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Europa :: 23/10/2007

La huelga colapsa el Estado francés

Correspondencia de Prensa
Francia vivió el 18 una gigantesca huelga, que paralizó por completo el conjunto de los transportes públicos del país. Frente a la solidez de la movilización, el gobierno reiteró que no dará marcha atrás con la "reforma" de las jubilaciones.

París. Los sindicatos franceses consiguieron una movilización masiva de los trabajadores en contra de la reforma de los regímenes especiales de jubilación planteado por el Gobierno de François Fillon y lograron alterar seriamente la red de transporte público, que hoy se verá todavía afectado tras la decisión de varias federaciones de prorrogar la jornada de huelga.

En París y otras 27 grandes ciudades del Estado, como Toulouse, Burdeos y Marsella, miles de manifestantes recorrieron las calles en una protesta que fue más allá de la reivindicación inicial y supone una seria advertencia al presidente Nicolas Sarkozy, principal artífice del abanico de reformas.

Según las cifras manejadas por los sindicatos, unas 300.000 personas se manifestaron en el Estado, y sólo en París se movilizaron 25.000.

La sociedad nacional de transportes por ferrocarril (SNCF) y la Red de Cercanías y Metro de París (RATP) registraron niveles record de participación con un 73,5 % de huelguistas, más que el 67 % alcanzado durante el conflicto que vivió el Estado francés en 1995 y que los sindicatos se habían marcado como referente.

Otra cifra significativa es que en la eléctrica EDF la huelga tuvo un seguimiento del 51,9 %. En la función pública el porcentaje se redujo al 8 %, y al 20% en el Ministerio de Economía.

En 1995, el intento del Gobierno de Alain Juppé de modificar este sistema de pensiones hundió al Estado en tres semanas de parálisis histórica de los transportes públicos sin que la fuerza sindical se debilitara un ápice ni la opinión pública les diera la espalda.

El secretario general de la federación ferroviaria de la CGT, Didier Le Reste, dijo ayer que los trabajadores esperan un «mensaje» del Gobierno, que se tendrá en cuenta a la hora de decidir si se continúa o no la huelga.

La misma federación de Fuerza Obrera (FO) advirtió al Gobierno de los riesgos de un conflicto en la SNCF y CGT pidió al ministro de Trabajo que «pare la reforma en 15 días» porque no se puede «decretar» de manera «unilateral» una disminución de las pensiones de entre un 20 y un 25%.

París aseguró que «escuchará» los temores y las preocupaciones de los sindicatos, pero que mantendrá su determinación y «no cederá», según el portavoz del Ejecutivo, Laurent Wauquiez.

Mientras los manifestantes recorrían las calles en contra de la política social de Sarkozy, el Elíseo anunciaba el divorcio de Nicolas y Cecilia Sarkozy, una coincidencia que no ha pasado desapercibida para los sindicatos y los partidos de izquierda, que lo interpretaron como una forma de mitigar los efectos de la protesta.

Gara, Euskadi, 19-10-2007


El doble divorcio del presidente Sarkozy

Francia vivió el 18 una gigantesca huelga, que paralizó por completo el conjunto de los transportes públicos del país. No sucedía semejante acatamiento desde 1995. Frente a la solidez de la movilización, el gobierno reiteró que no dará marcha atrás con la reforma de las jubilaciones, que recorta beneficios.

París a pie en un otoño que aún no entregó sus hojas pero se despachó con el anuncio oficial del divorcio del jefe del Estado y su esposa Cecilia y con la primera huelga de la era del presidente Nicolas Sarkozy. Francia vivió ayer una gigantesca huelga que paralizó por completo el conjunto de los transportes públicos del país. Metro, trenes y autobuses se quedaron en los andenes y dejaron a millones de ciudadanos caminado por las ciudades.

Aunque en menor medida, la huelga se extendió también a algunos sectores de la función pública pero el ramo más afectado fue el del transporte. Allí se registraron niveles de paro que superaron a los del poderoso movimiento social de 1995 desencadenado por los mismos motivos: la reforma del sistema de jubilaciones que apunta a poner término a los regímenes especiales de jubilación para equipararlos con los de la función pública, es decir, en vez de los 37 años de cotizaciones de que gozan algunos sectores el gobierno quiere llevarlos a 40.

Los ferrocarriles franceses marcaron el ritmo de la movilización con 73,5 por ciento de huelguistas, una cifra superior a la constatada en el momento más denso de las huelgas de 1995 (67%). El Metro, los autobuses y la red suburbana conocieron igualmente altos índices de paro, 58%. En París la mayoría de las líneas estaba totalmente paralizada y los accesos a los andenes, cerrados. Frente a la solidez de la movilización el gobierno reiteró que no modificaría el rumbo de la reforma.

El ministro francés de Trabajo, Xavier Bertrand, dijo estar dispuesto a recibir la semana próxima a las organizaciones sindicales, pero el portavoz del gobierno aclaró que no pensaba ceder sobre el tema de fondo: el aumento de las cotizaciones de la jubilación de 37 a 40 años. La modificación de los llamados regímenes especiales de jubilación no es un tema exclusivo de la derecha. En 1995, el entonces primer ministro liberal Alain Juppé puso en práctica la reforma pero con un estilo tan autoritario que le costó el puesto y la reforma se quedó en los cajones.

Los sucesivos gobiernos, tanto de izquierda como de derecha, volvieron a teorizar sobre la necesidad de modificar esas excepciones, pero nadie se animó a abrir la caja de Pandora. Nicolas Sarkozy, durante la campaña electoral, prometió una reforma amplia y esto es lo que ha desembocado hoy en el primer duelo social de su presidencia. Los sindicatos, que defienden la continuidad del sistema actual, también ponen en tela de juicio el hecho de que el Ejecutivo busque reformar en paquete, es decir, sin tomar en cuenta la realidad de varios segmentos de trabajadores que, sea porque tienen bajos salarios o porque realizan trabajos insalubres, sí merecen seguir gozando del beneficio de una cotización de 37 años.

La jornada de paro estuvo acompañada por manifestaciones organizadas en las principales ciudades del país. A falta de ser masivas, las manifestaciones fueron consistentes. Según las cifras de la policía o de los sindicatos, entre 200 mil y 400 mil personas desfilaron en toda Francia con un icono como guía: las máscaras y los retratos burlones de Sarkozy. Para los sindicatos la jornada fue un éxito. “Siento que en el terreno la bronca aumenta”, dijo Jean–Claude Mailly, el secretario general de Fuerza Obrera.

Bernard Thibault, secretario general de la CGT, espera que el gobierno haya “oído el mensaje”. El líder cegetista dijo que estaba convencido de que la reforma, con su carácter actual, “no pasará”. El Partido Socialista no se opone a la transformación de los regímenes especiales, pero criticó al gobierno por la manera en que éste “imputa” a ciertos sectores de trabajadores. Los comunistas recomendaron al gobierno que no se encaprichara al tiempo que los ecologistas estimaron que la huelga “testimonia de un rechazo a que se ponga en tela de juicio un modelo social que toca al conjunto de los franceses”. Lejos de haber concluido ayer las huelgas continuarán hoy en los ferrocarriles y en algunas líneas del Metro.

Lo que está en juego ahora es lo que muchos llaman el espíritu del movimiento social de 1995. El esquema se asemeja mucho: el otoño, un Ejecutivo conservador y la reforma de las jubilaciones. Sarkozy piensa que existe una mayoría de franceses que apoyan la validez de su reforma. Los sondeos de opinión son por demás contradictorios. Esta semana, una consulta de opinión realizada por IFOP–Metro reveló que 61 por ciento de los encuestados pensaba que la huelga no se justificaba. Sin embargo, otro sondeo realizado por el instituto CSA dice que 54% de la sociedad aprueba el movimiento social o lo mira con simpatía. Y fue en este contexto de tensión social ambivalente que la presidencia decidió oficializar públicamente lo que los medios venían adelantando desde hace una semana:el divorcio de Sarkozy y su esposa Cecilia.

En un país como Francia la revelación de un divorcio no tiene mayor trascendencia. Sin embargo, el presidente hizo de su pareja uno de los argumentos de su estrategia política. “Nicolas” y “Cecilia” fueron durante un largo período socios enamorados que aparecieron en todos los medios de comunicación como aliados en una misma causa:la conquista del poder. La coincidencia entre la huelga y el anuncio del divorcio suscitó comentarios irónicos. Algunos evocaron con ironía un “operativo de comunicación” mientras que el Partido Socialista se interrogó sobre la “simple coincidencia”. Lo más notorio de está separación radica en sus múltiples episodios. Nicolas Sarkozy y Cecilia se casaron en 1996 y se separaron una vez en 2005 luego de que el semanario Paris Match publicara una foto de la esposa del presidente con su nuevo compañero. La pareja volvió a unirse en 2006. A lo largo de la campana electoral fue Cecilia Sarkozy quien reinó en el cuartel de campana de Sarkozy y quien organizó cada detalle de la campaña, incluido el meeting de lanzamiento de candidatura de Sarkozy.

Sin embargo, la mujer de Sarkozy no acudió a votar en la segunda vuelta de la elección que llevó a su esposo a la presidencia. Una vez en el sillón presidencial, la pareja dio signos de reencuentros. Fue, por ejemplo, Cecilia Sarkozy quien viajó a Libia para negociar la liberación de 5 enfermeras búlgaras y un médico palestinos condenados injustamente a muerte en Libia. Pero luego desapareció de la escena oficial. Ayer, el primer comunicado oficial no mencionó la palabra “divorcio”. Más tarde, el abogado de la pareja presidencial aclaró que se trataba de una separación de común acuerdo, o sea, un divorcio.

Eduardo Febbro. Página/12, Buenos Aires, 19-10-2007

ndencia de Prensa. germain5@chasque.net

 

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