Las encrucijadas del nacionalismo radical

RESUMEN: Una comparación con varias experiencias del siglo XX esclarece los dilemas que afrontan los gobiernos nacionalistas radicales de Sudamérica. El antecedente de Salvador Allende recuerda que la reacción siempre tiene en carpeta un golpe. Pero la derecha intenta actualmente reinstaurar la hegemonía constitucional de los conservadores sin recrear las viejas dictaduras.
Los capitalistas mantienen el dominio de la economía en Venezuela, Bolivia y Ecuador, tal como ocurrió en Chile en la época de Allende. Si en lugar de avanzar hacia la construcción de un poder popular se aceptan los condicionamientos del establishment, reaparecerá el desconcierto que ahogó la experiencia chilena. Hay que afrontar en forma consecuente las resistencias que oponen los dominadores mediante un curso anticapitalista.
También el debut del Sandinismo ilustró la necesidad de drásticas medidas contra los opresores. Pero la derecha logró un retorno electoral con el auxilio de los gobiernos latinoamericanos, aprovechando la incapacidad del FSLN para proyectar sus éxitos militares al plano político. Esa restauración no era inevitable, ni obedeció sólo a las adversidades externas. Se apoyó en una involución socialdemócrata de los dirigentes que desmoralizó a la población. Los procesos nacionalistas actuales cuentan con márgenes temporales y recursos económicos mayores que los vigentes en Nicaragua, pero las encrucijadas políticas son semejantes.
La revolución mexicana ilustró cómo puede gestarse una clase capitalista desde la cúspide del estado. La repetición de este precedente es el principal peligro que afrontan los nuevos gobiernos radicales. El PRI utilizó la legitimidad de una revolución para estabilizar durante décadas la acumulación privada y evitar los inconvenientes de las dictaduras. Este modelo es alentado en Venezuela por los sectores que se enriquecen en el cuadro actual y por quiénes resisten cambios significativos en Ecuador y Bolivia. En los tres casos la política exterior independiente puede pavimentar una ruptura con el imperialismo o facilitar el curso diplomático burgués que promueve el MERCOSUR.
El proceso venezolano tiene mayor proximidad con el nacionalismo militar que sus equivalentes de Bolivia o Ecuador. Durante el siglo XX predominaron en América Latina las acciones del ejército al servicio de las clases dominantes, pero también se registraron varias experiencias radicales, El mayor problema radica en distinguir el carácter progresivo o regresivo de esas intervenciones. La ceguera frente al primer caso y las ingenuidades frente al segundo tienen consecuencias nefastas. Es tan erróneo jerarquizar indiscriminadamente a los civiles frente a los militares, cómo olvidar que el nacionalismo militar no puede desenvolver por sí mismo un proceso de emancipación.
La revolución cubana demostró que es factible derrotar al imperialismo e iniciar una transición socialista. Es importante recordar esta lección, frente a los cuestionamientos que existen a la adopción de medidas anticapitalistas en Venezuela, Bolivia o Ecuador. Si reaparece la audacia de los años 60, el anterior sostén de la URSS podría ser compensado con otras alianzas externas. Los ritmos actuales difieren del pasado, pero una prolongación del status quo impedirá avanzar hacia el socialismo.
Resuelta imposible predecir si una dirección jacobina volverá a franquear las fronteras. Pero existen tendencias potenciales hacia esta radicalización, en un contexto de luchas sociales más regionalizado.