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Argentina, Argentina :: 03/09/2017

Los procesos de cambio en la región latinoamericana no avanzaron con la suficiente fuerza

Mario Hernández
Entrevista con el economista político marxista Julio Gambina

M.H.: Mencionaste los cien años de la Revolución rusa y me diste pie porque el lunes 4 y el martes 5 de la semana que viene se va a hacer una importante actividad en la Universidad de Quilmes en relación a la conmemoración de los cien años de la Revolución rusa. Y luego jueves, viernes y sábado en la Universidad de General Sarmiento arrancan las Jornadas de Economía Crítica. Y a eso le quiero sumar, que mañana en el hotel Bauen a las 17:00 se hará la apertura del VI Encuentro internacional de la economía de los trabajadores que luego continúa jueves, viernes y sábado en la fábrica recuperada Textiles Pigüé en la localidad del sudoeste de la provincia de Buenos Aires del mismo nombre. Dos semanas movidas en lo que hace al análisis crítico de la situación no solo de nuestro país sino también internacional, que por otra parte, es la característica que tiene esta conmemoración de los 150 años de 'El Capital'.

J.G.: Sí, con el agregado que lo que estás citando es también el análisis de las alternativas, porque el escenario que presentarán en el Bauen y luego se desplegará en Pigüé supone hacer un análisis de las empresas recuperadas, las organizaciones populares de trabajadores, todo eso que se desarrolló en el caso de la Argentina con mucha fuerza en torno a la crisis de 2001/2. Es importante porque no se trata solamente de discutir teoría sino de discutirla desde el punto de vista práctico.  
Es muy interesante como en todo el mundo se están haciendo reflexiones en torno a 'El Capital'. La semana pasada se hizo una actividad muy importante en Brasil donde distintos grupos universitarios, académicos y vinculados a movimientos sociales también pudieron discutir el tema.
Próximamente en México también se hará un debate. Son todos debates muy importantes por la masividad que tienen y demuestran que hay una gran preocupación por no quedarse en el análisis de la coyuntura, que es importante y preocupa cotidianamente no solo en cuanto a la economía sino a la política en general. La desaparición forzada de Santiago Maldonado es un tema que preocupa seriamente como el del gatillo fácil o la fuerte ofensiva del gobierno de Macri luego de las PASO para avanzar de forma reaccionaria en materia laboral, previsional, impositiva, educativa y penal en relación a la edad de imputación.

M.H.: Mencionaste el 2001, voy a hacerte una afirmación polémica, porque parece que hubiera sido sepultado por los votos a favor de Cambiemos en las PASO.

J.G.: Yo no lo pensaría del mismo modo. Creo que hay que discutir la coyuntura pero en un marco teórico, hay que ver los temas con mayor complejidad, incluso el 2001 argentino hay que verlo en relación al clima de época de comienzos del  siglo XXI en toda América Latina. Me parece que la referencia más que al 2001 es que hay que ver que la ofensiva de los grandes capitales comenzó con los procesos de las dictaduras militares, con el terrorismo de Estado en el cono sur de América Latina.  
Muy pocas veces se reflexiona que eso que se ensayó en el cono sur hoy es hegemónico a escala mundial. Primero en Chile, Uruguay, Argentina y bastante después, a comienzos de los ´80 se aplicó en Gran Bretaña y EE UU. Luego se extendió a Europa de la mano de los Partidos socialistas en el gobierno en Europa occidental y a fines de los ´80 empezó a desplegarse con mucha fuerza la crisis en el bloque socialista y en la década del ´90 con la desarticulación de la URSS esas políticas ensayadas en los ´70 en Sudamérica, llevadas a Gran Bretaña, EE UU y Europa durante los ´80, se desplegaron con mucha fuerza en Europa del Este y con inusitada fuerza nuevamente en América Latina, pensemos en Color de Melo, Menem, Fujimori. Con lo cual aquello que empezó como ensayo en nuestros territorios se generalizó en el sistema mundial y llevó a una lectura de fin de la historia.  
En ese marco el 2001 argentino, como el movimiento zapatista, como el Caracazo previamente generaron expectativas de que los pueblos no querían esas políticas generalizadas de carácter neoliberal a escala mundial. Y se generaron muchas expectativas, hemos conversado mucho sobre esto, hemos acordado que lo que aconteció en la primera parte del siglo XXI fue un mecanismo de cambio político, hubo cambio político en América Latina, con algunos puntos muy elevados como las reformas constitucionales de Venezuela, Bolivia  y Ecuador, pero la verdad es que eso que aconteció en Argentina en 2001 y los procesos políticos de cambio en toda la región latinoamericana no avanzaron con la suficiente fuerza y profundidad transformadoras que hubiera hecho falta para revertir las políticas estructurales de corte neoliberal.  
Por ejemplo, para que se entienda en la Argentina, nosotros hoy tenemos la misma Ley de entidades financieras que estableció la dictadura militar en 1977 pese a que acá hubo cambios en la Ley de radiodifusión, en materia del matrimonio igualitario, en que hubo una batalla muy importante en la reapertura de los juicios a los genocidas y la anulación del Punto final y la Obediencia debida.  
En materia económica no hubo modificación al patrón de acumulación, hubo políticas de distribución del ingreso, con extensión de las políticas sociales, entre otras la generalización de la Asignación Universal por hijo, se pueden mencionar muchas cuestiones que tienen que ver con la relativa distribución del ingreso, pero el patrón de acumulación de Argentina y de América Latina se mantuvieron de una manera muy fuerte. Estoy hablando de la sojización en todos los países del Mercosur, lo que se define como política extractivista con los matices correspondientes en la región.
El aliento a la megaminería a cielo abierto no es solo patrimonio de la Argentina, es un fenómeno en toda la región latinoamericana. No se avanzó suficientemente en cambios económicos, es uno de los temas que se está ensayando hoy en el debate de la Asamblea Constituyente en Venezuela, que es todavía un tema abierto, en discusión, pero creo que Venezuela va a tener destino de sustentabilidad del proyecto bolivariano, del propósito del socialismo del siglo XXI tal como lo planteó Hugo Chávez en su momento. Si avanza el tema en materia de consolidación de las comunas, del poder comunal, de las reformas económicas para descentralizar lo que viene administrando el Estado nacional con bastantes niveles de ineficiencia, con elementos de corrupción muy fuertes. Si ahí se avanza en protagonismo popular para generar transformaciones del modelo productivo y de desarrollo, eso puede animar no solo a Venezuela sino a muchos otros países en la región.  
Por eso pensar el 2001 argentino no se trata solo de que en la Argentina hay votos para Macri, sino que hace un año se consumó un golpe parlamentario en Brasil de la mano de un Parlamento que esta hiper poblado de corrupción, denunciados ante la justicia y ha sido bastante escasa la resistencia. Un país que no viene de tradición de paros generales, de huelga general, entonces creo que hay que mirar con más profundidad lo que me animaría a llamar "un ciclo largo de luchas" que empezó a fines de los ´60 y continúa hasta ahora, con un proceso en el medio que son las luchas de los ´80 y `90 que cristalizan en torno del 2001 argentino pero también son convergentes en esa época las luchas por el agua y el gas en Bolivia y lo que genera las condiciones de cambios institucionales muy importantes en la región, que hay que tomarlos como procesos de aprendizaje, de acumulación.  
Hay un acumulado del movimiento social popular que en estos momentos está haciendo muchos balances. Sino no tendría importancia que vengan delegados de distintos países de la región y del mundo a analizar en Pigüé las experiencias de las empresas recuperadas, un tema que adquirió mucha fuerza en América Latina desde el protagonismo de ocupación de empresas en Argentina a comienzos de siglo.

Hay una apuesta muy fuerte del capitalismo mundial en Argentina

Son todos temas muy importantes que están en la acumulación de la memoria. Luego hay que sacarle punta al lápiz en cuanto al proceso electoral argentino que además está generando unas expectativas en el poder económico y político mundial enormes. Pensemos que Argentina pidió ser sede de la Organización Mundial del Comercio y el poder mundial, porque quien manda es EE UU acompañado de Europa y Japón, rápidamente le dijeron que sí al gobierno de Macri. Y en diciembre se va a hacer una reunión de la OMC y ya hay muchos artículos, editoriales en los principales medios de información de la Argentina que están hablando de cómo están llegando especialistas en seguridad de los principales países capitalistas desarrollados para pensar el operativo de seguridad de esa cumbre de ministros y gobernantes del capitalismo desarrollado para empujar la liberalización de la economía en la Argentina y al mismo tiempo le han concedido la continuidad en el 2018 de la coordinación del G20, que fue en Alemania este año y el próximo toma la posta la Argentina.  
Hay una apuesta del capitalismo mundial en Argentina muy fuerte, por lo tanto pensar el 2001 y el trayecto hasta el presente supone ser muy críticos de lo que se construyó a raíz del 2001 y, al mismo tiempo, valorar mucho la acumulación generada en este tiempo.

M.H.: Coincido en el análisis de estos gestos políticos que tiene el imperialismo internacional con Mauricio Macri, inclusive en todas las cumbres internacionales a las que ha asistido ha tenido un trato privilegiado de parte del imperialismo internacional, eso no parece ser acompañado por gestos económicos, por ejemplo, el conflicto que hubo con la exportación de limones a EE UU, ahora se replica con el biodiesel. Hay un mensaje que parece contradictorio.

J.G.: No es contradictorio, lo que pasa es que hay una crisis mundial del capitalismo. La economía es mundial y la política económica es nacional, entonces Macri necesita votos en Argentina y quisiera que la economía mundial fuera funcional a su ideología liberal, pero del otro lado lo tiene a Trump que también aplica política económica nacional, entonces cuando el lobby empresario del biodiesel de EE UU le dice que la Argentina está aplicando políticas de dumping, aunque no sea cierto, EE UU tiene la potestad de aplicar un arancel del 60%, ante lo que la Argentina puede protestar ante la OMC y ganarle dentro de 3 o 4 años.  
Europa hizo lo mismo en el año 2013 y recién ahora la OMC le ha dado la razón y, por lo tanto, Europa podría reabrir la importación de biodiesel de la Argentina. Europa recibía mucho más biodiesel en términos de millones de dólares que EE UU; el negocio frustrado ahora para los grandes productores y exportadores de biodiesel es por 1.200 millones de dólares y en el 2013 Europa compró por 1.800 millones. Con lo cual los lobistas productores de biodiesel de Europa frenaron esas importaciones desde el 20013 al 2017 y EE UU cierra su frontera ahora y se expone a que la Argentina proteste, como con el caso de los limones y dentro de 3 o 4 años la OMC nos dé la razón.  
Pero lo que hay que ver es que Trump está haciendo lo que cualquier país imperialista, aplica política económica nacional privilegiando los intereses del lobby monopólico nacional estadounidense y en el medio queda el "amigo" Macri. Fijate cómo intentó en la primer parte de su gobierno que las inversiones externas que llegaran sean de EE UU, europeas e inclusive japonesas y como no logra suficiente inversión de esa procedencia terminó viajando a China y ratificando proyectos que habían sido iniciados en la etapa anterior durante los gobiernos kirchneristas. Casualmente una de las noticias que aparecen en los medios es que las represas del sur están recién siendo aprobadas ahora, pero son gestiones que empezaron en la época anterior. El gobierno de Cristina Fernández hizo un acuerdo monetario, un swap con China por el equivalente de 11.000 millones de dólares que el gobierno de Macri acaba de aprobar hace muy pocos días.  
El gobierno ideológicamente quisiera que el capitalismo desarrollado además de hacerle guiños políticos, traer a la OMC, de dejarle coordinar el Grupo de los 20, también le traiga inversiones, pero la verdad es que los gobiernos del capitalismo desarrollado privilegian sus situaciones nacionales y las empresas trasnacionales también privilegian el tema de las ganancias. Ven que hay posibilidades nuevamente en mercados como el estadounidense, entonces prefieren orientar sus inversiones hacia allí, lo que se llama "vuelo hacia la calidad" y de paso actúan con una presión tipo chantaje sobre países como Argentina o Brasil, condicionándolos a generar condiciones que les aseguren alta rentabilidad; por eso Brasil hizo la reforma laboral, una reforma reaccionaria que tira por la borda derechos sociales históricos y se monta en el hecho de que Brasil tiene un 50% de su población trabajadora en situación irregular, lo que vulgarmente se llama trabajo en negro.  
En la Argentina tenemos un tercio en idéntica situación derivada de la impunidad empresaria que está presionando, el chantaje del lobby hegemónico en Argentina y la presión ideológica de afuera y de adentro, para que Argentina intente hacer una reforma laboral al estilo brasileño para competir con Brasil y que la radicación de inversiones externas sea en Argentina.  
El gobierno, especialmente el Ministerio de Trabajo, sabe que la Argentina tiene una larga tradición de organización sindical, es uno de los países con mayor historia sindical y de lucha, más allá de la burocracia sindical, del amarillismo y que muchos dirigentes sindicales son verdaderos empresarios que viven como tales, tienen cuantiosos patrimonios; acá hay respuesta sindical y social muy fuerte y se expresó en la gran movilización del 22 de agosto pasado, aunque los medios de comunicación te muestran los 3 o 4 minutos de conflicto explícito que hubo para tratar de instalar una imagen en la sociedad de sindicalismo violento y escamotea que hubo una masiva participación que sorprende a cualquiera que la vivió en vivo y en directo y que demuestra que hay capacidad de resistencia.  
Por eso el gobierno más que pensar en una reforma laboral al estilo Brasil lo que va a hacer es tratar de llegar a octubre sin hacer muchas olas, tratando de consolidar la votación de las PASO, si pueden ganar en Provincia de Buenos Aires lo van a intentar. Y luego con ese mejor clima de más legisladores en el Parlamento seguir empujando la de máxima que es la reforma brasileña y sino la de mínima que es el cambio en los convenios colectivos como hicieron con los petroleros patagónicos, con el SMATA, con UPCN, e intentar modificar de a poco los convenios colectivos para ir acumulando fuerzas en el sentido que el programa de los grandes capitales pretende y cuando sea eso posible hacer una reforma legal integral con las mayorías parlamentarias que puedan lograr.  
Por ahora el macrismo para tener mayoría parlamentaria necesita negociar con otros bloques, porque le ha ido bien en las PASO pero sigue siendo la primera minoría, inclusive hace pocos días el Ministro de Economía dijo que no se plantean la reforma tributaria ahora porque eso se tomaría como tema electoral y tendrían mucha gente de la oposición en contra, entonces prefieren llegar a las elecciones del 22 de octubre y luego encararla con el nuevo Parlamento desde el 10 de diciembre y lo que ellos suponen un mejor clima político; siempre obviando el tema de la resistencia, el conflicto social, la confrontación popular, que es lo que en general muchos analistas de la política no tienen en cuenta y tratan de manipular a la opinión publica en contra de lo que supone la participación social en el conflicto social extendido.

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