transcurso de 1965 entre el ELN, el MIR y las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). La creación de este Comité Nacional de Coordinación llegó tarde y su trabajo fue incipiente. Fue solo una coordinación en Lima porque en el campo fue imposible coordinar las acciones.

En este artículo presentamos las razones fundamentales por la falta de unidad entre las fuerzas revolucionarias al comienzo de la década de sesenta, es decir, la falta de unidad entre el FIR, el MIR y el ELN. En la primera sección nos referimos a las diferencias de origen. En la segunda sección, se examina la cuestión del partido de la revolución peruana. La sección tres se dedica a las diferencias estratégicas y tácticas para la toma de poder. En la última sección presentamos una reflexión final.

1. Las diferencias de origen

Las diferencias de origen han contribuido a que el FIR, el MIR y el ELN no han pensado realmente en buscar una unidad. Aunque el ELN, conformado, entre otros, por ex cuadros del Partido Comunista del Perú, no tenía problemas con el origen trotskista del FIR, si lo tenía con el pasado aprista del MIR. Incluso, uno de sus destacados miembros, Juan Pablo Chang, fue uno de los fundadores del FIR.

En términos generales, el MIR no tenía problemas con el FIR, sin embargo, una fracción de la organización si lo tenía con el trotskismo. Problemas relacionados a una supuesta infiltración trotskista surgió en Cuba cuando el MIR se estaba preparando militarmente y en la unidad guerrillera Túpac Amaru del MIR en el centro del país.

El problema del grupo que después se convirtió en el ELN tenía que ver, entre otros, con la desconfianza que tenía el MIR con el grupo de excomunistas que se estaba entrenando en Cuba y la desconfianza de este grupo con el MIR.

Alaín Elías, ex cuadro del ELN narró lo siguiente: “Nosotros no confiábamos en ellos porque sabíamos que tenían un pasado aprista, estaban deformados ideológicamente. Entonces, no teníamos ninguna confianza de que recién estaban en un proceso de cambio. […] Ten en cuenta que el APRA ha sido anticomunista, más cercana a posiciones fascistas que a posiciones de izquierda, sin embargo, inicialmente el APRA tiene una formación marxista que después se distorsionó por Haya de la Torre. […] La diferencia principal es el caudillismo, la escuela del caudillismo. […] Cuando a ti te forman de una manera, después es difícil reinterpretar, salvo cuando tienes un nivel de conciencia y sabes que ese caudillismo hace daño. Ellos no se daban cuenta, pues ponían otro caudillo, a De la Puente Uceda, entonces subordinaron a De la Puente Uceda.” (Entrevista, 2003)

Héctor Béjar contó lo siguiente: “Había mucho más [diferencias entre el MIR y el ELN] de diversos tipos porque hay que tener en cuenta que en el Perú el enfrentamiento entre el Partido Comunista y el APRA duró 40 años. Procediendo nosotros más bien del Partido Comunista y otros compañeros independientes pero próximos al Partido Comunista, y los miristas procediendo del APRA, no era fácil establecer un diálogo por los métodos. Porque el APRA Rebelde mantenía los métodos. Según nuestro punto de vista, esto podría ser discutido, pero te cuento lo que pensábamos en esta época. Los mismos métodos verticales, autoritarios y poco democráticos que había tenido el APRA.
Ellos tenían jefes, tenían segundos que obedecían a los jefes, y nosotros no estábamos de acuerdo con eso. Nosotros creíamos que todo eso podría ser, pero que había una etapa antes para que tú sepas quien merece dirigir y quién no. Y, por tanto, éramos partidarios de una organización mucho más horizontal. Una organización militar era nuestro objetivo, pero tenía que empezar horizontalmente, sin grados y sin comandantes. Eso era un punto, el otro punto era que los compañeros de APRA Rebelde seguían siendo apristas todavía, ideológicamente, y por tanto tenían frente al Partido Comunista y el comunismo todos los prejuicios y las desconfianzas que surgían del APRA porque el APRA ha sido un partido muy anticomunista. […] No era fácil la relación con ellos, pero bueno, eso fue modificándose con el tiempo.” (Entrevista, 2003).

Durante los entrenamientos del MIR en Cuba, un grupo de jóvenes que fueron invitados por el MIR para prepararse para la guerrilla fue acusado por ser trotskistas. La razón fue que estos jóvenes habían llegado al MIR por intermedio de Ricardo Napuri, un exlíder del MIR que fue expulsado por ser trotskista (o salió por propia cuenta). El grupo de jóvenes fue apartado del MIR y aislado por los cubanos, por iniciativa de los lideres del MIR en Cuba. El liderazgo del MIR en Cuba correspondía a Gonzalo Fernández Gasco. La protesta de los jóvenes concluyó en que se apartaron del MIR y que se integraron al ELN.

Respecto a este asunto, Elio Portocarrero, ex cuadro del MIR, narró lo siguiente: “Cuando estábamos formándonos en Cuba iba gente de todo el país, iban los compañeros cuzqueños y entre ellos va Guevara Jorge Guevara que para Gonzalo era un trotskista convicto y confeso. Entonces Gonzalo aísla a Guevara del conjunto de los compañeros que se estaban preparando. Habla con los compañeros cubanos y les dice que Guevara es un agente trotskista y que hay que aislarlo porque es peligroso. Los cubanos acceden poner a Guevara en una casa especial y totalmente aislada. Ahí Guevara puede seguir estudiando, pero no recibe ninguna formación militar especial. Gonzalo no informa nada de esto al resto de gente que se estaba formando.” (Entrevista, 2007)

Un segundo problema con el trotskismo tiene que ver con un incidente en la guerrilla Túpac Amaru liderado por Guillermo Lobatón y Máximo Velando.
Dos militantes de la unidad estaban acusando a los lideres de la unidad de ser trotskistas. Estos militantes fueron Arturo Aranda y Maximiliano Romero. Ambos guerrilleros salieron del campamento de la guerrilla Túpac Amaru. Romero desertó y Aranda salió por su propia cuenta con el objetivo de unirse al grupo en Mesa Pelada liderado por Luis de la Puente. Aranda nunca llegó.

2. El partido de la unidad o el partido de la división

EL FIR, el MIR y el ELN tenían como uno de sus objetivos crear el partido de la revolución o crear las condiciones para este partido. El FIR era un partido trotskista. En el texto “Construyamos el partido de la revolución peruana” (1964) del FIR (1964: 3) se lee: “La insurrección popular se llevará a cabo, todos lo sabemos, bajo una sola disciplina, bajo un solo comando política y militar. En la historia no se ha dado otro ejemplo diferente a la centralización para garantizar una revolución triunfante. […] Dicho en otras palabras, tenemos el deber de construir el partido de la revolución peruana, un organismo político férreamente centralizado, para poder a su vez centralizar las luchas de las masas y conducirlas hacia la conquista del poder.”

En su escrito “The need for a revolutionary party in Peru” (1963) Hugo Blanco (1963: 12) señaló: “Por lo tanto, es indispensable contar con una organización revolucionaria basada en el marxismo-leninismo-trotskismo consciente del papel que la historia ha destinado al movimiento campesino a la hora de la liberación de nuestro país. Una organización revolucionaria que, basada en un estudio de la realidad nacional e internacional, orientará al movimiento campesino, vinculándolo con la lucha del proletariado y el resto del pueblo para un poder obrero y campesino. […] Tenemos que ir avanzando hacia la organización del partido de la revolución peruana. El Frente de Izquierda Revolucionaria (FIR) ha iniciado el intento.”

La construcción del partido de la revolución peruana era necesario, escribió Hugo Blanco en “Los sindicatos campesinos: desarrollo del poder dual” (1964), porque en el Perú “existen muchos partidos o grupos de izquierda. Esa atomización de la vanguardia política beneficia enormemente a la oligarquía. Es necesario pues despojarse de todo sectarismo para lograr la unificación de las fuerzas de izquierda, se debe tender a la organización del partido único de la revolución peruana” (Blanco, 1964: 60). En el documento del FIR llamado “Declaración de Arequipa” (1963) se lee que “por su programa y sus métodos de lucha y su experiencia asimilada, el FIR se presenta como el único canal para la construcción de este partido” (FIR, 1963: 4).

Respecto al concepto de partido, se debe subrayar que el hecho de que el FIR se consideraba como el instrumento de la revolución peruana y como el partido de la revolución peruana, no significó que el mismo FIR se atribuyera un papel preponderante en la lucha. La teoría del poder dual no lo permitía. Hugo Blanco (1972: 111) escribió que “la misión del revolucionario es ir a las masas, y servirlas, poner sus conocimientos al servicio de ellas, al servicio del proceso vivido por las masas, al servicio del camino revolucionario que siguen las masas. No es revolucionario remontarse a la cima del revolucionarismo con el esquema de lo que “debiera ser” en la mano, despreciando a las masas por “no apoyarnos”, por no “venir”, mirando con desdén sus “reclamaciones reformistas”, su “bajo nivel”, “sus métodos primitivos de lucha”.

Igual como en el caso del ELN (ver abajo), el MIR era un movimiento y se consideraba parte de un proceso que debía conducir a la creación del partido de la revolución peruana. En los estatutos que fueron aprobados por la organización en 1964, está escrito lo siguiente: “El Movimiento de Izquierda Revolucionaria es una organización política que, dada su naturaleza de Movimiento, se ha considerado y se considera a sí mismo como un factor del proceso que marcha hacia la formación del partido de la revolución peruana.” (MIR, 1964: 26)

La creación del partido para la revolución peruana solamente debería ser el resultado de la lucha revolucionaria. Esta lucha fue la lucha armada. Entonces, una cierta unificación con el FIR se hacía imposible.

En “Nuestra Posición” se lee: “El triunfo de la revolución exige, sin duda, la unidad de todo el pueblo, la unidad de todas las fuerzas interesadas en el mismo. Solo cuando esta unidad se haya logrado a su máximo nivel, es decir, a nivel de lucha armada, podremos dar por asegurado el triunfo. Mas es una utopía pensar que la uni¬dad no sea más que la de las principales fuerzas de izquierda se ha de lo¬grar a su máximo nivel discutiendo sentados en torno a una mesa. Jamás se ha logrado en esta forma la unidad.” (MIR, 1973: 6)

El ELN no fue un partido y no iba a serlo. Quería contribuir a la creación del partido de la revolución peruana. La unidad era necesaria porque “solamente un pueblo unido y organizado revolucionariamente será capaz de derrotar a las poderosas fuerzas de la oligarquía y del imperialismo norteamericano. El divisionismo y la desunión siempre han sido el arma más efectiva de los opresores. El enemigo siempre trata de crear la discordia dentro del movimiento revolucionario porque sabe que así paralizará y neutralizará su acción” (ELN, 1965: 7).

La declaración de la necesidad de tener un partido que unificaba a todas las fuerzas de la izquierda revolucionaria se quedó en el papel. La razón principal fue que el ELN consideraba que “los pilares del triunfo de la revolución peruana son la lucha armada y la unidad férrea de los diversos componentes de la izquierda consecuente del país” (ELN, 1966: 7).

La lucha armada, según el ELN, era el medio para promover el proceso que conduciría a la creación del partido de la revolución peruana. ELN (1965: 9): “El partido de la revolución peruana, marxista-leninista, será forjado en el fragor de la lucha armada y en el proceso de la aplicación de una efectiva política unitaria.” En el texto “Planteamientos del ELN” se lee: “En lo relativo a su planteamiento unitario, el ELN no se circunscribe a llamar a las organizaciones de izquierda a la constitución de un frente o a la simple coordinación, sino que considera que se debe ir preparando en el curso de la acción conjunta las bases para la creación del partido unido de la revolución peruana.” (ELN, 1966: 7). Además, en el “Manifiesto. Nuevo frente guerrillero en Ayacucho” se declara: “Nadie puede reclamar para sí la dirección de la revolución, sino demuestra en la práctica que está al frente de las masas y que es capaz de conducirlas por un camino victorioso. La conducción de un pueblo no es un privilegio, sino una grave responsabilidad otorgada por el respaldo popular.” (ELN, 1967: 190)

Tomando en cuenta el objetivo del FIR, del MIR y del ELN respecto a la creación del partido de la revolución peruana, hace muy difícil realmente crear el partido unificado de la revolución. ¿Qué partido será el partido líder?

3. Las diferencias estratégicas y tácticas para la toma de poder

Según el FIR, el proceso revolucionario pasó por la creación de sindicatos campesinos y la organización del poder dual. El poder dual, creado a través de los sindicatos desplazaría el estado. Es decir, la organización de los sindicatos campesinos fue, de acuerdo con los trotskistas, el fundamento de la revolución.

Blanco (1965: 44): “Los sindicatos y las federaciones de los campesinos jugarán el papel de un verdadero partido revolucionario, sui generis, que organizará la toma del poder, y antes de eso, la lucha abierta para destruir a los órganos de represión de los explotadores. Para entender este papel, se verán obligados a elevarse a sindicatos revolucionarios.”

En su trabajo “Los sindicatos campesinos: desarrollo del poder dual”, Blanco decía que “todas las características mencionadas anteriormente hacen que el sindicato campesino se erija paulatinamente en un verdadero organismo del poder popular democrático, que se enfrenta a cada paso y cada día con mayor vigor al poder patronal, representado por el gamonal y todas las fuerzas estatales a su servicio. Es así como en el Perú surge el poder dual: dos poderes que se enfrentan, el de los explotadores representantes del pasado oprobioso y el de los explotados abanderados del futuro.” (Blanco, 1964: 50)

Y en Tierra o Muerte se lee: “Es cierto que en el Perú la dualidad a escala nacional no se dará entre el poder burgués y el campesinado, sino entre el poder burgués y el proletariado en el que “se concentren las esperanzas de las clases y de las capas intermedias, descontentas con lo existente, pero incapaces de desempeñar un papel propio”. Pero esto no contradice que, a escala local, dentro de este proceso, se den gérmenes de poder dual entre el gobierno burgués y otros sectores populares que no sea el proletariado, casi inexistente en muchas zonas. Es dentro este contexto que hablamos de surgimiento de poder dual en La Convención y Cuzco.” (Blanco, 1972: 52).

Esta estrategia de toma de poder fue radicalmente diferente a lo del MIR y del ELN. Eran estrategias incompatibles, aunque las organizaciones guerrilleras no estaban en contra de crear organizaciones en contra del poder actual. Para ellas, la línea principal era la organización guerrillera. Hugo Blanco, estaba completamente en contra de eso.

En Tierra o Muerte de Blanco se lee: “Y en esto de lucha armada, como en los otros aspectos de la lucha, y más que en otros aspectos aun por ser posterior a ellos, solo el contacto con la realidad podrá indicarnos específicamente cómo se debe desarrollar la lucha armada, cuáles serán sus organismos, etcétera. Mientras tanto, sigue en pie nuestro planteamiento de brigadas sindicales de defensa, surgidos del seno mismo de la lucha campesina. Detalles más concretos al respecto, “planes a priori” que según ellos conducen al triunfo, acostumbran a darlos los revolucionarios de escritorio.” (Blanco, 1972: 136-137)

Y: “Es muy posible que la guerrilla rural sea una de las formas que va a tomar la lucha armada en el Perú; pero no podemos afirmar que sea la principal. […] También hay que aclarar que nosotros no estamos en principio en contra de la guerrilla, pero sí en contra del uso de la guerrilla artificial, extraña al medio. Creemos que las guerrillas surgirán fundamentalmente como la nuestra; compuestas por los campesinos del lugar como fruto de su maduración. Si se trabaja a través de la maduración de la masa, no hay por qué recurrir a guerrillas artificiales; nos parece que, si llegamos a utilizar estas, será como excepción, no como regla. En suma, para nosotros los trotskistas, la guerrilla es una táctica que puede ser utilizada en determinado país en determinadas condiciones, ¡pero no es una estrategia!” (Blanco, 1972: 61)

Blanco consideraba las organizaciones de autodefensa o de las milicias las formas más adecuadas para la lucha armada. El MIR consideraba la lucha armada como el único medio que podía privar a la clase dirigente de su poder. La organización llegó a la conclusión que el camino hacia el socialismo no puede ser otro que violento. Incluso, la historia ha demostrado que la toma de poder es violenta.

Luis de la Puente (1980: 95-96, 97): “Hasta el momento no ha habido un solo caso en la historia de la humanidad, en que se haya capturado el poder por la vía electoral, la vía parlamentaria o cualquier otra vía pacífica. Aún el propio poder que detentan los explotadores en todas partes ha sido capturado por medios revolucionarios. La burguesía capturó el poder a través de las revoluciones burguesas entre las que destaca la revolución francesa. Quienes piensan llegar al poder por la vía electoral, están equivocados o no quieren hacer la revolución.”

Definitivamente el FIR podría estar de acuerdo con estas afirmaciones del MIR. Sin embargo, no estaría de acuerdo con la primacía de la lucha armada en el proceso revolucionario. Como se menciona en el artículo “La lucha armada: forma principal de combate del pueblo”, publicado en El Guerrillero de 28 de noviembre de 1965, el boletín del MIR, “reconocer la primacía, la prioridad de la lucha armada quiere decir sencillamente que todos los demás métodos (sindicales, propagandísticos, parlamentarios, etcétera) se subordinan y contribuyen a la ampliación y ahondamiento de la forma principal de combate: la guerra revolucionaria” (El Guerrillero, 1965: 18).

En el texto “Resumen de la Asamblea del C.C. del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (M.I.R.)” se dice: “La lucha armada se complementa con otras formas de lucha de las masas en el campo y en la ciudad. Solo a partir de una correcta línea que plantee consecuentemente la toma del poder político por medio de la violencia revolucionaria cobran validez plena todas las otras formas de lucha del pueblo, en las condiciones de nuestro país, integrando y complementando su línea principal, sin desnaturalizarla ni desviarla.” (MIR, 1974: 10)

El ELN era una organización guerrillera en la línea del castrismo. La guerrilla era la tarea fundamental, “en función de la cual se realizan todas las demás” (ELN, 1966: 6). Las otras formas de lucha eran importantes también, pero, en la práctica, menos importante.

Béjar (1973: 18) escribe: “Mediante la acción directa saltábamos las vallas partidarias y nos lanzábamos hacia la inmensa población peruana a cuyas espaldas operaban los partidos políticos. La integración de toda esa multitud heterogénea en la tarea común de derribar el poder dominante y transformar el sistema, era la verdadera unidad popular que permitía nuclear a lo más profundo y valioso de las fuerzas populares cuya identificación con la revolución social no podía ser conseguida en la mesa de las negociaciones en las que se agotaban los líderes de los viejos partidos.”

También nos explica: “Muchos dicen que las condiciones no están dadas porque el campesino no tiene conciencia política, que hay que darle primero la conciencia política revolucionaria. A ellos podemos responderles que no conocen al campesino. Nuestra táctica debe adaptarse a la psicología del campesino peruano y no podemos esperar movimientos aluvionales de masas que nos digan que ya hay las condiciones para empezar la lucha por el poder. Para que el campesino se desarrolle políticamente hay que vivir junto a él, pero no en plan de simple propagandista u organizador sindical, o de visitante eventual que va, le pronuncia un discurso ininteligible y se regresa sin más ni más a dar su informe al partido o a los dirigentes de la ciudad. Hay que estar armado para defenderse y defenderlo de los gamonales y de los esbirros y para demostrar la fuerza de las armas y la organización. Pero hay que subsistir a la represión enemiga. Subsistir es una obligación del guerrillero, porque en la medida en que nosotros sobrevivimos, estamos demostrando al pueblo que la revolución no solo es necesaria, sino también posible.” (Pensamiento Crítico, 1967: 194)

El objetivo de la lucha guerrillera era la creación de un ejército popular. Cómo señala Béjar, “el nombre del ELN (Ejército de Liberación Nacional) representaba, más que una realidad presente, el objetivo futuro de la tarea iniciada: la conformación del ejército revolucionario por todo el pueblo, toda la masa sin partido” (Béjar, 1969: 56-57).

4. Reflexión final

Una unidad política y práctica entre el FIR, el MIR y el ELN podría haber cambiado el destino del país y del FIR, del MIR y del ELN en particular. Al margen de las diferencias programáticas e ideológicas, una apreciación honesta sobre la posibilidad e imposibilidad de la unificación nos lleva a la conclusión que la unidad no era posible en estos tiempos.

El proceso revolucionario liderado por el FIR y Hugo Blanco en particular terminó con la captura de Blanco en mayo de 1963 y la reforma agraria que se llevó a cabo en el Cusco. El ELN estaba recientemente formándose y no logró unirse con el FIR en el Cusco antes de la captura de Blanco. Y aunque Luis de la Puente podría haber buscado una alianza con Blanco y el FIR en el Cusco, había una tendencia dentro del MIR que estaba en contra cualquier relación con el trotskismo.

El MIR tampoco estaba dispuesto a unirse al grupo que estaba formándose y que luego se convirtió en el ELN (una propuesta de los cubanos). Al respecto, Ricardo Gadea, ex cuadro del MIR decía: “La discrepancia principal era que no estuvimos de acuerdo en que nuestros compañeros se integraran en una nueva organización política que se formaba en Cuba porque eso significaría romper los estatutos del MIR. Nosotros éramos militantes de una organización cuya dirección estaba en el Perú y cuya tarea era prepararse para regresar. Estábamos de acuerdo con la unidad y para hacer unidos las tareas, pero no tanto para salir del MIR y pasarnos a otro partido. Nosotros teníamos a nuestro secretario general preso en el Perú en el momento que se discutía eso. Entonces para nosotros era un problema político muy delicado si los 60 u 80 que estábamos en Cuba, que habían ido por acuerdo que el secretario general estaba implementando, decidieran pasarse a otro grupo, aunque cuando el grupo tuviera también una intención revolucionaria. Era un problema de romper con nuestra dirección política.” (Entrevista, 2003) El futuro ELN tampoco estaba muy interesado en unirse al MIR.

La unidad de las fuerzas revolucionarias es clave para iniciar y lograr con éxito un proceso de cambio transformacional de la sociedad. Para destruir el capitalismo y construir una sociedad socialista se necesita todas las fuerzas progresistas. Sin embargo, la unidad es un proceso que solo se logra en el tiempo con el desarrollo de trabajos prácticos y debates fraternos. La confianza entre las organizaciones es fundamental para el proceso de unidad. Más fácil se logra la desconfianza que la confianza, la división en vez de la unidad, el fracaso que el éxito.

* Universidad Ricardo Palma

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Referencias

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El Guerrillero (1965) “Número 16, 28-11-65”, Boletín de Información de la Revolución Peruana: Comando Nacional de Coordinación ELN-MIR-FALN.

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FIR (1964), “Construyamos el partido de la revolución peruana”, Revolución Peruana, órgano del Frente de Izquierda Revolucionaria (Lima), vol. 2, no. 8, 7 de febrero de 1964, p. 3.

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MIR (1974), “Resumen de la Asamblea del C.C. del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (M.I.R.)”, El Mirista, órgano interno del MIR (Lima), enero de 1974, documento 10.

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Pensamiento Crítico (1967), “Perú: entrevista a dos guerrilleros”, Pensamiento Crítico (La Habana), no. 6, pp. 171-197.

Puente, Luis, De la (1980), Manual de capacitación ideológica, Lima, Ediciones Illarek.

Entrevistas

Béjar, Héctor, 31 de marzo de 2003.

Elías, Alaín, 14 de mayo de 2003.

Gadea, Ricardo, 1 de mayo del 2003.

Portocarrero, Elio, 25 de noviembre del 2007.

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