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México :: 14/06/2011

[Libros] Reseña: "El magonismo en Sonora. 1906-1908"

Gerardo Peláez Ramos
El autor percibe acertadamente la evolución hacia el anarquismo del PLM, pero se equivoca cuando sostiene que “al principio, el PLM no pasó de ser un partido socialdemócrata”

En la historia de la izquierda mexicana existen tres personajes a quienes la industria editorial les ha hecho justicia: Ricardo Flores Magón, Vicente Lombardo Toledano y José Revueltas. Del primero se han reproducido los documentos principales del Partido Liberal Mexicano, la edición facsimilar de Regeneración en su primera época, los artículos , obras de teatro y otros textos del más destacado anarquista mexicano, la selección de materiales de Regeneración y otras publicaciones magonistas, y, en fechas recientes, avanza a buen paso la edición de sus obras completas.

Del segundo se han publicado en el último vicenio más de 60 tomos de su enorme producción teórica, sindical, política y periodística, en sus Obras completas y en su llamada Obra histórico-cronológica, además de la edición de libros sueltos por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, la Cámara de Diputados, la Universidad Obrera de México “Vicente Lombardo Toledano”, el Partido Popular Socialista y otras instituciones y organizaciones.

Del tercero, los diversos grupos espartaquistas de la segunda mitad del siglo XX publicaron en ediciones rústicas y mimeografiadas sus más famosos textos políticos, mientras que editoriales comerciales lanzaban al público sus novelas y cuentos; Ediciones Era emprendió la tarea de editar sus Obras completas.

Los trabajos de recuperación, ordenamiento y edición de antologías del PLM, Ricardo Flores Magón, Librado Rivera, Práxedis G. Guerrero y Enrique Flores Magón; de facsímiles de periódicos anarquistas, y de algunos textos de Diego Abad de Santillán, Chantal López, Omar Cortés, Eugenio Martínez Núñez, José Esteves y otros autores sobre el anarquismo mexicano, la Casa del Obrero Mundial y el movimiento obrero de nuestro país de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, las desarrollan con grandes logros Ediciones Antorcha y sus promotores, Chantal López y Omar Cortés.

En cuanto al abordaje del pensamiento y la acción del magonismo puede afirmarse, con total objetividad, que no hay año en que no se produzcan libros, tesis profesionales y de grado, folletos y artículos que tratan del PLM, la prensa, las acciones armadas, las huelgas de Cananea y Río Blanco, la relación entre los magonistas y el movimiento indígena, Práxedis G. Guerrero, Librado Rivera y los hechos de Baja California en 1911, además de la elaboración de escritos de autores extranjeros sobre Ricardo Flores Magón, que parece ser es el anarquista latinoamericano más popular y conocido. Este tratamiento del magonismo está antecedido por las obras tan leídas y citadas de Salvador Hernández Padilla, Diego Abad de Santillán, Javier Torres Parés, Ethel Duffy Turner, Boris T. Rudenko y otros destacados autores.

En la producción bibliográfica sobre el PLM cabe resaltar El magonismo en Sonora (1906-1908). Historia de una persecución, de Alfonso Torúa Cienfuegos, reeditada recientemente por dos editoriales libertarias. La obra incluye los siguientes capítulos: El magonismo; El PLM en Sonora, 1906-1908; Fernando Palomares, un indio mayo en las filas magonistas; Javier Buitimea: un indio yaqui en las filas liberales, y Autoridades de Sonora y Arizona contra los magonistas.

Torúa Cienfuegos expone cómo del anticlericalismo se pasa, en marzo de 1901, “al ataque frontal en contra de la dictadura, a la prensa semioficial y al personalista y antidemocrático partido de los científicos”. (p. 21) Luego establece que para noviembre de ese mismo año, en un manifiesto el Club Ponciano Arriaga discute los problemas agrario y laboral, así como la deportación de los yaquis al Valle Nacional, en el estado de Oaxaca.

El autor percibe de manera acertada la evolución hacia el anarquismo del PLM, pero caracteriza equivocadamente a este partido cuando sostiene que “al principio, el PLM no pasó de ser un partido socialdemócrata”. Esta tesis es insostenible, pues el PLM inicialmente era un partido liberal, no socialdemócrata. No sobra decir que la socialdemocracia, a principios del siglo XX, además de que incluía en sus filas a los bolcheviques rusos, los tesniakí (socialistas estrechos) búlgaros, los tribunistas holandeses y otros revolucionarios marxistas, como partido, incluidas sus franjas reformistas y revisionistas, planteaba el socialismo como meta, su adhesión al marxismo y se consideraba internacionalista. El Partido Liberal Mexicano evolucionó del liberalismo juarista, no de la socialdemocracia, hacia el anarquismo.

En la obra se señala cómo arriba el PLM a la conclusión de la necesidad de la revolución, de la lucha armada. Y luego se explica la visión magonista de la revolución: “…La solución que planteaba era que a medida que los revolucionarios fueran tomando pueblos, haciendas y rancherías, se comenzara a expropiar tierras, fábricas y todos los bienes de capital, sin esperar a que se reuniera un Congreso a decretar leyes que hicieran posible la expropiación”. (p. 33)

En el capítulo 2, “El PLM en Sonora, 1906-1908”, Torúa afirma que las fuerzas insurreccionales del PLM son conocidas como focos guerrilleros. No es así. La teoría y práctica del foco guerrillero en Perú, Venezuela, México y otros países de América Latina arranca de una lectura parcial y limitada de la Revolución cubana, concepción elaborada por Regis Debray, Carlos Marighella y otros autores; pero con todo y sus deformaciones hay que reconocer que el foco guerrillero se proponía la toma del poder político. Ahora bien, la lucha armada de masas implica necesaria y forzosamente la insurrección popular, que puede dar inicio con la autodefensa armada, al estilo de la experiencia de Lucio Cabañas en la sierra de Atoyac, Guerrero, y, sobre todo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que transitan claramente de la autodefensa armada hacia la constitución de un verdadero ejército con miles de combatientes y zonas geográficas bajo su control. Es obvio que los magonistas no eran foquistas.

En relación con el Grupo Douglas del PLM, el historiador explicita su carácter mayoritariamente obrero.

En las páginas dedicadas a la histórica huelga de Cananea, el estudioso esclarece que el magonismo se proponía organizar un levantamiento armado y no la realización de una huelga. Los datos que aporta avalan esta tesis. También incluye en este apartado el descontento y la protesta de los rancheros y comerciantes de la región en contra de la empresa imperialista de Greene.

Como resultado de la paralización de actividades en las minas, Torúa concluye: “En Cananea, después de la huelga quedó un panorama desolador para los magonistas y para la sociedad en general. Los obreros no obtuvieron el aumento de salario que pedían, ni su carga de trabajo fue reducida y la organización del sindicato se postergaría hasta ya entrados los años treinta. Los otros sectores de la sociedad tampoco lograron acabar con el monopolio y el control de la economía ejercidos por Greene. Para los magonistas todo resultó en un tronante revés ya que no echaron a andar su maquinaria revolucionaria y el movimiento se diluyó entre las intricadas redes de espionaje que el gobierno les tendió…” (p. 48)

En la obra se desmitifica el rol de Esteban Baca Calderón y Manuel M. Diéguez.

Las amplias labores de espionaje, provocación y represión de los gobiernos de la Federación, el estado y los municipios son abordadas en forma clara y precisa, con una buena documentación de archivo.

Al mayo Fernando Palomares se le consagra un capítulo del libro reseñado. Aquí son narrados y analizados el proyecto mexicano de colonización, el socialismo utópico de Topolobampo, Sinaloa, encabezado por Albert K. Owen, y la posible influencia de ese experimento en la formación ideológica del futuro dirigente indígena magonista. En 1904 Palomares entró en relación con militantes del PLM y se convirtió en agente de El Hijo del Ahuizote y de Excélsior. Después también fue distribuidor de Regeneración, ya editado en Estados Unidos. En Tucson, Arizona, el dirigente mayo editó El Defensor del Pueblo, y recorrió las comunidades mineras de ese estado norteamericano, en compañía de Manuel Sarabia, Práxedis G. Guerrero y Lázaro Gutiérrez de Lara, distribuyendo propaganda liberal e incorporando militantes al PLM.

En 1906, Palomares se trasladó a Cananea, donde trabajó en la tienda de raya, quizá por su dominio del idioma inglés.

Como otros magonistas, Palomares participó en el movimiento de huelga de los mineros. Derrotada la huelga, el líder mayo ante la amenaza de ser arrestado, huyó a Douglas, Arizona. En Estados Unidos difundió el Programa del PLM y desarrolló diversas actividades propagandísticas y organizativas. En 1907 cumplió tareas revolucionarias en Baja California, la cual recorrió ampliamente. En mayo de 1908 editó con Juan Olivares el semanario Libertad y Trabajo.

En 1910 Fernando Palomares y Pedro Ramírez de Caule fueron encargados por la dirección liberal de preparar la insurrección en Baja California. Escribe Torúa: “El 29 de enero de 1911 un grupo de 17 libertarios atacaron y ocuparon Mexicali. Fernando Palomares, Caule y Jiménez dirigieron las operaciones militares, pues eran ellos los que conocían mejor el terreno, además de que contaban con el nombramiento de delegados especiales del PLM en la zona. Los liberales avanzaron sobre Tecate y Tijuana, permaneciendo en el estado [territorio] de Baja California, por espacio de 6 meses, teniéndolo que abandonar cuando fueron derrotados por las fuerzas maderistas comandadas por Celso Vega”. (pp. 59-60)

Fernando Palomares fue detenido en El Paso, Texas, el 2 de diciembre de 1911, siendo procesado y condenado a un año con un día en la prisión de Leavenworth. Fue liberado en febrero de 1913. Continuó actuando en las filas magonistas. Murió el 10 de diciembre de 1951.

En un apartado de este capítulo es descrita la persecución de que fue objeto el líder mayo por parte de las autoridades federales, estatales y municipales en el estado de Sonora en 1908, transcribiendo varios telegramas muy ilustrativos, pero Palomares logró escapar.

El capítulo 4 trata sobre Javier Buitimea, un indio yaqui. Torúa escribe algunos sustanciosos párrafos acerca de las relaciones entre el PLM y los yaquis.

Parece ser que Buitimea fue nombrado delegado del PLM en Sonora sin reunir los requisitos indispensables de un dirigente revolucionario y que al caer en manos de las autoridades porfirianas el 10 de agosto de 1908 habló más de la cuenta. Debido a estas declaraciones fueron aprehendidos muchos cuadros magonistas y desmantelada la organización revolucionaria. Buitimea pasó más de tres años en las bartolinas de San Juan de Ulúa. Luego abandonó las filas liberales, pues no gozaba de la confianza y el aprecio de los magonistas.

El último capítulo aborda el tema del trabajo de las autoridades de Sonora y Arizona en contra de los magonistas. Enrique C. Creel, con apoyo de las agencias Furlong y Pinkerton y la ayuda de los funcionarios gringos, coordinó las labores de vigilancia, espionaje y persecución de los liberales. Los cónsules mexicanos en El Paso y San Antonio, Texas, y de Tucson y Douglas, Arizona, desempeñaron un papel muy destacado en dichas actividades. El asesino de los mineros de Cananea, Thomas Rynning, jefe de los rangers, tuvo participación notoria en la vigilancia de la frontera y la detención de “revoltosos”.

La obra está sustentada en la investigación efectuada en los archivos General de la Nación, Histórico del Gobierno del Estado de Sonora e Histórico de Relaciones Exteriores, y en los libros de Diego Abad de Santillán, Historia de la Revolución mexicana; Juan Carlos Beas, et al., Magonismo y movimiento indígena en México; Lowell L. Blaisdell, La Revolución del desierto; Ethel Duffy Turner, Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano; Salvador Hernández Padilla, El magonismo: historia de una pasión libertaria; Sergio Ortega Noriega, El edén subvertido. La colonización de Topolobampo; Javier Torres Parés, La Revolución sin fronteras. El Partido Liberal Mexicano y las relaciones entre el movimiento obrero de México y el de Estados Unidos, 1900-1923, y otros autores más. Es una obra, pues, bien documentada.

Para finalizar, cabe precisar que a los Industrial Workers of the World Torúa, como otros autores, los llama International Workers of the World. Es una denominación errónea.

El magonismo en Sonora (1906-1908. Historia de una persecución) es un libro que enriquece el tratamiento de la experiencia en el norte del país de los dirigentes y militantes del PLM. Su lectura es muy útil y recomendable.

***Alfonso Torúa Cienfuegos, El magonismo en Sonora (1906-1908). Historia de una persecución, pról. de Manuel Aguilar Mora, México, Ed. Hormiga Libertaria y Nosotros Ed., ¿4ª ed.?, 2010, 136 p.

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