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México :: 15/10/2006

Los huelguistas de Oaxaca se enfrentan a medidas duras

Lee Sustar
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] A pesar de las amenazas de medidas duras contra los profesores en huelga y la rebelión popular del Estado mejicano de Oaxaca, los líderes del movimiento obrero y social se han mantenido firmes, y el 9 de octubre se reunieron en la ciudad de México.

El gobierno federal trata de encontrar un final- bien sea mediante un acuerdo bien sea a través de una represión sangrienta- a la huelga de profesores que dura ya cinco meses, y a la ocupación en la capital del Estado, la ciudad de Oaxaca, antes de que Felipe Calderón, del derechista Partido de Acción Nacional, tome posesión de la presidencia tras unas elecciones fraudulentas.

Así que el Gobierno ha ofrecido a los rebeldes unas pequeñas zanahorias mientras esgrimen enormes palos.

Según la periodista Kristin Bricker, de la web NarcoNews, una unidad de elite de los marines se ha trasladado a Oaxaca en octubre, con helicópteros militares que vuelan muy bajo para intimidar a los manifestantes. Varios destacados activistas de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) han sido detenidos, arrestados en la calle por policías de paisano o por grupos paramilitares de la derecha.

"Se puede producir un baño de sangre en cualquier momento", ha escrito el periodista mejicano Gustavo Esteva en el diario de izquierdas La Jornada.

En este contexto, el ministro federal del Interior, Carlos Abascal, ha intentado dividir al movimiento invitando a negociar a dirigentes moderados del movimiento social y de las comunidades indígenas.

La sección de Oaxaca del sindicato de profesores, conocida como Sección 22, se negó a participar y los líderes de la APPO boicotearon también las negociaciones desde el momento en que Abascal se negó a negociar la principal reivindicación del movimiento: la dimisión del gobernador Ulises Ruiz Ortiz, del Partido Institucional Revolucionario (PRI), un hombre duro conocido por dirigir la violencia del Estado contra los grupos indígenas y los sindicatos.

Se dice que las negociaciones fracasaron cuando los dirigentes indígenas se opusieron a que se minimizara su papel en las negociaciones a pesar de que ellos constituyen la mayoría de la población en Oaxaca.

La actual insurrección se inició el 22 de mayo, cuando 70.000 profesores de escuelas públicas de todo Oaxaca fueron a la huelga y ocuparon la plaza principal, o zócalo, de la capital.

A mediados de junio, unos 3.000 policías antidisturbios tomaron por asalto el campamento de los ocupantes, matando según testigos presenciales a 11 personas. Poco después, los manifestantes respondieron y volvieron a tomar la plaza, echando fuera a la policía. Centenares de miles de personas se manifestaron en apoyo de la huelga y, a continuación, 38 organizaciones se unieron al movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca.

Enseguida tuvo lugar la disputada elección presidencial, en la que el muy extendido fraude dio más votos a Calderón que a Andrés Manuel López Obrador, candidato del partido de centro-izquierda de la Revolución Democrática, popularmente conocido como AMLO.

El largo callejón sin salida que siguió desembocó en la movilización de centenares de miles de opositores en la ciudad de México, que llegó a negar la legitimidad de un sistema político mejicano ya saturado de corrupción y habitualmente basado en la violencia política. AMLO convocó una Convención Nacional Democrática el 16 de septiembre en la ciudad de México, en la que se le proclamó presidente de un gobierno paralelo no oficial.

Aunque durante su campaña presidencial AMLO prácticamente ignoró la rebelión de Oaxaca, ahora él y el PRD prometen apoyar al sindicato de profesores y a la Asamblea Popular pero habrá que ver cómo se lleva a cabo ese apoyo.

En cualquier caso, las consecuencias de los enfrentamientos en Oaxaca es probable que tengan un importante impacto en todo México. El Gobierno puede que intente repetir el ataque del 3 de mayo contra los vendedores de flores en San Salvador Atenco, cuando la policía arremetió contra centenares de ciudadanos, detuvo a 200, violó a docenas de mujeres y asesinó a una persona. El ministro del Interior, Abascal, fue el responsable de la represión, así como de la violencia policial contra los obreros siderúrgicos en huelga por las mismas fechas.

Sin embargo, habida cuenta del nivel de movilización de Oaxaca, la represión para tener éxito tendría que ejercer una mayor violencia, y en esta ocasión, gracias a la solidaridad puesta en marcha, se produciría una respuesta inmediata en México y en todo el mundo.

Pero el fracaso del gobierno mejicano contra el movimiento de Oaxaca crearía el marco idóneo para el desarrollo de otros movimientos sociales y luchas sindicales contra un Gobierno ampliamente considerado como ilegítimo.

Envíen mensajes de apoyo al sindicato de profesores a la dirección siguiente: seccion22oax@yahoo.com.mx.

Socialist Worker, 13 de octubre de 2006

 

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