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México, Pensamiento :: 29/06/2014

La lucha, una reflexión (Parte I)

Benigno Guzmán
Por la ventana de nuestra existencia nos asomamos a la vida. Siempre fue una mirada desde la pobreza.

Conocimos porque los vivimos o los vimos de cerca distintos matices de la injusticia, la falta de empleo, los abusos policíacos y caciquiles, las enfermedades de los pobres, las cosechas mal pagadas, la desnutrición, el analfabetismo, el alcoholismo, las familias desintegradas, la emigración.

Para unos fuimos parte de la estadística de la miseria, para nosotros un fragmento más de la existencia concreta de los empobrecidos, siempre luchando por mejorar, por sobrevivir. Tropezando y levantándonos. Allí nació nuestra rebeldía, del vivir diario.

También nos amamantamos con la historia, la oficial, la de los libros y la que se ha trasmitido de boca en boca, de generación en generación. Aunque no hayamos ido a la escuela los abuelos y los abuelos de los abuelos, nos hablaron de las luchas en la sierra, en todo Guerrero. Junto a las palabras mamá, agua, tortilla, aprendimos Morelos, Hermenegildo Galeana, Juan Álvarez, Zapata, Pablo Cabañas, Amadeo Vidales, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez.

Supimos que en el cerro El Guajalote, el “Tata Juan” (Juan Álvarez), tuvo su cuartel. Que en el cerro “La Señora”, en las “Tres Tetas”, en muchos rincones de la sierra, en las barrancas, en las faldas, en los filos, en sus cuevas, mucho antes de que naciéramos, en varios momentos de nuestra historia, se refugiaron allí la rebeldía y la dignidad.

Así nos halló 1988, pobres en lo económico, pero ricos en las ganas de vivir mejor. Nos entusiasmó la posibilidad de ganarle al PRI. Priístas fueron los caciques, los que siempre robaron los recursos que se asignaban a nuestra comunidad, los que saqueaban la madera, los que asesinaban impunemente, los que pisoteaban a cualquier ciudadano pobre, que éramos casi todos. Muchos en Tepetixtla, el pueblo más grande del municipio de Coyuca de Benítez, y en toda la sierra participamos en la campaña electoral en los mítines, votando y después en la defensa del resultado electoral.

Fuimos parte de los miles de guerrerenses que simpatizamos con las candidaturas del Frente Democrático Nacional (FDN), votamos y ante los descarados fraudes defendimos el voto. Nos movilizamos combativamente. Guerrero se llenó de marchas, de plantones, de ocupaciones de edificios públicos, de bloqueos carreteros. Reaparecieron los ayuntamientos paralelos, como en los años 60’s, cuando un poderoso movimiento de masas en el que participaron los entonces jovencitos, Genaro Vázquez, Lucio Cabañas y otros, que ahora los vemos como compañeros, derrocaron al represor gobernador, Caballero Aburto

Como el torrente que desciende desde las montañas después de las lluvias, bajamos muchas veces desde los barrios y comunidades de la sierra, rumbo a Coyuca de Benítez. Nuestros huaraches y chanclas pintaron de lodo o polvo las calles y edificios por los que pasamos. Nos vieron pasar con nuestros sombreros, nuestros remiendos, morrales, tortillas, chiles, palos, piedras, machetes, los pies cansados, la cara sudorosa pero sobretodo con nuestro corazón llenito de esperanza.

Creímos que ahora si lograríamos mejorar a nuestros pueblos. Que tendríamos mejores escuelas, centros de salud con medicinas y médicos, mejores oportunidades para nuestros jóvenes, esperanzas y realidades para nuestros niños, una vida menos dura ¿Cuántas obras aparecen como ya realizadas en la sierra sin que se halla hecho lo más mínimo sobre ello? ¿Quién se quedó con los recursos de esas obras “terminadas” y “entregadas” que no existen?.

La participación electoral y sobretodo postelectoral, sirvió para unirnos, conocer nuestra fuerza y el tamaño de nuestra decisión, entonces con más fuerza nos opusimos a que los caciques locales siguieran enriqueciéndose con el saqueo de nuestros bosques. Sabíamos que al enfrentarlos nos enfrentábamos a otros más “poderosos” que existen en nuestro estado y en el país, como la familia Figueroa, como los Aguirre Rivero, como los Salinas y otros, que a distancia también convierten en ganancias nuestro sudor y nuestra miseria.

En la lucha postelectoral aprendimos que no bastaba con ir a votar y defender el voto.

Esto también sirvió para ver quiénes eran los amigos del pueblo y quiénes no.

El FDN poco a poco nos desengañó. En su interior se definieron posiciones que se fueron alejando unas de otras. Principalmente quedaron dos, las de los que oponiéndose al PRI-gobierno querían seguir luchando contra el fraude electoral, y, la de los que cambiaron los puestos, los recursos, las mejoras personales o de grupo pequeño a cambio de ya no seguir luchando contra los resultados fraudulentos.

Entonces surgió el PRD, de los primeros, de los que seguíamos luchando. Inicialmente logramos mantener su combatividad. Allí de nuevo aparecieron las dos posiciones anteriores. De un lado los que se “cansaron” o finalmente se mostraron tal cual eran, queriendo “negociar” beneficios para unos cuantos, del otro lado los que seguíamos “neciando” por el reconocimiento a la voluntad popular, porque las cosas fueran como debían de ser, justas.

Allí aprendimos que las palabras justicia social, compañeros, libertad y otras, dicen algo muy diferente para unos y para otros. Algunos las han gastado y vaciado pero otros las mantienen vivas llenas de aliento esperanzador.

El PRD se dividió. En Tepetixtla repudiamos y nos alejamos de los dirigentes que buscaron beneficiarse con el saqueo de nuestros bosques (Praxedis Rodríguez, Nely Valverde, Julio Rodríguez), ellos y otros, después aparecieron con dos plazas, tierras y ganado, buenas casas o tuvieron puestos en las administraciones municipales priístas. En nuestro pellejo entendimos que solo con la lucha electoral no se resuelven las necesidades del pueblo. Y como otros, junto a otros, entendimos la necesidad de luchar también al margen de la lucha electoral y formar una organización que luche por lo que nosotros necesitamos.

En esta lucha conocimos a otros que no solo estaban en la lucha electoral, que nos hablaron de la lucha popular independiente, al margen de los partidos y del estado, de los principios de la gente que tiene el corazón lleno de dignidad y allí sentimos que tenían razón. Y así, oyendo, viendo, pensando y repensando, nos pusimos a estudiar un poquito, a tratar de entender y aprender de lo que habíamos vivido, de o que había que hacer de lo que alcanzábamos a vislumbrar.

Algunos estudiaron más, otros menos pero se buscó que todos tuviéramos claridad de lo que hacíamos. Definimos los principios, los objetivos y entre todos nos bautizamos.

Pensamos varios nombres, unos más bonitos que otros, algunos hasta nos parecían apantallantes pero finalmente escogimos uno muy sencillo que nos pareció que era el que mejor nos quedaba, Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS).

Nos ayudaron a escribir nuestro documento de la organización. Y armados de una máquina de escribir y un mimeógrafo manual, que aprendimos a hacer, elaboramos nuestros primeros volantes y otros escritos.

En la “talacha” de pensar, estudiar, planificar y bautizar, participamos únicamente vecinos de Tepetixtla y sus anexos. Por eso decimos que la OCSS nació en Tepetixtla.

Vimos la necesidad de invitar a más compañeros, del municipio y de otros municipios. Sabíamos de otros que tenían la misma inquietud pero no habían podido, por metodología, falta de cuadros capaces y de base política, concretar el esfuerzo de formar una organización. Eran compañeros con los que ya teníamos relación que conocíamos por su participación en la lucha electoral, en proyectos económicos o en organizaciones de derechos humanos.

Cuando el 14 de enero de 1994, dimos la primera conferencia de prensa, en la dirección de la OCSS estaban Benigno Guzmán, Marino Sánchez, Hilario Mesino, Gabino Luna, Benito Bahena y Telesforo Luna. Cinco eran de Tepetixtla, venían del proceso de la lucha postelectoral y de la defensa de los bosques.

Junto a este colectivo de conducción estaban valiosos compañeros como Eugenio Aguirre, Ismael Mena, Salomé Aguirre, Alejo Aguirre, Gabriel Guzmán, Bartolo Guzmán, José Ascencio, Faustino Valente, Alfredo Luna y otros. Éramos anónimos guerrerenses de esta parte de nuestro estado, que quisimos ser constructores de nuestro futuro.

Desde el primer momento el esfuerzo fue funcionar como colectivo, incorporando a la discusión de los problemas que se nos presentaban a un colectivo más amplio y en muchos casos a toda la organización.

En Marzo del mismo año organizamos en Tepetixtla, un encuentro campesino. Para ello llevamos nuestra invitación a diferentes comunidades, a muchas llegamos caminando, no teníamos recursos, pero nos sobraba voluntad. De la cooperación material de los asistentes se juntó lo necesario para realizarlo. Recogimos sus propuestas y las incorporamos a nuestro programa de lucha. Allí se incorporaron compañeros como Florente Rafael Ventura, Régulo Reséndiz, Gilberto Romero, Pedro Leonardo, Plácido Leonardo, Pasito Hernández, Daniel López Castañeda, Emiliano Estévez, y otros que pasaron a ser los dirigentes de la OCSS en sus comunidades.

Algunos nos vieron como “electoreros” y “economicistas” por nuestro pasado político, por nuestras demandas, por no tener un discurso “rojo” con el que a cada rato dijéramos que éramos “Marxistas-Leninistas”, otros pensaron que éramos incapaces y manejables por nuestro bajo nivel cultural y hasta hubo quienes diciéndose nuestros amigos, nos subestimaron y prefirieron la relación con quienes consideraban los “históricos”, los “verdaderamente revolucionarios”.

Surgimos luchando por las necesidades sentidas de los pobladores de la sierra, llenando el vacío político que las organizaciones que allí se encontraban no podían, no sabían y en muchos casos no querían llenar. Unos en la lucha electoral, otros dedicados solo a los proyectos económicos y los que se decían independientes, aislados y marginales, más bien eran una “secta”.

Desde nuestro surgimiento movilizamos a las masas de la sierra de una manera importante, nuestro bastión principal fue el municipio de Coyuca de Benítez y aunque menor, también tuvimos una influencia importante en el municipio de Atoyac de Álvarez.

Poco a poco, nos fuimos extendiendo hacia otros municipios de la Costa Grande. Nuestro análisis nos lo decía, la problemática y las causas son las mismas, unamos el corazón y el esfuerzo. No pudimos llegar a todos los lugares y personas que inicialmente nos propusimos pero hubo una influencia importante.

Trasmitimos nuestra experiencia de lucha y organización aprendiendo de otros y así juntos, dimos los primeros pasos para la conformación de una organización ecologista en la Sierra de Petatlán, y otras en Zihuatanejo, en Coahuayutla, en la tierra caliente. Establecimos relaciones con personalidades democráticas, luchadores sociales y otras organizaciones.

Le dimos a la movilización combativa de las masas para alcanzar sus demandas y a su conciencia política, el papel esencial. En los hechos, fuimos desarrollándonos como una expresión de poder popular.

Al mismo tiempo hicimos de la discusión política, el estudio político (a veces llegó a ser de dos horas diarias para todos los compañeros de base y un poco más para los cuadros) y una estrecha relación y participación con nuestras bases, una parte importante de la metodología.

Nuestros recursos materiales fueron escasos y la lucha se sustentó principalmente en el apoyo de la población. Aprendimos a “botear” en las carreteras, en los pueblos, en las movilizaciones. Pedíamos apoyo a la población y también le arrancamos al estado, con nuestra movilización, importantes recursos que usamos en la lucha. Para mejorar la difícil situación económica de la mayoría de nosotros obtuvimos cientos de toneladas de fertilizantes, bombas y despensas para compañeros de los municipios de Coyuca, Atoyac, Petatlán y Coahuayutla.

En Tepetixtla pudimos frenar el saqueo de la madera y oponernos a las acciones arbitrarias de los diferentes cuerpos policíacos, así armados de razón y decisión, corrimos a un represivo y prepotente jefe regional de la policía motorizada, Abraham Noriega Cantú, con sus más de 100 elementos. Desde nuestras capacidades, se fue construyendo un creciente poder popular y educando una conciencia solidaria y combativa entre los habitantes de la sierra.

De estas vivencias, la realidad nos ha hecho entender que nuestra inexperiencia y ciertas influencias políticas nos restaron habilidad para la lucha política. Nuestra combatividad a veces fue radicalismo que nos llevó a confrontarnos innecesariamente con algunas personas y organizaciones.

El estado buscó corromper a compañeros, comprarlos, dividirnos, sembrar la desconfianza hacia los miembros de la dirección y al mismo tiempo crear otra organización que aparentemente luchara por las mismas necesidades y objetivos que nosotros planteábamos pero que realmente sirviera para controlar la lucha.

El caso de la Organización Benito Juárez, dirigida por Bartolo Guzmán, fue un fallido esfuerzo que a pesar de contar con muchos recursos del gobierno, fue derrotado políticamente, por la acción colectiva y organizada.

A varios de nuestros dirigentes, Héctor Vicario Castrejón (operador político del gobernador Rubén Figueroa) y otros, les ofrecieron tierras, casa, ganado y varios miles de pesos, a cambio de que la OCSS dejara de movilizarse. Bartolo Guzmán a cambio de un puesto en la policía municipal, una camioneta y un salario mensual pasó a ser “gestor” de Rubén Figueroa en Tepetixtla.

Un agente de gobernación, Baltazar Mayo (narcotraficante y hoy ex-presidiario), se fue a “vivir” a Tepetixtla. Se hizo común contar en las reuniones periódicas o extraordinarias de la organización, con uno o dos “orejas” que este señor mandaba. A veces cuando se quedaban afuera de nuestro local, no faltaba el compañero que burlonamente les decía “pásenle adentro se escucha mejor”. También surgieron y proliferaron los secuestros, de ellos culparon a la organización, pero esto no fructificó, los hechos por si solos dijeron más que las palabras. Hasta los mismos priístas ricos se llegaron a inconformar y decir “cómo es posible que digan que este señor (Baltazar Mayo) vino a ayudarnos si nos está chingando con los secuestros“. A un compañero le planteó que juntara un grupo de amigos se encapucharan y armaran para tomarse fotografías y de eso su jefe, Figueroa, les daría varios miles de pesos. La maniobra fue clara, a partir de acusar a diferentes compañeros de “secuestradores” y de “guerrilleros” se les detendría y reprimiría a la organización.

En lo que si acertó este señor fue en tratar de comprar a algunos simpatizantes de nuestra lucha, como fue el caso de un vecino conocido como “la ficha” quien después anduvo presumiendo el dinero que había obtenido así como la pistola que le habían dado para “quebrar” a compañeros de dirección o participantes destacados y que usó ante muchos para realizar sus prácticas de tiro en el río.

Finalmente, organizó a un grupo de priístas que como organización paramilitar asesinó a varios compañeros. Desde “las sombras”, este grupo fue dirigido por Belem Hernández.

De las amenazas y el intento de corromper, pasaron al esfuerzo de la eliminación física selectiva, Benigno Guzmán llegó tarde a dos emboscadas. Otro compañero, fue encañonado en dos ocasiones y por la acción de otros compañeros se salvó de morir.

Así se volvió permanente el peligro de muerte, en las noches dormíamos en el monte o en diferentes sitios, dejamos de usar las veredas habituales para dirigirnos a nuestras cosechas, cuando estábamos solos nos manteníamos vigilantes. Ni en Tepetixtla ni en Coyuca andábamos solos.

Las casas de algunos compañeros fueron “cateadas” por hombres armados y encapuchados que a altas horas de la noche, intimidaron a nuestras familias. Todo esto fue posible enfrentarlo y saberlo por la amplia base social en que se sustentó la organización.

Los funcionarios del gobierno endurecieron su trato hacia nosotros, nos hicieron amenazas veladas y abiertas. Respondimos con más movilización.

Esta breve Cronología puede mostrar un poco lo que fue este proceso:

14 de enero de 1994 en una conferencia de prensa en Acapulco, se da a conocer el nacimiento de la OCSS y sus demandas.

19 y 20 de marzo encuentro campesino en Tepetixtla.

10 de abril 1994 marcha en Acapulco conmemorando la muerte de Zapata. Fuimos cientos, que aspirábamos a ser miles, llegamos de distintos municipios de los lugares más empobrecidos de la Costa y de la sierra.

11 de abril ocupación del palacio municipal de Coyuca de Benítez, por demandas sociales y políticas.

18 de mayo marcha en Atoyac conmemorando el aniversario de la matanza de 1967 en Atoyac, que da inicio al movimiento del Profesor Lucio Cabañas.

Junio 94 se estableció la policía motorizada en Tepetixtla, colocó retenes y detuvo a dos campesinos. La OCSS protestó y exigió que los liberaran y saliera este cuerpo policiaco de la comunidad por los múltiples atropellos cometidos. Durante una semana el conflicto se mantuvo sin resolverse. El 10 de junio la OCSS marchó y tomó pacífica y combativamente, el cuartel de dicha policía, la ocupación terminó con la salida del cuerpo policíaco.

16 de junio, cuando se dirigían a trabajar tres campesinos fueron detenidos cerca de Tepetixtla por la policía judicial y se les traslada a Acapulco. Uno de ellos, José Guadalupe Guzmán Martínez miembro de la OCSS y hermano de uno de los principales dirigentes, fue torturado y obligado a firmar una declaración previamente redactada por los torturadores.

18-20 de junio Integrantes de la OCSS bloquean la carretera Acapulco-Zihuatanejo, en Coyuca de Benítez, pidiendo la liberación de los detenidos y protestando contra las arbitrariedades que cometen los cuerpos policíacos en las comunidades de la sierra.

Una semana más tarde José Guadalupe Guzmán Martínez es procesado acusándolo de una muerte en Teloloapan (cerca de Iguala) porque su nombre coincide con José Guzmán Martínez, presunto responsable de ese delito, los otros dos campesinos son liberados. Para nosotros, José Guadalupe, hermano de Benigno Guzmán, uno de los dirigentes y fundadores de la OCSS, era un rehén político.

Entre fines de Junio y Septiembre se dan dos reuniones de la dirigencia de la OCSS con el gobernador Figueroa en la que se plantean nuestras demandas de apoyo a la producción, servicios para las comunidades (carreteras, puentes, drenaje, agua potable, pavimentación, servicio médico, escuelas), apoyo para el mejoramiento de viviendas, despensas, presentación con vida de los desaparecidos de la guerra sucia en los años70’s. En una de ellas el gobernador responde amenazante “Ustedes mucho chingan con eso de los desaparecidos, a esos ya se los llevó la chingada, la detención de José Guadalupe Guzmán Martínez es un caso político y a ustedes en cualquier rato se los va a llevar la chingada, así que en vez de echarles una palada de tierra mejor trabajen conmigo”, ante la insistencia en nuestras demandas se paró y se salió, dando por concluida la reunión.

En estos meses a varios dirigentes se les intenta comprar, a cambio de desmovilizar a la OCSS. Bartolo Guzmán Martínez se separa de la organización, llevándose a algunos compañeros, acusando de corrupción a otros dirigentes, se convierte en gestor de Rubén Figueroa en Tepetixtla y forma la Organización Campesina Benito Juárez. Una camioneta, un puesto en seguridad pública del municipio y un salario mensual son visibles.

Héctor Vicario subió a Tepetixtla a, repartir “espejitos” e “ilusiones”, entregó fertilizante, bombas aspersoras y otras cosas, diciendo que todo lo que se entregaba era gestionado por Bartolo Guzmán, que no era todo lo que el gobernador había ofrecido, que había más y que el gobernador quería trabajar con el pueblo.

El 22 de julio nos reunimos con Héctor Vicario en Chilpancingo, nos dijo que José Guadalupe no salía por que faltaban algunos requisitos legales, respondimos que ya el gobernador nos había dicho que el caso era un asunto político. Se nos permitió hablar con José Guadalupe y el 23 de julio en una cita en el Restaurante Cocula, Vicario le ofreció a un compañero, vacas, tierras y 300 mil pesos a cambio de que la OCSS no se movilizara más.

18 de agosto nuevo bloqueo de la carretera Acapulco-Zihuatanejo, insistiendo en nuestras demandas. Rubén Robles Catalán, Secretario de Gobierno con 300 policías motorizados a gritos, nos amenaza de desalojo y encarcelamiento. El bloqueo continuó.

15 de septiembre marcha en Atoyac, protestando contra la violencia de un grupo priista de El Paraíso y por la libertad de José Guadalupe Guzmán.

20 de septiembre. José Guadalupe Guzmán Martínez es liberado por desvanecimiento de pruebas.

2 de diciembre de 1994, conmemoramos el 20 aniversario de la muerte del profesor Lucio Cabañas en la plaza central de Atoyac. Asistieron campesinos de los municipios de Coyuca, Atoyac, San Jerónimo, Tecpan de Galeana, Petatlán, Zihuatanejo, La unión y Coayutla. Se reiteran las demandas de apoyo a la producción, mejoramiento de las condiciones de vida, cese a la violencia y arbitrariedades de los cuerpos policíacos y de los grupos priístas.

A principios de 1995, nuestra reiterada oposición a la depredación de los bosques de Tepetixtla es respondida con hostigamientos y amenazas de la cúpula priista en Tepetixtla, así como acusaciones públicas de que somos secuestradores, guerrilleros y delincuentes.

El 2 de febrero de 1995, Benigno Guzmán da a conocer la oposición de la OCSS, a la depredación de los bosques en el municipio de Coyuca.

Una compañía maderera nos ofrece caminos, brechas y recursos que eran responsabilidad del gobierno, a cambio de que se le permita la explotación maderera en beneficio de los madereros y de la cúpula priista. En años anteriores, tres veces se explotaron los recursos forestales de la comunidad de Tepetixtla, a la mayoría nos quedó aumento de la sequía, baja de la producción agrícola, pobreza, ruinas naturales y a unos cuantos y a las compañías madereras, enriquecimiento.

En febrero y abril de 1995 hay reuniones y movilizaciones de la OCSS, oponiéndonos a la tala de los bosques y organizadamente detuvimos camiones cargados de madera. Los priístas también se movilizan y reúnen, en favor de la depredación de nuestros bosques.

El 26 de abril, la OCSS que en ese tiempo moviliza al 80 % de los pobladores de Tepetixtla, en presencia de enviados del gobierno, firma un acuerdo con el comisariado de bienes comunales, deteniéndose la tala de nuestros bosques.

El 27 de abril, Héctor Vicario Castrejón invita a la OCSS a una reunión urgente con el gobernador. Asisten dos compañeros en representación de nuestra organización. Rubén Figueroa les dice que tiene interés en ir a Tepetixtla y por eso quiso reunirse con nosotros, “Porque se dice mucho que ustedes son guerrilleros”.

1 de mayo reunión con Héctor Vicario en un restaurante de Coyuca, para “ultimar detalles”. Nos pidió que “apapacháramos” a Figueroa que lo recibiéramos con música en la plaza central, junto a los priístas y la organización figueroísta de Bartolo Guzmán, porque así sería más bonito. No aceptamos que se nos condicionara.

El 3 de mayo llegó Rubén Figueroa a Tepetixtla, acompañado del jefe de la Novena Región Militar general Enrique Tomás Salgado Cordero. Lo recibimos en el local de nuestra organización, sin apapachos ni aplausos, con consignas, con nuestra voz y nuestras demandas. Los representantes de la OCSS en Coyuca, Atoyac, Petatlán, La Unión y Coayutla, leyeron sus pliegos petitorios y en nombre de todos, el compañero Gilberto Romero Vázquez leyó el pliego petitorio general.

Benigno Guzmán planteó la exigencia de la salida del ejército y de los cuerpos policíacos de la sierra y mencionó nuestro cansancio ante la marginación y la falta de respuesta gubernamental a nuestras demandas.

Figueroa se molestó porque no esperaba a los compañeros de otros municipios y se comprometió a resolver nuestras demandas de fertilizantes, láminas de cartón, rollos de alambre, bombas para fumigar, herbicidas, despensas, pavimentación de la carretera Coyuca-Tepetixtla (oficialmente “pavimentada” desde años atrás) y otras obras en distintas comunidades.

El general Enrique Salgado, Comandante de la Novena Región Militar, dijo que el ejército estaba en la sierra haciendo labor social y que Benigno le metía ideas extrañas a los campesinos.

Posteriormente, el gobernador y su comitiva hicieron un acto con Priístas y miembros de la Organización campesina Benito Juárez, en el centro de Tepetixtla.

Al día siguiente, distintos medios locales presentaron la visita del gobernador a Tepetixtla como un triunfo político de Figueroa.

Veintiún días después nuestro compañero Gilberto Romero Vázquez, fue desaparecido.

Después de la visita de Figueroa a Tepetixtla, los caciques locales se envalentonaron y el conflicto por la madera se agudizó. El comisariado de bienes comunales, apoyado por el gobierno, desconoció el acuerdo firmado el 26 de abril y cedió la explotación de los bosques a una empresa maderera. Al mismo tiempo llamó a los campesinos priístas a enfrentar violentamente a los que impiden la salida de la madera.

Hicieron pública la preparación de la agresión armada contra la OCSS. Entonces planteamos la destitución del comisariado de bienes comunales y denunciamos la maniobra gubernamental de querer enfrentarnos a los campesinos priístas.

El 10 de mayo una comisión de compañeros se trasladó a El Camotalito en la sierra, a donde la empresa maderera El Fuerte, estaba talando madera. No se halló personal de la empresa, solo se hallaron dos grúas, las que fueron destruidas con piedras y machetes.

El 12 de mayo compañeros que se dirigían a Coyuca, a una reunión con representantes del gobierno descubrieron y detuvieron un cargamento de madera. Un cacique de Tepetixtla llevaba 60 tablas y 60 barrotes, se las quitamos y las dejamos en Atoyaquillo.

12 de mayo por la mañana unos 100 campesinos de cinco comunidades, se reunieron con representantes del gobierno para recibir los apoyos que

Figueroa, el 3 de mayo, se había comprometido a dar. No les dieron nada, solo invitaciones y presiones verbales para abandonar la OCSS.

Ante los resultados decidieron marchar del centro de Coyuca hacia el local de la Asociación ganadera, en este lugar, fueron recibidos por policías motorizados que cortaron cartucho y les apuntaron con sus armas. La indignación creció y los funcionarios gubernamentales encabezados por el jefe del congreso, el priista, después perredista, Cesar Flores Maldonado, quien se presentó como representante personal de Figueroa, los recibieron.

Nuestros compañeros le cuestionaron el por qué de la policía armada y agresiva para recibirlos y el no cumplimiento de lo ofrecido. Ante esto enviaron un tráiler con 18 toneladas de fertilizante, lo que estaba muy lejos de las más de 1,500 toneladas demandadas y ofrecidas.

Reclamamos que no queríamos sus migajas. Planteamos nuestra inconformidad por el rompimiento del acuerdo que detenía la tala de nuestros bosques, su respuesta fue eludir este tema. Nos retiramos en medio del discurso demagógico del diputado Flores Maldonado “El compromiso del gobernador está en pie, la mano del gobernador se está sintiendo, Figueroa es amigo de los campesinos...”.

El 18 de mayo de 1995, volvimos a marchar en Atoyac, junto al Comité de Familiares de Desaparecidos de la Costa grande de Guerrero. Éramos más, íbamos de seis municipios de la Costa Grande. Nuestras demandas eran conocidas, presentación con vida de los más de 600 desaparecidos por motivos políticos en los años 70’s (varios eran de Atoyac), libertad a los presos políticos del país, juicio político a Carlos Salinas de Gortari, alto a la militarización de Chiapas y Guerrero.

Además de lo prometido y no cumplido por Figueroa. En cada uno de los seis municipios se estaba negociando con los respectivos representantes de la OCSS, la entrega de fertilizante y otros insumos agrícolas. Nuestros compañeros de Atoyac estaban muy descontentos por la raquítica ayuda entregada.

Los de Tepetixtla en el trayecto hacia Atoyac, en Arroyo Grande, detuvimos una camioneta con un representante y un trabajador de la empresa maderera que se dirigían a reanudar la explotación, aprovechando que la mayoría de miembros de la organización estarían fuera. Se convirtieron en asistentes “obligados” a la marcha, pues en la camioneta se colocaron las bocinas para el acto político y ellos no quisieron bajarse. Otro contingente de la OCSS detuvo temporalmente el tránsito en la carretera Acapulco-Zihuatanejo, en Coyuca y se detuvo un camión maderero, que quiso pasar a la fuerza, al que se le poncharon las llantas. En camiones temporalmente tomados, llegamos a Atoyac.

Después del medio día se realizó la marcha. Frente al ayuntamiento algunos policías quisieron detener a unos compañeros, lo que generó un conato de enfrentamiento.

Después del mitin, el ayuntamiento fue ocupado pacíficamente para negociar las demandas no resueltas por el ayuntamiento. El giro de los acontecimientos llevó a plantear negociar el pliego de toda la OCSS, con el Secretario de gobierno Rubén Robles Catalán, el procurador Antonio Alcocer y otros funcionarios, enviados por el gobernador que llegaron al ayuntamiento por la noche. El 19 de mayo, en nombre del gobernador, las negociaciones las llevó Héctor Vicario, quien propuso y ofreció soluciones y por ultimo nos amenazó veladamente.

El 19 de mayo, desalojamos el ayuntamiento con los compromisos gubernamentales de entregar más fertilizantes a los campesinos de la sierra, tratar en breve el problema de la explotación de la madera en Tepetixtla y no perseguir a nadie por las acciones de protesta que habíamos desarrollado en Atoyac en los días 18 y 19 de mayo.

El 21 de mayo se inició un “operativo superior” (según el gobernador), en la región de la Costa Grande con elementos policíacos y militares.

Las quejas de atropellos fueron numerosas, incluyéndose la muerte de tres campesinos, en las comunidades de La Cebada y El Pará, en el municipio de Atoyac.

El 24 de mayo fue desaparecido Gilberto Romero Vázquez, militante y representante de la organización en San Martín de las Flores, municipio de Atoyac. Su familia lo vio salir una mañana de su casa en San Martín de Las Flores, rumbo a Atoyac, desde entonces sus corazones doloridos lo siguen esperando.

En Tepetixtla las amenazas se intensificaron. La represión fue más latente, no sabíamos cuándo ni como pero sabíamos que venía, era evidente, estaba en la diaria actitud de los priistas. Fue el precio por atrevernos a enfrentar a los caciques y buscar la justicia.

Tomamos medidas precautorias. Atendimos más el no andar solos, el no movernos por caminos y veredas para ir a nuestras siembras y trabajos, cuando estábamos en nuestra labor nos manteníamos alertas, dejamos de pasar por los mismos lugares, ni a la cabecera municipal íbamos solos.

Los del gobierno intensificaron el manejo entre compañeros de Atoyac que habían dos OCSS, que con la de Coyuca no se podía hablar, que en cambio con la de Atoyac se podía negociar, que era mejor; “la OCSS buena y la mala”.

El estado preparaba la masacre de Aguas Blancas. La OCSS convocó a una marcha en Atoyac para el día miércoles 28 de junio, su objetivo principal era pedir la presentación con vida de Gilberto Romero Vázquez, desaparecido desde hacía un poco más de un mes.

Según información que después proporcionó un diario, el lunes 26 de junio en la oficina del gobernador, en el palacio de gobierno de Chilpancingo, Rubén Figueroa, reunido con los principales jefes policíacos, magistrados, algunos empresarios y el general Arturo Acosta Chaparro de inteligencia militar, tomó la decisión de realizar la masacre de Aguas Blancas.

El 27 de junio en una llamada telefónica a la alcaldesa de Atoyac, el gobernador le dijo que ya tomó providencias para detener a como dé lugar, al grupo mayoritario de la OCSS, el de Tepetixtla.

El presidente municipal de Coyuca de Benítez, Jesús Herrera Vélez, exguerrillero que hizo “carrera política” bajo la protección de Rubén Figueroa Figueroa (padre del gobernador), desde el día 27 de junio por la tarde y el 28 temprano por la mañana trasladó a un domicilio particular documentación, equipos y archivos.

El 27 de junio por la tarde llegaron a Coyuca de Benítez unos quinientos policías motorizados y antimotines.

El 28 de junio, antes de las 6 de la mañana salieron de Tepetixtla más de 300 compañeros en cuatro vehículos. El primer grupo en un camión maderero rojo, tipo Torton, detrás le siguieron otras tres camionetas, todos alquilados por la organización, en cada uno un responsable. Esa madrugada llovió y la carretera estaba casi intransitable, varias veces los vehículos se atascaron en el lodo. Otros compañeros que venían de otros pueblos también se trasladaron en camionetas de pasaje rumbo a Coyuca.

En Coyuca de Benítez, por la mañana, entre compañeros de la OCSS y pobladores, corrió la noticia que en el vado de Aguas Blancas había un retén y un “chingo” de motorizados entre el monte. Los que bajaron temprano de la sierra los vieron, nadie se imaginó lo que se preparaba.

En el Torton viajaba Marino Sánchez como responsable, en el segundo vehículo, una camioneta azul, iba otro dirigente José Ascencio. En el barrio de Paso Real la camioneta en que venía José Ascencio se quedó atascada en el lodo y otra camioneta de tres toneladas, también azul, de pasaje, que venía de Atoyaquillo con pasajeros comunes y miembros de la organización, la rebasó y se fue detrás del primer camión.

Como a las 10 y media de la mañana, después de pasar el vado del río Las Hamacas, antes de llegar a la comunidad de Aguas Blancas, entre dos curvas rodeadas de huertas, lomas y cerros, el primer camión fue detenido por policías motorizados, judiciales, agentes de gobernación y algunos funcionarios gubernamentales. Con insultos, golpes y empujones se obligó a que todos los compañeros bajaran y se tiraran al suelo. Los que protestaron por el mal trato fueron golpeados y en el suelo pateados. El jefe de la policía motorizada, Manuel Moreno González preguntó por Benigno Guzmán y José Ascencio. Marino Sánchez contestó que no se encontraban allí. Lo insultaron, lo tiraron al piso y un agente de gobernación lo pateó. Benigno había bajado la noche anterior. Al llegar la camioneta azul, la que venía de Atoyaquillo, le marcaron el alto. Alguien dijo ¡esa es! y comenzó la balacera sobre ella.

Como unos quince minutos dispararon de ambos lados de la carretera, desde los cerros, las lomas, detrás de los bordes, piedras, árboles y la carretera, contra campesinos desarmados, inermes.

Desde la camioneta solo surgieron gritos de dolor y de súplica, “no tiren por favor” “somos pasajeros”.

Cuando cesó la primera descarga, los policías ordenaron a los que podían hacerlo que se bajaran y se tiraran al piso, Francisca Flores Rizo, agente del ministerio Público en Coyuca fue señalando a los que eran de la OCSS y los fueron rematando. “Esto les pasa por mitoteros” “para que no anden de escandalosos, mejor deberían de andar sembrando maíz” “Aquí tienen su líquido y su fertilizante” “Órale culeros”.

Florente Rafael Ventura, responsable de la OCSS en Paso Real, que había salido ileso de las descargas fue tirado al piso y acribillado por la espalda. Una segunda descarga de fusilería sobre la camioneta, rubricó el crimen. Pasito Hernández murió en brazos de su padre.

Venicio Godínez Silva, herido en la pierna y el brazo, se escondió bajo la camioneta y se hizo el muerto, la abundante sangre que chorreaba del vehículo lo empapó más y eso hizo creer a los rematadores que ya estaba muerto, salvando así la vida.

Catorce compañeros quedaron muertos en el lugar, tres murieron en el hospital. Siete entre costales y tinas de maíz y aguacates, dentro de la parte trasera de la camioneta cubierta por una lona, sin saber de dónde ni por que llegaba la muerte. Uno en la parte alta de la camioneta y seis en la carretera. Algunos que solo estaban heridos los bajaron de la camioneta, los mandaron acostarse en la carretera los acribillaron y les dieron tiro de gracia.

Un helicóptero sobrevoló el lugar del crimen y después aterrizó cerca de allí. No se supo quién o quienes viajaban en él.

En una camioneta de redilas, amontonados, desangrándose, los heridos fueron trasladados, primero a Coyuca de Benítez y después a Acapulco. Algunos alcanzaron a hacer señas a un grupo de sus compañeros que al enterarse de la noticia, caminando se dirigían hacia el sitio de la masacre. “No vayan, regrésense”, les dijeron con las manos y los ojos.

El saldo, 17 muertos y 21 heridos. Diecisiete casas enlutadas, esperanzas cortadas de tajo que hoy son heridas en nuestros corazones y nuestro recuerdo.

Después de la emboscada, durante tres horas tendieron un cerco mientras maquillaban la escena de su crimen.

Los fotógrafos de prensa Martín Gómez y Florencio Pérez, de El Sol de Acapulco fueron los primeros que llegaron al lugar, después dijeron, “negreaban los cerros por los uniformes de tantos policías motorizados”. Por la noche en los noticieros televisivos y los periódicos del día siguiente, siete compañeros muertos aparecieron con armas de fuego de diverso calibre, como dice la policía “les sembraron armas”. Dentro de la camioneta pusieron una escopeta. Presentaron un video editado en el que el gobierno presentaba que sus policías habían sido agredidos cuando realizaban un retén.

En un boletín oficial del gobierno del estado dijeron, “habitantes procedentes de Tepetixtla que llevaban armas de grueso calibre, machetes, varillas y palos, encabezados por José Asunción Domínguez, Marino Sánchez y Benigno Guzmán, agredieron a balazos a elementos de la policía Motorizada, quienes repelieron el ataque. En el enfrentamiento hubo un saldo de 14 muertos y 23 heridos, cuatro de ellos policías” y otras mentiras. El agente del ministerio público, dijo que en el lugar de los hechos decomisaron un fusil AK 47, una escopeta, tres escuadras, un revolver y un rifle 22. Ante los medios, los testigos que fueron entrevistados y los compañeros que pudieron, denunciaron la falsedad de esa versión, nuestros compañeros venían desarmados y fueron emboscados por cientos de policías.

En Coyuca por la tarde y la noche, más de 400 personas se reunieron en la plaza central, buscando información y preguntándonos que hacer. Como pudimos, a retazos, fuimos juntando la información y elaboramos nuestro plan.

Repuestos de la sorpresa inicial que la brutalidad inesperada nos provocó, decidimos no solo llorar, enterrar a nuestros muertos y curar a nuestros heridos sino continuar la lucha teniendo en cuenta la nueva situación que ahora se nos presentaba.

Continuará.

 

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