Las voces que quisieron callar

"Que alguien me diga si ha visto a mi esposo, preguntaba la doña. Se llama Ernesto X tiene 40 años, trabaja de celador en un negocio de carros, llevaba camisa oscura y pantalón claro. Salió anteanoche y no ha regresado y no sé ya qué pensar. Pues esto antes no me había pasado".

Es el primer párrafo del tema "Desapariciones" del compositor panameño, Rubén Blades, y viene a modo a propósito de lo que sucede en Oaxaca, en donde se ha desatado una guerra sucia en contra de simpatizantes del movimiento social que piden la salida de Ulises Ruiz Ortiz, como titular del Poder Ejecutivo.

De 1968 a la fecha, los actores y escenarios no han cambiado en mucho. Hace más de 30 años los universitarios ganaron las calles para abrir los espacios a los sectores sociales pisoteados por la clase opresora, el PRI-Gobierno, aunque la cuota de sangre de sangre fue elevada y hasta hoy, lastimosa.

Sectores sociales de Oaxaca manifiestan un hartazgo a los actuales actores de la clase priísta, quienes torpemente perdieron el rumbo de la entidad, empujándola a un esquema de anarquía, división y confrontación. Al igual que en la Edad Media, el PRI-Gobierno descalifica a las voces inconformes y pensantes, las tacha de revoltosas, izquierdistas e incitadoras, como si 70 años de saqueo y abuso en contra del pueblo oaxaqueño se pudieran borrar tan fácilmente.

A esas voces inconformes pretenden callar elementos de la Policía Federal Preventiva, quienes desde el 30 de octubre iniciaron operativos de asalto en comunidades de la entidad y en colonias populares de la capital, deteniendo arbitrariamente a simpatizantes del movimiento social.

Hasta el cierre de esta edición, la Red Oaxaqueña de Derechos Humanos y el Centro de Socorro que instaló el pintor, Francisco Toledo, reportaban 167 detenciones ilegales y más de 20 desaparecidos, la mayoría de ellos profesores, estudiantes universitarios y ciudadanos ajenos al conflicto político-social.

A los detenidos se les prefabricaron delitos y se les recluyó en penales ubicados en diversos municipios de la entidad, antes fueron sometidos a tortura física y psicológica, estrategia utilizada por elementos de la PFP para "doblegar" a las voces que ellos consideran "revoltosas".

"Llevo tres días buscando a mi hermana, se llama Altagracia igual que la abuela, salió del trabajo pa' la escuela, llevaba unos jeans y una camisa clara, no ha sido el novio, el tipo está en su casa, no saben de ella en la PSN ni en el Hospital".

El 30 de octubre cinco autobuses de la línea Cristóbal Colón partieron cerca de las siete horas del municipio de Tlaxiaco, transportaban a profesores y ciudadanos que se dirigían a la ciudad de Oaxaca para participar en las marchas que un día antes convocó la dirigencia provisional de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, no cumplieron su objetivo, pues cerca de 300 elementos de la PFP, apoyados con un helicóptero Bell, les impidieron el paso a la altura del Municipio de San Andrés Sinaxtla.

Elementos de la PFP ordenaron bajar a los tripulantes y posteriormente separaron del grupo a los profesores Miguel Angel López Peña, Víctor Manuel Alejo Plata, Pedro Osorio Nicolás, Cuitlahuac Santiago Mariscal, Nahum Oscar García, Sergio barrios Robles y Omar José Pérez, así como al ciudadano, Manuel Villegas Mora, a quienes condujeron a un terreno de sembradío, ahí los formaron y les colocaron el cañón de pistolas y de rifles AR-15 sobre la nuca, les ordenaron correr a la orden de uno, dos, tres.

"Nadie de nosotros corrió, temíamos por nuestras vidas y algunos llegamos a asumir nuestro destino de ser ejecutados por una causa justa, a manos de policías embozados", narra uno de los profesores detenidos.

Los ocho integrantes de la caravana que provenían de Tlaxiaco con destino a la capital de Oaxaca, fueron detenidos por elementos del Grupo de Operaciones Especiales, "los pintos", así identificados por portar un uniforme con manchas blancas y grises, así como pasamontañas en el rostro.

Tras una "golpiza de rutina" , los ocho detenidos fueron conducidos al helicóptero, tirados en el piso uno sobre otro, para posteriormente ser trasladados y recluidos en el penal del municipio de Tlacolula de Matamoros, por el solo hecho de ser identificados como revoltosos y dirigentes del movimiento social, según el criterio de la PFP.

"Que alguien me diga si ha visto a mi hijo es estudiante de pre-medicina, se llama Agustín y es un buen muchacho, a veces es terco cuando opina, lo han detenido, no se qué fuerza, pantalón claro, camisa a rayas, pasó anteayer".

Ya en el helicóptero, en pleno vuelo, elementos del GOES de la PFP paraban a cada uno de los detenidos, los acercaban a la puerta de la aeronave para amenazarlos con ser lanzados a tierra, al estilo de la guerra sucia que aplicó el Ejército en los setentas en contra de campesinos en el estado de Guerrero.

La tortura física y psicológica se prolongó por casi una hora hasta que el helicóptero arribó al penal de Tlacolula, en donde los detenidos fueron internados al edificio de procesados, supuestamente acusados por robar cinco autobuses con violencia y por portar armas explosivas de fabricación casera.

Los detenidos ingresaron al penal de Tlacolula cerca de las 12 horas y lograron hacer una llamada telefónica hasta las 10 horas del mismo lunes, fueron liberados la tarde del primero de noviembre, con los estragos de la tortura física y psicológica.

"¿A dónde van los desaparecidos?. Busca en el agua y los matorrales, ¿y por qué es que se desaparecen?. Porque no todos somos iguales, ¿y cuando vuelve el desaparecido?. Cada vez que lo trae el pensamiento, ¿cómo se le habla al desaparecido?. Con la emoción apretando por dentro".

* Periodista oaxaqueño del semanario La Opinión de Oaxaca de Juárez