Las nuevas rebeliones latinoamericanas


RESUMEN: América Latina se ha convertido en un foco de resistencia al imperialismo y al neoliberalismo a partir de los levantamientos en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Argentina. Estas rebeliones enarbolaron reclamos coincidentes de anulación de las privatizaciones, nacionalización de los recursos naturales y democratización de la vida política.
Las luchas rurales se expandieron, pero la reforma agraria ya no es la única petición y ha decrecido el rol protagónico del campesinado. Las demandas político-culturales de los indígenas han recobrado actualidad luego de siglos de avasallamientos, confirmando que los oprimidos pueden asumir varias identidades. Pero esta reivindicación no debe dividir a los explotados.
Una gran variedad de sujetos populares lideró las rebeliones recientes. La reorganización neoliberal del trabajo y el rol de las burocracias sindicales redujeron la gravitación de los obreros industriales, pero no impidieron la activa intervención de los asalariados. Sólo una óptica clasista permite entender la dinámica de confluencia entre oprimidos y explotados que se observó en las sublevaciones.
Las rebeliones contribuyeron a revertir la secuencia de derrotas populares en que se asienta el neoliberalismo y expresaron una sólida herencia de nacionalismo antiimperialista, conquistas democráticas y experiencias anticapitalistas. América Latina ha sacado provecho de los reveses que soporta el Pentágono en Irak y su protagonismo en la periferia obedece a tradiciones de autonomía post-colonial de larga data.
Los levantamientos recientes fueron rebeliones radicales que superaron los estadios básicos de la protesta social. Pero no incluyeron los desafíos al estado, las formas de poder popular y los desenlaces militares, que caracterizaron a las revoluciones de México, Bolivia, Cuba y Nicaragua.
El término revolución es utilizado actualmente para realzar conquistas sociales y esperanzas de emancipación, pero también debe servir para evaluar la intensidad de una lucha social. Conviene distinguir ambos sentidos y reconocer las diferencias que separan la actual oleada de sublevaciones de una situación revolucionaria continental.