Los contextos de ETECSA


Cada problema tiene un contexto, es difícil arribar a una comprensión justa y a soluciones eficaces, sin tomarlo en cuenta. No escribo para complacer a nadie, más que a mí mismo, a mi compromiso con la Revolución. Parto de dos premisas: 1) se cometieron errores en la aplicación de las medidas adoptadas por ETECSA, algo que la propia empresa reconoce y enmienda en diálogo con estudiantes y pueblo en general; 2) el diálogo público debió haber precedido a su implementación. El podcast de Díaz-Canel sobre este tema despejó casi todas las dudas. Pero quisiera incorporarme al debate desde otras perspectivas:
1. Las ganancias de las grandes empresas estatales, de tres o cuatro, no más, entre las que está ETECSA, proveen al Estado de los recursos mínimos para sostener la compra, a pesar de todo insuficiente, de petróleo, leche, trigo, medicamentos, etc. ETECSA está endeudada porque solo una parte de lo que obtiene puede emplearlo en sus necesidades, el dinero que gana es del país, y lo consumimos todos. ¿Quién ha gastado el dinero de esa empresa? Los ciudadanos del país, nosotros lo hemos consumido en las pocas horas de luz, en los pocos alimentos normados, en el precario transporte público y en inversiones que buscan atraer más divisas para esos mismos fines.
2. La empresa, sin embargo, tiene que invertir en su crecimiento, en tecnología, en infraestructura. Durante años han aumentado de manera indiscriminada los precios de casi todos los productos y servicios vitales, menos los de aquellos que ofrece ETECSA a la población (estos, por el contrario, se han abaratado), de acuerdo al interés político de generalizar el empleo de las nuevas tecnologías. La interrupción de ese mecanismo de subvención (comprar un producto a menor precio del que cuesta generarlo) produce un impacto sicológico enorme, porque durante la pandemia y en los apagones, nos refugiamos en la conexión, y a través de ella conversamos con nuestros familiares en el exterior o con los amigos en el país, recopilamos información para el trabajo o el estudio, etc. Supongamos que no se incrementen ahora, ¿cómo pagar las deudas contraídas?, ¿cómo satisfacer las crecientes demandas de uso? Si no se adoptan medidas urgentes, en unos meses podría interrumpirse el servicio de Internet en Cuba.
3. Pocos reparan en las consecuencias del bloqueo financiero al Estado cubano: si los envíos de remesas para la compra de datos eluden los mecanismos oficiales establecidos, ETECSA no dispondrá de los recursos que necesita para bajar precios, pero más aún, el Estado tendrá menos dinero para importar petróleo y los bienes de primera necesidad. La campaña contrarrevolucionaria de "no darle dinero al Estado", significa en la práctica, "no darle dinero al pueblo", significa más apagones, entre otras cosas. Es lo que quieren aquellos cuyo propósito es derribar la Revolución.
4. La población soporta en su dura vida cotidiana, los efectos del bloqueo, de la crisis económica y la falta de financiamiento que este genera: apagones prolongados, precios inaccesibles de los productos básicos para una parte importante de la población. El país abrió su economía al sector privado y cooperativo. Era una medida riesgosa pero necesaria, que no implicaba la renuncia al socialismo, sino la incorporación y supeditación de ese nuevo sector al proyecto colectivo. La sociedad estratificada, que asomaba su feo rostro durante el llamado período especial se consolida, sin embargo, con notables diferencias de nivel adquisitivo.
La contrarrevolución dice que el socialismo es un sistema fallido, pero es la lenta movilidad de las empresas estatales, maniatadas por el bloqueo y por tabiques burocráticos internos, y los bolsones de capitalismo, que no logran un engarce real con las aspiraciones colectivas, los que lo hacen fallar. La gente no le reclama a esos nuevos "emprendedores", que elevan sin justificación económica el precio de los alimentos que importan, o que violan el precio establecido para el pasaje del taxi, que "maximizan" sus ganancias a costa del pueblo, porque "así se supone que debe actuar un empresario privado"; si de reclamar se trata, lo hacen al Estado que los creó (medida tomada en su momento con el respaldo popular) y debe controlarlos. Y sí, también le reclama a una empresa estatal --asfixiada por la competencia desleal y el cerco financiero--, cuando eleva sus precios.
5. Pero si la contrarrevolución exige que el gobierno avance hacia el capitalismo, que sus políticas respondan de manera exclusiva a criterios técnicos, un segmento de la intelectualidad revolucionaria plantea una tesis desmovilizadora: ya estamos en el capitalismo, y el gobierno avanza en su implementación. Son tesis complementarias --aunque sus expositores se encuentren en las antípodas--, que el enemigo usa con habilidad: a) el socialismo "como sistema fallido", b) el socialismo "traicionado". Ambas promueven la desconfianza del pueblo en sus dirigentes. Si el pueblo no cree en sus dirigentes y sospecha de cada una de sus decisiones, el diálogo se interrumpe y la Revolución es fácilmente subvertida. Aunque es un tema más complejo, para otro momento, es imprescindible que funcione un sistema de control popular efectivo en una sociedad socialista. Los dirigentes revolucionarios (no debemos llamarlos políticos, porque es una palabra desgastada que arrastra toda la suciedad del capitalismo), deben ser hoy, más que nunca, ejemplos de ética, ellos y sus familiares: es el único capital de que disponen.
6. Pero la Revolución no renuncia al socialismo, porque es el único sistema que puede preservar la soberanía nacional y la justicia, el único escenario desde el cual es posible resolver y revertir nuestros males actuales. Yo creo en Díaz-Canel, creo en mi Partido --conozco a muchos de sus abnegados dirigentes y funcionarios a todos los niveles--, aunque haya perdido con los años el dinamismo inicial, y a veces no sepa lidiar con la espontaneidad de una juventud que desea protagonizar su propia guerra. Creer es un acto de fe imprescindible, una condición inexcusable para un militante comunista. Si no crees, automáticamente te sitúas "fuera de juego", para usar una imagen del fútbol, eres un observador externo. No se trata, desde luego, de decir que somos comunistas; hay que pelear cada día por sostener el rumbo, el sentido, la direccionalidad discursiva de unas medidas que por sí mismas nos llevarían a otra parte. La tensión histórica entre economía y política en un proceso revolucionario, en medio de un recrudecido bloqueo, en medio de grandes carencias, no puede ignorar ninguna de las dos variables. No siempre el que "ascendió" por las estructuras tradicionales es el mejor dirigente, es importante que no haya aprendido a obedecer del todo, y crea en el socialismo, es decir, en el pueblo, porque es parte de él; aquel revolucionario que está dispuesto a jugarse el puesto, ya que ahora mismo (quizás mañana sí), no nos jugamos la vida. El que admite y promueve el debate, para lo cual, desde luego, tiene que estudiar y leer mucho, y tiene que saber escuchar.
7. La ideología revolucionaria, después de la caída del llamado socialismo real, tiene deudas que saldar. Pero no es un problema exclusivamente teórico: las revoluciones no se hacen sobre un papel, la teoría y la práctica avanzan casi al unísono. Y en muchos revolucionarios ha calado la idea de que el capitalismo, por ahora, no es derrotable. Esa ya es la derrota, porque sin la convicción absoluta, casi mística, de que venceremos, como termina la consigna enarbolada por Fidel --después de Alegría del Pío, frente a una invasión mercenaria con apoyo estadounidense, en medio de la crisis de los misiles, ante el fracaso de la zafra de los diez millones o la caída abrupta del campo socialista-- no se obtendrá la victoria. Aguas de otros molinos han contaminado el pensamiento revolucionario: el "progresismo", cierto liberalismo de izquierda, una moderación que atenúa los colores de la bandera y mezcla consignas radicalmente revolucionarias, con otras tomadas del manual de la democracia (burguesa), ya decadente y obsoleta. La contrarrevolución, en Cuba y en todas partes, emplea ese lenguaje confuso, alienta la subversión "desde la izquierda" y "desde la derecha". La consigna de "volver a Lenin" en los inicios de la perestroika, tuvo un final inesperado: el derribo de las estatuas de Lenin.
8. Creo en los jóvenes. Late en ellos un ímpetu, una necesidad de participación real, no formal, una rebeldía que ha convertido a unos y podrá convertir a otros en revolucionarios auténticos. Nadie es revolucionario si no ha sido antes rebelde: así se llamó el ejército que bajó en el 59 de la Sierra Maestra. Del conformismo, de la corrección, no nacen revolucionarios. Angustiados por los que se van, por los que no creen que pueden y deben aspirar a salvar la Humanidad --nadie lo logra del todo, pero cada generación empuja un poquito--, la instantánea movilización de los jóvenes universitarios ante una medida que consideraron injusta es un soplo de aire fresco, una demostración de vida, un aviso de que la Revolución no ha muerto. No tendrán razón por ser jóvenes; la razón no es un condicionamiento etario. Pueden o no tener razón, es lo que hay que discutir. Pero sí el derecho a ser escuchados, a participar de las decisiones que los involucran.
9. El impulso juvenil tiende a ser gregario: el choque inicial genera una ola sobre la que surfean intereses diversos. Hay profesores y alumnos aislados con una agenda subversiva, hay quienes desde el exterior promueven la "rebelión" soñada contra el gobierno revolucionario. La FEU se ha ganado un liderazgo y encabeza el diálogo; el diálogo con el pueblo, la toma de decisiones conjuntas, es la esencia de la Revolución. La contrarrevolución quiere maniatar la rebeldía, impedir su crecimiento como auténtica expresión revolucionaria. Sé que el Gobierno tomará en cuenta los reclamos, y también sé que, de alguna manera, hay que rescatar a ETECSA, si queremos no ya pagar menos por sus servicios de Internet, sino que ese servicio, indispensable en el mundo de hoy, exista en el país. No podrán convertir a la FEU en el sindicato Solidaridad. Su historia revolucionaria, y la historia de la Revolución, lo impiden. Cuba es otra cosa.
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