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Pensamiento, Mundo :: 27/10/2017

[Libro] Hechos e ideas de la Revolución rusa

José Carlos Mariátegui
La experiencia rusa le permitió a Mariátegui conocer el viejo continente de posguerra, apreciar la crisis de dominación capitalista

Con motivo del centenario del inicio de esta gesta histórica la editorial Dyskolo (www.dyskolo.cc) publicó "Hechos e ideas de la Revolución rusa" del pensador peruano José Carlos Mariátegui.

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José Carlos Mariátegui y la Revolución de Octubre

Por Gustavo Espinoza M.
 

Extracto del prólogo al libro “Hechos e ideas de la Revolución rusa”.

Por lo general, los que desean conocer las opiniones de José Carlos Mariátegui en torno a la Revolución Socialista de Octubre, buscan el primer libro del Amauta: “La Escena Contemporánea”, editado en 1926. Y es que, en efecto de abordar la biología del fascismo y la crisis de la democracia, el autor peruano —en el capítulo III de su conocida obra— alude a la Revolución rusa —Hechos e ideas— tomando como referencia cuatro elementos: Trotsky, Lunacharsky, los testimonios de Herriot y De Monzie, y Gregori Zinoviev y la III Internacional Comunista (IC).

Mariátegui conoció la experiencia socialista a través del teletipo, cuando trabajaba como asistente de linotipista en el diario “La Prensa”. Por esa vía llegaban las noticias que saldrían luego a luz en los medios escritos y radiales. Lo que ocurría en el mundo, asomaba como aliento de novedades en la sociedad limeña de comienzos de siglo, cuando los aires decimonónicos se resistían a abandonar el plácido escenario capitalino. Cuando el cable le dio forma a la primicia que llegaba del oriente de Europa, José Carlos comenzó a mirar con otros ojos el futuro “hastiado de la política criolla —diría más tarde— me orienté resueltamente al socialismo”.

Esta “nueva orientación” no se registro en el plano de las declaraciones, sino más bien de los hechos. Mariátegui se ligó de inmediato a las tareas de organización y lucha de la incipiente clase obrera que comenzaba a dar sus primeros pasos en el escenario social. De ahí su relación estrecha con la huelga de enero de 1919, que arrancó la jornada de 8 horas al gobierno civilista de Pardo; con el surgimiento de las primeras federaciones de trabajadores —como la de los obreros gráficos, panaderos o textiles—; e incluso con su voluntad de viajar a Europa para abrir los ojos al escenario que se perfilaba en el horizonte.

La experiencia rusa —diciembre de 1919 a marzo de 1923— le permitió a Mariátegui conocer el viejo continente de posguerra, apreciar la crisis de dominación capitalista, atestiguar el ascenso del fascismo, conocer el proceso de formación de los Partidos Comunistas Obreros y hasta percibir elementos cardinales derivados de la ola revolucionaria de los años 20. Todo eso, le ayudó a “tomar tierra” y mirar el mundo con ojos definidos.

Imbuido de esas ideas, el 15 de junio de 1923, su primera exposición en la Universidad Popular González Prada, Mariátegui apuntó una idea clave: “Con la Revolución Rusa, ha comenzado la Revolución Social”. Y luego añadió para despejar cualquier duda: “Yo participo de la opinión de los que creen que la humanidad, vive un periodo revolucionario”. Poco después, añadiría: “La Revolución Rusa constituye, acéptenlo o no los reformistas, el acontecimientos dominante del socialismo contemporáneo. Es en ese acontecimiento, cuyo alcance histórico no se puede aún medir, donde hay que ir a buscar la nueva etapa marxista”.

Pero la admiración central de Mariátegui por la Revolución rusa, se orientó hacia Lenin. En la revista “Variedades”, el 22 de septiembre de 1923, Mariátegui dijo: “La figura de Lenin está nimbada de leyenda y de fábula. Se mueve sobre un escenario lejano que como todos los escenarios rusos, es un poco fantástico y un poco aladinesco. Posee las sugestiones y atributos misterios de los hombres y de las cosas eslavas… Cuando Lenin se alza para hablar, se suceden ovaciones febriles, espasmódicas, frenéticas. Las gentes vitorean, gritan, sollozan… Pero Lenin no es un tipo místico, un tipo sacerdotal, ni un tipo hierático. Es un hombre terso, sencillo, cristalino, actual, moderno”.

Para Mariátegui, Lenin y la Revolución rusa fueron una misma historia y una sola epopeya. Considero inherente al proceso que proyectó la sociedad soviética, la imagen de un jefe que por encima de todos los revolucionarios de la época, supo perfilar y definir un proyecto de vida común para los pueblos.

Pero aun más allá de sus opiniones sobre Lenin y la Revolución Rusa, Mariátegui aportó una obra profunda e infinita. Gracias a ella, fue posible introducir en el Perú las ideas del socialismo, conocer las luchas del proletariado, ver en su real dimensión los procesos sociales que alumbraban la historia y perfilar un nuevo escenario en el horizonte.

La revista “Amauta” —creación cumbre de Mariátegui—, el periódico “Labor”, los libros centrales “Defensa del Marxismo”, “Historia de la crisis mundial”, “La novela y la vida”, “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana” y muchos otros, dieron consistencia y sustento a su aporte emblemático. La fundación de la Central de Trabajadores —la CGTP— y la creación del Partido y su ideario fueron pilares esenciales para confirmar su aporte al pensamiento peruano.

En él, no solo se confirma lo que en su momento aseverara Henri Barbusse hablando de Mariátegui —“la nueva voz de América, el prototipo del nuevo hombre americano”—, sino que anida el mensaje para las nuevas generaciones de peruanos, empeñados en la lucha por algo que el Amauta afirmó como un lema: “construir un Perú Nuevo, dentro de un Mundo Nuevo”.

 

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