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Medio Oriente :: 21/11/2023

Las armas nucleares de Israel en el punto de mira

Scott Ritter
Si el actual conflicto con Hamás se intensificara hasta implicar tanto a Hezbolá como a Irán, lo más probable es que Israel carezca de la capacidad militar convencional para derrotarlos

A medida que la guerra entre Israel y Hamás entra en su segundo mes, una de las principales prioridades de todas las partes implicadas es impedir que el conflicto se extienda regionalmente. La preocupación israelí por la aparición de un frente norte con Hezbolá a lo largo de la frontera de Israel con Líbano ha llevado a EEUU a desplegar un importante poder militar en el Mediterráneo oriental como demostración de fuerza para disuadir tanto a Hezbolá como a Irán de intervenir.

La perspectiva de una guerra de mayor envergadura entre Israel e Irán también ha arrojado una incómoda luz sobre la capacidad del armamento nuclear de Israel y la posibilidad de que estas armas se utilicen si los combates en Gaza se extienden a toda la región. Tanto Israel como EEUU -usando la táctica de convertir en agresor al agredido- han acusado a Irán de llevar a cabo un programa encubierto de armas nucleares, que Irán niega vehementemente.

Los recientes comentarios del ministro israelí de Patrimonio, Amichai Eliyahu, en los que aludía a la posibilidad de que una de las opciones de Israel en la guerra contra Hamás fuera utilizar armas nucleares en la Franja de Gaza, situaron la realidad del programa no reconocido de armas nucleares de Israel -que hace mucho dejó de ser secreto- en el punto de mira internacional. Los comentarios de Eliyahu fueron rápidamente desautorizados por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el ministro de Patrimonio fue suspendido de su asistencia a las reuniones del gabinete.

Eliyahu, miembro del partido de extrema derecha Otzma Yehudit (Poder Judío) del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, hizo sus comentarios mientras respondía a una pregunta durante una entrevista radiofónica en directo. «Su expectativa es que mañana por la mañana lancemos lo que equivale a una especie de bomba nuclear sobre toda Gaza, arrasándola y eliminando a todo el mundo», preguntó el entrevistador. «Esa es una manera», respondió Eliyahu.

Cabe señalar que Eliyahu nunca mencionó las armas nucleares. Del mismo modo, el autor de la pregunta no habló de un arma nuclear real, sino de algo «equivalente» a un arma nuclear. Muchos observadores del actual conflicto de Gaza han hecho comparaciones con el volumen de explosivos de gran potencia que han sido lanzados sobre Gaza por la Fuerza Aérea israelí desde el 7 de octubre, cuando Hamás lanzó un ataque sorpresa contra la infraestructura militar y civil israelí que rodea Gaza, matando a unos 1.400 israelíes, la mayoría de ellos colonos.

La cantidad lanzada sobre Gaza se estima en más de 20.000 toneladas, el equivalente a una bomba nuclear de 20 kilotones, mayor que cualquiera de las bombas atómicas lanzadas por EEUU sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki al final de la II Guerra Mundial.

Ambigüedad nuclear

Que la mera alusión a la existencia y posible uso de armas nucleares por parte de un funcionario del régimen israelí, por vaga e indistinta que sea, pueda atraer tanta atención pone de relieve la controversia que rodea a las armas nucleares de Israel.

El programa israelí de armas nucleares se remonta a mediados de la década de 1950, cuando el primer primer primer ministro del país, David Ben-Gurion, ordenó al ejército sionista que desarrollara un plan de seguro nuclear diseñado para contrarrestar la superioridad militar convencional combinada de los vecinos árabes de Israel. Desarrollado en gran secreto con la ayuda de Francia, el programa israelí se centraba en una instalación de producción de armas nucleares situada en Dimona, en el desierto del Néguev, donde Israel, bajo la apariencia de un programa de energía nuclear civil, comenzó a producir el plutonio necesario para un arma nuclear.

El presidente estadounidense John F. Kennedy se enfrentó a Ben-Gurion por Dimona durante una reunión en mayo de 1961. Presionado, Ben-Gurion declaró que la planta de Dimona tenía una capacidad piloto de extracción de plutonio que podía utilizarse con fines militares, pero trató de apaciguar las preocupaciones de EEUU declarando que Israel no tenía «ninguna intención de desarrollar capacidad armamentística ahora».

La administración del presidente Richard Nixon trabajó posteriormente con Israel para elaborar una política de ofuscación mutua, en la que Israel prometía que no sería el primero en «introducir» armas nucleares en Oriente Medio, pero basándose en la premisa de que el término «introducir» significaba el reconocimiento de la existencia de un arma de ese tipo; en resumen, la «introducción» no se refería a la posesión física, sino al reconocimiento público de esa posesión.

Aunque Israel ha intentado mantener asiduamente su política de ambigüedad nuclear, se han producido algunos incidentes notables que ponen en entredicho la credulidad de esta postura. En 2004, mientras hablaba en una reunión de un partido político en Tel Aviv, el Primer Ministro israelí Ariel Sharon hizo una comparación indirecta entre las ambiciones nucleares, reales e imaginarias, de Libia e Irán, a las que indicó que había que poner freno, e Israel, del que Sharon dijo que «no debe ser alcanzado en lo que se refiere a su capacidad disuasoria».

En una entrevista concedida en diciembre de 2006 a la televisión alemana, el sucesor de Sharon, Ehud Olmert, pareció reconocer abiertamente la condición nuclear de Israel cuando criticó a Irán por aspirar «a tener armas nucleares, como EEUU, Francia, Israel y Rusia».

El modelo de disuasión israelí

En 1986, Mordechai Vanunu, un técnico nuclear israelí que había trabajado en las instalaciones de Dimona, hizo pública información sobre la capacidad técnica de Israel para producir el material fisible necesario para fabricar armas nucleares. El Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz estima actualmente que el arsenal nuclear israelí consta de al menos 80 bombas: 50 para lanzamiento con misiles balísticos y 30 para lanzamiento con aviones. También se cree que Israel posee un número desconocido de proyectiles nucleares de artillería y municiones atómicas de demolición.

Aún se desconoce cómo podría Israel pasar de su postura de ambigüedad nuclear a ser un Estado nuclear autodeclarado. Sin embargo, dada la estrecha colaboración de Israel con Sudáfrica en el desarrollo y probables pruebas de armas nucleares, es probable que el modelo sudafricano de hacer pública su disuasión nuclear se parezca al enfoque de Israel.

Esto implica una estrategia de tres fases, siendo la fase uno la ambigüedad nuclear. La segunda fase consiste en lo que se conoce como condicionamiento encubierto, que implica una variedad de métodos no atribuibles para revelar la capacidad nuclear como medio de inducción, persuasión y/o coerción. La tercera fase consiste en reconocer abiertamente la posesión de capacidad armamentística, seguida de una serie de pasos escalonados: anuncio público, exhibición pública, demostración (por ejemplo, una prueba nuclear), amenaza de uso y, por último, uso en el campo de batalla.

Amenaza existencial

Tras el ataque de Hamás del 7 de octubre, Israel se enfrenta a una crisis que sus máximos dirigentes describen como de naturaleza existencial. En 2022 y 2023, Israel llevó a cabo ejercicios militares a gran escala diseñados para poner a prueba la capacidad de las Fuerzas de Defensa de Israel para responder a ataques simultáneos de todos los enemigos conocidos de Israel: Hamás, Hezbolá, Siria e Irán (se olvidaron de Yemén).

Aunque los resultados oficiales de estos ejercicios siguen siendo un secreto de Estado, algunas conclusiones han sido aludidas por fuentes militares israelíes. En primer lugar, cualquier conflicto militar entre Israel e Irán sólo podría llevarse a cabo con una importante ayuda militar de EEUU, que podría no llegar. En segundo lugar, Hezbolá posee suficiente capacidad de misiles para abrumar las defensas aéreas israelíes, lo que le permitiría infligir graves daños a la infraestructura económica, política y militar israelí. En tercer lugar, los ejercicios israelíes no preveían un ataque de gran envergadura por parte de Hamás que consumiera tanto poder militar convencional de Israel en respuesta.

Si el actual conflicto con Hamás se intensificara hasta implicar tanto a Hezbolá como a Irán, lo más probable es que Israel carezca de la capacidad militar convencional para derrotar esta amenaza combinada. En esta coyuntura, Israel se enfrentaría a la decisión de iniciar la tercera fase de su postura de disuasión nuclear: el reconocimiento público seguido de medidas de escalada.

La decisión de declarar públicamente la capacidad nuclear israelí es un asunto de gran sensibilidad política que, si se hace de forma inadecuada, podría poner en su contra incluso a su aliado estadounidense. Por eso el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, respondió con tanta dureza a las indiscretas cavilaciones de un oscuro ministro israelí. Cualquier paso de esta magnitud debe llevarse a cabo de forma muy controlada, con objetivos muy específicos en mente, todos los cuales deben estar vinculados a disuadir el potencial de uso operativo, no a fomentarlo.

Energyintel / elviejotopo.com

 

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